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EL GOBIERNO RINDE AL ESTADO ANTE ETA

EL GOBIERNO RINDE AL ESTADO ANTE ETA

Francisco TORRES

 

   Hace unos meses comentaba aquella declaración de Arnaldo Otegui en la que afirmaba que “estaban ganando”. El jueves veintinueve de junio, tras el anuncio del presidente del gobierno, de José Luis Rodríguez Zapatero, dando naturaleza oficial a unas negociaciones que se han estado desarrollando en los últimos meses, los terroristas, en las cárceles o en libertad, los abertzales de Batasuna y muchos de los simpatizantes y militantes del PNV, pudieron brindar abiertamente por la victoria. El Estado español se postraba ante las condiciones de la banda terrorista, confirmaba sus promesas a la banda, seguía el calendario impuesto por ellos y admitía una negociación política en la que no se obviaría el tema de la autodeterminación. Rodríguez Zapatero lo ha admitido todo, de ahí que haya afirmado que “respetará las decisiones que tomen los ciudadanos vascos”.

 

   El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no sólo ha puesto el Estado en trance de liquidación, a través de un insensato programa de reformas autonómicas por las que nadie, salvo la clase política, mostraba ese aparente y prefabricado estado de necesidad que tanto se ha cantado, sino que ahora, además, rinde el Estado ante una banda terrorista. Todo ello, simplemente, por la necesidad clara y manifiesta de mantenerse, a cualquier precio, en el sillón de la Moncloa.

   José Luis Rodríguez Zapatero ha puesto en marcha un suicidio político o un asesinato de la nación por mera ambición personal. Su objetivo, al que lo subordina todo, no es otro que perpetuar el socialismo en el poder, subsanando los flecos que el zapaterismo dejó abiertos en su paso por el gobierno, porque para él el sistema político vigente sólo es patrimonio de la izquierda. Para ello ha buscado recomponer la vieja entente socialismo-nacionalismo, aderezada por el apoyo del radicalismo separatista y del viejo comunismo. Pero, José Luis Rodríguez Zapatero es consciente de que eso puede no ser suficiente para ganar las próximas elecciones. Desde los inicios de la legislatura el presidente del gobierno ha dejado bien claro cuál sería el gran impulso, el gran lema, la gran coartada, para conseguir que en las urnas se revalide su victoria: conseguir el “fin” de ETA como organización terrorista a cualquier precio.

 

   El presidente del gobierno, que es presidente de todos los españoles, ha preferido atender a su partidismo programático, dejarse llevar por su peligroso radicalismo de opereta, por su interpretación errónea de los conceptos de paz o ciudadanía, confundiendo el republicanismo de su gurú político con el homenaje al sectarismo de la II República, a atender las justas reclamaciones de las Víctimas del Terrorismo o a oír el auténtico clamor popular que se ha desatado en España contra la negociación. Ha preferido escudarse en la prefabricada campaña de autosatisfacción lanzada por los muchos medios afines al gobierno, alguno de los cuales camina descaradamente hacia las aguas del panfleto.

 

   El presidente del gobierno, señor José Luis Rodríguez Zapatero, además ha engañado a los españoles y ha pasado por encima de las formas democráticas que afirmaba respetar. El suponer que la propuesta de ZP ante el parlamento iba a cosechar un apoyo mayoritario, debido a la mayoría aritmética de que goza, no es razón suficiente para no llevar esa propuesta al debate parlamentario. ZP ha ido al Parlamento pero se ha quedado en el vestíbulo; ha cambiado los diputados por los periodistas, quería foto y voz pero prohibía las preguntas. Así de claro y así de sencillo. El presidente del gobierno ha faltado a su palabra de llevar la cuestión al Parlamento, porque hasta el más lego de los mortales entendía que se trataba de discutirla en la Cámara. Ni tan siquiera ha buscado la excusa del lógico secreto, pues prescindió de la Comisión de Secretos Oficiales. Lo único que ha buscado Rodríguez Zapatero ha sido el aplauso de Batasuna y lo ha conseguido.

 

   El presidente del gobierno, señor Rodríguez Zapatero, además de rendir, con sus actos y su declaración, el Estado ante la banda terrorista ha humillado a España. Ni tan siquiera puede escudarse en que se trata de una negociación de igual a igual, porque ni tan siquiera eso es verdad. Los terroristas están un peldaño más alto que el Estado y se han permitido el lujo de humillarlo.

   Humillación, porque los terroristas han impuesto el calendario y se lo han recordado a ZP: el plazo de la tregua concluía a final de junio, ni un día más.

   Humillación, porque el gobierno ya había aceptado una serie de condiciones previas.

   Humillación, porque ni tan siquiera las acciones de Grande Marlaska han servido para paliar esa humillación, pues la respuesta del nacionalismo-terrorismo ha sido: “usted no sabe con quién está hablando”.

   Humillación, porque los terroristas ya conocían la decisión del gobierno, porque los presos de ETA sabían que el gobierno aceptaba las condiciones previas de ETA, porque los que han comparecido ante los jueces en las últimas semanas lo han hecho con la chulería del vencedor que incluso transmitían a sus familiares.

   Humillación, porque el gobierno ya tiene el calendario y la hoja de ruta para hacer de Batasuna el gran interlocutor.

   Humillación, porque la banda se ha permitido el lujo, durante ese “alto el fuego permanente”, de continuar con la extorsión haciendo muy difícil de creer la “verificación” de esa tregua que el gobierno ha encontrado satisfactoria según el señor Rubalcaba.

   Humillación, porque el gobierno ya tiene en esa hoja de ruta la salida al tema Batasuna mediante la creación de un nuevo partido que, por serlo, no tendría que condenar nada.

   Humillación, porque el gobierno va a autorizar el acercamiento de los presos de ETA.

   Humillación, porque aunque se acepte que el proceso de excarcelación sea lento e individualizado se propone la vuelta al régimen de beneficios pentitenciarios.

   Humillación, porque ya se ha manifestado que, en otoño, José Luis Rodríguez Zapatero recibirá a Arnaldo Otegui en la Moncloa.

   Humillación, porque la negociación lleva de la mano la entrega de España a los designios políticos de los terroristas.

   Humillación, porque se ha prescindido de las Víctimas, porque se ha pasado sobre la sangre de las Víctimas, porque el gobierno afirmó que el homenaje y el recuerdo a las Víctimas era una prioridad y éste ha consistido en dar legitimidad política a una banda terrorista.

 

   A los españoles, a las víctimas, sólo les queda el derecho a la protesta. Protesta que, naturalmente no podrá nunca llegar a los señores diputados. Esos mismos diputados que permitieron, para su indignidad, que una coraza policial impidiera el paso a una representación de las Víctimas que quería colocar ante el Congreso una corona de flores manchadas en recuerdo de la sangre derramada. Para las Víctimas cordón y policía, para las amigas del gobierno, para las Bardem de turno, todas las facilidades para repartir rosas por la Paz. Y mientras la SER y los paniaguados dirigentes socialistas pugnan por competir en el homenaje al “hombre de la paz”, a José Luis Rodríguez Zapatero a los demás nos queda el derecho a la protesta.

 

   Sólo la rebelión ciudadana, sólo la acción de la sociedad civil puede parar la humillación y la entrega. Sólo la protesta diaria, individual o colectiva, contra toda negociación, porque algunos sólo están en contra del modo en que se va a negociar pero no de la negociación en si misma, puede convertirse en la espada de Damocles que impida a ZP la rendición y la humillación definitiva. En nuestras manos está.

   Pero mucho cuidado, no vaya a acontecer como en tantas otras ocasiones. Mucho cuidado porque como sucedió cuando España se movilizó tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, se buscará que la protesta no se desborde, se buscará controlar la reacción, reconducirla. Los signos son preocupantes y conviene denunciarlos. Se está jugando, como siempre, con el lenguaje y puede resultar que exista una negociación respetable y otra inasumible. Conviene, tener presente la actitud del Partido Popular en otras ocasiones, porque ahí están las declaraciones de Mariano Rajoy de las que se desprende que no es que se esté contra la negociación sino contra esta negociación. Al igual que no se está contra la legalización de Batasuna sino contra su legalización tanto en cuanto no desaparezca ETA y se convierta en un partido legal.

3 comentarios

Rafael -

¿Qué deuda tiene Zapatero y el PSOE para pagarle de esta manera a los terroristas?

Robsy -

Desde luego todo hace pensar que este presente fue diseñado antes mismo de hacer la constitución. Hay consignas que permanecen a través de los tiempos.
Ahora bien: me pregunto cómo se las apaña Eta para forzar al Psoe. ¿Es que España está más madura para la secesión que en tiempos de Felípez? ¿No será que estamos viendo cada vez más detalles del 11-M y la Eta -colaboradora necesaria- podría fastidiar muchísimo la gobernación con revelar sus contactos con el Psoe antes de las bombas? Poco tiene que perder Eta, pero mucho el Psoe, y alguna razón tiene que haber para que Zapatero la obedezca.

Urdín -

La situación a la que nos enfrentamos es la de un acto de alta traición. Según el artículo 1 de la Constitución del 78 el titular de la soberania política es el pueblo español. El parlamento ostenta la representación que no la titularidad de la soberanía. Esto faculta a los representantes para legislar pero dentro de los límites de la soberanía. Lo que se ha producido estos días es la consumación de un autentico golpe de Estado. Golpe de Estado con la complicidad de los poderes públicos empezando por aquellos que tienen a cargo la custodia del Estado, cuerpo legislativo, Tribunal Supremo, Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Constitucional y ante el silencio clamoroso de la primera magistratura de la nación el monarca que con arreglo a su juramento ha prometido guardar y hacer guardar la Constitución. Y es que hay que ser muy hombre para parar un golpe de Estado cuando quien lo perpetra es miembro de la Internacional socialista y el pronunciarse sobre lo que está sucediendo podría costarle la corona. Desgraciadamente Don Juan Carlos no tiene opción. El correrá con la "gloria" o con la ignominia de haber pilotado el proceso de la transición política hacia la restauración del sistema de partidos no se sabe muy bien a qué precio ni si ésta era necesario que se llevase a cabo hipotecando la estructura territorial de Estado. La generación de Suarez cuya situación política se debía al anterior régimen en menos de 25 años ha volado 300 años de Estado centralizado descalificando como fascistas a cuantos se oponían a su turbia demagogia. Hoy nuestra Patria ha quedado al pie de los caballos y no quedan demasiadas posibilidades de acción y las que quedan no auguran nada bueno. El Partido Popular intenta hacer política clásica en un momento en que el Partido socialista lleva haciendo política revolucionaria desde hace dos abiertamente y probablemente desde hace bastante más si debemos creer que sus contactos con ETA se remontan a hace 5 años. El momento de la política clásica ha finalizado. La sombra de una conspiración criminal contra nuestra nación nos obliga a plantear a política en otros términos más acordes con aquello a lo que nos enfrentamos. La A.V.T. es la única organización que vislumbra la gravedad de los acontecimientos que estamos viviendo y en consecuencia la única que ha dado la voz de alarma y ha iniciado los llamamientos a la movilización general. Ante el cariz de los acontecimientos es muy posible que pronto sea necesario pasar a otro tipo de acciones.