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Revisión histórica

SOBRE MONS. WILLIAMSON Y SUS POLÉMICAS DECLARACIONES

SOBRE MONS. WILLIAMSON Y SUS POLÉMICAS DECLARACIONES

Vicente BLANQUER

 

      El 26/27 de enero L’Osservatore Romano publica en primera plana un articulo firmado por Carlo di Cico: "De la aceptación del Concilio desciende necesariamente una límpida posición sobre el negacionismo (se refiere a la negación del holocausto judío). La declaración Nostra aetate, que representa la más autorizada revisión católica respecto del hebraísmo, deplora «los odios, las persecuciones y todas las manifestaciones del antisemitismo dirigidas contra los hebreos en cualquier tiempo y por cualquiera que fuere». Se trata de una enseñanza no opinable para un católico". Y el artículo del portavoz oficial de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, que sostiene que "el que niega la Shoa no reconoce el misterio de Dios ni de la Cruz de Cristo".  Estas declaraciones eran la reacción de la Santa Sede a la difusión por la TV sueca de unas polémicas declaraciones de monseñor Williamson. Sobre la rotundidad de dichas declaraciones nos gustaría introducir algunas matizaciones.

      Las negaciones, como afirma SantoTomás, se basan en afirmaciones y no tiene sentido sostener que afirmar la inocencia del pueblo alemán, o que afirmar la inocencia de alguien en general, por ejemplo de Jesucristo, sea negacionismo, a no ser que la dignidad de los acusadores sea superior a la dignidad de los acusados y que la dignidad de los acusadores y la dignidad de la persona humana sean una única y una misma cosa. Las críticas contra monseñor Williamson olvidan que son los judíos los que irrumpen en el plano teológico al hablar de "Holocausto" y no lo hacen de forma inocente sino mesiánica, para dar a la segunda Guerra Mundial el papel de momento concluyente de las profecías del Canto del Siervo Sufriente de Yaveh, Is 53 y sostener que los judíos - y no Jesucristo - son el Cordero de Dios del que habla Isaías. Conviene fijarse bien en las fechas. Del 1 de noviembre de 2008 es la entrevista de la televisión sueca en la que Monseñor Williamson, preguntado por el entrevistador Ali Fegan sobre unas declaraciones suyas de 1989 en Canadá, cuestionó la versión al uso sobre la muerte de los judíos en campos de concentración como consecuencia de una política deliberada. Sin embargo la entrevista no es publicada hasta el 21 de enero de 2009, coincidiendo con el levantamiento de la excomunión a la Fraternidad San PíoX. Resulta curioso que se intente sacar a colación unas palabras dichas hace bastantes años cuando lo que está en juego es la revisión y clarificación de los aspectos más delicados del concilio Vaticano II, pero ya que hay gente en interesada en hablar del tema vamos a ello.

   La historiografía tradicional (Raul Hilberg, Victor Frankl, Hanna Arendt y Yehuda Bauer) tras la segunda mundial ha sostenido la tesis del genocidio judío como culminación lógica de los postulados ideológicos del nacionalsocialismo. La historiografía revisionista por el contrario ha cuestionado los métodos de análisis empleados. Por último, dentro de la propia historiografía clásica, cabe distinguir entre la postura de quienes como Bauer son favorables a la censura en nombre del honor de las víctimas, que según ellos está amenazado por el revisionismo, y la de aquellos que como el propio Raul Hilberg son favorables a la libertad de expresión dentro de lo que constituye el debate académico propiamente dicho.

   La controversia surgida en torno a los "supervivientes" del Holocausto ha desatado una vivísima polémica en el seno del propio judaísmo al amparo de la cual el revisionismo se ha ido abriendo paso poco a poco. La obra de Filkenstein "La industria del Holocausto" denuncia la contradicción entre un número de muertos elevado para recalcar la barbarie nazi y un número igualmente elevado de supervivientes. No es posible estar vivo y muerto, a la vez. Muerto para denunciar la maldad nazi, de la que nadie duda, y vivo para cobrar las indemnizaciones. No sería muy riguroso incluir a 4.390.049 "supervivientes-peticionarios" de indemnizaciones entre los muertos del Holocausto. Porque son 4.390.049 son los individuos  a los que con arreglo a convenios internacionales ha tenido el gobierno de la República Federal Alemana que pagar 50.18 billones de marcos entre octubre de 1953 y diciembre de 1983 [1]. Si admitimos asimismo que son 600.000 los supervivientes del "Holocausto" ello supondría que ha habido 3.790.049 resurrecciones, lo cual sería una buena noticia que, tal vez, contribuiría al acercamiento ecuménico judeo-cristiano porque si en la segunda mitad del siglo XX pueden producirse tales fenómenos ¿cómo podemos dudar de la resurrección de Cristo en el siglo primero?

       Denuncia este autor que las cifras al alza son peligrosas porque dan argumentos a los "negacionistas" y denuncia la censura del sionismo oficial sobre este tema porque no sólo perjudica a los llamados revisionistas sino también a las propias víctimas del nazismo, que no son indemnizadas directamente sino a través de las organizaciones sionistas que administran dichos fondos. Para autores como Bauer los revisionistas son unos mentirosos que saben que están mintiendo y con la mentira no es posible entrar a considerar sus argumentos. Para él estos autores no revisan sino que niegan la evidencia y por ello no debemos escucharlos ni polemizar con ellos.

       El lego en la cuestión, sin descartar la hipótesis de Bauer, se  plantea una pregunta: si los "negacionistas" sí entran en los argumentos de sus oponentes y los consideran para refutarlos podría ser por dos motivos:

1) Por que consideran que quienes sostienen la tesis del genocidio lo hacen de buena fe pero que sus argumentos son erróneos.

2) Porque admiten la posibilidad de que aquellos entren en los suyos, es decir, que quienes sostienen la tesis del genocidio estén en lo cierto y que  ellos estén equivocados.

      

       A quienes tenemos un conocimiento superficial de la polémica se nos plantea el siguiente problema. No es posible denunciar un asesinato sin un asesino, ni un robo sin un ladrón. Del mismo modo no es posible denunciar una opinión como mentirosa sin juzgar la conciencia y la intención del otro y resulta sorprendente que algunos de quienes más han denunciado la Inquisición como el mayor atropello a la conciencia humana tengan el valor de violarla nada más y nada menos que en nombre de esos derechos humanos que dicen defender. ¿No creen que al actuar así la gente pueda pensar que más que tener la razón den la impresión de tener miedo?

       Un error muy extendido es creer que el revisionismo histórico niega el genocidio, lo cual puede ser cierto en algunos autores pero no en todos ni siquiera la mayoría. Lo que niega el revisionismo es que la mera afirmación del genocidio constituya por sí misma prueba suficiente de su existencia, lo cual es muy distinto. La autentica revisión histórica, la investigación sin "a prioris", se opone tanto al negacionismo como al  afirmacionismo. En historia existe lo que se puede demostrar con pruebas documentales, y lo que no se puede demostrar simplemente no se toma en consideración pues de lo  contrario la ciencia historiográfica volvería a la era del rumor y la leyenda. El cuestionar la fiabilidad de las pruebas o los métodos de análisis en los que se basa la afirmación de que la muerte de judíos bajo el III Reich se debió a un proyecto criminal concreto ¿supone negar el Holocausto o cuestionar su carácter?

       De todas las cuestiones planteadas por el triunfo del materialismo biológico en la Alemania de los años 30 hasta el final de la segunda guerra mundial sin duda la llamada solución final, el exterminio sistemático y deliberado de los judíos europeos por parte de las autoridades nacionalsocialistas, es la que más pasiones suscita. El horror que en todo ser humano producen la tortura y el asesinato de inocentes ha hecho que los estudios sobre dicho tema se hayan abordado desde un punto de vista ético o moral más que estríctamente histórico. Ello ha creado incontables dificultades a los investigadores pues, con frecuencia, su labor se ha visto entorpecida y dificultada por la acción de la opinión pública y los poderes políticos para los cuales la soah, el holocausto, posee un valor escatológico y metarracional que no puede ser, no ya cuestionado, sino ni siquiera estudiado o analizado. Se considera un hecho ante el cual la única actitud es la contemplación y el silencio. No debería ser necesario, sin embargo, recordar a las personas que así piensan cuántas "realidades incuestionables" basadas en la mentira han sido semilla de odio y fanatismo a lo largo de la historia; p.e. que los cristianos practicaban canibalismo o sacrificaban recién nacidos, que los judíos asesinaban  recién  nacidos, que Juana de Arco tenía tratos con el demonio, etc.

      Tras los enfoques emotivos de algunas víctimas de la brutal tragedia se alzaron las primeras denuncias de otras víctimas del nazismo como Paul Rassinier, militante antifascista francés de la resistencia y también ex-deportado en Buchenwald y en Dora, que consideraban que el sufrimiento concede derecho a lo que es justo y sólo a lo que es justo. La obra del Dr. Rassinier "El Drama de los judíos europeos" supuso un análisis crítico del "genocidio posible" a partir de datos estadísticos de los  propios judíos (entre ellos los del Centro mundial de Documentación judía de Tel Aviv) sobre dicha población lo cual arrojaba una cifra de 1.485.292  judíos que con una corrección al alza del 40 % para incluir a los judíos no practicantes podía dar una cifra de 2.079.528 judíos, cifras que no concuerdan con los 6 millones. Pero es que además, si aceptáramos esta última cifra cotejada con las estadísticas judías, tendríamos que admitir que los judíos poseen la capacidad de duplicar su población cada 3 años.

       A estos estudios vendrían a sumarse otros que abordarían cuestiones tales como la ausencia de garantías procesales en Nüremberg, lo cual fue un error para las potencias vencedoras pues si bien, a corto plazo, ello les permitía obtener unas sentencias espectaculares, desde el punto de vista histórico el rigor de las pruebas aportadas por la acusación se devaluaba considerablemente ya que a los acusados correspondía probar su inocencia. Es decir se partía de un "a priori" en contra de lo que es la práctica jurídica habitual.

  

        Para llevar a cabo una empresa de tal magnitud son necesarias unas órdenes muy precisas. Unas órdenes generales que se traduzcan en órdenes particulares y todo ello debería de haber dejado algún rastro de tipo documental. Sin embargo en un sistema tan burocratizado como el nazi la impresión que pretende darse es que las cosas funcionaban de modo "oral".  Es decir que las relaciones administrativas del III Reich se basaban en la "confianza" y que no se comprobaba ni la procedencia de las órdenes ni su cumplimiento. (La petición de confirmación de órdenes es necesaria para evitar la intoxicación enemiga, como se produjo durante la invasión de Francia y es el último recurso de un mando débil incapaz de oponerse a una decisión injusta como cuando Von Paulus solicitaba permiso para retirarse de Stalingrado. La solicitud de confirmación de órdenes desarticuló la operación Walkiria. ¿Pretende hacérsenos creer que en una cuestión como la de la operación Walkiria sí se producen peticiones de confirmación de órdenes y en una cuestión como la de la llamada solución final no se produce ninguna?)

       Por otro lado, indudablemente, en los campos de concentración murieron cientos de miles de personas. Sin embargo, en cualquier juicio por asesinato (y el genocidio mientras no se demuestre lo contrario es un asesinato), sin pruebas forenses, sin autopsias, nadie se atreve a efectuar un dictamen sobre la causa de las muertes [2]. Teniendo en cuenta que, según Iván Lagaz, especialista en crematorios del tanatorio de Calgary (Canadá) que llevó  a cabo un estudio sobre los crematorios de Auschwitz, Maidanek y Treblinka, cada cadáver necesitaba un mínimo de 2 horas para consumirse, y los hornos deben funcionar al 50 % por motivos de seguridad. Teniendo en cuenta que la capacidad de incineración al 100 % de los hornos de todos los campos de concentración durante el periodo de la solución final es de 430.600 personas, suponiendo que funcionaran al 100 % todo ese tiempo ello significaría que tendríamos 1.648.928 cadáveres sobre los que investigar o practicar al menos un estudio aleatorio.  ¡Y no digamos si aceptamos la cifra de los 6 millones! La única posibilidad de justificar la imposibilidad de un estudio forense sería demostrar que los cadáveres judíos arden a mayor velocidad que los cadáveres del resto de las personas y que por tanto 2.079.528  cadáveres de judíos tienen la propiedad de consumirse a mayor velocidad que 2.079.528 cadáveres de no judíos.

 

       De todas las cámaras de gas que se dijo que había en los campos de concentración alemanes la única que se exhibió en cinta fue la de Dachau, que no era sino la antesala de un crematorio. El hecho de que los campos de concentración en muchos casos fueran centros de producción de armamento suscitó dudas sobre que la finalidad de los mismos fuera compatible con un programa de genocidio [3]. De hecho la investigación actual, incluso la más conservadora, limita el número de campos de exterminio a siete: Riga, Treblinka, Sobibor, Maidanek, Bergen Belsen, Birkenau y Chelmo. Auschwitz finalmente ha sido excluido a raíz de las investigaciones de Germar Rudolf sobre análisis químico de las "cámaras de gas" y el nivel freático del campo, aunque para subsanar este "contratiempo" suele hablarse actualmente de Auschwitz-Birkenau.

        El estado actual de nuestros conocimientos nos plantea por consiguiente algunas dudas. Si el programa de genocidio sólo se llevó  a cabo en siete campos, o bien rebajamos las cifras, con lo que podríamos cuestionar que el gaseamiento obedeciera a un programa de genocidio y deberíamos plantear la posibilidad de que obedeciera a un programa de eutanasia, o bien si pretendemos seguir manteniendo la primera hipótesis deberemos confirmar las cifras con un estudio de los registros y archivos de dichos campos. Por el momento, a falta de más pruebas, los 40 archivos de Auschwitz que establecen los registros de los internos por nombre, nacimiento, último lugar de residencia y defunción sólo registran 68.000 defunciones, que no son pocas.

        Sin embargo sabemos que la eutanasia no era una medida antijudía sino una ley de aplicación general para todos los alemanes, que además no habría podido ser aplicada dentro del contexto de la solución final debido a que por presiones de las iglesias tales medidas dejaron de aplicarse en agosto del 41. Lo cual nos lleva a plantear la posibilidad de que dichas muertes se deban a negligencia criminal y no a un asesinato premeditado, lo cual no cambia el juicio moral que podamos tener del nazismo pero sí el que teníamos de los vencedores y en este sentido constituye un importante motivo de reflexión que podría llevar a los investigadores  e intelectuales a identificarse menos con el punto de vista de los aliados y a adoptar las necesarias cautelas que toda exégesis requiere.

 

       La aplicación de la técnica del peritaje químico a los campos de exterminio "seguros" ha sido decepcionante. El problema del gaseamiento se plantea con los análisis químicos por la siguiente razón. El Zyclón B es gas hidrocianídrico. Si realmente se hubiera aplicado éste donde se dice que se aplicó, debería haber dejado una impronta azul en las paredes y hallaríamos restos del mismo en el interior del mortero incluso aunque se hubiesen limpiado las paredes. Sin embargo  los resultados de las llamadas cámaras de la muerte son negativos. El gas hidrocianídrico tiene capacidad para penetrar el cemento de las juntas de los ladrillos traspasando la totalidad del muro. La única forma de borrar esta prueba hubiera sido derribar los muros de las cámaras y construir otros nuevos. Extremo que debería haber sido alegado tanto por los testigos de la acusación que sobrevivieron a los campos como por los nazis (Niemoeller, Gernstein, Hotl, y Höess) que decidieron autoinculparse. La pregunta es la siguiente: ¿cómo consiguieron los aliados que los acusados confesaran que en el lugar de los hechos, las llamadas cámaras de gas, se habían llevado a cabo unos hechos que se ha probado son químicamente indemostrables? [4]

       Según el historiador judío-francés Pierre Vidal Naquet "Los estudios realizados por químicos de diversos países y distintos orígenes ideológicos son de suma importancia y todos ellos son de hecho "negacionistas" y añade: "Sería un grave error poner mala cara a una conquista científica como el hecho de que a las cifras de un testimonio tan importante se les debe aplicar un coeficiente de división por cuatro (6 dividido entre 4). Al renunciar a las cifras falsas no se atenúa el crimen de los nazis. El problema del número de las cifras no es esencial.".

       Sin embargo al cuestionar el "arma del crimen", el principal argumento de la acusación, no se trata ya de una cuestión de cifras sino del concepto mismo de genocidio. Si un solo judío hubiese sido  asesinado por el hecho de serlo con el propósito de destruir al pueblo judío como tal, estaríamos evidentemente ante un hecho genocida. Ahora bien la única forma de mantener tal teoría es establecer que el hambre y el tifus al ser consecuencia de la política alemana convierten a ésta en responsable deliberada de tales muertes. Si admitiéramos dicho punto de vista, ¿cómo deberíamos calificar las muertes de personal civil y militar de los países del Eje en campos de concentración aliados por causas análogas?

        Por otro lado tampoco se explica el lenguaje  empleado por las autoridades nacionalsocialistas para referirse al problema judío. La postura que sostiene la tesis del genocidio intenta explicar el empleo de un lenguaje y una terminología  en el llamado documento Wansee (sin fecha ni firma ni sellos) debido al pudor "religioso" de los nazis ante un hecho tan bárbaro, cuando lo cierto es que a la hora de adoptar decisiones criminales contra la población civil que apoyaba a los partisanos los nazis no parecen mostrar ese pretendido pudor. ¿Qué pudor experimenta Himmler, por ejemplo, por las órdenes criminales que reconoce haber dado en sus discursos de los días 4 y 6 de octubre de 1943 referentes al exterminio de las mujeres y los hijos de los partisanos, para evitar que crezcan en el odio contra Alemania? (sic). Pero estas órdenes, al menos, tienen base documental. Las órdenes son claras y taxativas también a la hora de ordenar represalias o fusilamientos de rehenes. (Práctica que por lo demás es común a todos los ejércitos de la época simplemente con remitirnos a los manuales de guerra aliados tal y como inútilmente denunció la defensa en Núremberg).  Probablemente debamos admitir que los nazis eran muy poco nazis si el asesinato de un judío les daba más vergüenza que el de un gentil o un ario.

       En cuanto al contenido del "documento", si alguien tiene interés en consultarlo se refiere al traslado de población al este lo cual tiene sentido si pensamos que los campos eran centros de producción de armamento y se buscaba alejarlos del radio de acción de la aviación aliada. Mediante este procedimiento los jueces de Nüremberg dieron un paso más allá  de lo lícito a la ciencia jurídica juzgando hechos a partir de intenciones atribuidas a los acusados sin base empírica que las fundamenten. Sólo así tiene sentido unas traducciones  tan "libres" de los términos: endlösung, gemsamtlösung, zurückdrängun, ausschaltung y ausrotung como exterminio cuando en alemán dicho concepto se expresa por medio de la palabra verninchtung [5]. Para encontrar un precedente de tales técnicas jurídicas debemos retrotraernos a alguna de las páginas más negras de la Inquisición.

 

       Pero en fin, asumiendo, a pesar de todo, los criterios metodológicos sostenidos por la tesis favorable a la hipótesis del genocidio creo que el debate académico no tendrá problemas en aplicar dichos criterios al trato aliado a los prisioneros del Eje, puesto que si aplicáramos un criterio diferente estaríamos negando validez universal a los criterios antes mencionados y ello implicaría reconocer que no estamos obrando de forma científica, sino con arreglo a algún otro criterio que se nos escapa. Pero al asumir la tesis tradicional, pues el Parlamento al parecer tiene capacidad para pronunciarse sobre cuestiones de índole académica, para ser coherentes debemos dar por válido el análisis de James Bacque. Lo cual vistas las cosas no resultaría sorprendente que condujera nuevas modificaciones legislativas de nuestro código penal [6].

      Hasta hace poco las fuentes históricas apenas ofrecían posibilidad para los investigadores de trabajar sobre otro tipo documentación distinta de la prensa. Ello ha hecho que  declaraciones de líderes políticos y militares occidentales fueran aceptadas sin contrastar con documentos oficiales limitando considerablemente nuestras posibilidades. Sin embargo la desclasificación de parte de la documentación aliada con la apertura de archivos de 1980, completada con la desclasificación de los archivos soviéticos en 1990, nos está obligando a modificar algunas ideas que veníamos manejando al respecto.

      El final de la segunda guerra mundial ha sido presentado como un final feliz en el que con el triunfo de la causa de la democracia y los derechos humanos sobre la tiranía fascista, tras un breve período, gracias a la ayuda del Plan Marshall, vencedores y vencidos se reconciliaron poniéndose las bases de una Europa unida sin resquemores ni venganzas. Sin embargo, pese a lo atrayente y lo idílico del panorama, desgraciadamente, a la vista de la documentación desclasificada, no siempre se corresponde con la realidad.

      El plan Morgenthau, que preveía la desmembración, desindustrialización y ruralización de Alemania, parecía apuntar en otra dirección. Según Henry Morgenthau su objetivo era el siguiente: "Quiero que se desmantele el Rhur...Sé  que mi plan dejará  sin trabajo de 18 a 20 millones de alemanes... Mi plan tendrá  una enorme influencia sobre Inglaterra y Bélgica y debería garantizar para los próximos 20 años su bienestar económico pues el Rhur ha sido su principal competidor en el carbón y el acero. De esta manera prestaremos un gran servicio a la economía inglesa". De este modo la guerra contra el fascismo se instrumentalizaba al servicio de ciertos intereses que poco tienen que ver con la causa de la democracia o los derechos humanos, y, sus consecuencias iban a repercutir sobre todos, fueran o no fascistas.

       Declaraciones de este tipo y aun otras más duras fueron vertidas por influyentes personajes de la vida política y económica de los países aliados, que no tardaron en  llegar a la prensa alemana. La propaganda evidentemente era nazi pero las declaraciones  y  la existencia de tales planes eran reales y no fue  tanto la oposición de la bondadosa opinión pública angloamericana al plan cuanto el informe del general Donovan del O.S.S. (servicios secretos) sobre el hecho de que la filtración  de dicho plan por los nazis a la prensa había unido incluso a los opositores al nazismo en contra los aliados lo que llevó a aparcarlo, al menos oficialmente. Así que se decidió rechazar públicamente el plan, pero aplicarlo en la medida de lo  posible. Y el alcance de esa "medida de lo posible", la instrucción JCS-1067, según James Bacque, al parecer fue considerable:

       Los prisioneros alemanes fueron sometidos a trabajos forzados para reconstruir Europa, Estados Unidos y las colonias. A parte de ellos se les dejó morir deliberadamente de hambre mientras se quemaba comida en buenas condiciones o se hundía ésta en el mar y, bajo la autoridad de Eisenhower, se castigaba con pena de muerte el alimentar a los presos, siendo fusiladas algunas adolescentes que intentaban alimentar a sus hermanos.

       Las escuelas y universidades fueron cerradas, las radios y los periódicos clausurados y cuando se volvieron a abrir fueron sometidos a censura militar. La cruz roja alemana y  el servicio postal suprimidos. El carbón, las patentes industriales, la madera y las reservas de oro requisadas. Las fábricas destruidas, incluso las que no tenían finalidad bélica.

      La Alemania de preguerra tenía un 80 % de autosuficiencia alimentaria. Los aliados expulsaron a los agricultores alemanes del 24 %  de la superficie cultivable alemana al mismo tiempo que prohibían el uso de fertilizantes. El número de alemanes muertos bajo la ocupación aliada por hambre fue superior al número de alemanes muertos en toda la segunda guerra mundial en todos los frentes y en la retaguardia. ¿Cual fue la causa de esta hambre? Según la explicación tradicional, la barbarie nazi que habría provocado la guerra y los vengativos bolcheviques. Sin embargo  las excavaciones realizadas en 1996 en Lambach, Austria, arrojan nuevas dudas al respecto. En ellas se encontró una fosa común que, en principio, se  atribuyó a víctimas judías del nazismo, no obstante la investigación forense confirmó que las víctimas eran alemanas,  lo que  coincidía con el hecho de que el lugar fue en 1945 un campo de concentración  americano.  Con posterioridad  han surgido otras en Bromberg, Erfurt, Reinberg, etc.

    

      Por otro lado el estudio de las estadísticas aliadas plantea algunos interrogantes.

      Según el gobernador militar norteamericano Lucius Clay, la mortalidad de Alemania en noviembre del 46 era del 12 %al año sólo ligeramente superior a la del 11,9 % del año 39 en el que el impacto de la guerra apenas es apreciable ya que estalló a finales del mismo. Sin embargo el informe secreto del oficial médico de Clay habla del 21,5 %. Es de señalar que los primeros años de la posguerra fueron particularmente duros debido al tifus, la gripe, el cólera, la tuberculosis, la falta de calefacción, de vivienda, etc. Por otro lado si añadimos los nacimientos e inmigración de las estadísticas oficiales observamos lo siguiente:

          5 millones de nacimientos

          8,3 millones de inmigrantes expulsados

          4,8 millones de prisioneros      (cifras de Proodfoot)

         Ello hace un total de 78,5 millones de personas. Sin embargo en el censo de Septiembre de 1950 sólo encontramos 68,8 millones. Es decir tenemos 5,25 millones de "desaparecidos". 5,7 si tomamos como punto de partida las cifras de la ONU. ¿Dónde fueron?

        La explicación clásica es que los soviéticos los hicieron desaparecer en el Gulag. Sin embargo, la desclasificación de los archivos del KGB no parece corroborar esa teoría. Los rusos en su propaganda sobrevaloraron los prisioneros japoneses en manos occidentales; no obstante, en lo que se refiere a Europa los archivos de sus campos de concentración demuestran que sólo tenían 890.000 alemanes porque estos prefirieron rendirse a los aliados creyendo que recibirían mejor trato. Por tanto se justifican 890.000, quedando 4,36 millones que nos vemos obligados a buscar en otra parte. Es curioso observar cómo a finales de los años 60 en pleno desarrollo industrial y económico la mortalidad alemana, según fuentes del gobierno federal era del 12,2 %%, es decir, superior al año 47 con el tifus, la gripe, el cólera, la tuberculosis, el hambre, el frío y los desplazados. Según James Bacque hay que ser muy generosos, por decirlo de forma educada, para creer tales cifras.

      Una explicación podría ser que perecieron de forma natural por las desastrosas consecuencias de la guerra provocada por el nazismo. Para que estas muertes puedan ser consideradas "accidentales" hay que demostrar que no era posible obrar de otro modo. Para tener un punto de referencia podemos observar que las raciones holandesas bajo la ocupación nazi, hacia 1943, eran de 1775 calorías por persona y día mientras en Alemania eran de 1550 calorías por persona y día en esos mismos momentos. Es cierto que en 1944 se redujo, pero no como consecuencia de una política contra la población civil sino por necesidades de la guerra. Si consideramos que los granjeros fueron expulsados del 24 % de la superficie agrícola útil de un país antes autosuficiente en un 80 %; si consideramos que cerca de 6 millones de alemanes se encontraban prisioneros sometidos a trabajos forzados al servicio de los vencedores y no podían aportar su esfuerzo a sus familias; si consideramos que la industria alemana había sido destruida privando al país del recurso al comercio para obtener alimentos es de suponer que ello se debía a que los aliados podían y estaban dispuestos  a hacerse cargo del mantenimiento de los alemanes.

      Pero si el hambre alemana es fruto de la fatalidad de la guerra, ¿qué sentido tiene  la prohibición del gobierno militar aliado a la comunidad menonita canadiense y a los cuáqueros americanos para enviar alimentos a sus correligionarios alemanes?  ¿Qué sentido tiene la orden del general Eisenhower de prohibir a los civiles alemanes entregar comida a los prisioneros bajo pena de muerte?  ¿Qué sentido tiene prohibir pescar a la población?  ¿Qué sentido tiene la destrucción de stocks de alimentos en buen estado?

      Por último, según fuentes de la Oficina americana para el comercio agrícola internacional la producción agrícola mundial había alcanzado el 90 % de los niveles de preguerra. Las cosechas en Europa fueron particularmente buenas de acuerdo con el informe de la ONU de diciembre de 1946. El trigo y el centeno habían alcanzado el 80 % de la producción normal, la remolacha el 66 % de los niveles de preguerra. Por otro lado los Estados Unidos y Canadá  tenían excedentes disponibles según Robert Paterson.

      La ración británica era de 2.900 calorías/ persona y día.

     La ración americana era de 3.300 calorías/ persona y día.

      El control de los mares y los espacios aéreos por parte angloamericana no deja lugar a dudas sobre la infraestructura disponible para hacer llegar esa comida a su destino. La única explicación es que se trató de un ajuste de cuentas  a expensas de quien está indefenso, del mismo estilo que se produjo cuando tras la primera guerra mundial se prolongó por iniciativa del entonces primer Lord del Almirantazgo Sir W.Churchil el bloqueo naval tras la firma de los tratados de paz durante 8 meses causando la muerte de un millón de alemanes.

      El hambre de 1947 coincidiendo con buenas cosechas fue en parte debida al hundimiento industrial de Europa que, al hacer caer los precios, provocó que los agricultores retirasen sus productos del mercado. Debemos tener en cuenta  que el mínimo biológico necesario para mantener vivo a un ser humano son 1.500 calorías/persona y día. La pregunta ya contestada sobre cuál era la capacidad aliada para alimentar a Alemania debe dejar paso a otras cuestiones.

      Los informes de Murfy del año 47, en calidad de asesor político del gobierno militar aliado en Europa, pronosticaban que las muertes excederían los nacimientos en Alemania en 2 millones en los siguientes tres años, lo cual supone una mortalidad del 24%. ¿Cómo explicar tales "pronósticos" con los datos que tenemos, a no ser que no se trate de pronósticos y debamos de hablar de previsiones? Según James Bacque,  si añadimos a los civiles muertos por el hambre 5,7, los expulsados por la limpieza étnica del este y los prisioneros muertos en los campos de concentración conceptuados eufemísticamente como "Otras pérdidas" la cifra total de muertos oscila entre los 9,3 y los 13,7 millones de muertos.

      A los prisioneros debilitados por la falta de alimentos se les enviaba a las llamadas "unidades hospitalarias", donde no recibían ningún tratamiento y así se ocultaban las muertes. Nadie volvía de los "hospitales". Con una ración de 1.390 calorías por persona y día se obtiene una mortalidad de un 0,6 % a la semana, un 2,6 % de la población al mes y un 32 % al año. El plan Morgenthau fue "oficialmente" abandonado para conseguir desmovilizar a la resistencia alemana; sin embargo las raciones cayeron progresivamente de forma sospechosa. De 1.500 (el mínimo vital) a 1.300, a 1.000, a 900, y en la zona francesa bastante menos. Los efectos de esta política fueron devastadores; la mortalidad infantil en Berlín en 1945 fue del 100 %.  La mortalidad por inanición en Landau (Renania) era del 39 % en 1946.  En Hamburgo bajo ocupación británica murieron 100.000 personas de inanición.  En Viena en 1946 era entre el 27 y el 35 % 

     

      Para finalizar  no debería ser  nuestra misión valorar los acontecimientos históricos aunque algunos dediquen más tiempo a la valoración que al análisis, sin embargo como no parece ser ésta la óptica de ciertos manuales escolares, no estaría de más recordar que el genocidio es el asesinato  deliberado de una población por motivos de raza, lengua o religión, sean las víctimas del mismo judíos turcos, o... alemanes. Es decir, por pertenecer a ese grupo nacional con independencia de una culpa personal por un hecho concreto que pueda calificarse de punible. Que el arma del crimen sea  la cámara de gas o sea el hambre provocada es completamente indiferente. Asimismo sería interesante que un debate académico arrojara luz sobre estas cuestiones.

      El limitar el alcance de la persecución judía bajo el III Reich a niveles parecidos a los de la persecución comunista o católica, lejos de constituir una apología del nazismo constituye una denuncia de la manipulación del antinazismo que pretende convencernos de que los nazis fueron más buenos o, más malos, con unos que con otros. Desgraciadamente el debate académico hoy por hoy es imposible, pues para que exista el debate es necesario que haya libertad e igualdad de condiciones para todas las partes y eso no se da. Y no por falta de voluntad de las escuelas revisionistas sino por la negativa de los medios académicos oficiales a "rebajarse" a entrar en dicho debate, sin que al parecer se sientan muy incómodos con el hecho de que sus posturas hayan de ser defendidas por la vía penal. Tal vez tengan otros argumentos pero por el momento no podemos saberlo. Y si la justicia sobre las cosas depende, en última instancia, de la verdad sobre las cosas, no debería ser tanto interés de los historiadores revisionistas el exponer públicamente estas dudas para llegar al fondo del problema cuanto de la propia sociedad en que la justicia de su causa no quede empañada por lo que en su nombre hubieran podido hacer determinadas personas.

 

 

 Conclusiones:

 

      Sería demasiado sencillo detenernos en este momento, dándonos por satisfechos con un recorrido por los puntos oscuros de este tema. Sin embargo, nos habríamos dejado en el tintero la pregunta más importante: ¿por qué? No se trata de un mero ajuste de cuentas entre unas víctimas despechadas y unos aventureros de la política de los años 30. Si sólo fuera eso, muerto el perro se acabó la rabia. Nadie se toma tanto interés en consagrar en la conciencia colectiva, en las escuelas e incluso en las leyes penales la indudabilidad de un hecho histórico, como si a alguien le fuera la vida en el empeño. Hay historiadores que creen que Napoleón fue envenenado por los ingleses e historiadores que creen que el gran corso murió por causas naturales y a nadie normal se le ocurre llamar negacionista a quien sostiene la postura favorable a la inocencia inglesa. En todo caso se trata de cuestiones discutibles, tan legítimas o tan criticables las unas como las otras y, en última instancia, si realmente tuviéramos interés por la cuestión recurriríamos a un medico forense especialista en toxicología y a nadie se le ocurriría considerar que quien sostiene la muerte del emperador por causas naturales estuviera "mancillando" su memoria. Las palabras, como las armas, las carga el diablo y no es inocente escoger unas en vez de otras. El término Holocausto o Soah en hebreo, como sacrificio del inocente, tiene un sentido religioso muy fuerte y, tal vez, en ese significado religioso esté la clave de todo este problema.

      En el estudio del Holocausto lo llamativo es el consenso de los historiadores, consenso entre interpretaciones contrapuestas. Existe consenso, tal vez, no tanto por el hecho en sí como por las posibilidades filosóficas y teológicas que plantea el Holocausto, tanto a creyentes como a no creyentes. Veamos algunas de ellas. Si abordamos una obra de teología fundamental como "La Historia de Jesucristo" del P. Bruckberger O.P. conservamos el siguiente planteamiento: "Nos creemos demasiado evolucionados, demasiado racionales, demasiado astutos para ser idólatras. Afirmamos no adorar a nada ni a nadie. Por el contrario pienso que la puesta en escena ha cambiado de decoración, pero continúa la payasada sacrílega. La empresa de deshonrar a la humanidad y, en especial a la imagen de Dios en el hombre, nunca se ha impulsado con tanta insolencia. No somos nosotros quienes tenemos derecho a reprochar a la Antigüedad las hecatombes inútiles y monstruosas. ¿A qué Moloc, a qué Astarté, a que Baal hemos inmolado todas esas juventudes desde comienzo de siglo? ¿Quizá a nada?... Eichmann no era más que el sacristán del Infierno...Los desgraciados judíos que fueron sus víctimas elegidas podían leer su nombre en sus libros santos: toda la historia de su pueblo es la historia de una guerra con Satanás. No digo que Eichmann sea una prueba irrefutable de la existencia del diablo, pero sé que su mediocre personalidad está en infinita desproporción con la fastuosa puesta en escena de atrocidades de las que él fue un instrumento, si no lúcido al menos sí dócil... Satanás siempre se ha interesado por Israel. Durante milenios fue el único pueblo en el mundo en que la idolatría nunca pudo triunfar del todo. Israel era la cabeza de puente que el diablo no pudo conquistar nunca, la playa mística donde debía desembarcar el héroe de Dios." [7].

      Es decir el Holocausto, de cuya realidad nadie duda, sería una prueba en negativo de la existencia de Dios. Distinguiendo, como muy bien hacen los escolásticos, entre voluntad positiva y voluntad permisiva de Dios. Dios, que escribe recto con renglones torcidos, habría "permitido" que el hombre en su infidelidad conociera el rostro de una libertad que negando a Dios niega al prójimo y, por tanto, al hombre. Esta interpretación que es absolutamente correcta y ortodoxa no debe nada, o no debería deber nada, a la realidad del Holocausto y por otro lado es demasiado ingenuo o generoso creer que la fe depende de prodigios sobrenaturales. Jesucristo advierte en la parábola de Lázaro y Epulón que si el espíritu humano no está dispuesto a la gracia no creerá ni aunque resucite un muerto. Huelga decir mucho menos porque un solo hecho humano sea capaz de mostrar todo el pecado del hombre.  Pero es que si creemos que un solo hecho humano es capaz de mostrar toda la maldad del hombre no obramos de modo muy diferente de los fariseos que dan gracias a Dios "por no ser como los demás." Y tal vez el quid de la cuestión esté ahí porque según Jesucristo "mi Padre podría suscitar hijos de Abraham de las piedras". Y quien dice de las piedras dice de los gentiles. Ahí es donde la parábola del Hijo pródigo alcanza su significado, porque el Hijo mayor que siempre ha estado con el Padre es el pueblo judío y el Hijo perdido es el gentil. El pueblo judío odia al cristianismo por celos, no reconoce al hermano pero es que además no reconoce que Jesucristo sea el Isaac de la Historia. El Padre Bruckberger cuyo libro, dicho sea de paso es excelente, sin embargo no tiene en cuenta que para el judaísmo si el linaje de David se extingue con el sacrificio de Jesucristo, Yahvé le estaría arrebatando a la casa de David, a la realeza de Israel, la promesa hecha a Abraham "tu linaje será como las estrellas del cielo y como las arenas del mar." Dios no estaría  cumpliendo su palabra [8], o al menos no tal y como esperaba el judaísmo. Porque no olvidemos que, por más que se diga, no existe una cosa tal como el judeocristianismo; existe sólo el judaísmo y el cristianismo. Y el cristianismo se reconoce judío hasta un minuto antes del nacimiento de Jesucristo en quien se consuman las promesas hechas por Dios al hombre en Gen. 3-15. Esto significa desconocer tanto la polémica teológica con el judaísmo como las interpretaciones anticristianas. Empezaré por las segundas porque creo que son las menos importantes. Si abordamos la obra del principal estudioso del Holocausto Raul Hilberg [9], veremos que no se trata sólo de un mero estudio académico sobre un acto criminal de los nazis sino que va un poco más allá al calificar al cristianismo como la principal fuerza motora del antisemitismo "que condujo al Holocausto".

     

      Según el teólogo judío Amós Filkenstein "El reconocimiento de que Dios o el teísmo ético murió en Auschwitz porque Auschwitz desafía todo sentido se nos dice que nos llama para un cambio radical de las premisas fundamentales" [10].

      Según el teólogo protestante Robert McAffe Brown "Es la crisis de creencia a la que nos fuerza el Holocausto. Porque ¿Quién, sea cristiano o judío, puede creer en un Dios en cuyo mundo tengan lugar tales cosas? El misterio perenne del mal, la fuente de nuestra mayor vulnerabilidad como creyentes alcanza su expresión única en el Holocausto. Ninguna teodicea puede abarcar este acontecimiento hasta que se cierren las heridas, hasta que sanen las cicatrices. Ello impide la fe sencilla en Dios o en la Humanidad. Ambos están emplazados a juicio y el veredicto o absolución no puede pronunciarse a la ligera, si es que pudiera, por ninguna posibilidad" [11].

      Según Elie Wiessel "el cristianismo sincero sabe que lo que murió en Auschwitz no fue el pueblo judío sino el cristianismo" [12]. Según Harry James Cargas, teólogo católico, "El Holocausto en mi opinión, es la mayor tragedia para los cristianos desde la crucifixión. En el primer caso murió Jesús, en el segundo caso puede decirse que el cristianismo habría muerto" [13].  Ambos argumentos apuntan en la misma dirección: es imposible que una religión inspirada por Dios sea responsable de algo tan horrendo como el Holocausto, pero el Holocausto sucedió y la cristiandad lo inspiró y tiene una gran responsabilidad en el mismo.

      El Dr. John Warwick Montogomery, teólogo luterano, en Christian News, en relación con las pilas de cuerpos encontrados en algunos campos de concentración al final de la segunda guerra mundial declaró; "es inmoral discutir que estas gentes (los judíos) no fueron victimas de un programa de exterminio, sino de enfermedad y malnutrición producida por el colapso total de Alemania" [14]. Según el cardenal Cormac Murphy O’Connor de la archidiócesis católica de Westminster "la negación del Holocausto es equivalente a un sacrilegio" [15].

   Algo así podría decirse de la visita de Juan Pablo II a Auschwitz. Si los cristianos o el cristianismo no tienen responsabilidad en el Holocausto ¿por qué pidió perdón? Tal vez sea una opinión un poco personal, pero me inclino a creer que los cristianos pecamos un poco de ingenuos sobre todo si alguien usa el argumento emocional. ¿Quién va a ser tan malvado para no horrorizarse ante el asesinato de un inocente?  Porque el problema es que todas estas opiniones están muy bien, pero ya advertía Jaime Balmes que por muy cómodo que parezca resultar un argumento, cuando un argumento sirve para justificar una cosa y su contraria a la vez nos encontramos ante un sofisma. ¿Es posible que el Holocausto pueda significar, a la vez, la muerte de Dios y una señal de Dios? Pues eso es lo que parece.

      En primer lugar no se ha caído en la cuenta de la actitud de la intelectualidad judía ante este hecho. Si hojeamos la obra de Don Hedsheimer "El Primer Holocausto", tenemos una rápida panorámica de noticias que denuncian el exterminio de judíos por el hecho de serlo. Veamos las fechas; New York Times 11 de junio de 1900, p. 7; NYT 14 de junio de 1915, p. 3.; NYT 22 de mayo de 1916 p. 11; NYT, 10 de agosto de 1917, Titular: "Los alemanes dejan morir de hambre a mujeres y niños", y pp. 7 a 21; NYT. 3 de marzo de 1919; NYT 29 de septiembre de 1919; NYT 26 de octubre de 1919; NYT 3 de diciembre de 1919; NYT 3 de diciembre de 1919, p. 24. No se trata de una lista exhaustiva ni mucho menos, pero conviene retener el dato de que la acusación de exterminar judíos por el hecho de serlo se remonta a una época en la que Hitler era un completo don nadie y cuando el proyecto de colonización judía de Palestina ya se estaba poniendo en marcha. En esos momentos el sionismo estaba más amenazado por la asimilación que por el antisemitismo. Además, la acusación de odio a los judíos por el hecho de serlo no es un producto del momento sino una constante que ha permitido sobrevivir al judaísmo a lo largo de los siglos. En la tradición judía se considera a los judíos que han perdido la conciencia de ser judíos como tinok shenishba, niños raptados, a los que está reservado el papel de príncipes o profetas como Moisés. La idea del Holocausto está vinculada en la mente del pueblo judío sobre todo con el sacrificio de Isaac y retumba en la conciencia judía en todas las épocas de crisis. Es decir, en épocas de crisis religiosas como la provocada por el fenómeno de la secularización a principios del siglo XX. En el Talmud se informa de que los romanos al derribar la fortaleza de Bethar en el 135 a.C. asesinaron a 40 millones de judíos. Los romanos enrollaban a los niños y los lanzaban a las llamas. Veinte siglos después la misma acusación será lanzada contra los alemanes. Y ¿qué entiende el sionismo por exterminio? Pues, como todo nacionalismo, básicamente la asimilación. El judaísmo a principios de siglo estaba más amenazado por la asimilación que por el antisemitismo. ¿Y qué eran los apostatas sino unos traidores a su pueblo? ¿Cómo frenar la apostasía?  La obra de Anthony Sutton "Wall Street and the Rise of Hitler" hace un interesante estudio de los apoyos financieros de Hitler entre los que destaca la familia Warburg, judío-germano-americanos comprometidos con la colonización de Palestina. Ello no les impidió aportar fuertes sumas al Partido Nazi a través del Mendelshon Bank de Amsterdam actuando como testaferro [16]. Claro que con este tipo de información no resulta extraño lo bien informada que estaba la prensa judía en Estados Unidos, pero incluso eso tiene un valor anecdótico. Lo realmente importante del Holocausto es la interpretación teológica final en la que se juega todo. Probablemente la interpretación más interesante del judaísmo respecto del "Holocausto" sea la que se relaciona con Raíz, acrónimo de Rabí Plomo Ven Isaac del siglos XIII, que según algunos autores es el primero en ofrecer una respuesta coherente a la polémica entre cristianismo y judaísmo [17]. Los cristianos interpretaban el  IV Cántico del Siervo de Yahvé, Is. 53, "Despreciado, deshecho de los hombres, varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos, ante quien se vuelve el rostro.... como cordero llevado al matadero", etc.. como una premonición del sacrificio de Jesucristo [18], porque este canto parece anunciar la crucifixión. Tanto es así que el judaísmo postcristiano acabó silenciando este cántico por las implicaciones que tenía. Sin embargo, frente a esta interpretación Razí considera que el sujeto al que se está refiriendo el Canto no es Jesucristo sino Israel tomado en sentido colectivo. En el siglo XIII, no está mal. Israel es el Isaac de la Historia. Sin embargo la idea podría ser más antigua pues esta interpretación ya es dada por Orígenes refiriéndose a algunos  judíos de su época [19], interpretación que según el teólogo protestante Joachim Jeremías se remonta al judaísmo helenizante [20], es decir el de Alejandría posterior a la época de Jesucristo. En este sentido el Holocausto viene a ser algo así como la confirmación de la interpretación de Razí de Is 53 frente a la interpretación cristiana.

      El problema es el siguiente: suponiendo que el genocidio sea el Holocausto del que habla Isaías, es evidente que Hitler es el cuchillo pero, ¿quién es el Abraham del cántico de la Aqquedah? [21] ¿O acaso es Caín imaginándo ser... Abraham? La teología rabínica podrá quedarse muy tranquila con semejante interpretación, pero dicha interpretación no resulta satisfactoria en absoluto ni siquiera para un judío. Podrá hacer temblar a un cristiano acomplejado pero no da respuesta al autentico interrogante sobre el sentido de la Encarnación.  Cuando en una relación una de las dos partes rompe un pacto, o un acuerdo, la responsabilidad de restaurar el pacto es de aquel que lo ha violado. Lo que sucede es que en el caso de la relación del hombre con Dios, la naturaleza de la ruptura, el pecado original, era demasiado grande para que el hombre estuviera en condiciones de reparar su culpa y ése es el sentido del hecho de la Encarnación. Un hombre que mediante un acto de obediencia semejante a la desobediencia primera restaura el vínculo entre Dios y los hombres. Ningún hombre ni ninguna colectividad humana está en condiciones de igualar al sacrificio de Jesucristo; si lo pretende es un anticristo. Y con la teología del Holocausto el pueblo judío se esta forjando un nuevo becerro de oro. Se ha cansado de esperar y se ha escogido como ídolo de sí mismo. Lo cual pone de manifiesto que, lejos de ser los custodios de la promesa, la han perdido, no porque nadie se la haya arrebatado, sino porque el pueblo judío ha renunciado consciente y voluntariamente a ella. Cayendo en el mismo pecado que el demonio en su pretensión de hacerse adorar. Y ése es el fondo de la cuestión.

 

      El presente artículo no pretende más que ser una exposición del punto de vista de la escuela historiográfica revisionista, sin cuernos ni rabo, tan buena o tan criticable como cualquier otra. La obligación del historiador, como ser humano,  es no dejarse ofuscar por las voces de su tiempo y denunciar la instrumentalización que de los Derechos Humanos se está haciendo, como en su día se instrumentalizó la Patria. Hoy se invocan los Derechos Humanos para negar el derecho a la libertad de opinión, a la investigación científica y al derecho a la defensa en relación a un hecho concreto. Si hoy cedemos en este punto concreto pronto deberemos ceder, cada vez más, en relación a más cosas, pues quien cede una vez cede siempre. Los Derechos Humanos de las víctimas del "genocidio", como las de cualquier crimen, se defienden mediante la verdad porque si no es así alguien podría pensar que o bien las "victimas" no lo son tanto, o que incluso las" víctimas" no lo son en absoluto. Los juristas lo llamarían los frutos del árbol envenenado.

      La difamación pública, la pérdida de la libertad, la pérdida de la propiedad, la privación de los derechos civiles y la esterilización o el aborto forzados ya constituyen de por sí crímenes contra la humanidad. Pero la dignidad de las víctimas no se ve respaldada cuando su defensa se hace sobre castillos de arena; es más, quien recurre a tales procedimientos hipoteca su credibilidad en el futuro.

       El caso reciente de monseñor Williamson, de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, vuelve a poner de actualidad este tema con el linchamiento publico a que se somete al citado obispo. Monseñor Fellay tiene razón en que no es propio de la teología definirse sobre cuestiones de indole científico o histórico. Lo que no está tan claro es si las interpretaciones históricas que invaden el terreno de la filosofía de la historia y de la teología pueden ignorar la doctrina de la Iglesia que enseña que "todo aquel que se dice Cristo en lugar de Cristo es un anti-Cristo" Y si ésa es la pretensión de la teología judía desde los tiempos de Razí, e incluso antes, los cristianos ni nos callamos en el siglo I ni nos vamos a callar ahora.  Posiblemente las declaraciones de monseñor Williamson hayan sido inoportunas pero no resultan inapropiadas. La diplomacia occidental ha hipotecado su credibilidad apostando por una esperanza mesiánica que, además, no es la suya y, al hacerlo ha contraído una grave deuda moral con sus propios pueblos a los que envía a la guerra.

 

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       Para más información, buscar:

- "The destruction of the European Jews", de Raul Hilberg (Contrástese la edición de 1961 con la de 1986 y con " El drama de los judíos europeos").

- "El drama de los judíos europeos" de Paul Rassinier. Barcelona 1976.

- "The Holocaust industry", de Norman G. Filkenstein. Londres 2000. 

- "Les Mythes fondateurs de la politique israelienne" de Roger Garaudy, Paris 1996 (Existe en internet versión en español).

- "Crimes and Mercies ", de James Bacque editado por Warner Books, London, 1998 y  por Little, Brown & Company/ 1997 Lancaster Place, London WC2E 7EN. 

   Para lo relativo a la técnica jurídica empleada en Nüremberg, aunque no agota el tema, es interesante el libro "Crímenes de Guerra", de José A. Llorrens Borrás, Ed. Acervo, Barcelona 1958. Es posible que más de uno se lleve alguna sorpresa.

 

     Direcciones y correos

 

Hay varias webs revisionistas pero creo que desde C.O.D.O.H. se tiene acceso a todas.

- http://www.codoh.com/campus/campus.html  Nota: Se observa que este link por razones técnicas ha dejado de ser operativo hasta que su webmaster solucione los problemas que tiene. Algunos más por si acaso:

- http://vho.org Página de Germar Rudolf.  Desgraciadamente su autor disfruta de la hospitalidad de las cárceles alemanas por escribir el Informe Rudolf,  llevado a cabo a instancias de la defensa de Hajo Hermann, sin embargo aún puede descargarse en inglés de este sitio.

- http://www.ihr.org Institute for Historical Review

- http://www.cwpoprter.com

- http://www.fpp.co.uk Página de David Irving

- http://aaarg.vho.org/espa/solavaya/index.html Revisionismo en español (con acceso al archivo Faurisson)

 


 

[1] West Germany’s Holocaust payoff to Israel and World Jewry http://www.ihr.org/jhr/v08/v08p243_Weber.html Pág. 4

[2] ¿Hubo investigación forense en los procesos de Nüremberg? Debemos responder afirmativamente. Concretamente en el proceso de Auschwitz de 1946, el Instituto de Investigación Forense de Cracovia (I.E.S.) llevó a cabo una serie de estudios sobre Auschwitz. Estudios cuya autoridad nunca ha sido cuestionada pese a que las garantías de investigación independiente en las llamadas Democracias del Pueblo siempre han sido limitadas, como ya se tuvo ocasión de comprobar durante el asunto de las fosas de Katyn. ¿Por qué excluyeron los analistas del Instituto de Cracovia el azul prusia de las cámaras de desinfección de su objeto de análisis alegando a priori que se trataba de pintura?¿Cómo es posible una diferencia tan grande entre los restos de ciclón B de las presuntas cámaras de ejecución? ¿Por qué el nivel de ciclón B de las primeras es prácticamente 0, concretamente 0,6 mg./kg, y el de las segundas oscila entre 1 000 y 13 000 mg./kg. ¿Es que los niveles de degradación del ciclón B en mortero varían según el uso que se de a las cámaras? Este extremo ha tenido que ser reconocido incluso por los críticos de Germar Rudolf como Richard Green.  Por lo que respecta a las autopsias las únicas autopsias realizadas, mientras no se demuestre lo contrario, son las llevadas a cabo en el campo de concentración de Struthof, Alsacia, y los resultados de las mismas, mientras no se demuestre lo contrario, apuntan al tifus y no al ciclón B.  Desgraciadamente el original de este informe médico, el único,  que contradecía las acusaciones de la prensa , de diciembre de 1945 llevado a cabo por el toxicólogo Rene Fabré, y confirmado por otros 3 especialistas,  fue extraviado por las autoridades por una extraña falta de celo. La referencia es de Faurisson http://www.irh.org/books/kulaaska30faurisson.html .  Es decir, el peso de la acusación de genocidio, en los términos que tradicionalmente hemos entendido, recae casi exclusivamente en pruebas testimoniales de gentes que tenían motivos sobrados de venganza, lo cual no significa que puedan ser aceptadas sin mayores críticas por la investigación histórica.

[3]   Máxime cuando Burton H. Klein  en sus estudios sobre archivos alemanes ha desvelado que la industria alemana, después de descontar mano de obra esclava inclusive, tenía un déficit de 3´8 millones de trabajadores porque la economía alemana de preguerra, a diferencia de las economías aliadas, se encontraba operando en un nivel de pleno empleo y por ello se resintió más de la incorporación a filas. Burton H. Klein  "Germany’s Economic Preparation for War", Harvard University  1959  pg. 136.

Por otro lado la tesis tradicional interpreta la política judía del nacionalsocialismo como una persecución total a los judíos por el hecho de serlo, sin embargo las revelaciones de Brian Rigg  http://codoh.com/newsdesk/961203.HTML respecto de las excepciones obliga a introducir algún tipo de matización. Al parecer Brian Rigg ha encontrado pruebas documentales que habían escapado a la atención de los historiadores del nazismo, en particular el hecho de que no todos los judíos fueron internados en campos de concentración. La polémica medida fue presentada a la opinión pública como un modo de preservar a los judíos de las furias antisemitas alemanas que en realidad estaban atizadas por el partido nazi. Dicho análisis es correcto. Sin embargo de esta medida quedaron excluidos todos aquellos judíos que decidían prestar servicio como voluntarios en la Wermarcht que fueron bastantes más de los que podríamos creer. Ello significaría que nos encontraríamos ante una involución respecto de los derechos civiles adquiridos por una minoría, pero no ante una persecución total a esta minoría por el hecho de serlo. Este tipo de medidas se exige a aquellos extranjeros que aspiran a adquirir una nacionalidad. Por ejemplo en Estados Unidos se exige jurar la constitución americana, en Gran Bretaña se exige jurar fidelidad a la reina. Y en ambos países el servicio militar es el medio más seguro para obtener la nacionalidad.

Es decir, estaríamos ante un hecho claramente censurable, pero bastante alejado de lo que habitualmente se ha venido diciendo. Lo que sí se ha podido demostrar estudiando las conversaciones cifradas entre los campos de concentración y los cuarteles generales nazis, porque los británicos habían roto las claves alemanas, es un plan de esterilización masiva de los judíos con rayos X, lo que permitiría su destrucción como grupo étnico pero manteniéndolos bien  vivos para que trabajen en las industrias de armamento ayudando a Alemania a ganar la guerra. Véase Irving, D. "Churchill’s War, Vol II, Triumph in Adversity" pg. 700.

Hay quién podría intentar sostener que ello se debió a motivos prácticos, evitar el mantenimiento  de niños demasiado caros en una industria de armamento. Sin embargo tal motivo no pasa de ser una mera excusa,  pues con la separación de sexos en los campos ya se cumplía esa función. Por ello sí puede hablarse de genocidio, pero no con arreglo de la definición de tal dada por el Tribunal Militar Internacional sino con arreglo a la cosmovisión preformacionista nazi. Como botón de muestra basten estas dos citas, que no son únicas, del  Segundo Libro de Hitler: "Pero la guerra más cruel es precisamente aquella que parece ser la más pacífica a los ojos de la humanidad actual, esto es la pacífica guerra económica, ....Porque esta guerra económica afecta no solamente a los vivos , sino que alcanza con su zarpazo a todos aquellos que están a punto de nacer. Mientras que la guerra lo más que hace es matar un fragmento del presente, la guerra económica asesina al futuro. Un solo año de control de nacimientos en Europa mata más gentes que todas las que cayeron en campos de batalla, desde los tiempos de la Revolución Francesa hasta nuestros días, en todas las guerras de Europa, incluyendo la guerra mundial"  Hitler A.  Segundo Libro de Hitler  p. 16,  Ed Barcelona 1969, bajo el título Raza y Destino. En realidad este segundo libro nunca tuvo título ni se publicó hasta después de la guerra. Se trataba de un borrador. Fue escrito entre la primavera y el verano de 1928, permaneciendo en una caja fuerte de la central de publicaciones del N.S.D.A.P. hasta que fue requisado por tropas americanas en 1945, guardados los manuscritos en la II División de Documentos de la II Guerra Mundial de los Archivos Nacionales de Washington. Su autenticidad como obra de Hitler fue comprobada en 1958 y se publicó en N York en 1961 con el título Hitler’s Secret Book, en Stutgart en el mismo año con el título Hitler Zweiter Buch y en Barcelona en 1962 y 1969 con el título Raza y Destino.

"La denuncia pública de niños enfermos, débiles mentales y, en definitiva, su destrucción, era más decente y, en realidad más humana (sic.) que la perversa locura de nuestros días que defendía a toda costa al individuo más patológico. Y en cambio arrebata la vida a centenares de niños sanos, practicando el control de nacimientos o los abortos, de modo que mantiene una raza de degenerados llenos de taras y enfermedades" p. 27 Ídem.

  [4] Para los que estén familiarizados con el documento Gernstein no es novedad la "curiosa" historia de esta confesión de un oficial alemán llevada a cabo en francés, pero cuyos errores sintácticos no son los propios de un alemán hablando francés sino de un anglosajón lo cual, a lo mejor, guarda cierta relación con el hecho de que sus "interrogadores" eran oficiales estadounidenses. El oficial Gersntein abrumado por el peso de su culpa decidió suicidarse aunque las causas de la muerte no pudieron dilucidarse porque no le fue practicada la autopsia al "desaparecer" su cadáver, bajo escolta militar americana. Todo muy normal.  La ambigüedad sobre la posible utilización de métodos poco ortodoxos en el interrogatorio de prisioneros nazis lejos de disiparse se ensombreció aún más cuando en 1983 los antiguos interrogadores de Rudolf Hoëss, comandante en Jefe de Auschwitz se jactan, en su obra Legions of Death, de cómo consiguieron las confesiones, es decir, mediante el empleo de la tortura.

[5] "La Falsificación de la Realidad", Madrid 1998, R. Ceresole, Norberto, pp. 347, 348. Ciertamente Hitler utilizó este término en su discurso de 30 de enero de 1939 ante el Reichstag , y en otras ocasiones, pero dentro del contexto de la campaña de prensa que se había desatado en medios judíos americanos y británicos a favor de la guerra contra Alemania. Rassinier considera ésta la expresión hiperbólica de un hombre de estado. Además si interpretásemos esta expresión como literal ¿no estaríamos actuando como la propaganda nazi cuando hacía eso mismo con declaraciones como las aparecidas el 24 de marzo de 1933 en el  "Daily Express" en cuya página primera el sionismo oficial  se pronuncia a favor de la guerra con Alemania? Krustchev y Ronald Reagan durante la guerra fría se han expresado en términos semejantes cuando se hablaba de la necesidad de aplastar, exterminar o aniquilar al campo imperialista o al imperio del mal, sin que los historiadores otorguen a tales expresiones mayor significado cuando son empleadas en tales contextos.

La actitud científica ante un texto nos exige ceñirnos a lo que el texto dice, no a lo que a nosotros nos hubiera gustado que el texto hubiera dicho, por mucho que podamos odiar la ideología nazi. El científico debe centrarse en la rigurosidad del análisis y aceptar los resultados del mismo aunque estos contravengan sus simpatías personales, no alterar dicho análisis por las simpatías o antipatías que suscite el objeto de estudio. Y sacar un texto de contexto no es una forma no ya muy honesta de proceder, sino ni siquiera  seria.

La pregunta es: ¿cómo un movimiento de carácter gnóstico y neopagano como el nazismo consiguió arrastrar a la sociedad germana centroeuropea a una cruzada contra el judaísmo que está en la base del propio cristianismo? No fue un problema racial sino un problema económico, disfrazado de problema racial, lo que permitió a esta secta hacer lo que hizo, como reconoce el propio Dr. Brunning, último canciller democrático de Weimar, en 1943 desde el exilio al denunciar que después de la gran crisis sólo quedaba un gran banco alemán en manos no judías. El dato lo consigna D. Irving, "Hitler´s War" pg. 24. Reacciones contra minorías en momentos de crisis se han dado en Kenia contra los hindúes, tras la descolonización, o contra los europeos en Argelia sin que tengamos que recurrir a la metafísica para explicar conflictos de intereses.

  [6] Según el artículo 607 del Código Penal español de 1998 se considera genocidio no sólo "Los que, con propósito de destruir a un grupo nacional étnico, racial o religioso, perpetraren alguno de los actos siguientes:

  • a) los que mataren a alguno de sus miembros
  • b) los que agredieran sexualmente a alguno de sus miembros
  • c) los que sometieran a cualquiera de sus individuos a condiciones de existencia que pongan en peligro su vida o perturben gravemente sus salud
  • d) los que llevaran a cabo desplazamientos forzosos del grupo o sus miembros, adoptaran cualquier medida que tienda a impedir su género de vida o reproducción o bien trasladaran por la fuerza individuos de un grupo a otro"

(De lo cual podría inferirse que el legislador ha notado la necesidad de apropiarse de la cosmovisión nazi que iguala la esterilización  y el aborto); sino también "La difusión por cualquier medio de ideas o doctrinas que nieguen o justifiquen los delitos tipificados en el apartado anterior de este artículo, o pretendan la rehabilitación de regímenes o instituciones que amparen prácticas generadoras de los mismos, se castigará con la pena de prisión de uno a dos años".

Obsérvese cómo en nuestro Código penal se amplía el concepto de genocidio al mero traslado de prisioneros.Pero más grave, si quien no distingue confunde, obsérvese cómo se sitúa al mismo nivel el hecho del genocidio, la justificación del genocidio y la negación del mismo. Si consideramos conceptualmente el genocidio como un asesinato ¿se aceptaría dicha "simplificación" en un proceso criminal común? ¿Es lo mismo un delito en si, por ejemplo un asesinato, que su negación, aún considerando la mala fe de quien lo niega? ¿Quiere decir ello que la convicción moral de las víctimas de un delito prima de modo absoluto sobre el derecho a la propia defensa del acusado, defensa cuya mala fe se presupone? Si sustituimos el término genocidio por el término homicidio o si aplicamos dicho criterio al resto de los delitos, al homologar el delito mismo con la negación de haberlo cometido negamos nada menos que el derecho a la defensa, eso sí en nombre de los derechos humanos ¡no faltaba más! Pero como hay más miedo que vergüenza es de esperar que se alcen tantas voces en defensa de los revisionistas como se alzaron en defensa de los judíos.

Aun suponiendo que los revisionistas fueran unos mentirosos y unos apologetas del nazismo que varían la realidad de los hechos para glorificar al III Reich, ¿cómo deberíamos considerar a unos legisladores capaces de variar en un Código Penal de 1998 el concepto de genocidio tal y como fue definido en 1948 por el Tribunal Militar Internacional Aliado en Nüremberg? ¿Acaso no implica dicha modificación del concepto un reconocimiento  de la insuficiencia de la definición del año 48? Pues si es lícito a un jurista definir un nuevo delito, no lo es alterar la definición de un delito de una causa fallada. Y algo de eso debió tener en cuenta el Tribunal Constitucional cuando en sentencia de 7 de noviembre de 2007 sobre el caso Pedro Varela declaró inconstitucional la expresión "nieguen" en el primer inciso art. 607.2 del Código Penal.

 [7] Burckberger O.P., "La historia de Jesucristo" Barcelona 1966, p. 143-144.

 [8] De hecho la propia idea de Encarnación supone que Yahvé excluye a la casa de David porque aunque María también es de la casa de David sin embargo en la antigüedad se considera que la mujer es tierra fértil pero es el hombre el que transmite la semilla.

 [9] Raul Hilberg "The destruction of the European Jews. Student Edition" (Holmes & Meier, 1985) pp 13-15.

[10] François Furet, ed. "Unanswered questions: Nazi Germany and the Genocide of the Jews" (Schoken Books, 1989), p. 296.

[11] "Dimensions of the Holocaust: lectures at the Northwestern University" (Evanston, II, 1977), p. 49.

[12] Citado en Harry James Cargas, "A Christian Response to the Holocaust" (Denver, Col., 1981), p. 31.

[13] Citado en Harry James Cargas, op. Cit. P. V.

[14] Véase "Christian News", marzo 13, 1989, p. 10; Paul Graubach, "Response to Dr. John Warwick Montgomery; Extremationist fallacies", Christian News, April 10, 1989, p. 14.

[15] N. del A. el término sacrilegio dentro de la teología católica es muy fuerte por lo que sería deseable que el cardenal midiera con exquisito cuidado sus palabras porque el sacrilegio se refiere a Dios y la calumnia a los hombres y si lo que pretende decir es que los revisionistas son unos mentirosos no hay inconveniente en ello pero la responsabilidad de demostrar algo en cualquier campo del conocimiento humano no recae no sobre quien niega sino precisamente sobre quien afirma. A quien afirma algo corresponde demostrarlo no al revés. Y como muy bien sabrá su eminencia el principio de falsación de Karl Popper considera que una opinión es científica no cuando puede sostenerse verosímilmente sino cuando es capaz de resistir las objeciones que en su contra se planean. Lo grave del cardenal no  es que comprometa su autoridad con estas declaraciones sino que al hacerlo compromete la autoridad de la Iglesia en una cuestión temporal sobre la cual no se debe intentar fundar el acto de fe pues ello resulta peligroso, como ya ha pasado alguna vez a lo largo de la Historia. Archbishop of Westminster Labels Holocaust Denial as "Sacrilege."  : http://www.totalcatholic.com/universe/index.php?news_id=652&start=0&categ

[16] Sutton, A. Capítulo X de "Wall Street and the Rise of Hitler".

[17] http://serjudio.com/rap2301a2350/rap2333.htm

[18] http://serjudio.com/rap2101-2150/rap2101.htm

[19] Orígenes, "Contra Celso" (libro I, capítulo 55)

[20] Mervin Breneman http://www.kairos.org.ar/articuloderevistaiym.php?ID=1674

[21] La Aqquedah el es cántico mas terrible y más trágico de la lírica judía en el que se narra el sacrificio de Isaac.

HISTORIA PANAMEÑA, ¿CIENCIA O IDEOLOGÍA?

HISTORIA PANAMEÑA, ¿CIENCIA O IDEOLOGÍA?

Olmedo BELUCHE

 

   En Panamá, al mes de noviembre se le conoce como el "mes de la Patria", ya que en su transcurso se conmemoran multiplicidad de gritos independentistas, algunos verdaderos y otros supuestos, en diversos municipios. Produciéndose la ironía de que es el país que más independencias celebra, siendo uno de los más dependientes del imperialismo norteamericano en América Latina. El momento es propicio para, además de festejar y cantar loores a la patria, reflexionar sobre nuestra historia nacional a ver si alguna moraleja extraemos que sea útil para el presente.

   Desde el aparato del estado, entes gubernamentales, medios de comunicación e ideólogos de diversa calaña aprovechan la ocasión para repetir los consabidos mitos y falacias erigiendo estatuas de pulido bronce a los abuelos de la oligarquía istmeña y trastocando hechos. Esta labor es particularmente enjundiosa en torno a la conmemoración del 3 de noviembre de 1903, fecha en que se produjo la separación de Panamá de Colombia.

   Es que cuesta trabajo presentar una intervención armada norteamericana y un acto de vil traición a la patria, panameña y colombiana, como si fuera un acto de heroica liberación. Por ello, los ideólogos de la burguesía panameña se esfuerzan por remozar y apuntalar el mito al que cada año le salen más grietas por donde se escapa la simple verdad del acontecimiento, tan celosamente escondida a los ojos del pueblo.

   Ya lo dijo Carlos Marx hace tiempo: "la ideología dominante es la ideología de la clase dominante". Porque la ideología es tan o más efectiva que las armas para garantizar la dominación, la opresión y la explotación. Mientras un pueblo crea los cuentos de la clase dominante no hará falta reprimirlo para imponer el orden. Lo que da grima es ver tanta gente seria, tanto historiador profesional y hasta autotitulados marxistas que, con toda candidez, repiten los cuentos de hadas que relatan la oligarquía y sus amanuenses. Francamente asombra tanta ausencia de pensamiento crítico. Una actitud crítica no requiere haberse leído los tres tomos de El Capital, ni hacer gárgaras con El Manifiesto Comunista. Basta con usar la lógica y preguntarse: ¿La historia que nos echan sobre el 3 de noviembre es cierta o es falsa? ¿Tiene sentido todo lo que se afirma? ¿Qué dicen los hechos?

 

   La historia puede ser ideología o puede ser ciencia. Lo que distingue a la segunda de la primera son los hechos objetivos, es decir, lo que realmente pasó. Y los hechos están ahí a la vista del que quiera ver, en multiplicidad de libros de historiadores reputados, nacionales y extranjeros. Pero cierta izquierda inconsecuente prefiere quedarse en el marco de los prejuicios y hacerse eco del mito porque es más cómodo y así no se corre el riesgo de caer mal. Misma actitud que prevalece sobre el debate respecto a los derechos sexuales y reproductivos, en especial de las mujeres. Mejor seguir la corriente.

   Cuando alguien saca a relucir los hechos bochornosos que rodearon la "independencia" de Colombia, la primera tontería que suele responderse es que se trata de un "antipatriota" que no quiere a Panamá. Por esta vía resulta que quienes trabajaron para que Estados Unidos impusiera un canal controlado "como si fueran soberanos" son los "patriotas", los próceres. Quien cuestione ese proceder es antipatria. Ya de salida los argumentos se mueven al terreno de los prejuicios y la actitud científica se esfumó.

   De ahí deriva en que debemos llamar "independencia" al acontecimiento que convirtió a Panamá en un protectorado de Estados Unidos, logrado por la ocupación militar de facto del Istmo por miles de soldados yanquis y decenas de acorazados del Army Navy, que creó la Zona del Canal, que impuso nuestra versión de la Enmienda Platt en el artículo 136 de la Constitución de 1904. Hecho en el que los actores centrales fueron los empleados de la transnacional imperialista Panama Rail Road Company y la Compañía Nueva del Canal (francesa) y su administrador en Nueva York, William N. Cromwell.

   Llevados hasta las últimas consecuencias por la "leyenda dorada", literatos de primera línea con una admirable producción novelística, como Neco Endara y Juan D. Morgan, presentaron una obra de teatro sobre la separación, en 2003, en la que al final el público emitía un juicio y votaba, produciéndose el absurdo resultado, noche tras noche, de que Felipe Bunau Varilla (y por extensión Teodoro Roosevelt) se convertía en "benefactor" de la patria panameña. Uno no sabe si reír o llorar. Pero, por suerte, la historia como ciencia no depende ni de la literatura, ni del manipulado sistema electoral panameño.

   No hace falta el ingenio de Galileo Galilei para preguntar con suspicacia: ¿Si fuera cierto que la separación es un acto de liberación del pueblo panameño frente a la opresión colombiana, dónde están las luchas callejeras, las manifestaciones populares, las insurrecciones y las proclamas? ¿Los liberales de Victoriano y Belisario Porras? Victoriano peleaba por la tierra y los derechos de los indígenas, como consta en sus biografías. Y Belisario escribió como colombiano y contra la separación en La Venta del Istmo (mayo de 1903).

   ¿El gobierno colombiano "mantenía en el olvido" sólo al pueblo panameño, o también al cartagenero, antioqueño, tolimense y caucano? ¿Los comerciantes istmeños eran también oprimidos o participaban de ese gobierno? ¿No fueron Tomás Herrera y José D. Obaldía presidentes de Colombia? ¿Y Justo Arosemena, José A. Arango, Manuel Amador Guerrero y tantos otros senadores, funcionarios y ministros? ¿No eran corresponsables?

 

   Es evidente que la "leyenda dorada" y la pseudo marxista "versión ecléctica" pretenden exonerar a la oligarquía comercial panameña de los males que aquejaban a Colombia, convirtiéndolos en supuestos adalides de la "liberación nacional". No se entiende cómo alguien que se llame marxista pueda defender una falacia tan evidente.

   Los argumentos más sofisticados, llegados a este punto, se mueven al siglo XIX, para justificar los acontecimientos de 1903. La "prueba" serían las llamadas "actas separatistas" de 1826, 1830, 1831, 1840, el estado federal de 1855. Pero resulta que la interpretación de esos acontecimientos es fruto de una historia reescrita luego de 1903, para justificar la separación, y se ha hecho descontextualizando el conjunto de las circunstancias específicas que los rodearon y que afectaron a toda Colombia, no sólo al Istmo.

   Por supuesto que Colombia, como estado nacional, tuvo dificultades durante todo el siglo XIX para consolidarse, en gran medida por su fragmentada geografía, pero también por la ausencia de un eje económico y social aglutinador, que sólo empezó a conformarse en torno a las exportaciones cafeteras con el gobierno de Rafael Núñez hacia 1885-86. La debilidad de este estado-nación es lo que aprovechó Estados Unidos en 1903 para salirse fácilmente con la suya sin muchos sacrificios.

   Pero también es cierto que la burguesía del resto de Colombia apoyó reiteradamente los intereses comerciales de su aliada istmeña desde principios de la década de 1830, como constata el libro (El Panamá colombiano) de Araúz y Pizzurno. Incluso el federalismo de Justo Arosemena fue rápidamente acogido hacia mediados de la década del 50 de aquel siglo y luego se hizo extensivo a todo el país bajo la fórmula de Estados Unidos de Colombia, siguiendo la moda liberal de entonces (véase los casos de México, Argentina, Brasil, etc.).

   Basta con ojear someramente la obra de los historiadores Pizzurno y Araúz para darse cuenta que las pocas veces que se habló de separación o estado "hanseático" por parte de los agentes comerciales ingleses en Panamá, esta idea fue en esencia antinacional y colonialista; mientras que el pueblo llano, el arrabal, siempre se mantuvo leal a las ideas bolivarianas y al proyecto liberal colombiano.

 

   Profundizando un poco la reflexión sobre la identidad nacional de los istmeños a lo largo del decimonono, me hizo gracia que mi buen amigo e historiador Rommel Escarreola citara en un debate televisivo una frase, sacada de contexto, de una carta de Victoriano Lorenzo en que se llama a sí mismo "istmeño", como si fuera en contraposición a "colombiano". La realidad es la contraria, Victoriano fue fusilado porque era el único capaz de sublevar al pueblo contra la "venta del Istmo" que ya se fraguaba. Esta descontextualización es el mal epidémico que aqueja a nuestros historiadores.

   Labor de falseamiento e ideologización de la historia desembozadamente propuesta por Carlos Gasteazoro, padre de nuestra historiografía, en su presentación de la reedición del Compendio de Historia de Panamá, de Sosa y Arce, publicado por la Universidad de Panamá en los años 70. Asunto que ya hemos abordado en nuestro ensayo Estado, nación y clases sociales en Panamá (1997) y en el artículo El debate del Centenario, publicado por la Revista Lotería (2006), y que no vamos a repetir aquí.

   Porque, volviendo a Victoriano, ser istmeño y colombiano no era contradictorio a inicios del siglo XX. Tanto como no lo era ser costeño, antioqueño, caleño, etc. Y como tampoco lo es hoy en día ser chiricano, santeño o colonense a la vez que panameño. Ese es un falso dilema colocado por los ideólogos de hoy.

 

   Como demostramos en nuestro libro, La verdadera historia de la separación de 1903, hasta ese año no existía ninguna contraposición de nacionalidades, entre Colombia y Panamá. Por el contrario, tanto las élites istmeñas, incluyendo algunos que luego serían gestores de la separación, como los sectores populares, se expresaban con toda comodidad como "colombianos". Por ende, la causa fundamental de la separación hay que buscarla en los intereses de Estados Unidos y quienes nos vendieron por unos dólares.

   ¿No llama la atención que varios de los "próceres" del 3 de Noviembre ni siquiera nacieron en Panamá? Como por ejemplo, Manuel Amador Guerrero, primer presidente impuesto por los gringos sin elecciones; Esteban Huertas, general que evitó una actitud patriótica del ejército, por lo que fue luego generosamente recompensado; Eusebio A. Morales, redactor del Manifiesto de la Independencia (de donde proviene el argumento del "olvido" del gobierno colombiano hacia Panamá) dirigente liberal, firmante del Pacto del Wisconsin que puso fin a la Guerra de los Mil Días y que entregó a Victoriano Lorenzo.

   La suma de toda la ignorancia posible la expresan quienes en una osadía sin parangón ni sonrojo, alegan que ya existía una "nación panameña" desde que Balboa descubrió el Mar del Sur, e incluso antes, con nuestros pueblos originarios. ¿Nuestros indígenas eran "panameños"? ¿O eran gnobes, bugleres, kunas, cuevas, bokotas, bribri, etc.? ¿Balboa era panameño o era español?

   Estos argumentos expresan una ignorancia tan supina que no merecen mayor demostración, cuando en este continente, pese a las ideas de precursores como Miranda, la independencia, es decir la ruptura de la nación hispanoamericana, no quedó sólidamente colocada sino hasta el fracaso de la Constitución de Cádiz en 1810. Y, aún después, les costó a los libertadores sumar a su proyecto nacional a las clases explotadas, indígenas y esclavos negros, quienes veían a la oligarquía criolla como enemiga fundamental y al rey español como aliado en la lucha por sus derechos.

 

   Pero el paroxismo irracional, rayando en la xenofobia, llega cuando, acabados todos los argumentos, se dice que "bueno, pero los gringos nos hicieron un favor, porque si no estaríamos vueltos un desastre como lo es Colombia". Y, sí, Colombia duele, y es lamentable la situación a la que ha sido conducido el hermano pueblo por una oligarquía antidemocrática y paramilitar. Pero esa no es la discusión.

   Los crímenes de la burguesía colombiana contra su pueblo, no justifican los crímenes de la burguesía panameña contra el suyo. Además, nadie ha propuesto volver a ser una provincia de Colombia. De lo que se trata es de reconocer a los enemigos de nuestros pueblos, colombiano y panameño: el imperialismo norteamericano y nuestras clases gobernantes. Y eso es lo que no quieren que sepa el pueblo y por eso usan la historia como ideología. Sólo sobre la base de esa verdad podremos luchar por una unidad continental con un fundamento más realista y efectivo que el soñado por Bolívar al crear la Gran Colombia.

   Finalmente, la verdadera dimensión de lo acontecido en 1903 la da el hecho de que, en los siguientes 100 años de nuestra historia, el pueblo panameño tuvo que luchar contra las consecuencias del 3 de Noviembre: el Tratado Hay - Bunau Varilla y la presencia norteamericana. Esto es una verdad irrebatible.

   Si luchamos por la soberanía, a partir de 1903, significa que dejamos de ser independientes. Entonces, ¿por qué insisten en llamar "independencia" a lo que en realidad es su contrario? Basta el desarrollo mental de un niño de siete años para darse cuenta.

   En esa lucha contra el imperialismo norteamericano, y no contra Colombia, en la que generaciones panameñas forjaron con sangre de sus verdaderos héroes (en 1925,1947, 1964), se formó la nacionalidad panameña, resistiendo la asimilación anglosajona.

LA LEY DEL SILENCIO

LA LEY DEL SILENCIO

Alfredo AMESTOY

 

   Antes de la promulgar la Ley de la Memoria Histórica, quizás convenga derogar la «Ley del Silencio» que, en perjuicio de todos, vencedores y vencidos, ha regido en torno a lo que ocurría en el Valle de los Caídos. Así se explica que, como nunca se dieron a conocer datos sobre la construcción de la obra, el informe elaborado en 2006 por el socialista maltés Leo Brincat para el Consejo de la Unión Europea «con objeto de que se condene internacionalmente a la dictadura franquista», insista en cifras que, después de muchas investigaciones, han sido rectificadas.
 
  

   Por ejemplo, el número de presos políticos que trabajaron en las obras. Según la prensa de la época, a finales de 1943, trabajaban en el valle seiscientos obreros. Y, en el libro que escribió el arquitecto director, don Diego Méndez, se señala que «durante los quince años que duraron los trabajos intervinieron dos mil hombres (y ni todos a la vez, ni todos penados)».
 
   O sea que es un error de bulto la cifra dada por TVE hace poco, en «Memoria de España», al decir que en las obras intervinieron veinte mil presos políticos.
 
   Los documentos rectifican estos datos del director y elevan la cifra de obreros a 2.643, de los cuales el número de penados no eran ni un diez por ciento, 243. De estos 243 presos políticos que se habían acogido libremente a la «redención de penas por el trabajo» -«seis días de redención por cada uno trabajado»; más de lo que, luego, estableció el Código Penal que fue de «tres días por cada dos trabajados»- y gracias a los indultos y concesiones de «libertad provisional», en 1950, nueve años antes de que terminaran las obras, asegura la Fundación Francisco Franco que ya no quedaba en el Valle ni un solo preso político; y, curiosamente, sí presos comunes que quisieron beneficiarse de condiciones tan favorables para poder redimir penas por trabajo.
 
   Estas informaciones sobre el Valle no se hacían públicas y, en cuarenta años de periodista, yo Alfredo Amestoy, periodista y escritor sólo recuerdo una ocasión en la se habló de este tema en Televisión Española.
 
   Por supuesto, con Franco desaparecido, en 1979, Francisco Rabal me comentó en pantalla que, en los años cuarenta, el único trabajo que encontró su padre, que era tunelero, fue el de horadar el Risco de la Nava, en cuyo interior se construiría la Basílica. Los Rabal, de ideas comunistas, estaban contratados y ocupaban viviendas que se habían construido para los trabajadores. El actor reveló también en televisión que «en la obra reinaba una gran solidaridad y los familiares de muchos de los presos que allí trabajaban dormían en nuestra casa y les dejábamos nuestras camas». ¿Cuántos muertos? ¿cuántos millones?
 
   Con su padre también, a quien condenado a muerte se le conmutó la pena y luego se acogió a la redención de pena por trabajo, estuvo en el Valle, Gregorio Peces Barba. A los cuatro meses de permanecer allí toda la familia, el padre del político recibió la libertad condicional y explicó que «no puedo decir que he estado arrancando piedras en el Valle, sería estúpido decir eso; no hubiera sido demasiado útil arrancando piedras... yo estaba trabajando en las oficinas».
 
    No en las oficinas sino en el dispensario estuvo otro preso que llegó de los primeros al Valle, en 1940, para redimir pena por trabajo, el doctor Ángel Lausín. Redimida la pena, ya libre, decidió quedarse en el Valle hasta el final de las obras. Su testimonio como médico titular es que «en dieciocho años de obra faraónica hubo sólo catorce muertos». Menos de los que hoy se registran en nuestras carreteras durante un fin de semana.
 

   Se puede hablar de «obra faraónica» puesto que se trata de una de las obras más colosales no sólo del siglo sino de la historia. La Basílica es el mayor templo del mundo con una capacidad de más de veinticuatro mil personas en su nave de trescientos metros de longitud. Fuera, en la plaza, caben otras doscientas mil almas. La cruz no tiene parangón, si a sus ciento cincuenta metros, altura superior a la Torre de Madrid, añadimos su «base» que es el Risco de la Nava, de mil cuatrocientos metros de altitud. Pero el dato más increíble es que por el interior de los brazos de la cruz, un crucero de 46 metros, pueden circular simultáneamente dos automóviles.
 

   En cuanto al costo de una obra de tales proporciones se han barajado cantidades astronómicas, reprochando al régimen de Franco un gasto impropio de un país empobrecido. Las últimas cifras conocidas hablan de que, al cerrarse las cuentas, se habían invertido 1.033 millones de pesetas; al parecer hace tiempo amortizadas con los cuatrocientos mil visitantes anuales que contabiliza el Patrimonio Nacional en éste que es su tercer monumento más visitado, tras el Palacio Real y El Escorial.
 
   Por otra parte, los mil millones de pesetas, que si bien entonces hubieran permitido construir tres estadios como el Santiago Bernabeu, hoy son «sólo» seis millones de euros, que es el precio que puede pagar por un jugador cualquier equipo de fútbol español de primera división.
 

   El «salario del miedo» en los trabajos forzados frente a las acusaciones de represión y «esclavitud», que adjudican al franquismo en la obras del Valle los grupos de izquierda y que reclaman recuperar la Memoria Histórica, la derecha presenta documentos con el objeto de demostrar que los presos, además de descontar tiempo de pena por trabajo, percibieron, al principio, un jornal mínimo de siete pesetas más la comida, que pronto se elevó a diez pesetas diarias, más pluses por trabajo a destajo o por peligrosidad, lo que unido a vivienda y escuela gratuitas les permitió llevar a sus familias a residir en el Valle.
 
   Nos recuerdan que un sueldo de trescientas a cuatrocientas pesetas mensuales, en los años cuarenta, y primeros «cincuenta», era lo que cobraba un profesor adjunto en la Universidad. Y el médico del Valle, el ya mencionado Dr. Lausín, superaba las mil pesetas mensuales, como el maestro, don Gonzalo -ex condenado a muerte- mil también; o el practicante, el señor Orejas, que cobraba más de quinientas... Nos recuerdan que ya en 1950 no había penados.
 
   Y que la España de finales de la obra no tenía nada que ver con la de los años cuarenta. Lógico; en 1959, cuando se inaugura el Valle de los Caídos, ya lleva tres años funcionando en España la televisión y hay casi un millón de receptores; visita nuestro país y abraza a Franco el vencedor de Hitler, Dwight D. Eisenhower, presidente de los Estados Unidos; y, en el mes de diciembre, un tren de alta velocidad entonces, el TALGO, une Madrid y Barcelona. Se considera pues un despropósito la cifra de cincuenta céntimos que se ha llegado a publicar como salario que recibían los penados. Cabe pensar que tal insultante cantidad no hubiera sido consentida por los falangistas, como José Antonio Girón, ministro de Trabajo a la edad de veintinueve años, y que emprendió una política social que asustó a la derecha conservadora; ni tampoco por los arquitectos Muguruza o Méndez, autor y director del proyecto, ni por el progresista Juan de Ávalos, el artífice del conjunto escultórico del Valle de los Caídos.
 

   Juan de Ávalos, gran amigo mío hasta el punto de que una semana antes de fallecer el pasado mes de julio, a la edad de 94 años, me llamó para que juntos visitáramos a monseñor Astilleros y le convenciéramos para colocar en la Catedral de Madrid una figura en suspensión de Cristo Resucitado, era un republicano de izquierdas, carnet número 5 ó 7 del PSOE de Mérida. Este dato no impidió que Franco le encargara la realización de su empresa predilecta. Ávalos explicaba que él ganó «un concurso para hacer unas estatuas con un equipo donde no había "esclavos" y que fue una obra hecha con la vergüenza de haber sufrido una guerra increíble entre hermanos y para enterrar a nuestros muertos juntos». El famoso escultor nunca me quiso decir la cantidad que cobró por las gigantescas cabezas de los evangelistas que figuran al pie de la Cruz, por las virtudes y por la piedad, pero hay que pensar que fue bien retribuido.
 

   Tampoco estuvo mal pagado otro escultor, autor del auténtico protagonista del Valle, el Cristo «vasco» que preside el altar mayor de la Basílica. Nos referimos al artista guipuzcoano Julio Beobide. Porque en el Valle, como en «el monte del olvido» de la canción, están clavadas no una sino dos cruces. El generalisimo «pasó» de política en el valle En realidad las dos cruces del Valle son «vascas». Pedro Muguruza es el «padre» de la del exterior, la de 150 metros, y Beobide de la del interior, la del altar.
 
   En 1940, Franco, siempre previsor -recuerden lo de «atado y bien atado»-, respecto al Valle, lo tenía todo «cortado y bien cortado». Hasta la madera para hacer su pieza favorita: un gran crucifijo que en el altar mayor de la Basílica es lo único que permanece iluminado durante la Consagración, cuando se apagan todas las luces del templo. La madera para hacer la cruz de este Cristo la había elegido el propio Franco en la Sierra al ver la forma de una rama de una sabina. La sabina es apreciada por su madera hermosa, fuerte y olorosa, ideal para fabricar violines y castañuelas. Pero ahora venía lo más difícil: tenía que buscar alguien capaz de tallar «el Cristo más importante del siglo XX».
 
   Y el Caudillo volvió a tener lo que le atribuían los moros: «baraka», suerte. Ese mismo verano, al ser invitado a una fiesta que daba el pintor Zuloaga en su casa de Zumaya, descubre en su capilla una figura que le deja deslumbrado. Es, precisamente, el Cristo que siempre había soñado para el altar mayor del Valle. Le pregunta quién es el autor de esta talla que el propio Zuloaga había policromado. Don Ignacio duda si ocultárselo, pero le acaba confesando que es de Beobide, un escultor nacionalista vasco. Zuloaga también engaña, al principio, al escultor diciéndole que un americano se ha interesado por una copia del cristo que había hecho para su capilla. Franco sorprende a Zuloaga cuando le contesta que no le importa cómo piense políticamente el escultor. Además, lo que él quiere es que ese Cristo, en el altar del Valle de los Caídos, sea el símbolo de la conciliación. En ese momento el Cristo de Beobide empezó a entrar en la leyenda, y a circular en torno a él una curiosa historia. Para salvar la cara al pobre Beobide se contó que Zuloaga, cuando encarga al escultor otro Cristo para un americano, le oculta quién es el cliente, «porque de saber su destino jamás hubiera realizado el trabajo». Una falacia porque Beobide supo pronto para quién y para dónde era el Cristo que le pedía Ignacio Zuloaga. Y la prueba es el talón, por veinte mil pesetas -lo que entonces costaba un buen piso- que se le ingresa en su cuenta bancaria por orden de Franco, según se le comunica en carta de la Jefatura del Estado, que obra en nuestro poder, fechada en el Palacio de Oriente el 23 de Junio de 1941, un año después de la visita del general a Zumaya, y donde se le pide «acuse de recibo».
 

   Franco murió sin saber que le enterrarían en el Valle Parece que el acierto de Franco en la elección del artista fue total. Beobide, sobre todo en la talla de Cristos, es heredero de sus maestros, Berruguete, Montañés o Mena... Pero, a pesar de todo, Franco nunca pensó en que le enterraran bajo ese Cristo.
 
   A Franco, otra vez la «cara» y la «cruz» del Valle, por culpa de las «broncas» que le organizaban allí los falangistas, creo que ya no le gustaba que le llevaran a Cuelgamuros... «ni vivo, ni muerto».
 
   Pero le ocurrió lo de siempre y, a quien nadie se había atrevido a contradecir en vida, no se le respetó su última voluntad. Franco tenía previsto que le enterraran en el Cementerio de El Pardo, donde descansan todos los personajes del Régimen, pero al ver que su muerte estaba próxima, su familia y los altos cargos del Estado, incluido el Príncipe Juan Carlos, deciden que su cuerpo descanse en el Valle de los Caídos. Y es el futuro rey quien ha de solicitar el enterramiento a la comunidad benedictina que rige la Basílica. Hace poco la periodista Victoria Prego ha publicado algún dato más que confirma esta realidad: «En los últimos días de la enfermedad del general, Arias Navarro preguntó a su hija Carmen si se le iba a enterrar en el Valle y la respuesta fue "No"». Y continúa Prego: «Lo que sí consta es que las obras para acondicionar una tumba al otro lado del altar se realizaron a toda prisa, estando ya el dictador irremediablemente enfermo».
 
   Así fue y yo aporto este otro dato que aclara definitivamente que Franco no construyó el Valle para que fuera su gran mausoleo: de labios de un oficial de su escolta, dueño de la librería en el Mercado de los Mostenses, de Madrid, al que encargaron preparar su tumba en un par de semanas, escuché los problemas que hubo que resolver, incluso de inundación por rotura de cañerías, para hacer una fosa imprevista detrás del altar, ya que en su día sólo se hizo el hoyo para enterrar los restos de José Antonio que se habían depositado, antes, en El Escorial.
 
   Pero dejemos que Victoria sume otro argumento valioso: «Consta también, y hay testimonio de ello, que a comienzos de los 70, Franco envió a su mujer a visitar la cripta de la ermita del cementerio de El Pardo, que está adornada por los mismos artistas que participaron en la decoración del Valle de los Caídos. Y consta que en esa cripta había una urna funeraria con capacidad sobrada para dos cuerpos y que, una vez enterrado Franco en Cuelgamuros, esa urna fue retirada. Y finalmente consta que allí reposan ahora en solitario los restos de su viuda, Carmen Polo».

 

   ¿Cuántos restos, además de los de José Antonio y Franco, hay de verdad en el Valle de los Caídos? La cifra, siempre discutida, se ha movido de setenta mil a treinta mil. Pero ya está bien de contar muertos. Que descansen todos en paz debajo de las dos cruces: la de fuera, del arquitecto vizcaíno Pedro Muguruza, y la de dentro de la Basílica, del escultor guipuzcoano, Julio Beobide. Vasco era también Carmelo Larrea, el autor de la canción «Dos cruces» donde se decía que «están clavadas dos cruces en el monte del olvido». No estaría mal que también el Valle de los Caídos fuera «el Valle del Olvido». No siempre es bueno recordar y ya es un tópico que «hay que recordar para no repetir». Lo mejor para no repetir es perdonar. Y olvidar. No puede ser lo de «yo perdono pero no olvido». Hay que olvidar todos los muertos; los mil muertos de ETA y los millares de la Guerra Civil. Este «perdón histórico» y con «olvido colectivo» puede ser, además, «políticamente más correcto».

LA DIADA DE CATALUÑA O LA MANIPULACIÓN HISTÓRICA

LA DIADA DE CATALUÑA O LA MANIPULACIÓN HISTÓRICA

Álex ROSAL

 

   Los popes del nacionalismo catalán nos venden cada 11 de septiembre la misma burra: la Diada se celebra por un pretendido rencor a España, dicen, por el recuerdo de la guerra de 1714. Y con ello aprovechan para llenar el saco de otras patochadas que tienen como objetivo exaltar a Cataluña contraponiéndola a España.

   Es el drama de los catalanes. El nacionalismo ha logrado encubrir, ocultar y manipular la historia de nuestra pequeña patria hasta hacerla irreconocible. Y todo ello gracias a la nómina de historiadores que han reescrito la historia del Principado como les hubiera gustado que hubiera sido y no como realmente fue. Imbuidos por un romanticismo de leyenda, han forzado los hechos del pasado hasta convertirlos en caricaturas, con interpretaciones irreconocibles que no aguantarían un riguroso análisis historiográfico.
 
   En esa tergiversación de los hechos pasados los políticos nacionalistas, siempre al acecho, han descubierto una poderosísima arma ideológica que emplear contra el adversario, para dejarle sin argumentos y acomplejado por no hallar réplicas a la historia oficial. Así las cosas, llevan treinta años ganando la batalla política, y tienen muchas posibilidades de seguir haciéndolo durante lo que queda de siglo.
 
   Es la historia al servicio de la construcción virtual de una nación con ansias de independencia.
 
   Ya lo decía el escritor Josep Pla: "La historia romántica es una historia falsa". Y a continuación reclamaba una nueva generación de historiadores catalanes que fueran fieles a la verdad: ¿Tendremos algún día en Cataluña una auténtica y objetiva historia?, ¿tendremos una Historia que no contenga las memeces de las historias puramente románticas que van saliendo?
   Una de esas memeces históricas a las que se refería Pla es, precisamente, la Diada, la denominada Fiesta Nacional de Cataluña, que se celebra cada once de septiembre. Es una jornada reivindicativa del nacionalismo en la que los grupos más radicales muestran su rechazo a España por una supuesta agresión histórica que terminó en derrota catalana.
 
   Vamos a la moviola.

 

   En 1700 el rey Carlos II muere sin descendencia, a raíz de lo cual se desata una lucha encarnizada entre las distintas monarquías europeas por conseguir la corona de España y, con ello, la gran herencia que representaba el todavía mayor imperio del mundo. Se abre, pues, la espita de la Guerra de Sucesión, que enfrentará al archiduque Carlos de Austria, hijo de Leopoldo I, y Felipe de Borbón, nieto de Luis XIV, que representaban formas de gobierno y modelos de sociedad completamente diferentes.
 
   "Estaba la nación dividida en dos partidos (...) -escribe el historiador y político barcelonés Antonio Capmany-, pero ninguno de ellos era infiel a la nación en general, ni enemigo de la patria. Se llamaban unos a otros rebeldes y traidores, sin serlo en realidad ninguno, pues todos eran y querían ser españoles".
 
   El archiduque Carlos contaba con la general simpatía del pueblo catalán por su apego al tradicionalismo y su respeto a las concesiones reales que disfrutaba el Principado, con sus jurisdicciones propias, sus inmunidades, sus fueros y privilegios. Por el contrario, Felipe de Borbón representaba el centralismo y un acentuado liberalismo, además de personificar la aversión que tenían los catalanes hacia todo lo que fuera francés, algo así como una francofobia verdaderamente virulenta, debido a los desatinos que produjo el sometimiento de Barcelona y de otras zonas de Cataluña a la Francia de Richelieu, unas décadas atrás. Con este panorama, era normal que la mayoría de la población catalana abrazara la causa del archiduque Carlos.
 
   Entre 1705 y 1714 los catalanes lucharon en la Guerra de Sucesión española contra el modelo liberal y antifueros que querían implantar los borbones. La lealtad hacia la causa del archiduque Carlos garantizaba el mantenimiento tanto del tradicionalismo como los privilegios históricos de que gozaba el Principado. Tanto es así que algunos historiadores nacionalistas, como Rovira i Virgili, han afirmado que los herederos directos de los combatientes de 1714 no son los nacionalistas, maulets o separatistas de hoy, sino los carlistas. Una declaración que supone una desconexión del nacionalismo moderno, nacido en el siglo XIX, y esa guerra tan lejana. En el alzamiento antiborbónico no existía ninguna aversión hacia España; pero sí al absolutismo borbónico, ilustrado y liberal representado por Felipe de Anjou, e importado de Europa.
 

   Cuando el 11 de septiembre de 1714 los barceloneses deciden claudicar ante el ejército de Felipe de Borbón, el alcalde de la ciudad edita un bando que resume el sentido español de los ideales por los que lucharon esos hombres. "Salvar la libertad del Principado y de toda España; evitar la esclavitud que espera a los catalanes y al resto de los españoles bajo el dominio francés; derramar la sangre gloriosamente por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España": este párrafo es una prueba más de que la Guerra de Sucesión no tuvo un cariz nacionalista ni separatista, sino únicamente sucesorio y antifrancés.
 
   El futuro de Cataluña se juega en el saber decir a la gente de hoy lo que pasó ayer. Recuperando el pasado con todo rigor, sin manipulaciones románticas y ensoñaciones sentimentales, Cataluña puede reconciliarse con su historia y abandonar esos derroteros que le quitan seny y le abocan a su propia destrucción. ¿Para cuándo una revisión de la historia oficial del Principado?

¿EXISTE UNA ARGENTINA FUNDACIONAL?

¿EXISTE UNA ARGENTINA FUNDACIONAL?

Ignacio TEJERINA CARRERAS

 

   Si se nos pide una respuesta a la pregunta que encabeza este artículo, ella es un contundente sí. Existe una Argentina Fundacional. Y ¿qué entendemos por ello? Afirmamos que hay un momento, un tiempo y un espacio en que se genera esto que va a resultar ser lo que somos, la Argentina contemporánea. La Argentina tal cual es hoy, con habitantes procedentes de los pueblos originarios y de los otros cuatro continentes, entre los límites geográficos que tenemos actualmente. ¿Cuál sería ese momento entonces? Ese momento lo podemos establecer documentalmente y con prístina claridad el 29 de junio de 1550, cuando el capitán Juan Núñez de Prado funda la ciudad de Barco, en la actual Quebrada del Portugués, provincia de Tucumán, junto a un grupo de españoles y criollos, acompañados por nativos de la tierra. Al fundarse Barco se dieron todos los requisitos necesarios que el derecho, dentro del mundo hispánico, exigía para darle validez al hecho fundacional: acta de fundación, constitución del Cabildo y reparto de solares entre otras cosas. Todo obedecía al cumplimiento que le fue encomendado a Núñez de Prado por el licenciando La Gasca, gobernante del Perú, de poblar un pueblo, o sea primero fundarlo, luego buscar sustento para luego proyectarlo y todo eso se cumplió. Puede afirmarse entonces, que a partir de ese momento y en forma absolutamente ininterrumpida, a través de más de cuatro siglos y medio, se fue generando y desarrollando lo que hoy es la República Argentina, lo cual puede comprobarse científica y documentalmente siguiendo el desarrollo institucional, jurídico, socioeconómico, poblacional y biocultural.

 

   Como ya dijimos, hubo acta de fundación, y se designaron los nombres de los cabildantes, que merecen ser recordados: capitán Juan Núñez de Prado - fundador -; Martín de Rentería y Francisco de Valdenebro - alcaldes -; Juan Vázquez, Diego de Torres, Alonso Díaz Caballero, Alonso de Larco y Lorenzo Maldonado - regidores -. Casi inmediatamente, una vez trazada la ciudad y repartidos los solares, Núñez de Prado reunió en la plaza a vecinos y religiosos para distribuirles 2000 fanegas de semillas de maíz y de trigo, frijoles, zapallos y quinoa, para que hicieran las sementeras de cuyo resultado dependería su alimentación en el futuro cercano. Con el tiempo, parte de la siembra fracasó y el trigo se perdió, quizás por el ambiente excesivamente húmedo del área donde estuvo asentada la ciudad de Barco.

   La experiencia no duró mucho tiempo, pues por motivos no de sublevaciones indígenas sino por conflictos jurisdiccionales con el grupo de españoles situados en Chile, Núñez de Prado tuvo que trasladar en dos oportunidades la ciudad. Primero a Tolombón, situado en los Valles Calchaquíes, en junio de 1551, para volver a trasladar la ciudad en enero de 1552 a los llanos de los juríes, junto al Río Dulce. Como todos lo saben, uno de los hombres de la conquista en Chile, Francisco de Aguirre, vino en mayo de 1553 y el día 27 de ese mes apresa a Núñez de Prado y lo envía a Chile; luego traslada Barco media legua más al norte  y le cambia el nombre por Nuevo Maestrazgo de Santiago, conocida luego como Santiago del Estero, Madre de Ciudades.

   Pues bien, una vez asentada definitivamente la ciudad, a partir de allí se genera todo un movimiento de expansión, y se fundan otras ciudades, entre las cuales van a estar Tucumán (1565) y Córdoba (1573).

   Asimismo, y en forma paralela, existen dos focos o fuentes de conquista que vienen de Chile y el Paraguay. La primera funda Mendoza en 1561; San Juan en 1562 y San Luis en 1594. Desde Asunción del Paraguay viene Juan de Garay y funda Santa Fe de la Veracruz en 1573 y en 1580 la ciudad de Buenos Aires. En 1588 Juan Torres de Vera y Aragón funda la ciudad de Corrientes en la confluencia de los Ríos Paraná y Paraguay. En 1592 y 93 fueron fundadas las ciudades de La Rioja y San Salvador de Jujuy, por lo cual a 40 años de Barco, y como lo afirma Teresa Piossek Prebisch, "dentro de esa área estaba armada la estructura básica de nuestro país. No sólo estaban fundadas todas las llamadas ciudades históricas argentinas, sino que éstas se encontraban enlazadas por caminos, unos prehispánicos y otros abiertos por los conquistadores - colonizadores que, al tener su nudo en Córdoba, permitían la circulación oeste - este y norte - sur, más la comunicación entre los océanos Atlántico y Pacífico por Perú y Chile." (1)

 

   Desde las actas capitulares de Barco hasta hoy hay una sociedad con un régimen jurídico que ha ido renovándose o modificándose según las circunstancias, pero que no ha tenido interrupción hasta hoy. Esa sociedad se dio escuelas, hospitales, leyes, unas continuaciones de las otras. Con respecto a la parte humana, biológica y cultural, encontramos que los nombres de pobladores de Barco se repiten en Tucumán y luego el de ellos y sus hijos en Córdoba, por lo cual hay muchos miles de argentinos que descienden de esos primeros pobladores peninsulares, la mayoría de ellos ya mestizados con las poblaciones autóctonas.

   En lo cultural, ya nuestro país cuenta con una universidad, la de Córdoba, fundada en el primer tercio del siglo XVII y en el orden literario cuenta, entre otras cosas, con la mejor poesía del Siglo de Oro español asentado en matriz americana. No hay más que leer los centenares de poemas, villancicos, romances, rimas infantiles, canciones históricas y religiosas, coplas, que fueron rescatadas por este gran estudioso de lo nuestro que fue el catamarqueño Juan Alfonso Carrizo, desafortunadamente ignorado al presente, en sus famosos "Cantares", donde describía el patrimonio cultural del Tucumán, hoy el Noroeste Argentino, patrimonio que era vivido con total autenticidad por todos los sectores sociales de la época, pero especialmente por campesinos y labriegos, que es precisamente en ellos donde buceó Carrizo para descubrir el tesoro cultural que encerraba nuestra tierra y su gente. Y algo muy importante que no debemos olvidar es que ya nosotros en Córdoba teníamos al primer poeta argentino: Luis de Tejeda.

 

   En el orden religioso, desde un comienzo se asentaron las principales órdenes, a quienes tanto debe nuestra cultura, como en el caso de los jesuitas. También fue creado el primer obispado en lo que hoy es la Argentina, y fue el obispado del Tucumán, con sede primeramente en la ciudad de Santiago del Estero, para pasar luego a Córdoba.

Con todos estos antecedentes que se pueden multiplicar ad infinitum ¿Alguien puede dudar de que existe una Argentina Fundacional y de que ésta debe ser conocida para que no repitamos como loros que somos un país joven y por eso nos ocurren tantos quiebres y caídas por inexperiencia?. Por ello es que siendo el día 29 de junio la fecha de la fundación de Barco, podría recordársela como el día de la Argentina Fundacional, y con ello honraríamos a nuestros antepasados y haríamos justicia a la memoria histórica.

   ___________________________________________________

 

(1) Teresa Piossek Prebisch, "Poblar un pueblo", San Miguel de Tucumán, 2004, página 486.

EL MÉTODO GARZÓN

EL MÉTODO GARZÓN

Carlos Gregorio HERNÁNDEZ

 

   Mientras daba mis primeros pasos en la licenciatura de Historia y más allá del maremágnum de asignaturas, la Guerra Civil fue uno de los temas que cautivaron mi interés, porque en ella radicaban buena parte de las claves de la historia contemporánea de España. Desde aquellos tiempos han sido muchas las horas que he dedicado a la lectura e investigación de esta cuestión y especialmente a la represión, que ha sido el caballo de batalla de la historiografía más reciente. Ya por entonces los políticos, con las iniciativas parlamentarias votadas durante las dos legislaturas del Partido Popular, vinieron a inmiscuirse en un tema que en principio había quedado en manos de los historiadores y que ahora, gracias a la providencia del juez Garzón y continuando el trastorno de los pasos lógicos, también se abre a la Justicia.
 
          

   La intervención de la Justicia en un tema tan polémico como es el de la represión debería ofrecer, al menos a priori, un principio de equidad del que sin duda adolece la extemporánea iniciativa de Garzón. Las manifestaciones del juez en foros internacionales, como hizo durante su estancia en Estados Unidos de 2006, prejuzgando hechos y posicionándose de forma tendenciosa ante los acontecimientos que ahora ha decidido considerar, deberían sin duda inhabilitarle. Si entramos en los detalles de la noticia y observamos el planteamiento de fondo, el juez contribuye a amplificar, tal y como están haciendo los políticos con la cobertura de la Ley de Memoria Histórica, la tesis binaria, sectaria y antihistórica de la historiografía dominante, de la que su acción es una consecuencia lógica. En algunos artículos, con razón, se echa en cara al juez que no contemple los crímenes acaecidos durante la Segunda República, sin los que es imposible entender lo que ocurrió a partir del 17 de julio de 1936, al igual que los crímenes frentepopulistas, que su provisión igualmente omite. Garzón actúa de esta manera tan sectaria porque no juzga sino que sostiene una tesis -un prejucio o juicio previo si ustedes lo prefieren-, dentro de la cual estos y otros hechos carecen de toda relevancia puesto que no se acomodan a ella. Por eso cuantifica nombres, fechas y lugares y no investiga singularmente las causas de cada una de las muertes.
 
   La calificación de los crímenes de los nacionales como de lesa humanidad y no así los de los frentepopulistas le permite situar a unos y otros en planos distintos, llegando incluso a contrariar la expresa voluntad de los familiares, como ocurre en el caso de Federico García Lorca, cuyos descendientes prefieren dejar en paz a los muertos. En sentido contrario y apoyándose en la misma y perversa lógica, mientras perseguía a Pinochet, ya desestimó en 1998 la denuncia contra Santiago Carrillo para procesarle por los hechos de Paracuellos, de los que el socialista fue protagonista. El descrédito del juez ante los españoles debe ser manifiesto por el espíritu sectario y maniqueo que le inspira.
 
   El método Garzón no busca la verdad y, si me lo permiten, es poco serio. La manera de recabar la información de D. Baltasar va a ofrecer un totum revolutum equiparable al obras como la del historiador Santos Juliá, donde se confunde a combatientes con desaparecidos y se hace republicanos a los que murieron siendo nacionales. Los detalles en cada una de las muertes no son una cuestión superflua sino sustantiva a la hora de esclarecer los hechos y dar verdadero sentido a las cifras, que por si solas no dan toda la información necesaria para comprender lo sucedido. Es curioso que entre las organizaciones e instituciones a las que requiere documentación no estén el Archivo Histórico Nacional ni el Archivo de la Guerra Civil. Un historiador -en este caso un juez- con un conocimiento somero de los hechos que se pretenden analizar no podría excluir estas dos instituciones que guardan entre sus fondos material de tanto valor como la Causa General. Aunque sólo estudie los muertos de un bando animo al juez Garzón a solicitar, además de los datos vitales básicos, otros datos adicionales tan importantes como los procesos judiciales, que ayudarían sin duda a desechar la tesis oficial, evidenciando los crímenes que algunos de los represaliados cometieron antes de ser ejecutados por la Justicia del nuevo Estado. No estaría de más que cotejara las piezas del material judicial recopilado en la Causa General para que verificara cuántos de los represaliados lo fueron por haber sido autores o colaboradores de crímenes durante la contienda.
 

   Significativamente entre las organizaciones que han dado pie a la acción del juez Garzón está la CNT. Si la organización de hoy guarda alguna relación con la de ayer, sus compañeros de viaje en la demanda, en la mayoría de los casos comunistas, fueron los principales asesinos de sus conmilitantes de 1936. Los recientes hallazgos en Madrid de unos supuestos restos de Andreu Nin podrían dar pie a que esta organización quisiera también poner sobre la mesa uno de los hechos más significativos de la guerra civil: en el seno del Frente Popular se dilucidó una segunda guerra, que tuvo su punto álgido en mayo de 1937 en Barcelona. El socialista Negrín y sus aliados comunistas asesinaron a los que hasta entonces habían sido sus aliados en la lucha, haciéndose con el control absoluto de la plaza fuerte del anarquismo y, por ende, del Frente Popular. Pese a quien pese, en España los republicanos también mataron a republicanos. Esas víctimas, que son republicanas, no tuvieron ni siquiera una línea de recuerdo en la ley de memoria de Rodríguez Zapatero porque contravienen la tesis oficial y, por lo que se desprende de la providencia de Garzón, seguirán esperando otra ocasión mejor para ser reconocidas.
 
   En este sentido, su petición incluye otras extrañas anomalías, como es el hecho de solicitar los nombres de las personas que yacen en el Valle de los Caídos. Esos hombres no son represaliados, que son los que supuestamente han suscitado el interés de Garzón, sino que se trata de caídos en combate de ambos bandos y que fueron expresamente enterrados en este lugar bajo un ánimo de reconciliación y paz. Ciertamente sería de desear que la petición a la abadía benedictina, aunque errática en origen, le lleve a profundizar, comprender y, en último término, asumir, el sentido con el que fue erigida esa obra y del que carecen sus actos.

NI ESPAÑA NACIÓ EL 2 DE MAYO, NI FUE UN LEVANTAMIENTO LIBERAL

NI ESPAÑA NACIÓ EL 2 DE MAYO, NI FUE UN LEVANTAMIENTO LIBERAL

José Javier ESPARZA
 

 

   Al hilo del bicentenario del 2 de Mayo estamos escuchando afirmaciones muy discutibles: que la nación española nació en 1808, que el 2 de Mayo fue un levantamiento liberal, que Cataluña o el País Vasco no combatieron por España, sino por su propia independencia... ¿Qué hay de verdad en todo ello? Vamos a verlo con los propios textos de la época. Y avancemos ya la conclusión: ni España nació en 1808, ni el 2 de mayo fue un levantamiento liberal, ni Cataluña y Vascongadas combatieron al margen de España.
 

   ¿Qué paso exactamente el 2 de mayo? Pasó esencialmente lo siguiente: en una situación de colapso del Estado, con un ejército extranjero dueño de España y con la familia real retenida fuera del país, se produjo una insurrección popular contra los invasores; insurrección alimentada al mismo tiempo por personalidades relevantes de la monarquía absoluta, distinguidos miembros del clero, militares patriotas y elementos de las clases más humildes donde lo mismo encontraremos artesanos y campesinos que curas de barrio. A la insurrección popular le siguió un movimiento político, institucional, pero fragmentario, distinto según ciudades y provincias, al principio dubitativo, que trató de llenar el vacío dejado por el colapso del Estado borbónico: nacen las Juntas. Ese movimiento no trató de crear un estado de nuevo cuño, sino que actuó a partir de las instituciones vigentes. Así las juntas locales, inmediatamente después de haberse proclamado en franca oposición a los franceses, estimulan la creación de una Junta Suprema Central que permita convocar a las cortes y reconstruir la unidad de la nación.
 

La nación no nació en 1808
 

   Hay que decir "de la nación" porque así lo dijeron expresamente aquellos caballeros. No es verdad que antes de 1808 no existiera una idea de nación en España. La historiografía liberal suele decir que el concepto moderno de nación surge en España en 1808, y que antes de esa fecha sólo había un vago sentimiento de comunidad cimentado sobre la sumisión a la corona, que actuaba como si España fuera una posesión personal suya. Podríamos enredarnos en debates sin fin sobre qué quiere decir exactamente "nación" y cuándo puede hablarse de "nación moderna". Lo que a nosotros nos interesa subrayar aquí y ahora es que los españoles de antes de 1808 tenían una clara conciencia de pertenecer a una comunidad política, que esa comunidad se identificaba, en efecto, con la corona y también con la religión, pero que, además, la llamaban "nación" sin mayores complicaciones conceptuales, según se puso de moda hacerlo a lo largo del siglo XVII. Esa idea de comunidad nacional es precisamente la que recoge la Junta de Valencia en julio de 1808 cuando solicita, antes que ninguna otra, la formación de una junta central que unificara a todas las juntas locales. Lo dijo en estos términos:
 
"Toda la Nación está sobre las armas para defender los derechos de su Soberano. Cualquiera que sea nuestra suerte, no podrá dejar de admirar la Europa el carácter de una Nación tan leal en el abatimiento que ha soportado por tanto tiempo, por puro respeto a la voluntad de sus Soberanos, como en la energía que ahora muestra, falta de tropas, y ocupado su territorio y las fortalezas de sus fronteras por un ejército francés sumamente poderoso. No es menos digno de admiración, que tantas provincias diversas en genio, en carácter y aún en intereses, en un solo momento y sin consultarse unas a otras se hayan declarado por su rey (...) Es indispensable dar mayor extensión a nuestras ideas, para formar una sola nación, una autoridad suprema que en nombre del Soberano reúna la dirección de todos los ramos de la administración pública. En una palabra, es preciso juntar las Cortes o formar un cuerpo supremo, compuesto de los diputados de las provincias, en quien resida la regencia del Reino, la autoridad suprema gubernativa y la representación nacional".
 
   Este texto es muy importante: aquí está condensada toda la doctrina política vigente en la España de 1808. Los españoles -de todas las provincias, sin excepción- se consideran una nación e identifican su derecho con el de su soberano, el Rey. No hay contradicción entre el sentimiento nacional y la lealtad al monarca, por absoluto que éste sea. Las Cortes, que se consideran representantes de la nación, son además las regentes del reino mientras el Rey está ausente. Esta no es la nación según la entendieron las revoluciones liberales, pero no por eso deja de ser la nación. Que no se diga, pues, que en la España de 1808 no había una idea de nación.
 

Catalanes y vascos, patriotas españoles
 

   Esa idea de la nación, entendida como pertenencia a una comunidad política y que existía mucho antes de 1808, es la que va a despertar una ola de sentimiento patriótico en toda España. También en Cataluña y el País Vasco. La imagen de una Cataluña o un País Vasco que lucharon contra Francia por su propia independencia, al margen del esfuerzo colectivo de la nación española, ha sido muy propalada por los separatistas, pero es completamente falsa. Al contrario, lo que se comprueba en los textos de la época y en los estudios posteriores más dignos de crédito es que vascos y catalanes combatieron por España y por sí mismos como españoles, con una idea muy clara de que su libertad era la de todos sus compatriotas.
 
   Es muy evidente el caso catalán. Allí los franceses, apoyados en una minoría de elementos separatistas, ofrecieron incluso declarar el catalán lengua oficial para una Cataluña concebida como extensión del imperio napoleónico al sur de los Pirineos. Frente a la oferta francesa, la inmensa mayoría de la población catalana prefirió seguir defendiendo a España y, de hecho, después de la guerra aquellos separatistas tuvieron que abandonar el país como "afrancesados". Recordemos que Agustina de Aragón era una catalana. Los catalanes se batieron igualmente en el Bruc, en Gerona y en otros muchos puntos, con partidas guerrilleras que se convirtieron en una pesadilla para los franceses. En Cataluña, como en el resto de España, la gente peleó por la religión, la patria, la corona y la libertad, y todo era para ellos una y la misma cosa, y todo respondía al nombre de España.
 
   Igualmente claro es el asunto en el País Vasco, donde, por cierto, la represión francesa fue muy cruenta desde el primer instante. También desde el primer instante fue clara la determinación de las juntas vascas de defender a España y a la Corona contra la invasión napoleónica. Y hacerlo, además, precisamente en nombre de su españolidad. Hay un documento irrefutable que es la proclama de la Junta de Vizcaya en el mismo año de 1808, apenas desencadenado el movimiento insurreccional contra los franceses, y que es un auténtico llamamiento a la unidad nacional española. Decía así:
 
   "Los vascongados a los demás españoles. Españoles: somos hermanos, un mismo espíritu nos anima a todos. Aragoneses, valencianos, catalanes, andaluces, gallegos, leoneses, castellanos, olvidad por un momento estos mismos nombres de eterna armonía y no os llaméis sino españoles. Recibid como prueba incontrastable del espíritu que nos anima, los holocaustos que ofrecen a la libertad española los Eguías, los Mendizábales, los Echevarrías y otros infinitos vascongados".
 
   Son palabras, estas de la Junta de Vizcaya, que hoy chocarán a una sociedad sometida al adoctrinamiento del nacionalismo vasco, que ha falseado la Historia, pero la realidad es la que es: los vascos, como los catalanes, fueron patriotas españoles como el que más. Y ahí estaban, en efecto, "los holocaustos que ofrecen a la libertad española infinitos vascongados", como decía la proclama.
 

El 2 de mayo no fue un levantamiento liberal
 

   ¿Quiénes eran los que así hablaban? Eran, esencialmente, gentes que provenían del antiguo régimen. No hubo una revolución liberal en España en 1808. La presión de los elementos liberales vendrá después, en la formación de las cortes y en sus trabajos constituyentes, pero no en el momento de la insurrección. Tampoco hubo una revolución popular: los casos de trastornos sociales en los que las clases populares atacan a los estamentos privilegiados son contadísimos. Cuando se producen, no obedecen a una causa de revolución social, sino al afrancesamiento de tales o cuales objetivos de la ira popular; ira, por otra parte, a cuyo desencadenamiento no serán ajenos algunos clérigos, como ocurre en Valencia. Es interesante repasar la lista de las personas designadas por las provincias para componer la Junta Suprema Central: la gran mayoría son militares del círculo del rey como Palafox, magnates de la iglesia como Bonifaz, Castanedo o Ribero; grandes de España y ex ministros de la Corona como Floridablanca y Jovellanos... Quien recoge la soberanía es la flor del Antiguo Régimen.
 
   Cuando la Junta Central organice la reunión de Cortes, bajo la presidencia del obispo de Orense, no veremos a una institución que se propone comenzar una revolución liberal, sino a un cuerpo clásico del antiguo régimen que jura sus cargos en nombre de la religión y del rey. Este fue el juramento de los miembros de las cortes de Cádiz en septiembre de 1810:
 
"¿Juráis la santa Religión Católica, Apostólica, Romana, sin admitir otra alguna en estos Reinos? ¿Juráis conservar en su integridad la Nación española, y no omitir medio para libertarla de sus injustos opresores? ¿Juráis conservar a nuestro muy amado Soberano el Señor Don Fernando VII todos sus dominios, y en su defecto a sus legítimos sucesores, y hacer cuantos esfuerzos sean posibles para sacarlo del cautiverio y colocarlo en el Trono? ¿Juráis desempeñar fiel y legalmente el encargo que la Nación ha puesto a vuestro cuidado, guardando las leyes de España, sin perjuicio de alterar, moderar y variar aquellas que exigiese el bien de la Nación?".
 

   Luego pasarán otras cosas. Veremos cómo el sector liberal maniobra para adquirir una relevancia que inicialmente no poseía. Veremos cómo a Cádiz acuden, por las circunstancias de la guerra, numerosos suplentes cuyo voto no será el que se les había encomendado. Veremos cómo unas cortes convocadas para prolongar la legitimidad de las cortes del antiguo régimen se transforman en unas constituyentes que auspician un cambio hacia un régimen nuevo. Todo esto, en cualquier caso, será después. Lo veremos otro día.
 
   Lo fundamental: a partir de 1808 España vive un proceso que, como escribió el Conde de Toreno se sustancia en tres movimientos consecutivos: levantamiento, guerra y revolución. Pero ni el 2 de mayo fue un levantamiento liberal, ni Cataluña y el País Vasco combatieron al margen de España, ni España, en fin, nació en 1808.

"EL MUNDO" Y EL COMPLEJO DE LOS PROGRES FRENTE A LOS INICIOS DE ETA

"EL MUNDO" Y EL COMPLEJO DE LOS PROGRES FRENTE A LOS INICIOS DE ETA

Francisco TORRES

 

   En muchas ocasiones, algunos españoles, nos hemos preguntado: ¿cuándo la izquierda pedirá perdón por sus errores en la lucha contra ETA? ¿Cuándo la izquierda pedirá perdón por el apoyo que brindó a ETA en sus primeros años? ¿Cuándo la izquierda reconocerá que tan terroristas eran los miembros de ETA en 1968 como en el 2008? Es usual que la progresía intelectual y periodística cuando tiene que condenar las actuaciones de ETA antes de 1975 sienta un cierto rechazo, que, incluso, busquen justificar tales acciones como antaño hicieron. ¡Cuántas veces hemos oído la cancioncilla de que Franco murió fusilando, olvidando mencionar que los ejecutados en 1975, condenados por los tribunales de acuerdo con los códigos entonces vigentes, eran terroristas con las manos manchadas de sangre inocente! Quizás porque esa misma progresía prefirió colocarse entonces al lado de los terroristas y todavía siente morriña.

   Han pasado décadas y, sin embargo, aún hoy, la progresía intelectual y mediática, por no decir la política, se resiste cuando tiene que condenar a la ETA de antes de 1975. Hemos leído como los terroristas se convierten en jóvenes activistas antifranquistas para evitar recordar que eran, precisamente, terroristas. Hasta algunos han pretendido que la consideración de víctimas del terrorismo no alcance a aquellos que cayeron antes del veinte de noviembre de 1975.

 

   Viene al caso la cuestión porque a finales de marzo el diario EL MUNDO, en su suplemento dominical "Crónica", incluía un trabajo de investigación, firmado por Aníbal Malvar, sobre las calles que en Vascongadas están dedicadas a los terroristas de ETA. Un trabajo de denuncia y protesta ahora que es moneda corriente la crítica a aquellos ayuntamientos nacionalistas que las mantienen, aunque también se deba recordar que esas actuaciones, en muchas ocasiones, no merecieron el mismo tratamiento cuando fueron puestos; parecía más cómodo mirar para otro lado.

   Condena sin paliativos a que se dediquen y permanezcan esos rótulos para esas calles o plazas. Sin embargo, como no podía ser de otro modo, el periodista choca con el complejo de progre antifranquista cuando repasa la historia de Txabi y Josefa Etxevarrieta, "mártires y héroes vascos" que tienen una avenida dedicada en Leioa, localidad gobernada por el PNV. El periodista, acomplejado, pletórico de antifranquismo, no tiene problema a la hora de escribir: "Su hermano Joseba fue uno de los ideólogos de la banda y defensor de Xavier Izko de la Iglesia en el proceso de Burgos (en el que comparecieron dieciséis supuestos miembros de ETA acusados a dedo por Franco y amenazados de pena de muerte)".

   No cabe mayor despropósito: los juzgados en Burgos aún hoy se consideran "presuntos" miembros de ETA y, evidentemente, inocentes porque fueron acusados a dedo por un Franco que no tenía nada mejor que hacer. O el citado periodista carece de la más mínima formación o siente que todavía está en 1970, compartiendo la idea de que ser terrorista es secundario ante la tremenda heroicidad de ser antifranquista. El viejo apoyo de la izquierda a ETA, que tan patente se hizo en el proceso de Burgos, todavía pesa. Sin embargo, para ETA, el sentido de su lucha estaba claro desde el principio y en la misma Franco y franquismo eran un mero accidente. En esta línea se expresaba, a principios de los sesenta, el medio de comunicación de ETA, Zutik: "El antifranquismo lucha contra Franco como si no hubiera opresión española sobre Euskadi. Nosotros luchamos contra la opresión española en Euskadi como si no hubiera Franco".

 

Haciendo historia que nunca viene mal.

 

   Los orígenes de ETA se remontan a los primeros movimientos contestatarios al PNV, que en 1956 había reorganizado sus juventudes bajo el nombre de Euxko Gastedi, poco antes, a la sombra de la universidad jesuita de Deusto, nace el antecedente directo de ETA, el grupo Ekin (1954). Ekin y el PNV son competidores en algunos sectores, sobre todo juveniles, que reivindican una mayor acción.

   En 1959 el grupo se transforma en una organización de activistas llamada ETA, en su seno se producirá la conjunción de las tesis nacionalistas con el marxismo revolucionario. Desde el inicio buscan la acción terrorista espectacular, al estilo de la voladura del hotel Rey David en Israel. Entre sus primeros plantes barajan la voladura del Gobierno Civil de Vitoria o volar un tren de excombatientes que acuden a celebrar la victoria. Dada su escasa militancia ETA busca clienta entre las juventudes del PNV. En esa época la representación en los contactos, por parte del PNV, la lleva José Antonio Echevarrieta para quien el enemigo no es el franquismo, es "la administración española que ocupa el país".

   La acción policial es rápida y en pocos meses ETA está desarticulada al detener la policía a unas cien personas. En 1962 se celebra en un monasterio benedictino francés la I Asamblea en la que se fija un objetivo máximo: "la unión, independencia y libertad de Euskalerría". Se creará en la nueva estructura un grupo militar. La II y III Asamblea serán clave en la marxistización de ETA. Para liberar Euskadi de la opresión "la violencia es necesaria. Una violencia contagiosa, destructora, que apoye nuestra lucha, la que nos han ensañado los israelitas, los congoleños, los argelinos".  Hasta 1968 ETA trabajará en su organización. En la IV Asamblea se admite el atraco para la provisión de fondos.  En la V Asamblea se asume el marxismo-leninismo y la lucha armada.

   En 1968 ETA irrumpe en la historia de España asesinando en un control al guardia civil José Pardines, en el 850 iban los terroristas Javier Echevarreita y Ignacio Sarasqueta. El compañero del miembro de la benemérita da la alarma. Se organiza una persecución en la que colaboran las radios de los camioneros. Los terroristas, localizados, hacen frente a la Guardia Civil. Echevarrieta cae en el enfrentamiento, el segundo se refugia en una Iglesia donde es detenido. Javier Echevarrieta, jefe de zona de ETA en Guipúzcoa pertenecía a una familia acomodada, Jardines, el guardia civil de tráfico, era miembro de una familia modesta de un pueblecito de Galicia. Ignacio Sarasqueta fue juzgado, condenado a muerte siendo la pena conmutada por Franco. La familia afirmó: "Muchas gracias al Caudillo. No lo podremos olvidar nunca". ETA, sin embargo, afirmó: "Desde ahora lo advertimos. Para nosotros Txabi Etxebarrieta vale más que todos los guardias civiles de Alonso Vega, él incluido. Ellos no lo han robado y pagarán por ello".

 

El antifranquismo da nueva vida a ETA.

 

   Después sería asesinado el inspector Melitón Manzanas, el responsable Izco de la Iglesia. La acción policial es rápida, en pocos días se detiene a 20 miembros de ETA recuperando explosivos y armamento. En 1969 ETA estaba prácticamente desarticulada y probablemente hubiera desaparecido de no mediar un agente externo: el apoyo del antifranquismo nacional e internacional.

   Un buen ejemplo de ello es la posición del PCE: Santiago Carrillo, en el Congreso comunista celebrado en Moscú, afirmará: "Y cuando se habla de héroes de la lucha antifranquista, cómo pasar en silencio la acción de los obreros, de los estudiantes y los intelectuales del País Vaco, entre los que destacan particularmente los comunistas, los católicos progresistas y los militantes de ETA, quienes combatiendo por los derechos nacionales de Euskadi, combaten por la libertad de todos los pueblos de España".

   En 1970, Francisco Franco ejerce por segunda vez el derecho de gracia. El terrorista Andoni Arrizabalaga, condenado a muerte por la colocación de un explosivo bajo un coche de la Policía Armada, obtiene la conmutación de la pena. La izquierda política y mediática, el progresismo cultural y periodístico, suele olvidar estas dos conmutaciones de pena.

 

El Proceso de Burgos.

 

   Todavía hoy el complejo del progre antifranquista obliga a mirar el Proceso de Burgos como una injusticia. La izquierda se movilizó para defender "a los heroicos luchadores" de ETA. Quienes luego, en la Transición, serían altos dirigentes de los diversos partidos ejercieron de abogados defensores: Gregorio Peces Barba (socialista designado por ZP Alto Comisionado para las Victimas del Terrorismo), Letamendía, Juan María Bandrés (posteriormente líder de EE), José Solé Barberá (miembro del PSUC). Conscientes de la culpabilidad de sus defendidos buscaron hundir la legitimidad del Tribunal Militar. Contaron con el apoyo de todos los partidos socialistas y comunistas europeos. Tanto Bandrés como Peces Barba presentaron a los terroristas como "defensores de la libertad". Allí se sentaba la práctica totalidad de la cúpula dirigente de ETA.

   En la Causa Sumarísima 31/69 comparecieron dieciséis miembros de ETA, la mayoría dirigentes de la banda que andaban muy lejos de ser presuntos, muchos de ellos se vanagloriarían de serlo, algunos escribirían sus memorias, pero el periodista prefiere ignorarlo. En el banquillo de los acusados estaban:

 

- Joaquín Gorostidi, jefe del Comité Ejecutivo Táctico de ETA.

- Francisco Javier Izco de la Iglesia, fundador de ETA y jefe de comando.

- Eduardo Uriarte Romero, subjefe de ETA en Bilbao.

- Jose María Dorronsoro, jefe de zona de ETA.

- Francisco Javier Larena, jefe de la zona de Durango.

- Mario Onaíndía, jefe del Frente Obrero en Eibar.

- Juan Abrisqueta, jefe de grupo en Basauri.

- Victor Arana Bilbao, jefe de zona en Guernica.

- Gregorio Vicente López Irauegui, jefe de la oficina pública de ETA.

- Juan Echave Garitacelaya, sacerdote y jefe de la oficina de propaganda de ETA.

 

   Todos ellos estaban acusados de terrorismo y rebelión en armas contra la unidad de la Patria. Fueron condenados a muerte: Francisco Javier Izco de la Iglesia, Eduardo Uriarte, Joaquín Gorostidi (los tres acreedores de dos penas de muerte), José María Dorronsoro, Francisco Javier Larena y Mario Onaindía. Franco conmutó, por tercera vez, las penas a los terroristas.

 

La lección de la historia.

 

   Franco, por tercera vez en un año, se inclinó por la conmutación de pena. Fueron muchos los que aplaudieron. Sin embargo, para los terroristas fue una muestra de debilidad. Izco de la Iglesia, en sus memorias, indica que en ningún momento temieron por sus vidas confiando en la presión internacional y en las necesidades de imagen del régimen. Para los miembros de ETA fue una demostración de debilidad. El régimen sólo estaba dispuesto a aplicar la cárcel. A algunos periodistas les convendría, antes de escribir, sacudirse los complejos y revisar los hechos.