SOBRE MONS. WILLIAMSON Y SUS POLÉMICAS DECLARACIONES
Vicente BLANQUER
El 26/27 de enero L’Osservatore Romano publica en primera plana un articulo firmado por Carlo di Cico: "De la aceptación del Concilio desciende necesariamente una límpida posición sobre el negacionismo (se refiere a la negación del holocausto judío). La declaración Nostra aetate, que representa la más autorizada revisión católica respecto del hebraísmo, deplora «los odios, las persecuciones y todas las manifestaciones del antisemitismo dirigidas contra los hebreos en cualquier tiempo y por cualquiera que fuere». Se trata de una enseñanza no opinable para un católico". Y el artículo del portavoz oficial de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, que sostiene que "el que niega la Shoa no reconoce el misterio de Dios ni de la Cruz de Cristo". Estas declaraciones eran la reacción de la Santa Sede a la difusión por la TV sueca de unas polémicas declaraciones de monseñor Williamson. Sobre la rotundidad de dichas declaraciones nos gustaría introducir algunas matizaciones.
Las negaciones, como afirma SantoTomás, se basan en afirmaciones y no tiene sentido sostener que afirmar la inocencia del pueblo alemán, o que afirmar la inocencia de alguien en general, por ejemplo de Jesucristo, sea negacionismo, a no ser que la dignidad de los acusadores sea superior a la dignidad de los acusados y que la dignidad de los acusadores y la dignidad de la persona humana sean una única y una misma cosa. Las críticas contra monseñor Williamson olvidan que son los judíos los que irrumpen en el plano teológico al hablar de "Holocausto" y no lo hacen de forma inocente sino mesiánica, para dar a la segunda Guerra Mundial el papel de momento concluyente de las profecías del Canto del Siervo Sufriente de Yaveh, Is 53 y sostener que los judíos - y no Jesucristo - son el Cordero de Dios del que habla Isaías. Conviene fijarse bien en las fechas. Del 1 de noviembre de 2008 es la entrevista de la televisión sueca en la que Monseñor Williamson, preguntado por el entrevistador Ali Fegan sobre unas declaraciones suyas de 1989 en Canadá, cuestionó la versión al uso sobre la muerte de los judíos en campos de concentración como consecuencia de una política deliberada. Sin embargo la entrevista no es publicada hasta el 21 de enero de 2009, coincidiendo con el levantamiento de la excomunión a la Fraternidad San PíoX. Resulta curioso que se intente sacar a colación unas palabras dichas hace bastantes años cuando lo que está en juego es la revisión y clarificación de los aspectos más delicados del concilio Vaticano II, pero ya que hay gente en interesada en hablar del tema vamos a ello.
La historiografía tradicional (Raul Hilberg, Victor Frankl, Hanna Arendt y Yehuda Bauer) tras la segunda mundial ha sostenido la tesis del genocidio judío como culminación lógica de los postulados ideológicos del nacionalsocialismo. La historiografía revisionista por el contrario ha cuestionado los métodos de análisis empleados. Por último, dentro de la propia historiografía clásica, cabe distinguir entre la postura de quienes como Bauer son favorables a la censura en nombre del honor de las víctimas, que según ellos está amenazado por el revisionismo, y la de aquellos que como el propio Raul Hilberg son favorables a la libertad de expresión dentro de lo que constituye el debate académico propiamente dicho.
La controversia surgida en torno a los "supervivientes" del Holocausto ha desatado una vivísima polémica en el seno del propio judaísmo al amparo de la cual el revisionismo se ha ido abriendo paso poco a poco. La obra de Filkenstein "La industria del Holocausto" denuncia la contradicción entre un número de muertos elevado para recalcar la barbarie nazi y un número igualmente elevado de supervivientes. No es posible estar vivo y muerto, a la vez. Muerto para denunciar la maldad nazi, de la que nadie duda, y vivo para cobrar las indemnizaciones. No sería muy riguroso incluir a 4.390.049 "supervivientes-peticionarios" de indemnizaciones entre los muertos del Holocausto. Porque son 4.390.049 son los individuos a los que con arreglo a convenios internacionales ha tenido el gobierno de la República Federal Alemana que pagar 50.18 billones de marcos entre octubre de 1953 y diciembre de 1983 [1]. Si admitimos asimismo que son 600.000 los supervivientes del "Holocausto" ello supondría que ha habido 3.790.049 resurrecciones, lo cual sería una buena noticia que, tal vez, contribuiría al acercamiento ecuménico judeo-cristiano porque si en la segunda mitad del siglo XX pueden producirse tales fenómenos ¿cómo podemos dudar de la resurrección de Cristo en el siglo primero?
Denuncia este autor que las cifras al alza son peligrosas porque dan argumentos a los "negacionistas" y denuncia la censura del sionismo oficial sobre este tema porque no sólo perjudica a los llamados revisionistas sino también a las propias víctimas del nazismo, que no son indemnizadas directamente sino a través de las organizaciones sionistas que administran dichos fondos. Para autores como Bauer los revisionistas son unos mentirosos que saben que están mintiendo y con la mentira no es posible entrar a considerar sus argumentos. Para él estos autores no revisan sino que niegan la evidencia y por ello no debemos escucharlos ni polemizar con ellos.
El lego en la cuestión, sin descartar la hipótesis de Bauer, se plantea una pregunta: si los "negacionistas" sí entran en los argumentos de sus oponentes y los consideran para refutarlos podría ser por dos motivos:
1) Por que consideran que quienes sostienen la tesis del genocidio lo hacen de buena fe pero que sus argumentos son erróneos.
2) Porque admiten la posibilidad de que aquellos entren en los suyos, es decir, que quienes sostienen la tesis del genocidio estén en lo cierto y que ellos estén equivocados.
A quienes tenemos un conocimiento superficial de la polémica se nos plantea el siguiente problema. No es posible denunciar un asesinato sin un asesino, ni un robo sin un ladrón. Del mismo modo no es posible denunciar una opinión como mentirosa sin juzgar la conciencia y la intención del otro y resulta sorprendente que algunos de quienes más han denunciado la Inquisición como el mayor atropello a la conciencia humana tengan el valor de violarla nada más y nada menos que en nombre de esos derechos humanos que dicen defender. ¿No creen que al actuar así la gente pueda pensar que más que tener la razón den la impresión de tener miedo?
Un error muy extendido es creer que el revisionismo histórico niega el genocidio, lo cual puede ser cierto en algunos autores pero no en todos ni siquiera la mayoría. Lo que niega el revisionismo es que la mera afirmación del genocidio constituya por sí misma prueba suficiente de su existencia, lo cual es muy distinto. La autentica revisión histórica, la investigación sin "a prioris", se opone tanto al negacionismo como al afirmacionismo. En historia existe lo que se puede demostrar con pruebas documentales, y lo que no se puede demostrar simplemente no se toma en consideración pues de lo contrario la ciencia historiográfica volvería a la era del rumor y la leyenda. El cuestionar la fiabilidad de las pruebas o los métodos de análisis en los que se basa la afirmación de que la muerte de judíos bajo el III Reich se debió a un proyecto criminal concreto ¿supone negar el Holocausto o cuestionar su carácter?
De todas las cuestiones planteadas por el triunfo del materialismo biológico en la Alemania de los años 30 hasta el final de la segunda guerra mundial sin duda la llamada solución final, el exterminio sistemático y deliberado de los judíos europeos por parte de las autoridades nacionalsocialistas, es la que más pasiones suscita. El horror que en todo ser humano producen la tortura y el asesinato de inocentes ha hecho que los estudios sobre dicho tema se hayan abordado desde un punto de vista ético o moral más que estríctamente histórico. Ello ha creado incontables dificultades a los investigadores pues, con frecuencia, su labor se ha visto entorpecida y dificultada por la acción de la opinión pública y los poderes políticos para los cuales la soah, el holocausto, posee un valor escatológico y metarracional que no puede ser, no ya cuestionado, sino ni siquiera estudiado o analizado. Se considera un hecho ante el cual la única actitud es la contemplación y el silencio. No debería ser necesario, sin embargo, recordar a las personas que así piensan cuántas "realidades incuestionables" basadas en la mentira han sido semilla de odio y fanatismo a lo largo de la historia; p.e. que los cristianos practicaban canibalismo o sacrificaban recién nacidos, que los judíos asesinaban recién nacidos, que Juana de Arco tenía tratos con el demonio, etc.
Tras los enfoques emotivos de algunas víctimas de la brutal tragedia se alzaron las primeras denuncias de otras víctimas del nazismo como Paul Rassinier, militante antifascista francés de la resistencia y también ex-deportado en Buchenwald y en Dora, que consideraban que el sufrimiento concede derecho a lo que es justo y sólo a lo que es justo. La obra del Dr. Rassinier "El Drama de los judíos europeos" supuso un análisis crítico del "genocidio posible" a partir de datos estadísticos de los propios judíos (entre ellos los del Centro mundial de Documentación judía de Tel Aviv) sobre dicha población lo cual arrojaba una cifra de 1.485.292 judíos que con una corrección al alza del 40 % para incluir a los judíos no practicantes podía dar una cifra de 2.079.528 judíos, cifras que no concuerdan con los 6 millones. Pero es que además, si aceptáramos esta última cifra cotejada con las estadísticas judías, tendríamos que admitir que los judíos poseen la capacidad de duplicar su población cada 3 años.
A estos estudios vendrían a sumarse otros que abordarían cuestiones tales como la ausencia de garantías procesales en Nüremberg, lo cual fue un error para las potencias vencedoras pues si bien, a corto plazo, ello les permitía obtener unas sentencias espectaculares, desde el punto de vista histórico el rigor de las pruebas aportadas por la acusación se devaluaba considerablemente ya que a los acusados correspondía probar su inocencia. Es decir se partía de un "a priori" en contra de lo que es la práctica jurídica habitual.
Para llevar a cabo una empresa de tal magnitud son necesarias unas órdenes muy precisas. Unas órdenes generales que se traduzcan en órdenes particulares y todo ello debería de haber dejado algún rastro de tipo documental. Sin embargo en un sistema tan burocratizado como el nazi la impresión que pretende darse es que las cosas funcionaban de modo "oral". Es decir que las relaciones administrativas del III Reich se basaban en la "confianza" y que no se comprobaba ni la procedencia de las órdenes ni su cumplimiento. (La petición de confirmación de órdenes es necesaria para evitar la intoxicación enemiga, como se produjo durante la invasión de Francia y es el último recurso de un mando débil incapaz de oponerse a una decisión injusta como cuando Von Paulus solicitaba permiso para retirarse de Stalingrado. La solicitud de confirmación de órdenes desarticuló la operación Walkiria. ¿Pretende hacérsenos creer que en una cuestión como la de la operación Walkiria sí se producen peticiones de confirmación de órdenes y en una cuestión como la de la llamada solución final no se produce ninguna?)
Por otro lado, indudablemente, en los campos de concentración murieron cientos de miles de personas. Sin embargo, en cualquier juicio por asesinato (y el genocidio mientras no se demuestre lo contrario es un asesinato), sin pruebas forenses, sin autopsias, nadie se atreve a efectuar un dictamen sobre la causa de las muertes [2]. Teniendo en cuenta que, según Iván Lagaz, especialista en crematorios del tanatorio de Calgary (Canadá) que llevó a cabo un estudio sobre los crematorios de Auschwitz, Maidanek y Treblinka, cada cadáver necesitaba un mínimo de 2 horas para consumirse, y los hornos deben funcionar al 50 % por motivos de seguridad. Teniendo en cuenta que la capacidad de incineración al 100 % de los hornos de todos los campos de concentración durante el periodo de la solución final es de 430.600 personas, suponiendo que funcionaran al 100 % todo ese tiempo ello significaría que tendríamos 1.648.928 cadáveres sobre los que investigar o practicar al menos un estudio aleatorio. ¡Y no digamos si aceptamos la cifra de los 6 millones! La única posibilidad de justificar la imposibilidad de un estudio forense sería demostrar que los cadáveres judíos arden a mayor velocidad que los cadáveres del resto de las personas y que por tanto 2.079.528 cadáveres de judíos tienen la propiedad de consumirse a mayor velocidad que 2.079.528 cadáveres de no judíos.
De todas las cámaras de gas que se dijo que había en los campos de concentración alemanes la única que se exhibió en cinta fue la de Dachau, que no era sino la antesala de un crematorio. El hecho de que los campos de concentración en muchos casos fueran centros de producción de armamento suscitó dudas sobre que la finalidad de los mismos fuera compatible con un programa de genocidio [3]. De hecho la investigación actual, incluso la más conservadora, limita el número de campos de exterminio a siete: Riga, Treblinka, Sobibor, Maidanek, Bergen Belsen, Birkenau y Chelmo. Auschwitz finalmente ha sido excluido a raíz de las investigaciones de Germar Rudolf sobre análisis químico de las "cámaras de gas" y el nivel freático del campo, aunque para subsanar este "contratiempo" suele hablarse actualmente de Auschwitz-Birkenau.
El estado actual de nuestros conocimientos nos plantea por consiguiente algunas dudas. Si el programa de genocidio sólo se llevó a cabo en siete campos, o bien rebajamos las cifras, con lo que podríamos cuestionar que el gaseamiento obedeciera a un programa de genocidio y deberíamos plantear la posibilidad de que obedeciera a un programa de eutanasia, o bien si pretendemos seguir manteniendo la primera hipótesis deberemos confirmar las cifras con un estudio de los registros y archivos de dichos campos. Por el momento, a falta de más pruebas, los 40 archivos de Auschwitz que establecen los registros de los internos por nombre, nacimiento, último lugar de residencia y defunción sólo registran 68.000 defunciones, que no son pocas.
Sin embargo sabemos que la eutanasia no era una medida antijudía sino una ley de aplicación general para todos los alemanes, que además no habría podido ser aplicada dentro del contexto de la solución final debido a que por presiones de las iglesias tales medidas dejaron de aplicarse en agosto del 41. Lo cual nos lleva a plantear la posibilidad de que dichas muertes se deban a negligencia criminal y no a un asesinato premeditado, lo cual no cambia el juicio moral que podamos tener del nazismo pero sí el que teníamos de los vencedores y en este sentido constituye un importante motivo de reflexión que podría llevar a los investigadores e intelectuales a identificarse menos con el punto de vista de los aliados y a adoptar las necesarias cautelas que toda exégesis requiere.
La aplicación de la técnica del peritaje químico a los campos de exterminio "seguros" ha sido decepcionante. El problema del gaseamiento se plantea con los análisis químicos por la siguiente razón. El Zyclón B es gas hidrocianídrico. Si realmente se hubiera aplicado éste donde se dice que se aplicó, debería haber dejado una impronta azul en las paredes y hallaríamos restos del mismo en el interior del mortero incluso aunque se hubiesen limpiado las paredes. Sin embargo los resultados de las llamadas cámaras de la muerte son negativos. El gas hidrocianídrico tiene capacidad para penetrar el cemento de las juntas de los ladrillos traspasando la totalidad del muro. La única forma de borrar esta prueba hubiera sido derribar los muros de las cámaras y construir otros nuevos. Extremo que debería haber sido alegado tanto por los testigos de la acusación que sobrevivieron a los campos como por los nazis (Niemoeller, Gernstein, Hotl, y Höess) que decidieron autoinculparse. La pregunta es la siguiente: ¿cómo consiguieron los aliados que los acusados confesaran que en el lugar de los hechos, las llamadas cámaras de gas, se habían llevado a cabo unos hechos que se ha probado son químicamente indemostrables? [4]
Según el historiador judío-francés Pierre Vidal Naquet "Los estudios realizados por químicos de diversos países y distintos orígenes ideológicos son de suma importancia y todos ellos son de hecho "negacionistas" y añade: "Sería un grave error poner mala cara a una conquista científica como el hecho de que a las cifras de un testimonio tan importante se les debe aplicar un coeficiente de división por cuatro (6 dividido entre 4). Al renunciar a las cifras falsas no se atenúa el crimen de los nazis. El problema del número de las cifras no es esencial.".
Sin embargo al cuestionar el "arma del crimen", el principal argumento de la acusación, no se trata ya de una cuestión de cifras sino del concepto mismo de genocidio. Si un solo judío hubiese sido asesinado por el hecho de serlo con el propósito de destruir al pueblo judío como tal, estaríamos evidentemente ante un hecho genocida. Ahora bien la única forma de mantener tal teoría es establecer que el hambre y el tifus al ser consecuencia de la política alemana convierten a ésta en responsable deliberada de tales muertes. Si admitiéramos dicho punto de vista, ¿cómo deberíamos calificar las muertes de personal civil y militar de los países del Eje en campos de concentración aliados por causas análogas?
Por otro lado tampoco se explica el lenguaje empleado por las autoridades nacionalsocialistas para referirse al problema judío. La postura que sostiene la tesis del genocidio intenta explicar el empleo de un lenguaje y una terminología en el llamado documento Wansee (sin fecha ni firma ni sellos) debido al pudor "religioso" de los nazis ante un hecho tan bárbaro, cuando lo cierto es que a la hora de adoptar decisiones criminales contra la población civil que apoyaba a los partisanos los nazis no parecen mostrar ese pretendido pudor. ¿Qué pudor experimenta Himmler, por ejemplo, por las órdenes criminales que reconoce haber dado en sus discursos de los días 4 y 6 de octubre de 1943 referentes al exterminio de las mujeres y los hijos de los partisanos, para evitar que crezcan en el odio contra Alemania? (sic). Pero estas órdenes, al menos, tienen base documental. Las órdenes son claras y taxativas también a la hora de ordenar represalias o fusilamientos de rehenes. (Práctica que por lo demás es común a todos los ejércitos de la época simplemente con remitirnos a los manuales de guerra aliados tal y como inútilmente denunció la defensa en Núremberg). Probablemente debamos admitir que los nazis eran muy poco nazis si el asesinato de un judío les daba más vergüenza que el de un gentil o un ario.
En cuanto al contenido del "documento", si alguien tiene interés en consultarlo se refiere al traslado de población al este lo cual tiene sentido si pensamos que los campos eran centros de producción de armamento y se buscaba alejarlos del radio de acción de la aviación aliada. Mediante este procedimiento los jueces de Nüremberg dieron un paso más allá de lo lícito a la ciencia jurídica juzgando hechos a partir de intenciones atribuidas a los acusados sin base empírica que las fundamenten. Sólo así tiene sentido unas traducciones tan "libres" de los términos: endlösung, gemsamtlösung, zurückdrängun, ausschaltung y ausrotung como exterminio cuando en alemán dicho concepto se expresa por medio de la palabra verninchtung [5]. Para encontrar un precedente de tales técnicas jurídicas debemos retrotraernos a alguna de las páginas más negras de la Inquisición.
Pero en fin, asumiendo, a pesar de todo, los criterios metodológicos sostenidos por la tesis favorable a la hipótesis del genocidio creo que el debate académico no tendrá problemas en aplicar dichos criterios al trato aliado a los prisioneros del Eje, puesto que si aplicáramos un criterio diferente estaríamos negando validez universal a los criterios antes mencionados y ello implicaría reconocer que no estamos obrando de forma científica, sino con arreglo a algún otro criterio que se nos escapa. Pero al asumir la tesis tradicional, pues el Parlamento al parecer tiene capacidad para pronunciarse sobre cuestiones de índole académica, para ser coherentes debemos dar por válido el análisis de James Bacque. Lo cual vistas las cosas no resultaría sorprendente que condujera nuevas modificaciones legislativas de nuestro código penal [6].
Hasta hace poco las fuentes históricas apenas ofrecían posibilidad para los investigadores de trabajar sobre otro tipo documentación distinta de la prensa. Ello ha hecho que declaraciones de líderes políticos y militares occidentales fueran aceptadas sin contrastar con documentos oficiales limitando considerablemente nuestras posibilidades. Sin embargo la desclasificación de parte de la documentación aliada con la apertura de archivos de 1980, completada con la desclasificación de los archivos soviéticos en 1990, nos está obligando a modificar algunas ideas que veníamos manejando al respecto.
El final de la segunda guerra mundial ha sido presentado como un final feliz en el que con el triunfo de la causa de la democracia y los derechos humanos sobre la tiranía fascista, tras un breve período, gracias a la ayuda del Plan Marshall, vencedores y vencidos se reconciliaron poniéndose las bases de una Europa unida sin resquemores ni venganzas. Sin embargo, pese a lo atrayente y lo idílico del panorama, desgraciadamente, a la vista de la documentación desclasificada, no siempre se corresponde con la realidad.
El plan Morgenthau, que preveía la desmembración, desindustrialización y ruralización de Alemania, parecía apuntar en otra dirección. Según Henry Morgenthau su objetivo era el siguiente: "Quiero que se desmantele el Rhur...Sé que mi plan dejará sin trabajo de 18 a 20 millones de alemanes... Mi plan tendrá una enorme influencia sobre Inglaterra y Bélgica y debería garantizar para los próximos 20 años su bienestar económico pues el Rhur ha sido su principal competidor en el carbón y el acero. De esta manera prestaremos un gran servicio a la economía inglesa". De este modo la guerra contra el fascismo se instrumentalizaba al servicio de ciertos intereses que poco tienen que ver con la causa de la democracia o los derechos humanos, y, sus consecuencias iban a repercutir sobre todos, fueran o no fascistas.
Declaraciones de este tipo y aun otras más duras fueron vertidas por influyentes personajes de la vida política y económica de los países aliados, que no tardaron en llegar a la prensa alemana. La propaganda evidentemente era nazi pero las declaraciones y la existencia de tales planes eran reales y no fue tanto la oposición de la bondadosa opinión pública angloamericana al plan cuanto el informe del general Donovan del O.S.S. (servicios secretos) sobre el hecho de que la filtración de dicho plan por los nazis a la prensa había unido incluso a los opositores al nazismo en contra los aliados lo que llevó a aparcarlo, al menos oficialmente. Así que se decidió rechazar públicamente el plan, pero aplicarlo en la medida de lo posible. Y el alcance de esa "medida de lo posible", la instrucción JCS-1067, según James Bacque, al parecer fue considerable:
Los prisioneros alemanes fueron sometidos a trabajos forzados para reconstruir Europa, Estados Unidos y las colonias. A parte de ellos se les dejó morir deliberadamente de hambre mientras se quemaba comida en buenas condiciones o se hundía ésta en el mar y, bajo la autoridad de Eisenhower, se castigaba con pena de muerte el alimentar a los presos, siendo fusiladas algunas adolescentes que intentaban alimentar a sus hermanos.
Las escuelas y universidades fueron cerradas, las radios y los periódicos clausurados y cuando se volvieron a abrir fueron sometidos a censura militar. La cruz roja alemana y el servicio postal suprimidos. El carbón, las patentes industriales, la madera y las reservas de oro requisadas. Las fábricas destruidas, incluso las que no tenían finalidad bélica.
La Alemania de preguerra tenía un 80 % de autosuficiencia alimentaria. Los aliados expulsaron a los agricultores alemanes del 24 % de la superficie cultivable alemana al mismo tiempo que prohibían el uso de fertilizantes. El número de alemanes muertos bajo la ocupación aliada por hambre fue superior al número de alemanes muertos en toda la segunda guerra mundial en todos los frentes y en la retaguardia. ¿Cual fue la causa de esta hambre? Según la explicación tradicional, la barbarie nazi que habría provocado la guerra y los vengativos bolcheviques. Sin embargo las excavaciones realizadas en 1996 en Lambach, Austria, arrojan nuevas dudas al respecto. En ellas se encontró una fosa común que, en principio, se atribuyó a víctimas judías del nazismo, no obstante la investigación forense confirmó que las víctimas eran alemanas, lo que coincidía con el hecho de que el lugar fue en 1945 un campo de concentración americano. Con posterioridad han surgido otras en Bromberg, Erfurt, Reinberg, etc.
Por otro lado el estudio de las estadísticas aliadas plantea algunos interrogantes.
Según el gobernador militar norteamericano Lucius Clay, la mortalidad de Alemania en noviembre del 46 era del 12 %al año sólo ligeramente superior a la del 11,9 % del año 39 en el que el impacto de la guerra apenas es apreciable ya que estalló a finales del mismo. Sin embargo el informe secreto del oficial médico de Clay habla del 21,5 %. Es de señalar que los primeros años de la posguerra fueron particularmente duros debido al tifus, la gripe, el cólera, la tuberculosis, la falta de calefacción, de vivienda, etc. Por otro lado si añadimos los nacimientos e inmigración de las estadísticas oficiales observamos lo siguiente:
5 millones de nacimientos
8,3 millones de inmigrantes expulsados
4,8 millones de prisioneros (cifras de Proodfoot)
Ello hace un total de 78,5 millones de personas. Sin embargo en el censo de Septiembre de 1950 sólo encontramos 68,8 millones. Es decir tenemos 5,25 millones de "desaparecidos". 5,7 si tomamos como punto de partida las cifras de la ONU. ¿Dónde fueron?
La explicación clásica es que los soviéticos los hicieron desaparecer en el Gulag. Sin embargo, la desclasificación de los archivos del KGB no parece corroborar esa teoría. Los rusos en su propaganda sobrevaloraron los prisioneros japoneses en manos occidentales; no obstante, en lo que se refiere a Europa los archivos de sus campos de concentración demuestran que sólo tenían 890.000 alemanes porque estos prefirieron rendirse a los aliados creyendo que recibirían mejor trato. Por tanto se justifican 890.000, quedando 4,36 millones que nos vemos obligados a buscar en otra parte. Es curioso observar cómo a finales de los años 60 en pleno desarrollo industrial y económico la mortalidad alemana, según fuentes del gobierno federal era del 12,2 %%, es decir, superior al año 47 con el tifus, la gripe, el cólera, la tuberculosis, el hambre, el frío y los desplazados. Según James Bacque hay que ser muy generosos, por decirlo de forma educada, para creer tales cifras.
Una explicación podría ser que perecieron de forma natural por las desastrosas consecuencias de la guerra provocada por el nazismo. Para que estas muertes puedan ser consideradas "accidentales" hay que demostrar que no era posible obrar de otro modo. Para tener un punto de referencia podemos observar que las raciones holandesas bajo la ocupación nazi, hacia 1943, eran de 1775 calorías por persona y día mientras en Alemania eran de 1550 calorías por persona y día en esos mismos momentos. Es cierto que en 1944 se redujo, pero no como consecuencia de una política contra la población civil sino por necesidades de la guerra. Si consideramos que los granjeros fueron expulsados del 24 % de la superficie agrícola útil de un país antes autosuficiente en un 80 %; si consideramos que cerca de 6 millones de alemanes se encontraban prisioneros sometidos a trabajos forzados al servicio de los vencedores y no podían aportar su esfuerzo a sus familias; si consideramos que la industria alemana había sido destruida privando al país del recurso al comercio para obtener alimentos es de suponer que ello se debía a que los aliados podían y estaban dispuestos a hacerse cargo del mantenimiento de los alemanes.
Pero si el hambre alemana es fruto de la fatalidad de la guerra, ¿qué sentido tiene la prohibición del gobierno militar aliado a la comunidad menonita canadiense y a los cuáqueros americanos para enviar alimentos a sus correligionarios alemanes? ¿Qué sentido tiene la orden del general Eisenhower de prohibir a los civiles alemanes entregar comida a los prisioneros bajo pena de muerte? ¿Qué sentido tiene prohibir pescar a la población? ¿Qué sentido tiene la destrucción de stocks de alimentos en buen estado?
Por último, según fuentes de la Oficina americana para el comercio agrícola internacional la producción agrícola mundial había alcanzado el 90 % de los niveles de preguerra. Las cosechas en Europa fueron particularmente buenas de acuerdo con el informe de la ONU de diciembre de 1946. El trigo y el centeno habían alcanzado el 80 % de la producción normal, la remolacha el 66 % de los niveles de preguerra. Por otro lado los Estados Unidos y Canadá tenían excedentes disponibles según Robert Paterson.
La ración británica era de 2.900 calorías/ persona y día.
La ración americana era de 3.300 calorías/ persona y día.
El control de los mares y los espacios aéreos por parte angloamericana no deja lugar a dudas sobre la infraestructura disponible para hacer llegar esa comida a su destino. La única explicación es que se trató de un ajuste de cuentas a expensas de quien está indefenso, del mismo estilo que se produjo cuando tras la primera guerra mundial se prolongó por iniciativa del entonces primer Lord del Almirantazgo Sir W.Churchil el bloqueo naval tras la firma de los tratados de paz durante 8 meses causando la muerte de un millón de alemanes.
El hambre de 1947 coincidiendo con buenas cosechas fue en parte debida al hundimiento industrial de Europa que, al hacer caer los precios, provocó que los agricultores retirasen sus productos del mercado. Debemos tener en cuenta que el mínimo biológico necesario para mantener vivo a un ser humano son 1.500 calorías/persona y día. La pregunta ya contestada sobre cuál era la capacidad aliada para alimentar a Alemania debe dejar paso a otras cuestiones.
Los informes de Murfy del año 47, en calidad de asesor político del gobierno militar aliado en Europa, pronosticaban que las muertes excederían los nacimientos en Alemania en 2 millones en los siguientes tres años, lo cual supone una mortalidad del 24%. ¿Cómo explicar tales "pronósticos" con los datos que tenemos, a no ser que no se trate de pronósticos y debamos de hablar de previsiones? Según James Bacque, si añadimos a los civiles muertos por el hambre 5,7, los expulsados por la limpieza étnica del este y los prisioneros muertos en los campos de concentración conceptuados eufemísticamente como "Otras pérdidas" la cifra total de muertos oscila entre los 9,3 y los 13,7 millones de muertos.
A los prisioneros debilitados por la falta de alimentos se les enviaba a las llamadas "unidades hospitalarias", donde no recibían ningún tratamiento y así se ocultaban las muertes. Nadie volvía de los "hospitales". Con una ración de 1.390 calorías por persona y día se obtiene una mortalidad de un 0,6 % a la semana, un 2,6 % de la población al mes y un 32 % al año. El plan Morgenthau fue "oficialmente" abandonado para conseguir desmovilizar a la resistencia alemana; sin embargo las raciones cayeron progresivamente de forma sospechosa. De 1.500 (el mínimo vital) a 1.300, a 1.000, a 900, y en la zona francesa bastante menos. Los efectos de esta política fueron devastadores; la mortalidad infantil en Berlín en 1945 fue del 100 %. La mortalidad por inanición en Landau (Renania) era del 39 % en 1946. En Hamburgo bajo ocupación británica murieron 100.000 personas de inanición. En Viena en 1946 era entre el 27 y el 35 %
Para finalizar no debería ser nuestra misión valorar los acontecimientos históricos aunque algunos dediquen más tiempo a la valoración que al análisis, sin embargo como no parece ser ésta la óptica de ciertos manuales escolares, no estaría de más recordar que el genocidio es el asesinato deliberado de una población por motivos de raza, lengua o religión, sean las víctimas del mismo judíos turcos, o... alemanes. Es decir, por pertenecer a ese grupo nacional con independencia de una culpa personal por un hecho concreto que pueda calificarse de punible. Que el arma del crimen sea la cámara de gas o sea el hambre provocada es completamente indiferente. Asimismo sería interesante que un debate académico arrojara luz sobre estas cuestiones.
El limitar el alcance de la persecución judía bajo el III Reich a niveles parecidos a los de la persecución comunista o católica, lejos de constituir una apología del nazismo constituye una denuncia de la manipulación del antinazismo que pretende convencernos de que los nazis fueron más buenos o, más malos, con unos que con otros. Desgraciadamente el debate académico hoy por hoy es imposible, pues para que exista el debate es necesario que haya libertad e igualdad de condiciones para todas las partes y eso no se da. Y no por falta de voluntad de las escuelas revisionistas sino por la negativa de los medios académicos oficiales a "rebajarse" a entrar en dicho debate, sin que al parecer se sientan muy incómodos con el hecho de que sus posturas hayan de ser defendidas por la vía penal. Tal vez tengan otros argumentos pero por el momento no podemos saberlo. Y si la justicia sobre las cosas depende, en última instancia, de la verdad sobre las cosas, no debería ser tanto interés de los historiadores revisionistas el exponer públicamente estas dudas para llegar al fondo del problema cuanto de la propia sociedad en que la justicia de su causa no quede empañada por lo que en su nombre hubieran podido hacer determinadas personas.
Conclusiones:
Sería demasiado sencillo detenernos en este momento, dándonos por satisfechos con un recorrido por los puntos oscuros de este tema. Sin embargo, nos habríamos dejado en el tintero la pregunta más importante: ¿por qué? No se trata de un mero ajuste de cuentas entre unas víctimas despechadas y unos aventureros de la política de los años 30. Si sólo fuera eso, muerto el perro se acabó la rabia. Nadie se toma tanto interés en consagrar en la conciencia colectiva, en las escuelas e incluso en las leyes penales la indudabilidad de un hecho histórico, como si a alguien le fuera la vida en el empeño. Hay historiadores que creen que Napoleón fue envenenado por los ingleses e historiadores que creen que el gran corso murió por causas naturales y a nadie normal se le ocurre llamar negacionista a quien sostiene la postura favorable a la inocencia inglesa. En todo caso se trata de cuestiones discutibles, tan legítimas o tan criticables las unas como las otras y, en última instancia, si realmente tuviéramos interés por la cuestión recurriríamos a un medico forense especialista en toxicología y a nadie se le ocurriría considerar que quien sostiene la muerte del emperador por causas naturales estuviera "mancillando" su memoria. Las palabras, como las armas, las carga el diablo y no es inocente escoger unas en vez de otras. El término Holocausto o Soah en hebreo, como sacrificio del inocente, tiene un sentido religioso muy fuerte y, tal vez, en ese significado religioso esté la clave de todo este problema.
En el estudio del Holocausto lo llamativo es el consenso de los historiadores, consenso entre interpretaciones contrapuestas. Existe consenso, tal vez, no tanto por el hecho en sí como por las posibilidades filosóficas y teológicas que plantea el Holocausto, tanto a creyentes como a no creyentes. Veamos algunas de ellas. Si abordamos una obra de teología fundamental como "La Historia de Jesucristo" del P. Bruckberger O.P. conservamos el siguiente planteamiento: "Nos creemos demasiado evolucionados, demasiado racionales, demasiado astutos para ser idólatras. Afirmamos no adorar a nada ni a nadie. Por el contrario pienso que la puesta en escena ha cambiado de decoración, pero continúa la payasada sacrílega. La empresa de deshonrar a la humanidad y, en especial a la imagen de Dios en el hombre, nunca se ha impulsado con tanta insolencia. No somos nosotros quienes tenemos derecho a reprochar a la Antigüedad las hecatombes inútiles y monstruosas. ¿A qué Moloc, a qué Astarté, a que Baal hemos inmolado todas esas juventudes desde comienzo de siglo? ¿Quizá a nada?... Eichmann no era más que el sacristán del Infierno...Los desgraciados judíos que fueron sus víctimas elegidas podían leer su nombre en sus libros santos: toda la historia de su pueblo es la historia de una guerra con Satanás. No digo que Eichmann sea una prueba irrefutable de la existencia del diablo, pero sé que su mediocre personalidad está en infinita desproporción con la fastuosa puesta en escena de atrocidades de las que él fue un instrumento, si no lúcido al menos sí dócil... Satanás siempre se ha interesado por Israel. Durante milenios fue el único pueblo en el mundo en que la idolatría nunca pudo triunfar del todo. Israel era la cabeza de puente que el diablo no pudo conquistar nunca, la playa mística donde debía desembarcar el héroe de Dios." [7].
Es decir el Holocausto, de cuya realidad nadie duda, sería una prueba en negativo de la existencia de Dios. Distinguiendo, como muy bien hacen los escolásticos, entre voluntad positiva y voluntad permisiva de Dios. Dios, que escribe recto con renglones torcidos, habría "permitido" que el hombre en su infidelidad conociera el rostro de una libertad que negando a Dios niega al prójimo y, por tanto, al hombre. Esta interpretación que es absolutamente correcta y ortodoxa no debe nada, o no debería deber nada, a la realidad del Holocausto y por otro lado es demasiado ingenuo o generoso creer que la fe depende de prodigios sobrenaturales. Jesucristo advierte en la parábola de Lázaro y Epulón que si el espíritu humano no está dispuesto a la gracia no creerá ni aunque resucite un muerto. Huelga decir mucho menos porque un solo hecho humano sea capaz de mostrar todo el pecado del hombre. Pero es que si creemos que un solo hecho humano es capaz de mostrar toda la maldad del hombre no obramos de modo muy diferente de los fariseos que dan gracias a Dios "por no ser como los demás." Y tal vez el quid de la cuestión esté ahí porque según Jesucristo "mi Padre podría suscitar hijos de Abraham de las piedras". Y quien dice de las piedras dice de los gentiles. Ahí es donde la parábola del Hijo pródigo alcanza su significado, porque el Hijo mayor que siempre ha estado con el Padre es el pueblo judío y el Hijo perdido es el gentil. El pueblo judío odia al cristianismo por celos, no reconoce al hermano pero es que además no reconoce que Jesucristo sea el Isaac de la Historia. El Padre Bruckberger cuyo libro, dicho sea de paso es excelente, sin embargo no tiene en cuenta que para el judaísmo si el linaje de David se extingue con el sacrificio de Jesucristo, Yahvé le estaría arrebatando a la casa de David, a la realeza de Israel, la promesa hecha a Abraham "tu linaje será como las estrellas del cielo y como las arenas del mar." Dios no estaría cumpliendo su palabra [8], o al menos no tal y como esperaba el judaísmo. Porque no olvidemos que, por más que se diga, no existe una cosa tal como el judeocristianismo; existe sólo el judaísmo y el cristianismo. Y el cristianismo se reconoce judío hasta un minuto antes del nacimiento de Jesucristo en quien se consuman las promesas hechas por Dios al hombre en Gen. 3-15. Esto significa desconocer tanto la polémica teológica con el judaísmo como las interpretaciones anticristianas. Empezaré por las segundas porque creo que son las menos importantes. Si abordamos la obra del principal estudioso del Holocausto Raul Hilberg [9], veremos que no se trata sólo de un mero estudio académico sobre un acto criminal de los nazis sino que va un poco más allá al calificar al cristianismo como la principal fuerza motora del antisemitismo "que condujo al Holocausto".
Según el teólogo judío Amós Filkenstein "El reconocimiento de que Dios o el teísmo ético murió en Auschwitz porque Auschwitz desafía todo sentido se nos dice que nos llama para un cambio radical de las premisas fundamentales" [10].
Según el teólogo protestante Robert McAffe Brown "Es la crisis de creencia a la que nos fuerza el Holocausto. Porque ¿Quién, sea cristiano o judío, puede creer en un Dios en cuyo mundo tengan lugar tales cosas? El misterio perenne del mal, la fuente de nuestra mayor vulnerabilidad como creyentes alcanza su expresión única en el Holocausto. Ninguna teodicea puede abarcar este acontecimiento hasta que se cierren las heridas, hasta que sanen las cicatrices. Ello impide la fe sencilla en Dios o en la Humanidad. Ambos están emplazados a juicio y el veredicto o absolución no puede pronunciarse a la ligera, si es que pudiera, por ninguna posibilidad" [11].
Según Elie Wiessel "el cristianismo sincero sabe que lo que murió en Auschwitz no fue el pueblo judío sino el cristianismo" [12]. Según Harry James Cargas, teólogo católico, "El Holocausto en mi opinión, es la mayor tragedia para los cristianos desde la crucifixión. En el primer caso murió Jesús, en el segundo caso puede decirse que el cristianismo habría muerto" [13]. Ambos argumentos apuntan en la misma dirección: es imposible que una religión inspirada por Dios sea responsable de algo tan horrendo como el Holocausto, pero el Holocausto sucedió y la cristiandad lo inspiró y tiene una gran responsabilidad en el mismo.
El Dr. John Warwick Montogomery, teólogo luterano, en Christian News, en relación con las pilas de cuerpos encontrados en algunos campos de concentración al final de la segunda guerra mundial declaró; "es inmoral discutir que estas gentes (los judíos) no fueron victimas de un programa de exterminio, sino de enfermedad y malnutrición producida por el colapso total de Alemania" [14]. Según el cardenal Cormac Murphy O’Connor de la archidiócesis católica de Westminster "la negación del Holocausto es equivalente a un sacrilegio" [15].
Algo así podría decirse de la visita de Juan Pablo II a Auschwitz. Si los cristianos o el cristianismo no tienen responsabilidad en el Holocausto ¿por qué pidió perdón? Tal vez sea una opinión un poco personal, pero me inclino a creer que los cristianos pecamos un poco de ingenuos sobre todo si alguien usa el argumento emocional. ¿Quién va a ser tan malvado para no horrorizarse ante el asesinato de un inocente? Porque el problema es que todas estas opiniones están muy bien, pero ya advertía Jaime Balmes que por muy cómodo que parezca resultar un argumento, cuando un argumento sirve para justificar una cosa y su contraria a la vez nos encontramos ante un sofisma. ¿Es posible que el Holocausto pueda significar, a la vez, la muerte de Dios y una señal de Dios? Pues eso es lo que parece.
En primer lugar no se ha caído en la cuenta de la actitud de la intelectualidad judía ante este hecho. Si hojeamos la obra de Don Hedsheimer "El Primer Holocausto", tenemos una rápida panorámica de noticias que denuncian el exterminio de judíos por el hecho de serlo. Veamos las fechas; New York Times 11 de junio de 1900, p. 7; NYT 14 de junio de 1915, p. 3.; NYT 22 de mayo de 1916 p. 11; NYT, 10 de agosto de 1917, Titular: "Los alemanes dejan morir de hambre a mujeres y niños", y pp. 7 a 21; NYT. 3 de marzo de 1919; NYT 29 de septiembre de 1919; NYT 26 de octubre de 1919; NYT 3 de diciembre de 1919; NYT 3 de diciembre de 1919, p. 24. No se trata de una lista exhaustiva ni mucho menos, pero conviene retener el dato de que la acusación de exterminar judíos por el hecho de serlo se remonta a una época en la que Hitler era un completo don nadie y cuando el proyecto de colonización judía de Palestina ya se estaba poniendo en marcha. En esos momentos el sionismo estaba más amenazado por la asimilación que por el antisemitismo. Además, la acusación de odio a los judíos por el hecho de serlo no es un producto del momento sino una constante que ha permitido sobrevivir al judaísmo a lo largo de los siglos. En la tradición judía se considera a los judíos que han perdido la conciencia de ser judíos como tinok shenishba, niños raptados, a los que está reservado el papel de príncipes o profetas como Moisés. La idea del Holocausto está vinculada en la mente del pueblo judío sobre todo con el sacrificio de Isaac y retumba en la conciencia judía en todas las épocas de crisis. Es decir, en épocas de crisis religiosas como la provocada por el fenómeno de la secularización a principios del siglo XX. En el Talmud se informa de que los romanos al derribar la fortaleza de Bethar en el 135 a.C. asesinaron a 40 millones de judíos. Los romanos enrollaban a los niños y los lanzaban a las llamas. Veinte siglos después la misma acusación será lanzada contra los alemanes. Y ¿qué entiende el sionismo por exterminio? Pues, como todo nacionalismo, básicamente la asimilación. El judaísmo a principios de siglo estaba más amenazado por la asimilación que por el antisemitismo. ¿Y qué eran los apostatas sino unos traidores a su pueblo? ¿Cómo frenar la apostasía? La obra de Anthony Sutton "Wall Street and the Rise of Hitler" hace un interesante estudio de los apoyos financieros de Hitler entre los que destaca la familia Warburg, judío-germano-americanos comprometidos con la colonización de Palestina. Ello no les impidió aportar fuertes sumas al Partido Nazi a través del Mendelshon Bank de Amsterdam actuando como testaferro [16]. Claro que con este tipo de información no resulta extraño lo bien informada que estaba la prensa judía en Estados Unidos, pero incluso eso tiene un valor anecdótico. Lo realmente importante del Holocausto es la interpretación teológica final en la que se juega todo. Probablemente la interpretación más interesante del judaísmo respecto del "Holocausto" sea la que se relaciona con Raíz, acrónimo de Rabí Plomo Ven Isaac del siglos XIII, que según algunos autores es el primero en ofrecer una respuesta coherente a la polémica entre cristianismo y judaísmo [17]. Los cristianos interpretaban el IV Cántico del Siervo de Yahvé, Is. 53, "Despreciado, deshecho de los hombres, varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos, ante quien se vuelve el rostro.... como cordero llevado al matadero", etc.. como una premonición del sacrificio de Jesucristo [18], porque este canto parece anunciar la crucifixión. Tanto es así que el judaísmo postcristiano acabó silenciando este cántico por las implicaciones que tenía. Sin embargo, frente a esta interpretación Razí considera que el sujeto al que se está refiriendo el Canto no es Jesucristo sino Israel tomado en sentido colectivo. En el siglo XIII, no está mal. Israel es el Isaac de la Historia. Sin embargo la idea podría ser más antigua pues esta interpretación ya es dada por Orígenes refiriéndose a algunos judíos de su época [19], interpretación que según el teólogo protestante Joachim Jeremías se remonta al judaísmo helenizante [20], es decir el de Alejandría posterior a la época de Jesucristo. En este sentido el Holocausto viene a ser algo así como la confirmación de la interpretación de Razí de Is 53 frente a la interpretación cristiana.
El problema es el siguiente: suponiendo que el genocidio sea el Holocausto del que habla Isaías, es evidente que Hitler es el cuchillo pero, ¿quién es el Abraham del cántico de la Aqquedah? [21] ¿O acaso es Caín imaginándo ser... Abraham? La teología rabínica podrá quedarse muy tranquila con semejante interpretación, pero dicha interpretación no resulta satisfactoria en absoluto ni siquiera para un judío. Podrá hacer temblar a un cristiano acomplejado pero no da respuesta al autentico interrogante sobre el sentido de la Encarnación. Cuando en una relación una de las dos partes rompe un pacto, o un acuerdo, la responsabilidad de restaurar el pacto es de aquel que lo ha violado. Lo que sucede es que en el caso de la relación del hombre con Dios, la naturaleza de la ruptura, el pecado original, era demasiado grande para que el hombre estuviera en condiciones de reparar su culpa y ése es el sentido del hecho de la Encarnación. Un hombre que mediante un acto de obediencia semejante a la desobediencia primera restaura el vínculo entre Dios y los hombres. Ningún hombre ni ninguna colectividad humana está en condiciones de igualar al sacrificio de Jesucristo; si lo pretende es un anticristo. Y con la teología del Holocausto el pueblo judío se esta forjando un nuevo becerro de oro. Se ha cansado de esperar y se ha escogido como ídolo de sí mismo. Lo cual pone de manifiesto que, lejos de ser los custodios de la promesa, la han perdido, no porque nadie se la haya arrebatado, sino porque el pueblo judío ha renunciado consciente y voluntariamente a ella. Cayendo en el mismo pecado que el demonio en su pretensión de hacerse adorar. Y ése es el fondo de la cuestión.
El presente artículo no pretende más que ser una exposición del punto de vista de la escuela historiográfica revisionista, sin cuernos ni rabo, tan buena o tan criticable como cualquier otra. La obligación del historiador, como ser humano, es no dejarse ofuscar por las voces de su tiempo y denunciar la instrumentalización que de los Derechos Humanos se está haciendo, como en su día se instrumentalizó la Patria. Hoy se invocan los Derechos Humanos para negar el derecho a la libertad de opinión, a la investigación científica y al derecho a la defensa en relación a un hecho concreto. Si hoy cedemos en este punto concreto pronto deberemos ceder, cada vez más, en relación a más cosas, pues quien cede una vez cede siempre. Los Derechos Humanos de las víctimas del "genocidio", como las de cualquier crimen, se defienden mediante la verdad porque si no es así alguien podría pensar que o bien las "victimas" no lo son tanto, o que incluso las" víctimas" no lo son en absoluto. Los juristas lo llamarían los frutos del árbol envenenado.
La difamación pública, la pérdida de la libertad, la pérdida de la propiedad, la privación de los derechos civiles y la esterilización o el aborto forzados ya constituyen de por sí crímenes contra la humanidad. Pero la dignidad de las víctimas no se ve respaldada cuando su defensa se hace sobre castillos de arena; es más, quien recurre a tales procedimientos hipoteca su credibilidad en el futuro.
El caso reciente de monseñor Williamson, de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, vuelve a poner de actualidad este tema con el linchamiento publico a que se somete al citado obispo. Monseñor Fellay tiene razón en que no es propio de la teología definirse sobre cuestiones de indole científico o histórico. Lo que no está tan claro es si las interpretaciones históricas que invaden el terreno de la filosofía de la historia y de la teología pueden ignorar la doctrina de la Iglesia que enseña que "todo aquel que se dice Cristo en lugar de Cristo es un anti-Cristo" Y si ésa es la pretensión de la teología judía desde los tiempos de Razí, e incluso antes, los cristianos ni nos callamos en el siglo I ni nos vamos a callar ahora. Posiblemente las declaraciones de monseñor Williamson hayan sido inoportunas pero no resultan inapropiadas. La diplomacia occidental ha hipotecado su credibilidad apostando por una esperanza mesiánica que, además, no es la suya y, al hacerlo ha contraído una grave deuda moral con sus propios pueblos a los que envía a la guerra.
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Para más información, buscar:
- "The destruction of the European Jews", de Raul Hilberg (Contrástese la edición de 1961 con la de 1986 y con " El drama de los judíos europeos").
- "El drama de los judíos europeos" de Paul Rassinier. Barcelona 1976.
- "The Holocaust industry", de Norman G. Filkenstein. Londres 2000.
- "Les Mythes fondateurs de la politique israelienne" de Roger Garaudy, Paris 1996 (Existe en internet versión en español).
- "Crimes and Mercies ", de James Bacque editado por Warner Books, London, 1998 y por Little, Brown & Company/ 1997 Lancaster Place, London WC2E 7EN.
Para lo relativo a la técnica jurídica empleada en Nüremberg, aunque no agota el tema, es interesante el libro "Crímenes de Guerra", de José A. Llorrens Borrás, Ed. Acervo, Barcelona 1958. Es posible que más de uno se lleve alguna sorpresa.
Direcciones y correos
Hay varias webs revisionistas pero creo que desde C.O.D.O.H. se tiene acceso a todas.
- http://www.codoh.com/campus/campus.html Nota: Se observa que este link por razones técnicas ha dejado de ser operativo hasta que su webmaster solucione los problemas que tiene. Algunos más por si acaso:
- http://vho.org Página de Germar Rudolf. Desgraciadamente su autor disfruta de la hospitalidad de las cárceles alemanas por escribir el Informe Rudolf, llevado a cabo a instancias de la defensa de Hajo Hermann, sin embargo aún puede descargarse en inglés de este sitio.
- http://www.ihr.org Institute for Historical Review
- http://www.fpp.co.uk Página de David Irving
- http://aaarg.vho.org/espa/solavaya/index.html Revisionismo en español (con acceso al archivo Faurisson)
[1] West Germany’s Holocaust payoff to Israel and World Jewry http://www.ihr.org/jhr/v08/v08p243_Weber.html Pág. 4
[2] ¿Hubo investigación forense en los procesos de Nüremberg? Debemos responder afirmativamente. Concretamente en el proceso de Auschwitz de 1946, el Instituto de Investigación Forense de Cracovia (I.E.S.) llevó a cabo una serie de estudios sobre Auschwitz. Estudios cuya autoridad nunca ha sido cuestionada pese a que las garantías de investigación independiente en las llamadas Democracias del Pueblo siempre han sido limitadas, como ya se tuvo ocasión de comprobar durante el asunto de las fosas de Katyn. ¿Por qué excluyeron los analistas del Instituto de Cracovia el azul prusia de las cámaras de desinfección de su objeto de análisis alegando a priori que se trataba de pintura?¿Cómo es posible una diferencia tan grande entre los restos de ciclón B de las presuntas cámaras de ejecución? ¿Por qué el nivel de ciclón B de las primeras es prácticamente 0, concretamente 0,6 mg./kg, y el de las segundas oscila entre 1 000 y 13 000 mg./kg. ¿Es que los niveles de degradación del ciclón B en mortero varían según el uso que se de a las cámaras? Este extremo ha tenido que ser reconocido incluso por los críticos de Germar Rudolf como Richard Green. Por lo que respecta a las autopsias las únicas autopsias realizadas, mientras no se demuestre lo contrario, son las llevadas a cabo en el campo de concentración de Struthof, Alsacia, y los resultados de las mismas, mientras no se demuestre lo contrario, apuntan al tifus y no al ciclón B. Desgraciadamente el original de este informe médico, el único, que contradecía las acusaciones de la prensa , de diciembre de 1945 llevado a cabo por el toxicólogo Rene Fabré, y confirmado por otros 3 especialistas, fue extraviado por las autoridades por una extraña falta de celo. La referencia es de Faurisson http://www.irh.org/books/kulaaska30faurisson.html . Es decir, el peso de la acusación de genocidio, en los términos que tradicionalmente hemos entendido, recae casi exclusivamente en pruebas testimoniales de gentes que tenían motivos sobrados de venganza, lo cual no significa que puedan ser aceptadas sin mayores críticas por la investigación histórica.
[3] Máxime cuando Burton H. Klein en sus estudios sobre archivos alemanes ha desvelado que la industria alemana, después de descontar mano de obra esclava inclusive, tenía un déficit de 3´8 millones de trabajadores porque la economía alemana de preguerra, a diferencia de las economías aliadas, se encontraba operando en un nivel de pleno empleo y por ello se resintió más de la incorporación a filas. Burton H. Klein "Germany’s Economic Preparation for War", Harvard University 1959 pg. 136.
Por otro lado la tesis tradicional interpreta la política judía del nacionalsocialismo como una persecución total a los judíos por el hecho de serlo, sin embargo las revelaciones de Brian Rigg http://codoh.com/newsdesk/961203.HTML respecto de las excepciones obliga a introducir algún tipo de matización. Al parecer Brian Rigg ha encontrado pruebas documentales que habían escapado a la atención de los historiadores del nazismo, en particular el hecho de que no todos los judíos fueron internados en campos de concentración. La polémica medida fue presentada a la opinión pública como un modo de preservar a los judíos de las furias antisemitas alemanas que en realidad estaban atizadas por el partido nazi. Dicho análisis es correcto. Sin embargo de esta medida quedaron excluidos todos aquellos judíos que decidían prestar servicio como voluntarios en la Wermarcht que fueron bastantes más de los que podríamos creer. Ello significaría que nos encontraríamos ante una involución respecto de los derechos civiles adquiridos por una minoría, pero no ante una persecución total a esta minoría por el hecho de serlo. Este tipo de medidas se exige a aquellos extranjeros que aspiran a adquirir una nacionalidad. Por ejemplo en Estados Unidos se exige jurar la constitución americana, en Gran Bretaña se exige jurar fidelidad a la reina. Y en ambos países el servicio militar es el medio más seguro para obtener la nacionalidad.
Es decir, estaríamos ante un hecho claramente censurable, pero bastante alejado de lo que habitualmente se ha venido diciendo. Lo que sí se ha podido demostrar estudiando las conversaciones cifradas entre los campos de concentración y los cuarteles generales nazis, porque los británicos habían roto las claves alemanas, es un plan de esterilización masiva de los judíos con rayos X, lo que permitiría su destrucción como grupo étnico pero manteniéndolos bien vivos para que trabajen en las industrias de armamento ayudando a Alemania a ganar la guerra. Véase Irving, D. "Churchill’s War, Vol II, Triumph in Adversity" pg. 700.
Hay quién podría intentar sostener que ello se debió a motivos prácticos, evitar el mantenimiento de niños demasiado caros en una industria de armamento. Sin embargo tal motivo no pasa de ser una mera excusa, pues con la separación de sexos en los campos ya se cumplía esa función. Por ello sí puede hablarse de genocidio, pero no con arreglo de la definición de tal dada por el Tribunal Militar Internacional sino con arreglo a la cosmovisión preformacionista nazi. Como botón de muestra basten estas dos citas, que no son únicas, del Segundo Libro de Hitler: "Pero la guerra más cruel es precisamente aquella que parece ser la más pacífica a los ojos de la humanidad actual, esto es la pacífica guerra económica, ....Porque esta guerra económica afecta no solamente a los vivos , sino que alcanza con su zarpazo a todos aquellos que están a punto de nacer. Mientras que la guerra lo más que hace es matar un fragmento del presente, la guerra económica asesina al futuro. Un solo año de control de nacimientos en Europa mata más gentes que todas las que cayeron en campos de batalla, desde los tiempos de la Revolución Francesa hasta nuestros días, en todas las guerras de Europa, incluyendo la guerra mundial" Hitler A. Segundo Libro de Hitler p. 16, Ed Barcelona 1969, bajo el título Raza y Destino. En realidad este segundo libro nunca tuvo título ni se publicó hasta después de la guerra. Se trataba de un borrador. Fue escrito entre la primavera y el verano de 1928, permaneciendo en una caja fuerte de la central de publicaciones del N.S.D.A.P. hasta que fue requisado por tropas americanas en 1945, guardados los manuscritos en la II División de Documentos de la II Guerra Mundial de los Archivos Nacionales de Washington. Su autenticidad como obra de Hitler fue comprobada en 1958 y se publicó en N York en 1961 con el título Hitler’s Secret Book, en Stutgart en el mismo año con el título Hitler Zweiter Buch y en Barcelona en 1962 y 1969 con el título Raza y Destino.
"La denuncia pública de niños enfermos, débiles mentales y, en definitiva, su destrucción, era más decente y, en realidad más humana (sic.) que la perversa locura de nuestros días que defendía a toda costa al individuo más patológico. Y en cambio arrebata la vida a centenares de niños sanos, practicando el control de nacimientos o los abortos, de modo que mantiene una raza de degenerados llenos de taras y enfermedades" p. 27 Ídem.
[4] Para los que estén familiarizados con el documento Gernstein no es novedad la "curiosa" historia de esta confesión de un oficial alemán llevada a cabo en francés, pero cuyos errores sintácticos no son los propios de un alemán hablando francés sino de un anglosajón lo cual, a lo mejor, guarda cierta relación con el hecho de que sus "interrogadores" eran oficiales estadounidenses. El oficial Gersntein abrumado por el peso de su culpa decidió suicidarse aunque las causas de la muerte no pudieron dilucidarse porque no le fue practicada la autopsia al "desaparecer" su cadáver, bajo escolta militar americana. Todo muy normal. La ambigüedad sobre la posible utilización de métodos poco ortodoxos en el interrogatorio de prisioneros nazis lejos de disiparse se ensombreció aún más cuando en 1983 los antiguos interrogadores de Rudolf Hoëss, comandante en Jefe de Auschwitz se jactan, en su obra Legions of Death, de cómo consiguieron las confesiones, es decir, mediante el empleo de la tortura.
[5] "La Falsificación de la Realidad", Madrid 1998, R. Ceresole, Norberto, pp. 347, 348. Ciertamente Hitler utilizó este término en su discurso de 30 de enero de 1939 ante el Reichstag , y en otras ocasiones, pero dentro del contexto de la campaña de prensa que se había desatado en medios judíos americanos y británicos a favor de la guerra contra Alemania. Rassinier considera ésta la expresión hiperbólica de un hombre de estado. Además si interpretásemos esta expresión como literal ¿no estaríamos actuando como la propaganda nazi cuando hacía eso mismo con declaraciones como las aparecidas el 24 de marzo de 1933 en el "Daily Express" en cuya página primera el sionismo oficial se pronuncia a favor de la guerra con Alemania? Krustchev y Ronald Reagan durante la guerra fría se han expresado en términos semejantes cuando se hablaba de la necesidad de aplastar, exterminar o aniquilar al campo imperialista o al imperio del mal, sin que los historiadores otorguen a tales expresiones mayor significado cuando son empleadas en tales contextos.
La actitud científica ante un texto nos exige ceñirnos a lo que el texto dice, no a lo que a nosotros nos hubiera gustado que el texto hubiera dicho, por mucho que podamos odiar la ideología nazi. El científico debe centrarse en la rigurosidad del análisis y aceptar los resultados del mismo aunque estos contravengan sus simpatías personales, no alterar dicho análisis por las simpatías o antipatías que suscite el objeto de estudio. Y sacar un texto de contexto no es una forma no ya muy honesta de proceder, sino ni siquiera seria.
La pregunta es: ¿cómo un movimiento de carácter gnóstico y neopagano como el nazismo consiguió arrastrar a la sociedad germana centroeuropea a una cruzada contra el judaísmo que está en la base del propio cristianismo? No fue un problema racial sino un problema económico, disfrazado de problema racial, lo que permitió a esta secta hacer lo que hizo, como reconoce el propio Dr. Brunning, último canciller democrático de Weimar, en 1943 desde el exilio al denunciar que después de la gran crisis sólo quedaba un gran banco alemán en manos no judías. El dato lo consigna D. Irving, "Hitler´s War" pg. 24. Reacciones contra minorías en momentos de crisis se han dado en Kenia contra los hindúes, tras la descolonización, o contra los europeos en Argelia sin que tengamos que recurrir a la metafísica para explicar conflictos de intereses.
[6] Según el artículo 607 del Código Penal español de 1998 se considera genocidio no sólo "Los que, con propósito de destruir a un grupo nacional étnico, racial o religioso, perpetraren alguno de los actos siguientes:
- a) los que mataren a alguno de sus miembros
- b) los que agredieran sexualmente a alguno de sus miembros
- c) los que sometieran a cualquiera de sus individuos a condiciones de existencia que pongan en peligro su vida o perturben gravemente sus salud
- d) los que llevaran a cabo desplazamientos forzosos del grupo o sus miembros, adoptaran cualquier medida que tienda a impedir su género de vida o reproducción o bien trasladaran por la fuerza individuos de un grupo a otro"
(De lo cual podría inferirse que el legislador ha notado la necesidad de apropiarse de la cosmovisión nazi que iguala la esterilización y el aborto); sino también "La difusión por cualquier medio de ideas o doctrinas que nieguen o justifiquen los delitos tipificados en el apartado anterior de este artículo, o pretendan la rehabilitación de regímenes o instituciones que amparen prácticas generadoras de los mismos, se castigará con la pena de prisión de uno a dos años".
Obsérvese cómo en nuestro Código penal se amplía el concepto de genocidio al mero traslado de prisioneros.Pero más grave, si quien no distingue confunde, obsérvese cómo se sitúa al mismo nivel el hecho del genocidio, la justificación del genocidio y la negación del mismo. Si consideramos conceptualmente el genocidio como un asesinato ¿se aceptaría dicha "simplificación" en un proceso criminal común? ¿Es lo mismo un delito en si, por ejemplo un asesinato, que su negación, aún considerando la mala fe de quien lo niega? ¿Quiere decir ello que la convicción moral de las víctimas de un delito prima de modo absoluto sobre el derecho a la propia defensa del acusado, defensa cuya mala fe se presupone? Si sustituimos el término genocidio por el término homicidio o si aplicamos dicho criterio al resto de los delitos, al homologar el delito mismo con la negación de haberlo cometido negamos nada menos que el derecho a la defensa, eso sí en nombre de los derechos humanos ¡no faltaba más! Pero como hay más miedo que vergüenza es de esperar que se alcen tantas voces en defensa de los revisionistas como se alzaron en defensa de los judíos.
Aun suponiendo que los revisionistas fueran unos mentirosos y unos apologetas del nazismo que varían la realidad de los hechos para glorificar al III Reich, ¿cómo deberíamos considerar a unos legisladores capaces de variar en un Código Penal de 1998 el concepto de genocidio tal y como fue definido en 1948 por el Tribunal Militar Internacional Aliado en Nüremberg? ¿Acaso no implica dicha modificación del concepto un reconocimiento de la insuficiencia de la definición del año 48? Pues si es lícito a un jurista definir un nuevo delito, no lo es alterar la definición de un delito de una causa fallada. Y algo de eso debió tener en cuenta el Tribunal Constitucional cuando en sentencia de 7 de noviembre de 2007 sobre el caso Pedro Varela declaró inconstitucional la expresión "nieguen" en el primer inciso art. 607.2 del Código Penal.
[7] Burckberger O.P., "La historia de Jesucristo" Barcelona 1966, p. 143-144.
[8] De hecho la propia idea de Encarnación supone que Yahvé excluye a la casa de David porque aunque María también es de la casa de David sin embargo en la antigüedad se considera que la mujer es tierra fértil pero es el hombre el que transmite la semilla.
[9] Raul Hilberg "The destruction of the European Jews. Student Edition" (Holmes & Meier, 1985) pp 13-15.
[10] François Furet, ed. "Unanswered questions: Nazi Germany and the Genocide of the Jews" (Schoken Books, 1989), p. 296.
[11] "Dimensions of the Holocaust: lectures at the Northwestern University" (Evanston, II, 1977), p. 49.
[12] Citado en Harry James Cargas, "A Christian Response to the Holocaust" (Denver, Col., 1981), p. 31.
[13] Citado en Harry James Cargas, op. Cit. P. V.
[14] Véase "Christian News", marzo 13, 1989, p. 10; Paul Graubach, "Response to Dr. John Warwick Montgomery; Extremationist fallacies", Christian News, April 10, 1989, p. 14.
[15] N. del A. el término sacrilegio dentro de la teología católica es muy fuerte por lo que sería deseable que el cardenal midiera con exquisito cuidado sus palabras porque el sacrilegio se refiere a Dios y la calumnia a los hombres y si lo que pretende decir es que los revisionistas son unos mentirosos no hay inconveniente en ello pero la responsabilidad de demostrar algo en cualquier campo del conocimiento humano no recae no sobre quien niega sino precisamente sobre quien afirma. A quien afirma algo corresponde demostrarlo no al revés. Y como muy bien sabrá su eminencia el principio de falsación de Karl Popper considera que una opinión es científica no cuando puede sostenerse verosímilmente sino cuando es capaz de resistir las objeciones que en su contra se planean. Lo grave del cardenal no es que comprometa su autoridad con estas declaraciones sino que al hacerlo compromete la autoridad de la Iglesia en una cuestión temporal sobre la cual no se debe intentar fundar el acto de fe pues ello resulta peligroso, como ya ha pasado alguna vez a lo largo de la Historia. Archbishop of Westminster Labels Holocaust Denial as "Sacrilege." : http://www.totalcatholic.com/universe/index.php?news_id=652&start=0&categ
[16] Sutton, A. Capítulo X de "Wall Street and the Rise of Hitler".
[17] http://serjudio.com/rap2301a2350/rap2333.htm
[18] http://serjudio.com/rap2101-2150/rap2101.htm
[19] Orígenes, "Contra Celso" (libro I, capítulo 55)
[20] Mervin Breneman http://www.kairos.org.ar/articuloderevistaiym.php?ID=1674
[21] La Aqquedah el es cántico mas terrible y más trágico de la lírica judía en el que se narra el sacrificio de Isaac.
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