LAS INTERVENCIONES NORTEAMERICANAS EN AMÉRICA LATINA
Javier PEÑA
El proceso de emancipación de las colonias españolas iniciado a comienzos del siglo XIX culminó durante la segunda década de esa centuria, poniendo término al control ejercido por España en el Nuevo Mundo. En 1898, sus últimos bastiones en el continente - Cuba y Puerto Rico - serán arrancados de sus manos por Estados Unidos cayendo luego bajo su tutela.
Una vez que se puso fin a los lazos de los países latinoamericanos con España, terminando el monopolio comercial que ésta última tenía, fueron mayoritariamente compañías inglesas y luego norteamericanas las que establecieron un neto predominio en América Latina. La preponderancia inglesa que reemplazó al rígido monopolio español, se manifestó a lo largo del siglo XIX por el auge del comercio británico en las antiguas colonias españolas. Desde entonces fueron barcos ingleses los que atracaron en los principales puertos americanos tales como Veracruz, Buenos Aires, Valparaíso y El Callao. Se trataba de una supremacía comercial que no buscaba el predominio político directo, aun cuando Inglaterra ya había tratado de obtener su propio espacio en el Nuevo Mundo, utilizando para ello la agresión armada: a la toma de Buenos Aires en 1806 le siguieron otros tantos desembarcos en territorios caribeños, incluso, la fundación de un fantasmal "Reino de Mosquitía" en la costa atlántica de Nicaragua y Honduras y la ocupación en 1833 de las Islas Malvinas, pobladas desde 1829 por colonos argentinos.
Inglaterra pudo imponerse en América Latina durante la primera mitad del siglo XIX a pesar de las pretensiones de Francia y de EEUU, que deseaban obtener tambièn su cuota de influencia en la región. Francia no pudo hacer frente con éxito a Gran Bretaña y debió inclinarse ante el poderío de la Royal Navy, al mismo tiempo que trataba de ganar o conservar territorios en algunos puntos del continente, particularmente en la Antillas, Guyana o México. Este último país, siempre había llamado la atención de los franceses y el primer conflicto franco-mexicano tuvo lugar durante la Monarquía de Julio con ocasión de la rocambolesca "guerre des gâteaux" en 1838. Más seria fue la intervención de Francia y de las potencias europeas en 1861, intervención que terminó con la derrota y fusilamiento de Maximiliano de Austria en Querétaro, en 1867.
EE.UU. por su parte, trató en vano de disputar desde mediados del siglo XIX la hegemonía a los ingleses, contentándose - faltos en ese tiempo de disponer de los medios para aplicar una política más ambiciosa - con la absorción de territorios adyacentes a la costa Este. La hora de los " Anschluss" y de las intervenciones militares no había aún llegado. Ésta comenzaría en 1835, cuando la ola expansiva yankee se tragó la mitad de los territorios anteriormente pertenecientes a México. La secesión de Texas tuvo lugar ese año y pasaría a formar parte de la Unión desde 1848. Ese mismo año, California y Nuevo México fueron anexados por EEUU. En 1846, la Gran Bretaña les había cedido el Oregón en el noroeste y le comprarían Alaska a Rusia en 1867.
Hacia el fin del siglo XIX esta política de expansión les permitió la formación de un vasto territorio y después de la guerra de Secesión -que desvió la atención y los esfuerzos de los norteamericanos sobre sus problemas internos - los EEUU tratarán de establecer su predominio político y económico en América Latina, reemplazando la hegemonía inglesa y lanzándose a un proceso de desarrollo e industrialización que los ubicará en el siglo XX a la cabeza de los países capitalistas
Estas líneas quisieran narrar la historia de las intervenciones de EEUU en América Latina, intervenciones que le proporcionaron numerosos y riquísimos territorios y que acrecentaron el poderío del país que llegaría a ser la primera potencia del planeta y la punta de lanza del capitalismo mundial.
Paralelamente a este proceso, se fue desarrollando un fuerte sentimiento antinorteamericano, no sólo en los países directamente afectados y que habían sufrido expoliaciones por parte del "hermano mayor del Norte", sino también en las otras naciones hispanoamericanas.
La política intervencionista norteamericana se manifestó desde muy temprano en América Latina. Aunque tenía un adversario de envergadura en este campo -Gran Bretaña-, los EEUU siempre miraron con codicia los territorios que durante tres siglos habían estado sometidos a España y que a comienzos del siglo XIX - luego de su independencia - conocieron largos períodos de anarquía, como resultado de las luchas intestinas que se desarrollaron en casi todas las jóvenes repúblicas.
El proceso de expansión territorial de los EEUU comenzó desde fines del siglo XVIII. Siendo la frontera "elástica" hacia el Oeste, adquirieron diversos territorios entre 1792 y 1821 (1). Este proceso prosiguió más hacia el oeste y hacia el sur, donde la voracidad de la Unión se tragó grandes regiones del "middlewest", obtenidas por vía de la cesión o la compra de éstas a las potencias europeas. Compra o cesión que por cierto se hicieron a espaldas de la población autóctona - "los pieles rojas" - que fueron expulsados de sus tierras o exterminados. De esta manera los EEUU acrecentaron de manera significativa su territorio inicial.
A pesar de la posición de no intervencionismo oficial anunciada por George Washington en su "Mensaje de adiós" de 1796, los EEUU soñaron desde el primer momento con apoderarse de los territorios contiguos a aquellos de la Unión. Así ocurrió con La Florida. Un vasallo del rey de España, Pedro Menéndez de Avilés, había fundado la ciudad de San Agustín en septiembre de 1565. La península fue ocupada a su vez por los ingleses entre 1763 y 1783. Los EEUU afirmaban por su parte que la frontera sur iba hasta el paralelo 31, pero España ocupaba efectivamente hasta el paralelo 33 y había una seria disputa en el Mississipi, cuya navegación estaba bajo control hispano debido al monopolio que ejercía la corona española sobre esta vía fluvial.
En 1811, aprovechándose de la presencia de las tropas de Napoleón en España, el Congreso norteamericano votó una resolución en la cual declaraba tener la intención de ocupar La Florida. El texto es bastante explícito acerca de la naciente vocación intervencionista norteamericana: "Estados Unidos, en las circunstancias especiales de la crisis actual no pueden ver sin graves inquietudes que una parte cualquiera de estos territorios pase a manos de cualquiera potencia extranjera... Su propia seguridad le obliga a proveer en ciertas contingencias a la ocupación temporal de dichos territorios...que continuarán en sus manos, sujetos a futuras negociaciones."(2) En 1818 el general Andrés Jackson ocupó definitivamente La Florida y al año siguiente España aceptaba vender a la voraz Unión, un territorio casi tan grande como Inglaterra, por la bagatela de 5 millones de dólares...
Pero la codicia de los EEUU no se limitaba solamente a La Florida. El embajador español de la época, Luis de Onís, alertaba a su gobierno sobre las ambiciones del gobierno norteamericano: "Este gobierno se ha propuesto nada menos que fijar sus límites en la embocadura del Río Norte o Bravo... tirando una línea recta hasta el Pacífico, tomando por consiguiente las provincias de Texas, Nuevo Santander, Coahuila, Nuevo México y parte de las provincias de Nueva Vizcaya y Sonora. Parecerá este proyecto un delirio a toda persona sensata, pero no es menos seguro que el proyecto existe, que se ha levantado expresamente un plano de dichas provincias... incluyendo también en dichos límites la isla de Cuba como parte natural de la República."(3) Ya aparecía Cuba en la mira de los EEUU.
España de Fernando VII - este último reinstalado en su trono luego del lamentable episodio napoleónico - apoyada por Francia, Rusia, Prusia y Austria, había pensado y tratado de reconquistar sus antiguas posesiones americanas. Pero los intereses de las potencias europeas divergían. Inglaterra, que había sido la primera beneficiada con la pérdida de las colonias americanas de España, no estaba dispuesta a que ésta retomase bajo su control sus antiguas posesiones. Es así como hacia la segunda década del siglo XIX, cuando la monarquía española quiso recomenzar la guerra para reconquistar sus ex posesiones de ultramar, se encontró con la oposición decidida de Su Graciosa majestad, que trató entonces de arribar a un acuerdo con los EEUU. El ministro británico George Canning, invitó a los norteamericanos a hacer causa común y a oponerse a las pretensiones españolas. Y el ex-presidente Jefferson le respondía en estos términos al presidente Monroe, quien le había consultado acerca de la actitud a adoptar frente a las potencias europeas: "Debe ser nuestra máxima fundamental el evitar de enredarnos en las disensiones europeas... (y) no consentir jamás que Europa se mezcle en los asuntos cisatlánticos... La Gran Bretaña entre todas, es la nación que puede hacernos más daño; teniéndola pues de nuestra parte, no debemos temer al orbe entero...". Más adelante, el ex-presidente yanqui precisaba su pensamiento: "Debemos dirigirnos la siguiente pregunta: ¿deseamos adquirir para nuestra confederación alguna de las provincias hispano-americanas?... Confieso francamente que he sido siempre de opinión que Cuba sería la adición más interesante que podría hacerse a nuestro sistema de Estados...El dominio que esta isla, con el promontorio de La Florida, nos daría sobre el golfo de México y sobre los Estados y el istmo que lo ciñen, así como sobre los territorios cuyos ríos desaguan en él, colmaría nuestro bienestar político." (4)
La Florida caería en las manos de los yanquis en 1819. Cuba, la obsesión de la diplomacia norteamericana, será reducida en 1898 a la condición de protectorado. Algunas semanas más tarde, el presidente Monroe en su mensaje anual a la nación iba a fijar las normas que debía adoptar la diplomacia norteamericana, frente a la codicia manifestada por las naciones europeas por los territorios de las nuevas repúblicas hispanoamericanas. Se trata de lo que después se llamó, "la doctrina Monroe". Retomando algunas ideas ya enunciadas por Washington y Hamilton, Monroe anunció que los EEUU no se inmiscuirían de ninguna manera en los asuntos europeos adoptando una actitud de estricta neutralidad. Por otra parte, la Unión garantizaba la independencia de los países hispanoamericanos, oponiéndose a las intenciones de reconquista de éstos por España y a todo intento en ese sentido por parte de cualquier potencia europea.
En su séptimo mensaje anual del 2 de diciembre de 1823, el presidente Monroe informaba de las conversaciones habidas con los representantes de Rusia y Gran Bretaña, "En las discusiones a que dio lugar, podemos asegurar, como un principio en el cual los derechos y los intereses de los Estados Unidos están involucrados, que los continentes americanos, por la condición libre e independiente que ellos han asumido y mantienen, no deben, por ende, ser considerados como sujetos de futura colonización por ninguna potencia de Europa... Consideraríamos cualquier tentativa de su parte por extender su sistema a cualquier porción de este hemisferio como peligrosa para nuestra propia paz y seguridad". (5) Por otra parte Monroe reafirmaba la neutralidad norteamericana en los asuntos europeos, refugiándose en una política aislacionista que caracterizaría sus relaciones con Europa: "En las guerras entre las potencias europeas y en los asuntos que les competen, nunca hemos tomado partido... Nuestra política con respecto a Europa, que fue adoptada en una temprana etapa de las guerras que han agitado esa parte del globo, permanece inalterada: no interferir en los asuntos internos de cualquiera de sus potencias; considerar al gobierno de facto como legítimo..." (6)
Aun cuando la "doctrina Monroe" haya efectivamente disuadido a las naciones europeas en sus sueños de reconquista, no impidió con eso la injerencia e intervención de éstas en numerosas oportunidades. Inglaterra siguió jugando un papel importante en la región del río de La Plata, logrando crear un Estado tampón en 1828, entre Brasil y Argentina, al separar de las Provincias Unidas a la Banda Oriental, el Uruguay. Las amenazas contenidas en la "doctrina" fueron letra muerta; cuando ocurrió la invasión inglesa en las islas Malvinas en 1833, e igual cosa durante la intervención francesa en San Juan de Usúa, en México en 1838 ("la guerre des gäteaux"). Igual cosa cuando tuvo lugar la agresión francesa contra la Argentina de Rosas y contra el Uruguay bajo la presidencia de Oribe, ni cuando en 1837 el puerto de Buenos Aires fue bloqueado por la marina francesa. Tampoco cuando franceses y británicos organizaron en 1845 una expedición militar en el río Paraná, cerrado a la navegación extranjera por los sucesivos gobiernos militares argentinos. Silencio también por parte de EEUU cuando la flota española bombardeó Valparaíso y los puertos peruanos en 1866 y ante la cesión por parte de Suecia a Francia de la isla San Barthelemy en 1876. La "doctrina" no impidió la invasión de México, llevada a cabo por las tropas franco-anglo-españolas y el intento de establecer un "imperio latino" con Maximiliano de Austria a su cabeza. Es en esa época, la década del 40, cuando aparecen textos donde se comienza a manifestar la idea justificadora del expansionismo yanqui, cuyos apologistas - escritores y parlamentarios - llamarán Manifest Destinity.
El destino habría acordado - idea cercana de la noción de predestinación existente en el protestantismo presbiteriano - a la nación norteamericana una misión civilizadora, haciendo además de ésta el ángel guardián de la libertad y de la democracia, dándole a su vez vastos territorios para conquistar y una vocación dominadora sobre todo el Nuevo mundo. Los apologistas del Destino Manifiesto no decían por cierto una sola palabra sobre la suerte reservada a los miles de negros que vivían en el territorio de la Unión, para quienes el destino manifiesto, se manifestaba precisamente bajo la forma de una esclavitud inhumana.
Desde inicios de la independencia de los países hispanoamericanos, Estados Unidos e Inglaterra vieron con malos ojos los intentos americanistas de Bolívar. Las dos naciones anglosajonas preferían colindar con un continente dividido, separado por numerosos conflictos fronterizos, en lugar de un solo y poderoso país que podría llegar a ser en un temible adversario. En 1826, Bolívar convocó al Primer Congreso Panamericano en la provincia colombiana de Panamá, inscribiendo a la orden del día el asunto de la liberación de Cuba y de Puerto Rico, por entonces aún en manos de España. Pero los esfuerzos combinados de británicos y norteamericanos lograron boicotearlo y el Congreso fue un fracaso. Inglaterra obtuvo que los delegados argentinos y brasileños no estuvieran presentes. Y de los delegados de EE.UU., uno murió durante el viaje y el otro, teniendo en su poder instrucciones redactadas por el secretario de Estado Henry Clay y por el presidente John Quincy Adams, debía oponerse a la guerra propugnada por Bolívar, destinada a liberar a las últimas colonias españolas existentes en América. Las instrucciones de Adams y de Quincy tendían a mantener el statu quo. En lo que a Cuba respecta, éstas decían: "Ninguna potencia, ni aún la misma España... tiene un interés como los Estados Unidos en la suerte futura de esta isla... No deseamos ningún cambio en la posesión ni condición política de la isla de Cuba, y no veríamos con indiferencia que el poder de España pasase a otra potencia europea. Tampoco quisiéramos que se transfiriese o agregase a ninguno de los nuevos Estados de América". (7)
Los Estados Unidos aplicaban muy escrupulosamente la idea contenida en el séptimo mensaje de Monroe: "América para los americanos". Simplemente lo interpretaron en realidad como si hubiesen escuchado:"América para los norteamericanos". La historia del despojo de México es al respecto, dramáticamente instructiva.
El descuartizamiento de México.
Texas - con un territorio más grande que Francia - siempre había pertenecido, desde la llegada de los conquistadores, a la corona española, luego a México independiente. Las autoridades coloniales mantenían un control relativo gracias a la acción combinada de guarniciones militares y de misioneros católicos, localidades llamadas Presidios. Desde el siglo XVIII, familias españolas se habían instalado en Texas. Pero hacia 1817, un proceso de infiltración - "inmigración clandestina" se diría hoy en día - comenzó a desarrollarse. Así, norteamericanos, alemanes, polacos, incluso oficiales y soldados del ejército de Napoleón fueron expulsados por las autoridades después de incidentes habidos con la población española católica.
Las verdaderas dificultades comenzaron, cuando 300 familias anglosajonas fueron autorizadas por el Congreso mexicano, a establecerse en 30 000 hectáreas de tierras asignadas gratuitamente e introdujeron la esclavitud - que había sido abolida en México -, pero el gobierno aceptó hacer una excepción, autorizando la instalación de los nuevos colonos. En diciembre de 1826, el aventurero Hayden Edwards proclamó la "República Libre de Fredonia", que fue rápidamente aniquilada por el ejército mexicano. Otro intento independentista también fracasó al año siguiente. Sugestivamente comenzaron a aparecer en varios estados de la Unión, algunas publicaciones que denunciaban a México como culpable por haberse "apoderado" de Texas.
En 1835, cuando fue proclamada una nueva constitución - que será el origen de un conflicto entre federalistas y centralistas - el colono yanqui Stephan Austin proclamó la independencia de Texas. Los Estados Unidos aprovecharon entonces la ocasión, la cual favorecía sus anhelos expansionistas, enviando barcos cargados de armas desde Nueva Orleáns. México quiso por su parte hacer respetar su soberanía y envió al célebre general Santa Anna. Luego de algunas batallas victoriosas ganadas por el ejército mexicano en San Patricio, Encinal del Perdido y El Álamo - que los periódicos presentaron a la opinión pública de Estados Unidos como la derrota de una causa sublime - Santa Anna fue vencido el 21 de abril en San Jacinto. Prisionero, fue obligado a firmar un tratado leonino ("Convenio Público") en Puesto Velasco el 14 de mayo de 1836, en el cual quedaba convenido que los mexicanos se retirarían de Texas sobre la otra riba del Río Bravo. El acuerdo preveía que "todas las propiedades particulares, incluyendo los caballos y los esclavos negros en manos del ejército mexicano o pasados a su bando, serían entregados al comandante de las fuerzas texanas". (8) Las tropas tejanas estaban mejor equipadas e impusieron un acuerdo que doce años más tarde iba a jugar un papel mayor en el proceso de descuartizamiento de México. El apoyo norteamericano a los aventureros tejanos fue confirmado en los años cuarenta por el propio presidente John Tyler, quien declaró en relación a la secesión de Texas: "La sola probabilidad de que pueda abolirse la esclavitud sobre tierras vecinas, ha de ser motivo suficiente para que procedamos a anexarlas". (9)
En 1835 Texas ingresó a la Unión como estado esclavista. La consigna durante la campaña electoral llevada a cabo por James Polk, (presidente de EEUU entre 1846 y 1850) y sucesor de Tyler había sido: "Anexión de Texas. 54º/40' o la muerte", alusión al nuevo límite de la frontera sur de los territorios arrebatados a los mexicanos.
El "Anschluss" de Nuevo México y de California.
Una vez consumada la anexión de Texas, el Anschluss siguiente consistió en apoderarse de dos otras grandes provincias mexicanas: Nuevo México y California. Texas, la ex provincia mexicana, apoyada por el gobierno de los EEUU, empezó a reclamar ciertos territorios que siempre habían pertenecido a México. Luego, una vez que Texas fue anexado por la Unión (1845), fue el propio gobierno norteamericano el que provocó y emprendió la guerra de conquista. California - en cuyo suelo pronto se descubrirían ricas extensiones de minerales auríferos -, disponía de una población poco numerosa (sólo 1000 norteamericanos) sufrió varios ultrajes. Primero, una expedición "científica" armada enviada por el presidente Polk y en enero de 1843, el desembarco de tropas al mando de un oficial de la marina yanqui, quien ocupó "por error" el puerto mexicano de Monterrey en California, debiendo reembarcar ante la determinación de las autoridades mexicanas.
El pretexto esgrimido por EEUU que desencadenó la guerra, fue el enfrentamiento ocurrido en la aldea mexicana de "Carricitos", entre tropas yanquis con una patrulla del ejército mexicano. Polk anunció días más tarde en el Congreso que México había invadido el territorio de los EEUU, derramando sangre norteamericana. La guerra fue entonces declarada y sólo algunas voces eminentes se levantaron para condenar el Anschluss provocado. Entre ellas, aquella de Abraham Lincoln, representante de Illinois: "Sospecho que el presidente está profundamente convencido de hallarse en un lado incorrecto, que siente que la sangre de esta guerra, como la de Abel, clama desde la tierra contra él". (10)
El 4 de julio, cuando ya las hostilidades habían comenzado un grupo de aventureros yanquis proclamaron oportunamente la República del Oso de California, que tuvo sin embargo una vida efímera. Las tropas invasoras desembarcaron en Veracruz y luego de duros combates ocuparon Ciudad de México en septiembre de 1847. Una larga lista de batallas jalona esta guerra de conquista: Palo Alto, Monterrey, Angostura, Veracruz, Cerro Gordo, Padierna y Chapultepec.
El pueblo de Ciudad de México realizó manifestaciones contra el ocupante y las revueltas populares obligaron a las tropas norteamericanas a evacuar la ciudad. Al mismo tiempo, decenas de soldados irlandeses del batallón Saint Patrick desertaban rehusando continuar combatiendo contra un pueblo católico. Eran pobres y miserables que habían huido del hambre que azotaba a su país y habían sido enrolados para ir a combatir a los "bárbaros mexicanos". Treinta y dos fueron colgados por deserción en la capital azteca.
Las hostilidades duraron hasta 1848, fecha en la que México debió firmar el Tratado de Guadalupe Hidalgo. En diez años México había sido amputado de la mitad de su territorio. En los años siguientes, el oro de California, seguido de la explotación del petróleo y del gas en Texas comenzaría, contribuyendo en gran medida al desarrollo de los Estados Unidos. Pero una de las consecuencias más importantes será el secular resentimiento y rencor de los mexicanos ante esta expoliación que marcará de manera indeleble las relaciones entre los dos países. El sentimiento antiyanqui, latente en todo latinoamericano, nació en estas tierras mexicanas usurpadas. A un presidente mexicano le gustaba repetir un antiguo refrán impregnado de fatalismo, que traduce la particular situación geográfica de su país, fuente de desgracia para su pueblo: "Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos".
Las preocupaciones de EEUU durante gran parte del siglo XIX estuvieron focalizadas en la resolución de sus problemas internos: la ocupación y colonización del Oeste, la controversia en torno a la esclavitud, la destrucción de enclaves precapitalistas por la guerra de Secesión y el desarrollo de la agricultura, absteniéndose de participar en conflictos directos con las grandes potencias.
Esto es cierto en relación a sus eventuales conflictos con Europa, pero en lo que a América Latina respecta, los EEUU pusieron en práctica desde el inicio una política intervencionista. Estas intervenciones e injerencias no se limitaron sólo a los países vecinos, sino que también varias expediciones militares fueron enviadas contra la lejana América del Sur. Un ejemplo de ellas es la expedición naval contra Paraguay en los años 1858-1859.
La agresión contra Paraguay.
En 1851 el gobierno de EEUU designó como Cónsul en Asunción a Edwards A. Hopkins, uno de los propietarios de la empresa marítima United States and Paraguay Navigation Company, domiciliada en Rhode Islands. Hopkins, ex marino y aventurero conocía Paraguay por haber vivido desde 1845. Provisto de cartas oficiales que lo acreditaban como agente del gobierno de los EEUU, logró introducirse en los círculos gubernamentales, conociendo de esta manera al presidente paraguayo Carlos Antonio López. (11)
Una serie de intrigas donde se entremezclaban los ofrecimientos de mediación norteamericana ante países vecinos, destinada a defender a Paraguay en un litigio fronterizo, con asuntos privados e intereses de EEUU que querían utilizar el Paraná como vía fluvial, tuvo como resultado en 1854 la negativa del Paraguay de ratificar el Tratado de Comercio y Navegación. La Paraguay Navigation Company fue sancionada ese año por haber infringido la legislación paraguaya, prohibiéndosele en el futuro toda operación en el país. Hopkins fue expulsado más tarde, por desacato luego de una confusa riña con soldados paraguayos. De amigo del Paraguay y del presidente López se transformó en su acérrimo enemigo, desarrollando en los círculos oficiales y entre los íntimos del presidente Pierce y luego Buchanan, una propaganda que alentaba una intervención militar norteamericana en dicho país , "país de berberiscos asiáticos, excrecencia del cuerpo internacional... menos civilizado que el sultanato de Moscato", afirmando en sus diatribas que los sudamericanos eran bárbaros que tenían en consecuencia "que recibir un trato adecuado. Hablar con ellos es una pérdida de tiempo; hay que hablarles con nuestros cañones". (12)
Es entonces cuando entró oportunamente en escena el Water Witch, navío de la marina norteamericana, que sobrepasando la autorización que se le había acordado, atravesó la frontera paraguaya llegando hasta el puerto brasileño de Corumba. Las autorizaciones de pasaje por el río fueron suspendidas y un decreto presidencial prohibió la navegación a los navíos de guerra extranjeros. El 1º de febrero de 1855 el Water Witch, haciendo caso omiso del decreto paraguayo, trató de forzar el paso de un puesto fluvial militar en el Paraná. El oficial de la guarnición paraguaya del fuerte de Itapirú que controlaba el acceso fluvial, le ordenó dar marcha atrás, tirando al aire dos salvas de advertencia. Ante la testarudez de los marinos norteamericanos, un cañonazo destruyó el timón causando la muerte del timonel del barco yanqui. El Water Witch fue arrastrado por las aguas del río, debiendo retirarse.
Comenzó entonces una gran campaña de prensa e intimidación para obligar a Paraguay a presentar sus excusas a EEUU. Finalmente en mayo de 1857, el Congreso de EEUU aprobó el envío de una "pequeña expedición" compuesta por veinte barcos que zarpó en octubre de ese año. Durante el brindis realizado por el éxito de la expedición, un oficial levantó su copa y en un rapto de desbordante exuberancia geopolítica expresó: "Levanto mi copa por que se terminen nuestras dificultades con Paraguay y que finalmente terminemos por anexar toda la cuenca del Río de la Plata" (13)
Este deseo felizmente no se cumplirá. Pero la "pequeña expedición" llegó a Paraguay a comienzos de 1859 y el presidente Carlos López debió ceder. Paraguay presentó entonces sus excusas - culpable de haber hecho respetar su soberanía sobre su propio territorio -, indemnizando a la familia del marinero yanqui muerto durante la escaramuza frente al Fuerte de Itapirú y tuvo que aceptar, bajo la amenaza de la fuerza, el Tratado propuesto por EEUU. La United States Paraguay Navigation Company entabló por su parte un largo proceso contra el gobierno paraguayo, pero sus demandas fueron finalmente denegadas.
Los filibusteros.
Hacia la mitad del siglo XIX, los conflictos entre Gran Bretaña y EEUU por el control del Caribe se agravaron. Los dos países debieron firmar el Tratado Clayton-Bulwer, mediante el cual las dos partes signatarias declaraban tener la intención de obrar por la construcción de un canal interoceánico en territorio nicaragüense, sin antes haber informado de ello a Nicaragua. Se reconocían mutuamente prerrogativas para su futura utilización, afirmando asimismo que no tenían el propósito de construir fortificaciones ni "ocupar Nicaragua, ni ejercer su dominación sobre ningún territorio de América Central..."(14)
Nicaragua vivía a mediados del siglo pasado como muchos estados de la región, en medio de continuas e interminables guerras civiles. En 1854 una disputa entre liberales y conservadores degeneró en un conflicto internacional. Los liberales llamaron entonces en su ayuda a mercenarios yanquis. La hora de los filibusteros había llegado. Entre estos, William Walker, acérrimo partidario de la esclavitud y de su extensión a América Central, quien trató de apoderarse de Nicaragua, autoproclamándose presidente en 1856. A pesar de la neutralidad oficial proclamada por EEUU, un emisario de Walker fue recibido por el presidente Franklin Pierce, pero poco después los países de América Central pusieron fin a esta aventura. (15)
Por su parte, Inglaterra trataba de resistir al poderío yanqui en la región, aferrándose a un "Estado" creado en las oficinas londinenses del Foreign Office: el fantasmal "Reino de Mosquitía". De contornos imprecisos, poblado por los indios Miskitos, en un lugar desconocido, el "reino" se encontraba supuestamente en algún punto de la costa oriental entre Nicaragua y Honduras. Se trataba por cierto nada más que de una impostura y ficción, sabiendo todos que era una farsa. Inglaterra mediante este reino imaginario, no quería perder ante EEUU sus derechos sobre el futuro canal interoceánico.
A fines del siglo XIX los EEUU habían alcanzado un gran poderío en el mundo. Enredados en la guerra de Secesión (1861-1865), una vez que ésta terminó exigieron con firmeza la partida de las tropas francesas de México. Se consideraban como los únicos dueños de América Central y querían llegar a hacer del Caribe un nuevo Mare Nostrum. Generalmente se sitúa hacia fines del siglo XIX la aparición de la vocación expansionista de EEUU, vocación que se habría manifestado por una política exterior activa. Pero como lo hemos visto, esta vocación expansionista existía desde hacía tiempo a expensas de las naciones latinoamericanas. Lo que sí es cierto, es que a fines del siglo XIX, los EEUU aparecieron en la escena internacional mundial substituyendo en América Latina a Inglaterra, en el papel hegemónico que antes habían tenido los británicos.
EEUU eran ya una gran potencia industrial y entraban en la fase imperialista disputando desde ahora a las otras potencias, una parte en los asuntos mundiales. Algunos autores señalan el papel jugado en la nueva política exterior de los sucesivos gobiernos norteamericanos de la época por Alfredo Mahan, autor de La influencia del poderío marítimo en la historia. Mahan recuerda en este libro la superioridad de los imperios marítimos sobre las potencias terrestres en la historia. En esta perspectiva, la constitución de una poderosa marina de guerra, ligada a la posesión de bases y de vías marítimas y fluviales se revelaba indispensable. Anticipándose a esta teoría, que estaría de moda a comienzos de siglo, el presidente Ulises Grant presentaba en mayo de 1870 un proyecto al Senado relativo a la compra de Santo Domingo, territorio considerado como estratégico en el Mare Nostrum yanqui. El proyecto deja entrever el interés que remonta muy lejos y que será la obsesión permanente de los gobiernos norteamericanos: apoderarse de Cuba. En su proyecto, Grant afirmaba que Santo Domingo era una nación débil, pero que sus territorios eran inmensamente ricos, "los más ricos que existan bajo el sol, capaz de albergar diez millones de seres humanos en el lujo... La adquisición de Santo Domingo es una medida de seguridad nacional... puede asegurar el control del tráfico comercial de Darién y resolver la desgraciada situación en que se encuentra Cuba..." (16)
Desde las "entrañas del monstruo", ante los proyectos anexionistas de Santo Domingo y de Cuba, la pluma del apóstol de la independencia cubana José Martí se levantaba en Nueva York el 21 de marzo de 1889. Martí dirigía una aclaración a The Manufacturer donde estigmatizaba a los cubanos sin dignidad que pedían lisa y llanamente a EEUU que anexionara la isla: "Ningún cubano que tenga en algo su decoro puede ver su país unido a otro... Los que han peleado en la guerra, y han aprendido en los destierros... Los que han levantado con el trabajo de sus manos un hogar virtuoso... los científicos y comerciantes, los ingenieros, los maestros y abogados, los periodistas y poetas no desean la anexión de Cuba por los EEUU, pero desconfían de los elementos funestos que, como gusanos en la sangre, han comenzado su obra de destrucción..." (17).
Estados Unidos, imbuidos con un fuerte sentimiento nacionalista - era la época del "jingoísmo" (18) -, incluso consideraron una intervención armada contra el lejano Chile. En 1891 había ocurrido en Valparaíso el incidente del Baltimore. (19) El Baltimore era un barco de guerra de 4 600 toneladas que acababa de ser construido por los astilleros ingleses. Tenía la reputación de ser "el navío más rápido del mundo" y se encontraba frente a las costas chilenas desde 1891, durante la guerra civil que había estallado contra el presidente Balmaceda, siendo su misión la de proteger a los residentes norteamericanos. El 16 de octubre de ese año, una disputa de borrachos estalló en el barrio bravo de Valparaíso entre marineros yanquis y trabajadores del puerto. Como consecuencia de la riña generalizada, varios marineros resultaron heridos a cuchillazos y dos norteamericanos murieron. Pero el gobierno de EEUU transformó una banal reyerta en un conflicto internacional, culpando al nuevo gobierno chileno - que apoyado por Londres acababa de ganar la guerra civil contra el presidente Balmaceda - y adoptó una actitud arrogante que las autoridades chilenas consideraron inaceptable.
Los preparativos bélicos del gobierno norteamericano de Benjamín Harrison comenzaron. El padre del "poder naval" en persona - Alfredo Mahan - habría sido convocado a Washington para consultas. (20) El gobierno chileno cedió ante la amenaza de la utilización de la fuerza y aceptó presentar sus excusas a los EEUU, indemnizando a las familias de los marineros muertos y retiró las expresiones pronunciadas por su ministro de relaciones exteriores, consideradas injuriosas por Washington. En realidad un conflicto de intereses entre EEUU e Inglaterra, se zanjaba mediante países interpuestos.
Años después, en 1895, se producía un incidente fronterizo entre Venezuela y el gobierno colonial de Georgetown en la Guyana Británica. Ante los preparativos bélicos ingleses, Estados Unidos advirtió a Gran Bretaña que no toleraría una intervención de su parte. Y el secretario de Estado del presidente Cleveland instruía en ese sentido a su embajador en Londres afirmando que los derechos de EEUU arrancaban de sus "infinitos recursos".
A fines de siglo las intervenciones yanquis se multiplicaron: Hawai, Puerto Rico, Filipinas, Cuba, Guam, Samoa, los puertos de China y Panamá. Consternado Mark Twain escribió entonces: "Que se pinten de negro las franjas blancas y que se agreguen las tibias y la calavera en lugar de las estrellas a la bandera de Estados Unidos".
Cuba bajo la bota yanqui.
Desde 1868 los patriotas cubanos habían tomado las armas contra el colonialismo español. Vencidos luego de diez años de combates, recomenzaron la guerra en 1895 obteniendo algunos sonados triunfos. La victoria y la independencia parecían a su alcance. Entonces Estados Unidos intervino a toda prisa.
Las inversiones yanquis en las plantaciones de azúcar y en las minas de la isla eran considerables y los dirigentes de EEUU no se molestaban en decir públicamente que para ellos, el azúcar cubano era de una importancia vital, como el trigo y el algodón de la India y del Egipto para Inglaterra. El pretexto que encontraron fue esta vez la explosión ocurrida en el acorazado Maine en La Habana, que provocó la muerte de más de 250 miembros de la tripulación. No había ninguna prueba de la implicación española -- y tiempo después se supo que el estallido había sido accidental, pero el presidente MacKinley azuzado por la histeria "jingoísta", declaró la guerra a España el 21 de mayo de 1898. La guerra fue de corta duración. La flota española fue aniquilada en Santiago de Cuba y las tropas yanquis desembarcaron en la isla. Entre los "Rough Riders" que ocuparon Cuba se encontraba Teodoro Roosevelt, futuro presidente de EEUU quien iba a llegar a ser el campeón de la política de intervención y del "Big Stick"(Gran Garrote). Mediante el Tratado de París (10 de diciembre de 1898) España cedió Puerto Rico y las Filipinas a los EEUU. La guerra contra España marcó la entrada en fuerza de EEUU como uno de los principales actores sobre la escena internacional. Para España en cambio, significó el último acto de su progresiva declinación internacional, que la llevaría al repliegue sobre sí misma.
Cuba, teóricamente independiente, fue puesta bajo la autoridad del gobernador militar yanqui Leonard Wood, jefe de las tropas de ocupación. Estas permanecerán en el país durante tres años. Fue el propio Wood quien convocó a una asamblea constituyente introduciendo una enmienda redactada por el senador de Connecticut Orville Platt, a pesar de la oposición de numerosos constituyentes quienes consideraban que se trataba de una intromisión inaceptable que violaba la soberanía y la independencia de Cuba. En La Habana estallaron manifestaciones contra ese diktat y el gobierno Wood lanzó un ultimátum: "Los Estados Unidos continuarán ocupando la isla hasta que sea organizado un gobierno cubano, cuya constitución lleve como parte importante todos y cada uno de los preceptos de la Enmienda Platt". (21)
La Enmienda Platt constituía una demostración flagrante del estado de vasallaje al que Cuba había sido sometida. El 23 de mayo de 1903 fue incorporada a la constitución. Sólo en 1934 serían modificadas ciertas cláusulas. He aquí algunas perlas: artículo 1º: "El gobierno de Cuba no firmará ningún acuerdo que permita a una potencia extranjera obtener para propósitos navales o militares, una parte de la isla...". El artículo 3º era particularmente humillante: "El gobierno de Cuba consiente a que los Estados Unidos puedan ejercer el derecho de intervenir para preservar la independencia cubana (sic) y la manutención de un gobierno adecuado para la protección de la vida, la propiedad...". El artículo 7º les daba a los EEUU el derecho de instalar bases militares en territorio cubano. Guantánamo es en la actualidad una prueba viva de un tiempo que podría creerse como sobrepasado. El gobernador Wood no se equivocaba cuando en 1903 escribía en una carta a Roosevelt: "Poca o ninguna independencia efectiva le ha dejado a Cuba la Enmienda Platt. Los cubanos más sensibles comprenden esto y sienten que lo único positivo que pueden hacer es buscar la anexión". (22)
Invocando la Enmienda las tropas yanquis desembarcarán en numerosas oportunidades: en 1906, 1912 y 1917. Franklin D. Roosevelt aceptará abrogar ciertas cláusulas sólo en 1934.
La doctrina Drago y los corolarios Roosevelt de la doctrina Monroe.
En diciembre de 1902, barcos de guerra británicos, alemanes e italianos se presentaron frente a las costas venezolanas hundiendo algunas naves surtas en las bahías y bloqueando los puertos. Exigían el pago de indemnizaciones impagadas a súbditos europeos. "Teddy" Roosevelt, presidente de EEUU, aprobó la acción punitiva de las potencias europeas, pero los países latinoamericanos se indignaron ante esta agresión.
El ministro de relaciones exteriores de Argentina Luis María Drago, dirigió una nota al Departamento de estado - que luego sentó jurisprudencia y fue adoptada por la Conferencia de La Haya en 1907 - en la cual exigía prohibir la utilización de la fuerza como medio para cobrar deudas contraídas por un estado. La "doctrina Drago" había nacido.
Roosevelt no estaba dispuesto a aceptar que las potencias europeas ejercieran un papel de gendarme en su zona de influencia. Ese derecho se lo reservaba sólo a los Estados Unidos. El 6 de diciembre de 1904 en su discurso anual, el presidente norteamericano precisaba: "Si una nación demuestra que sabe proceder con eficiencia razonable y de modo decente en los asuntos sociales y políticos, si mantiene el orden interior y paga sus obligaciones, no necesita la interferencia de Estados Unidos. Las equivocaciones crónicas o la impotencia pueden requerir la intervención en América... puede forzarnos al ejercicio de policía internacional". (23)
Un año más tarde, Roosevelt - que había sido jefe de la policía de Nueva York - anunciaba a las naciones latinoamericanas en su mensaje anual, que no aplicaría la "doctrina Monroe", es decir, que no se opondría a las acciones punitivas de las potencias europeas: "Si una república al sur de nosotros comete un desatino contra una nación extranjera... la doctrina Monroe no nos ha de forzar a intervenir para impedir el castigo de tal desatino, salvo para impedir que el castigo no asuma, de ninguna manera, la forma de una ocupación territorial...". (24)
Los dos discursos de Roosevelt servirán de justificación a la política imperialista yanqui que se traducirá por intervenciones en Panamá, Cuba, Nicaragua, Haití y Santo Domingo. La política del "Gran Garrote" - hablar suave teniendo un garrote en la mano - iba a constituir la política oficial del gobierno norteamericano durante las primeras décadas de este siglo.
La secesión de Panamá
Desde la época de la conquista española numerosas personas habían imaginado un pasaje interoceánico en América Central. Varios proyectos y localizaciones sobre el lugar más adecuado para este efecto habían sido realizados. El territorio de Nicaragua y Panamá fueron propuestos y será en el suelo de este último - como resultado de la secesión organizada y fomentada por la potencia imperial - donde se construirá el codiciado canal.
Panamá se había declarado independiente en 1821 aceptando voluntariamente formar parte de Colombia. Diez años después, un movimiento secesionista proclamaba su autonomía, pero afirmaba pertenecer a la "Confederación Colombiana". En agosto de 1831, el ejército colombiano reponía nuevamente al Istmo en la Confederación. Entre 1840 y 1855 hubo varios intentos separatistas. El primero fue organizado por el general Tomás Herrera, quien fundó el "Estado libre del Istmo". Vuelto al buen camino por el ejército colombiano, Panamá conocerá una nueva tentativa secesionista en 1855 que también declaraba formar parte de la "Nueva Granada" (Colombia). En 1858 fue dictada la nueva constitución de la "Confederación Granadina" y Panamá formaba parte de la Confederación.
Después de la anexión de California, la provincia colombiana de Panamá se convirtió en un punto vital para las comunicaciones entre el este y el oeste de los EEUU. Desde 1851, una sociedad yanqui, la "Panama Rail Road Company" había logrado hacer correr al primer tren y en 1854, una locomotora atravesó el istmo. La línea férrea fue trazada en una zona particularmente malsana y propicia para el desarrollo de enfermedades tropicales. Más de 6000 trabajadores dejaron sus vidas a causa del paludismo y otras enfermedades, entre ellos coolies chinos, antillanos y un buen número de irlandeses, alemanes y austriacos.
La carrera por del oro californiano, obligó a miles de hombres a atravesar el istmo - paso obligado viniendo del este - y los Estados Unidos tomaron la enojosa costumbre de desplazar sus tropas por Panamá sin pedirle autorización a Colombia. Varios proyectos de tratados fueron propuestos por las compañías yanquis a los colombianos, pero no fueron aprobados por el Congreso de Bogotá. El embajador norteamericano Sullivan escribió entonces a su gobierno: "Si ustedes quieren obtener los derechos sobre el canal por una vía que no sea un tratado, las cosas pueden ser más fáciles en el Congreso colombiano con algunos fondos de los servicios secretos". (25)
Pero a pesar de los esfuerzos de EEUU, fue Lucien Bonaparte Wyse - nieto de Lucien Bonaparte - quien, entre 1878 y 1880 obtuvo para los franceses de la Sociedad Civil Internacional, "el privilegio exclusivo para la ejecución y la explotación a través de su territorio de un canal marítimo entre el Atlántico y el Pacífico". (26) El presidente de EEUU Rutherford Hayes, amenazó declarando su intención de proceder a la apertura de un canal en Nicaragua. Amenazaba a la comunidad internacional, reclamando el "derecho de ejercer un protectorado exclusivo sobre el canal que los franceses proyectan abrir en territorio colombiano". (27) Wyse convenció a Fernando de Lesseps - el constructor del canal de Suez en 1869 - de tomar a su cargo los trabajos, que fueron financiados por un empréstito lanzado por la "Compañía Universal del Canal Interoceánico". Pero durante los años siguientes, un gran escándalo financiero estalló, que unido a ciertos errores técnicos cometidos en las obras de excavación del canal, provocaron la quiebra de la compañía en febrero de 1889.
Es entonces cuando intervino un aventurero francés, liquidador de la compañía, Philippe Bunau Varilla, quien trató de vender a EEUU los derechos relativos a la concesión del canal. Al mismo tiempo, Gran Bretaña liberaba oportunamente a estos últimos de los compromisos contraídos por el tratado Clayton-Bulwer y así pudieron redactar un nuevo proyecto con Colombia (el Tratado Herrán-Clay), que debía ser ratificado por el Congreso de Bogotá. La mayoría de los senadores colombianos consideraron el proyecto como un atentado contra la soberanía de Colombia y el 12 de agosto de 1903, rehusaron su ratificación. Ante esta negativa los EEUU provocaron entonces la secesión y el alzamiento de la provincia colombiana de Panamá.
Un día antes de la "declaración de independencia", el 3 de noviembre de 1903, el departamento de Estado enviaba un cable al cónsul yanqui en Panamá: "Avise del levantamiento en el istmo. Tenga al Departamento al corriente y con todo detalle... Todavía no; ha de ser por la noche..." (28) La secesión fue proclamada y una Junta militar se constituyó en Puerto Colón y tropas yanquis desembarcaron de los barcos que se encontraban en el lugar, impidiendo a las fuerzas colombianas sofocar la rebelión. El 6 de noviembre Estados Unidos reconocía la "independencia" de Panamá. Philippe Bunau Varilla, ciudadano francés -- que había tomado parte en la rebelión sin moverse de la suite 1162 del hotel Waldorf Astoria de Nueva York -- reconocerá más tarde que la idea de secesión había sido discutida previamente con el presidente Roosevelt. (29)
Este aventurero fue nombrado con premura ministro plenipotenciario por la Junta y firmó en Washington el 18 de noviembre - un día antes de la llegada de los representantes de la recién creada república - un tratado leonino que hipotecaba para siempre la soberanía panameña sobre el istmo. Tres años después, Teodoro Roosevelt recibía el premio Nóbel de la paz. Tres décadas más tarde, su hijo Franklin introduciría algunas modificaciones en el tratado.
En 1955, el jefe de la Guardia Nacional panameña José Antonio Remón, logró obtener que Eisenhower aceptara algunos cambios. Luego Kennedy dio su acuerdo para que la bandera panameña fuera izada junto a la bandera yanqui. Lo que no impidió las grandes manifestaciones de 1964, seguidas de enfrentamientos entre tropas norteamericanas y estudiantes panameños, que ocasionaron más de 20 muertos y centenares de heridos.
El coronel Omar Torrijos negoció con Carter en 1977 la partida definitiva de las tropas yanquis del canal y la recuperación de la soberanía panameña sobre éste, prevista según el Tratado Torrijos-Carter, para el año 2000 Remón y Torrijos murieron en dos misteriosos y nunca dilucidados accidentes de aviación.
Pax americana en el Caribe.
El Caribe fue la región donde se concentraron las intervenciones armadas norteamericanas. En 1901 tuvo lugar la primera agresión del siglo contra Nicaragua y en 1903 como lo hemos visto, en Panamá. El canal abriría una nueva vía al Manifest Destinity.
En 1905, "respondiendo al llamado" de diversos personajes de la oligarquía dominicana, el futuro premio Nóbel Teddy Roosevelt instaló con la ayuda de sus marines, a recaudadores de impuestos yanquis en las aduanas de Santo Domingo. La presencia de tan diligentes expertos duró cuatro años. Por su parte, el secretario de estado Elihu Root había señalado en esos años que las intervenciones tendrían lugar "cada vez que estuvieran en peligro los capitales norteamericanos" (30). Un nuevo desembarco de marines en 1916 mantendría a la República Dominicana bajo la bota yanqui hasta 1924.
En Nicaragua, José Santos Zelaya del partido liberal, era presidente desde 1893. Había logrado desembarazarse de los ingleses en la costa atlántica y trató de interesar a los japoneses para que construyeran un canal interoceánico. Los EEUU consideraron esta actitud como una afrenta y armaron a los conservadores que se sublevaron contra Zelaya desembarcando en Bluefields. Este renunció al igual que su sucesor, José Madriz. La presidencia recayó entonces en Adolfo Díaz, un ex empleado de la compañía minera yanqui Fletcher. Sin embargo, una revuelta dirigida por los liberales estalló en 1912 y el presidente Taft envió con toda presteza a 1700 marines para proteger al presidente Díaz. Las tropas yanquis permanecerán en Nicaragua hasta 1925.
Al mismo tiempo EEUU le imponía a este país el Tratado Bryan-Chamorro (5 de agosto de 1914), mediante el cual adquirían el derecho a establecer una base naval en el golfo de Fonseca y la cesión de diversas islas e islotes durante 99 años.
El Salvador fue invadido en 1921 y Honduras en 1924. La injerencia yanqui llegó a tal punto, que la designación de un presidente hondureño se llevó a cabo en esos años a bordo del acorazado norteamericano "Tacoma". (En 1989, cuando Panamá fue invadido por las tropas de Bush, el "presidente" Endara, prestará juramento en la base yanqui de Fort Gulick, en la zona del canal.)
En Guatemala, la compañía frutera yanqui United Fruit - uno de cuyos propietarios era Foster Dulles, secretario de estado y hermano de Allen, el jefe de la C.I.A. - reinaba en la región desde comienzos de siglo. Teniendo la influencia y los medios casi como un estado, la compañía había firmado con el dictador guatemalteco Estrada Cabrera un primer contrato en 1901. El tirano Estrada será inmortalizado años después por Miguel Ángel Asturias en su famosa novela "El señor Presidente".
Al final de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos había comenzado a desplazar totalmente a las potencias europeas de América Latina, principalmente a Gran Bretaña, pero también a Alemania y Francia. Dos autores brasileños (Cardoso y Faletto) señalan que durante este período: "La presencia norteamericana se extendió rápidamente... Los países de la costa del Pacífico fueron incorporados a la economía de EEUU y aquellos de la costa atlántica, como Brasil, Uruguay y Argentina, también cayeron bajo su influencia" (31).
Desde fines de los años veinte los capitales norteamericanos ejercieron en la región una indiscutible predominancia. La presencia de los capitales yanquis tenía su corolario en una política imperialista que se manifestó muchas veces a lo largo de esos años. Las intervenciones de la segunda década de este siglo en México constituyen un ejemplo.
"Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos"
Después del derrocamiento y asesinato del presidente Francisco Madero en 1913 - en el que tuvo participación el embajador norteamericano Henry Lane Wilson - (31a), el general Huerta se apoderó del poder. Venustiano Carranza, ex gobernador en la época del dictador Porfirio Díaz, se sublevó contra aquel a quien consideraba como un usurpador. Por su parte Taft, el presidente norteamericano, rehusaba reconocer a Huerta como jefe del gobierno mexicano y concentraba tropas en la frontera.
En medio del torbellino de la revolución mexicana, el general Victoriano Huerta buscó y obtuvo el apoyo de inversionistas ingleses, al mismo tiempo que iniciaba un acercamiento con Alemania y Japón. Entre tanto, Wilson había sucedido a Taft y apostó la flota frente a las costas mexicanas. Es así como el 16 de abril de 1914, un incidente se produjo entre soldados mexicanos y marineros yanquis, quienes habían descendido ilegalmente en territorio mexicano. El gobierno de EEUU exigió reparaciones por lo que consideraba una afrenta por parte del ejército mexicano, pero las autoridades aztecas estimaron inaceptables sus demandas. Entonces, al expirar el ultimátum dado por Wilson, 50 navíos con 23 000 hombres se desplegaron frente al puerto mexicano de Tampico.
El 20 de abril tuvo lugar el desembarco y a pesar de una resistencia encarnizada, las tropas yanquis lograron apoderarse de la ciudad llevándose consigo los 8 millones de dólares que se encontraban en los cofres de la aduana. El mismo día el presidente Wilson se dirigió al Congreso para pedir su aprobación, "para que pueda emplear a las fuerzas armadas de Estados Unidos... para conseguir del general Huerta el más amplio reconocimiento de nuestros derechos..." (32). Cinco años más tarde, en 1919, Woodrow Wilson recibiría - él también - el premio Nóbel de la paz.
En marzo de 1916 tuvo lugar la famosa "invasión" mexicana de EEUU, encabezada por el célebre general Francisco Villa, quien se apoderó de la ciudad de Columbus, al parecer, a causa del apoyo dado por los norteamericanos a su enemigo jurado, el general Obregón. Por primera vez un país de América Latina "invadía" los Estados Unidos... Washington respondió enviando una "expedición punitiva", compuesta por 10 000 hombres, al mando del general Pershing, el mismo que un año después comandaría a las tropas norteamericanas en Europa. Entre sus oficiales se encontraban los futuros y victoriosos generales Eisenhower y Patton, que en México morderían el polvo de la derrota. En efecto, la "expedición punitiva" fue un fracaso. A medida que las tropas yanquis se internaban en territorio mexicano, encontraban la creciente resistencia de la población. Incluso el propio gobierno mexicano - en guerra contra Villa y que finalmente había sido reconocido por EEUU - exigía el retiro de las tropas estadounidenses de su suelo: "El gobierno mexicano concentró sus fuerzas alrededor de los invasores... Estaba obligado a causa del creciente sentimiento antiyanqui existente en todo el país... Villa aparecía como el símbolo de la resistencia popular contra el invasor...". (32a)
En junio de 1916 el ejército mexicano inflingió una derrota a las tropas yanquis en una escaramuza y Wilson decidió retirar sus tropas en enero de 1917. Tres meses después los EEUU declaraban la guerra a Alemania. México por su parte, resistiría frente a todas las presiones manteniendo su neutralidad.
En los años 20, cuando el general Obregón designó como su sucesor a Elías Calles, un sector del ejército rehusó reconocerlo como presidente y se sublevó. Calles ejerció una durísima represión, contando con el apoyo de tropas norteamericanas para sofocar esta rebelión así como la revuelta de los "cristeros", que se habían alzado debido a las medidas tomadas por el gobierno contra la Iglesia y que durante más de tres años hicieron frente a las tropas gubernamentales.
Haití bajo la bota yanqui.
A inicios de siglo las inversiones norteamericanas en Haití alcanzaban a cerca de 15 millones de dólares. Aparte de intereses en el azúcar, transportes y actividades portuarias, las inversionistas yanquis disponían del 50 % de las acciones del Banco Nacional de Haití.
Uno de los hombres de negocios más importantes era Roger Farharm. Vicepresidente del Banco Nacional y de la Railroad de Haití, también era funcionario del National City Bank. Farharm jugó un papel de primer plano en el conflicto que oponía al gobierno de Davilmar Théodore - y luego al de Vilbrun Guillaume Sam - con los banqueros yanquis, fue Farharms quien dirigió la campaña que desató la intervención militar norteamericana. A su demanda, el 17 de diciembre de 1914, los marines del crucero Machias desembarcaron y se llevaron 500 000 dólares pertenecientes a Haití provenientes de los cofres del Banco Nacional. Ante las protestas del gobierno haitiano, el secretario de estado Bryan señaló que los EEUU debían "proteger los intereses norteamericanos que se encontraban amenazados", agregando con todo desparpajo que se trataba "de una simple transferencia de fondos". (33)
Las presiones ejercidas por los hombres de negocios yanquis sobre el Departamento de estado, buscaban forzarlo a apoderarse del control de las aduanas haitianas. El pretexto fue el caos y la guerra civil existente desde abril de 1915, que provocó numerosas atrocidades culminando con la espantosa muerte del presidente Sam. El 28 de julio los marines desembarcaron nuevamente en Haití. Esta vez permanecerán durante 19 años. El presidente del Senado, diputados, ministros y otras personalidades - protegidos por la bayonetas de los soldados norteamericanos - se apresuraron a manifestar al almirante Capperton, comandante de las fuerzas de ocupación, su acuerdo para que las aduanas haitianas quedaran bajo control yanqui. Y fue Capperton en persona quien dio luz verde para que Sudre Dartiguenave fuera designado como presidente por un período de siete años.
Días más tarde el proyecto de acuerdo con EEUU fue sometido a la ratificación de diputados y senadores. Las condiciones establecidas eran tan humillantes para Haití que hasta en el seno de esa dócil asamblea, surgieron voces de protesta: "Según las declaraciones de sus agentes, el gobierno de Estados Unidos, ha efectuado en nuestro país en nombre de la humanidad, una intervención humanitaria y con sus bayonetas, sus cañones y sus cruceros nos ha presentado un proyecto ¿Qué significa este proyecto? Un protectorado impuesto a Haití por mister Wilson..." (34). El proyecto fue aprobado el 16 de noviembre y en 1918 fue promulgada una nueva constitución, cuyo inspirador y uno de sus redactores fue el subsecretario de la marina yanqui Franklin D. Roosevelt, teórico de la doctrina de la "Buena Vecindad".
Con el tiempo el propio presidente Dartiguenave manifestará cierta resistencia frente a sus protectores. Será reemplazado entonces por el dócil Luis Borno. Así fue entregada la patria de Toussaint Louverture a la voracidad imperialista. El artículo V de la constitución, que desde hacía un siglo prohibía a los blancos el acceso a la propiedad de la tierra fue abolido, siendo los campesinos haitianos las primeras víctimas de la llegada de nuevos propietarios, quienes compraron y explotaron nuevas plantaciones. A esto debe agregarse la represión sistemática en el campo llevada a cabo por las tropas de ocupación, que provocó un éxodo masivo de campesinos hacia Cuba. De 23 490 en 1915, su número pasó a más de 30 000 en 1920. Otro flujo migratorio se dirigió a Santo Domingo. A la vergonzosa colaboración de las elites burguesas con el ocupante, se opuso la epopeya de los "Cacos" de Charlemagne Peralte, quien durante cuatro años (1915-1919) resistió levantando guerrillas frente a las tropas de ocupación antes de ser ultimado a traición. Los marines abandonarán el territorio haitiano sólo en 1934.
La tercera intervención yanqui en Nicaragua.
En agosto de 1925 los marines abandonaron el país después de trece años de ocupación. Dos meses más tarde Emiliano Chamorro derrocaba al presidente Carlos Solórzano, pero debió entregar el poder al ex presidente Adolfo Díaz - empleado de una compañía minera yanqui y hombre de confianza de Washington - quien pudo así volver a ocupar la presidencia.
En diciembre de 1926, el vicepresidente Juan Bautista Sacasa encabezó una fuerza destinada a restablecer la legalidad. Pero el almirante yanqui Latimer desembarcó con 2 000 soldados desarmando a los beligerantes y obligándolos a firmar la paz. Uno de los jefes liberales, Augusto César Sandino rehusó someterse, refugiándose con sus tropas en las montañas del norte del país.
Un año después, en diciembre de 1927, el presidente de EEUU Calvin Coolidge en su mensaje anual, explicaba que la intervención norteamericana se justificaba porque, "Hoy en día hay grandes inversiones en los aserraderos, la minería, las plantaciones de café y bananas, el cabotaje y diversos negocios mercantiles y colaterales... No hay duda que de continuar esta revolución, las inversiones norteamericanas y sus intereses financieros se hubieran visto seriamente afectados..." (35). Sandino y su "pequeño ejército loco" resistirán victoriosamente frente a las tropas de ocupación durante seis años, las cuales bombardeaban y saqueaban pueblos y aldeas. El "general de los hombres libres" transformó el combate por el restablecimiento de la legalidad pisoteada, en una guerra de liberación nacional contra el ocupante extranjero: "Lucho para expulsar de mi patria al invasor... La única manera de poner fin a esta guerra es que las fuerzas que han invadido el suelo nacional se retiren inmediatamente..." (36). Ante la imposibilidad de una victoria militar, EEUU buscó un acuerdo político. Sacasa fue designado presidente como pedía Sandino y los marines se retiraron de Nicaragua en enero de 1933.
Pero el verdadero hombre fuerte del país era el jefe de la Guardia Nacional Anastasio Somoza, jugador de póker, falsificador de billetes y fiel guardián de los intereses yanquis. Fue Somoza quien organizó el 21 de febrero de 1934 el secuestro y asesinato de Sandino. Ese crimen le abrió las puertas para asumir en 1936 la totalidad del poder. Devoto gendarme de los norteamericanos, su gobierno fue una sucesión de abyecciones, crímenes y corrupción. En 1956 fue acribillado a balazos por el poeta Rigoberto Pérez. Franklin D. Roosevelt había dicho de Somoza, el hombre de Estados Unidos: "Somoza may be a son of a bitch, but he's our son a bitch".
La guerra del Chaco.
Entre 1932 y 1935 tuvo lugar la sangrienta guerra del Chaco. Un antiguo litigio fronterizo entre Paraguay y Bolivia se agravó cuando la compañía norteamericana Standard Oil creyó haber descubierto un rico yacimiento de petróleo en territorio boliviano. Por su parte, la compañía anglo-holandesa Royal Dutch hizo un descubrimiento parecido en el Chaco paraguayo. Se desarrolló entonces en los dos países una intensa campaña chovinista, alentada por las compañías petroleras. La guerra estalló en junio de 1932 y fue particularmente cruel. Se firmó un armisticio sólo en junio de 1935 y Bolivia debió ceder al Paraguay más de 300 kilómetros. Sin embargo la presencia de petróleo en la región era una ilusión. Más de 130 000 paraguayos y bolivianos murieron empujados por la histeria chovinista y el voraz apetito de las compañías petroleras.
El sentimiento antinorteamericano creció en América Latina en la década de los años treinta. La VI Conferencia de los Estados Americanos que se realizó en La Habana en 1928 había condenado el intervencionismo yanqui, la ocupación de Haití, de Panamá y la existencia de la Enmienda Platt, todavía en vigor en Cuba. En 1933, en la VII conferencia de Montevideo, Franklin D. Roosevelt enunció la Good Neighbour Policy -- Política de Buena Vecindad -- y se aprobó un documento relativo a los "Derechos y Deberes" de las naciones americanas. Su artículo 8 fue votado "con reservas" por el secretario de estado de Estados Unidos Cordell Hull, quien evitó así una condena debida al proteccionismo aduanero de su país: "Ningún Estado tiene el derecho de intervenir en los asuntos internos ni externos de otro" (37). Luego, la VIII Conferencia en Lima (1938), autorizó las reuniones de consultas de los ministros de relaciones exteriores americanos y fue durante la Segunda Guerra Mundial que éstas se llevaron a cabo. Los EEUU impusieron a los países latinoamericanos la ruptura de relaciones diplomáticas con el Eje y sólo Chile y Argentina rehusaron. Habrá que esperar hasta 1945 para que el gobierno argentino rompa con Alemania y Japón, lo que tuvo como consecuencia indirecta un golpe de estado militar.
En 1945 se aprobó el "Acta de Chapultepéc", con ocasión de la "Conferencia Interamericana sobre los problemas de la guerra y de la paz" celebrada en México, donde fue notoria la ausencia argentina. El Acta comprometía a todos los países del Nuevo Mundo para hacer frente a un eventual agresor externo. Su artículo 3º especificaba: "Todo atentado contra la integridad o la inviolabilidad del territorio, o contra la soberanía o la independencia política de un Estado americano, será considerado como acto de agresión contra los demás Estados firmantes de esta declaración" (38). Esta disposición, que debiera haber sido aplicada en 1982 durante la guerra de las Malvinas, no fue utilizada. El 2 de septiembre de 1947 fue firmado en Río de Janeiro el "Tratado de Asistencia recíproca" (TIAR) que definía el alcance de la conferencia de México. Argentina lo firmaría sólo en 1950.
En realidad a lo largo del siglo XIX y hasta la primera mitad del siglo XX, hubo en América Latina una fuerte resistencia frente a EEUU. La conciencia de la originalidad hispánica y católica se acentuó durante esas décadas. El sentimiento antiyanqui, en reacción contra un imperialismo más agresivo que aquel de Inglaterra, se expresó también en el campo cultural. Poetas de gran renombre como Rubén Darío o José Enrique Rodó, invocaron la superioridad de la fe religiosa católica sobre el materialismo anglosajón. En algunos casos esto llevará a una revalorización de España, la antigua metrópoli: "El prestigio creciente de las tradiciones coloniales quitó a EEUU la posibilidad de tener sobre la vida y la cultura latinoamericana una influencia comparable a aquella que Europa ejerció antes de 1914. Los revolucionarios y conservadores resistieron frente a la cultura norteamericana, estos últimos defendiendo los lazos establecidos con otras metrópolis en el curso del siglo XIX y valorizando la herencia cultural antaño criticada" (38a).
Después de 1945, la guerra fría y sus tajantes opciones, forzará a los conservadores a dejar el antinorteamericanismo ferviente por el apoyo intransigente a los EEUU.
Perón y Estados Unidos.
La discordia entre Argentina y EEUU databa de la época de la Segunda Guerra Mundial, aunque desde hacía mucho tiempo los gobiernos de Buenos Aires desconfiaban del discurso "panamericanista" de Washington.
Perón llegó legalmente al poder en 1946. Había estado como agregado militar en Italia durante la época de Mussolini entre 1939 y 1941. Acusado de tendencias fascistas (38b) había participado en el movimiento militar de 1943, llegando a ser ministro del Trabajo y en 1944, de Defensa. Propugnaba una política nacionalista que hería los intereses norteamericanos y éstos decidieron hacerle la vida imposible.
Sprulle Braden, embajador yanqui en Buenos Aires ligado a la empresa petrolera ESSO, inició una virulenta campaña antiperonista. Apoyado por el PC, intervino en la campaña presidencial en curso publicando un "Libro Blanco", donde acusaba a Perón de nazi. Perón respondió publicando un "Libro Azul y Blanco", en el cual decía que EEUU quería "instalar en nuestro país un gobierno propio, un gobierno títere, y para ello ha comenzado por asegurarse el concurso de todos los "Quislings" disponibles..."(39). Por su parte, el embajador Braden no se quedaba en chicas al afirmar que "el pueblo argentino siempre ha sido democrático y contrario a las dictaduras totalitarias... Sin embargo el gobierno sigue el modelo alemán de 1933..." (40).
El resultado arrojó una mayoría neta en favor de Perón y el diario Evening Saturday Post, comentando la política intervencionista en los asuntos internos argentinos impulsada por el Departamento de estado escribió: "La diplomacia norteamericana brinda una prueba de la esquizofrenia diplomática que está disminuyendo el prestigio y la influencia estadounidense en el mundo. El pueblo de la Argentina ha respondido como respondería cualquier pueblo cuando los extranjeros se sienten inclinados a decirle qué política debe seguir." (41).
El "guatemalazo".
La guerra fría acrecentó la paranoia de Estados Unidos, quienes veían detrás de cada huelga o manifestación la mano de Moscú. La política del "containment" había sido enunciada por Truman y la Casa Blanca se desvelaba en hacer frente a la expansión comunista en el mundo.
En 1944, una revuelta popular atizada por estudiantes, campesinos y oficiales del ejército, derrocó en Guatemala a los fieles servidores de Washington, ligados estrechamente a la compañía frutera United Fruit ("Mamita Yunai", como la llamaban los guatemaltecos). Los sucesivos gobiernos de Arévalo y Arbenz realizaron algunas reformas. El primero comenzó una tímida redistribución de la tierra, que el coronel Arbenz - electo en 1951 - trató de profundizar promulgando una reforma agraria que respondía a las aspiraciones del campesinado, sector mayoritario de la población. 85 000 hectáreas de la United Fruit fueron así expropiadas. Pero eso era no contar con la reacción de la poderosa "Mamita Yunai", del secretario de estado Foster Dulles y de su hermano Allen, jefe de la C.I.A.
En plena guerra fría, levantaron el espantapájaros del comunismo y en la conferencia panamericana de Caracas (marzo de 1954), Foster Dulles trató de asimilar la presencia de comunistas en cualquier gobierno del hemisferio a una "agresión extracontinental". Entre tanto, su hermano Allen constituía un ejército de "liberación" con la complicidad del gobierno hondureño, bajo el mando del coronel Castillo Armas, ligado a la International Railways of Center America, filial de la United Fruit.
En la conferencia de Caracas, Foster Dulles había declarado que "el dominio y control de las instituciones políticas de cualquier estado americano por el movimiento comunista internacional constituiría una intervención por una potencia extranjera y sería una amenaza para la paz en América". (42). El gobierno de Arbenz había expropiado las tierras, establecido la seguridad social, construido caminos - la United Fruit disponía del monopolio del transporte - y comenzado los trabajos para la construcción de un nuevo puerto. Al mismo tiempo, se inició una reforma de la educación observándose escrupulosamente los derechos y las libertades políticas antaño inexistentes.
Pero Estados Unidos no veía nada más que la mano del comunismo detrás del gobierno de Arbenz y la conferencia de Caracas aprobó una declaración que iba en el sentido deseado por Dulles. Desde el mes de mayo de 1954, se iniciaron los vuelos de aviones yanquis sobre Guatemala y fueron bombardeadas las ciudades de Puerto Barrio y Puerto San José. Luego se produjo el desembarco de los mercenarios de Castillo Armas y poco después Ciudad de Guatemala caía en manos de sus "liberadores" mientras que un joven médico argentino de veintiséis años - Ernesto Guevara - trataba desesperadamente de organizar la defensa del gobierno legal de Arbenz. La experiencia guatemalteca había sucumbido.
Desde su llegada al poder Castillo Armas abrogó la ley de reforma agraria y las otras medidas tomadas por Jacobo Arbenz. En los años sesenta y setenta, el ejército guatemalteco, asesorado por oficiales norteamericanos, emprendería una feroz "guerra antisubversiva", en realidad de exterminación contra las comunidades indígenas que ocasionó la muerte a cerca de 200 000 personas.
El golpe de estado en Brasil.
El golpe de estado en Brasil contra el presidente Joao Goulart inauguró una serie de golpes en los cuales los Estados Unidos aparecieron directamente implicados. El gobierno de Goulart había manifestado su voluntad por erradicar las miserables condiciones en las que se encontraban miles de sus compatriotas. Anunció el voto para los analfabetos y su intención de promulgar una ley de reforma agraria. El 31 de marzo de 1964 las fuerzas armadas derrocaban a Goulart asumiendo el control total del país. El presidente Johnson se apresuró dos días más tarde, el 2 de abril, a enviar a los militares "sus más calurosos deseos", agregando que el pueblo norteamericano "había observado con ansiedad las dificultades políticas y económicas atravesadas por vuestra gran nación... Admiramos la voluntad decidida de la comunidad brasileña por resolver estas dificultades en el marco de la democracia constitucional (¡sic!)".
Las convicciones democráticas de los militares brasileños se expresaron en el curso de los años siguientes, desencadenando una brutal represión contra los movimientos y partidos antidictatoriales. Sólo en 1979 se darían los primeros pasos de retorno a un régimen civil. A comienzos de los años sesenta, el miedo al contagio y al ejemplo cubano habían llevado a los EEUU a apoyar todos los golpes militares a lo largo y ancho del continente. Era el retorno del Big Stick.
En El Salvador una junta militar se apoderó del poder en 1961. En Guatemala el presidente Idígoras Fuentes fue tumbado por los militares en marzo de 1963 y en Honduras el presidente Villeda, acusado de poca firmeza frente a la subversión comunista, fue derrocado en octubre de ese mismo año.
En América del Sur los militares se apoderaban del poder en Perú en julio de 1962 y el presidente ecuatoriano Otto Arosemena era derrocado a su vez en julio de 1963, por "complacencia ante el castrismo". El ejército boliviano se tomó el poder en noviembre de 1964 y en Argentina, el general Onganía en junio de 1966.
La intervención en la República Dominicana.
Estados Unidos había ocupado la República Dominicana de 1916 a 1924. Rafael Leonidas Trujillo, hombre de confianza de Washington se había apoderado del poder en 1930. Así comenzó la "era Trujillo" con su secuela de torturas y crímenes. "El Benefactor", dictador megalómano sólo comparable en su truculencia a Somoza, otro protegido de EEUU, permaneció en el poder más de treinta años con el beneplácito norteamericano. En 1961 murió asesinado y uno de sus acólitos, Joaquín Balaguer, transformado rápidamente en ardiente demócrata accedió a la presidencia. Una serie de golpes y contragolpes finalizó por la convocación a las primeras elecciones realmente democráticas para diciembre de 1962. Juan Bosch, un demócrata que había estado exiliado más de veinticinco años obtuvo la mayoría. Aún cuando se trataba de un liberal, su elección no entraba en los planes de EEUU que desconfiaban de él. En septiembre de 1963 fue derrocado por un grupo de militares quienes nombraron como nuevo ejecutivo a un triunvirato presidido por un civil, Donald Reid Cabral, hombre de confianza del Departamento de Estado. Sin embargo, algunos oficiales constitucionalistas encabezados por el coronel Francisco Caamaño, derrocaron a su vez al triunvirato en abril de 1965, proclamando apoyados por gran parte de la población, su voluntad de restablecer en sus funciones al presidente legalmente elegido, Juan Bosch.
Las fuerzas armadas se dividieron, estallando numerosos enfrentamientos. Los constitucionalistas de Caamaño parecían alcanzar la victoria cuando Lyndon Johnson decidió el envío de los marines, una vez que el embajador Tapley Bennet anunció que EEUU protegería a los ciudadanos estadounidenses residentes. El mundo asistió boquiabierto entonces a una opereta en la cual Johnson se esforzaba en negar la violación flagrante de la propia Carta de la O.E.A., debiendo disfrazar después de tergiversaciones y mentiras - y ante la ola de indignación particularmente fuerte en América Latina, donde varias embajadas y empresas yanquis fueron saqueadas - la intervención de EEUU con el aporte de tropas de cuatro dictaduras militares, las únicas naciones que aceptaron de colaborar con Washington en la invasión a un país soberano: los golpistas brasileños, el dictador Somoza (hijo) de Nicaragua, el Paraguay de Stroessner y Honduras.
Para los norteamericanos se trataba de impedir lo que a sus ojos sería un nuevo foco de contagio revolucionario, otra Cuba en el continente. Lo que justificaba por cierto todas las excepciones a las reglas prescritas en la Carta de la O.E.A.: "Comprendí que no había tiempo para hablar, consultar o demorarse... Las naciones americanas no pueden ni deben y no permitirán el establecimiento de otro gobierno comunista en el hemisferio occidental..." (44). En septiembre del mismo año, una resolución de la Cámara de representantes (resolución Selden) declaraba que ante la sola amenaza de peligro comunista, las naciones americanas podían y debían prestarse mutua asistencia.
Balaguer, el hombre de Washington, antiguo y fiel amigo del dictador Trujillo, fue reinstalado poco después por sus amos en la presidencia de la república. El coronel Caamaño aureolado de un inmenso prestigio morirá años más tarde en un postrer intento por desencadenar la lucha armada en la República Dominicana.
La invasión de Granada.
La invasión de la minúscula isla de Granada se inscribe en el marco de la nueva guerra fría que tuvo lugar en la primera mitad de los años ochenta. Estados Unidos, que habían sido maltratados en el plano internacional - en Vietnam, Irán, Nicaragua, Africa, Afganistán y el Líbano - quisieron hacer saber al mundo y particularmente a la URSS y sus aliados que "América había vuelto por sus fueros". Reagan trataba de repeler los movimientos revolucionarios en América Central y en su cruzada contra el "imperio del mal", apoyó la escalada militar de los "contras" en Nicaragua, alentando al gobierno hondureño y salvadoreño en su lucha contra la guerrilla.
Es en este contexto que EEUU invadió el 25 de octubre de 1983 la pequeña isla de Granada de Grenada (110 000 habitantes). Un conflicto entre dos campos que se disputaban el poder y que habría puesto "en peligro la vida de ciudadanos norteamericanos", fue el pretexto esgrimido por Reagan. Enseguida agregó para efectos de propaganda, que los cubanos construían una pista de aterrizaje en el aeropuerto de Puerto Salinas, con el objetivo de poder hacer aterrizar aviones soviéticos... Y la histeria intervencionista se apoderó de millones de ciudadanos estadounidenses. Sin temor al ridículo, Reagan fue hasta a decir lo más serio del mundo, que la intervención había sido decidida "después de una demanda urgente" de cinco países del Caribe, cuyo peso es realmente inexistente en la escena internacional: Antigua, Barbade, Dominique, Santa Lucía y San Vicente...
La "victoria" de Granada - más de 6 000 marines armados hasta los dientes contra obreros de la construcción cubanos - iba a ser utilizada por Reagan durante la campaña para su reelección al año siguiente. Por otra parte, para la administración Reagan se trataba de hacer olvidar el fiasco en el Líbano, donde algunas semanas antes, más de cincuenta soldados yanquis habían perecido en un atentado. La operación que "liberó a Granada de una dictadura marxista", tenía un objetivo electoral, pero al mismo tiempo, quería mostrar al mundo la determinación de Reagan en su lucha contra el comunismo.
La pequeña isla de Granada - paraíso hoy en día de la nuez moscada y de los norteamericanos de la tercera edad - pagó los platos rotos puesto que Reagan había decidido recomenzar una nueva guerra fría.
La operación "Causa Justa".
El 2 de octubre de 1977 un referéndum ratificó en Panamá el nuevo tratado Torrijos-Carter. El pueblo panameño abrogaba así el leonino tratado Hay-Bunau Varilla, "jamás firmado por un panameño", como acostumbraba a decir el general Omar Torrijos. Mediante este nuevo tratado, Panamá obtendría en el año 2000 la soberanía plena sobre el canal y sus instalaciones.
Canal de Panamá
Torrijos debió vencer numerosos obstáculos y trabas que los senadores yanquis encabezados por nuestro conocido Jesse Helms habían opuesto a la firma de éste. Una enmienda del senador De Concini agregaba una cláusula que garantizaba a EEUU el derecho a intervenir militarmente en el canal: "Si el canal fuera cerrado o sus operaciones no se pudieren efectuar... los EEUU tendrán el derecho de tomar las medidas necesaria... incluyendo el uso de la fuerza militar..." (45). Torrijos escribió entonces a Carter quien se comprometió a "no utilizar esta enmienda como justificación legal para una eventual intervención en Panamá".
Catorce bases militares y más de diez mil soldados se encontraban en la zona del canal. Esta presencia tenía la misión - aparte aquella de la seguridad del canal - de proyectar el poder de fuego de EEUU sobre el continente: "Durante décadas, bajo el pretexto de proteger esta vía fluvial, esas instalaciones sirvieron como centros de entrenamiento para realizar pruebas de armamento y de tecnología militar; como bases de apoyo logístico a golpes de estado y operaciones de contrainsurreción o, para efectuar intervenciones secretas o no en Colombia, Bolivia, Granada y América Central..." (46).
Torrijos murió en 1981 en un misterioso accidente de aviación. Los panameños le reconocen el mérito de haber, en condiciones extremadamente difíciles, logrado hacer firmar a los EEUU un nuevo acuerdo sobre el canal.
El general Noriega sucedió a Torrijos como jefe de la Guardia Nacional. Era considerado como un hombre al servicio de EEUU, trabajando después de muchos años para la CIA. Como se sabe, Bush padre, que había sido jefe de la central yanqui, no se embarazó en 1989 con sutilezas jurídicas ni supuestos derechos de antiguedad en el trabajo. Ese año se había llevado a cabo la elección presidencial en Panamá. La oposición se agrupó en torno a Guillermo Endara, quien afirmó al término del escrutinio ser el vencedor. Pero bajo presión de la Guardia Nacional, Francisco Rodríguez fue designado como presidente de la república.
Una prueba de fuerza comenzó entre la oposición apoyada por EEUU y la Guardia Nacional. Noriega, que al parecer había trabajado algunos años antes para la CIA y por ello era un ex empleado de Bush, fue acusado por éste de participar en el tráfico de estupefacientes y un juez norteamericano emitió una orden de detención en su contra. Al mismo tiempo, las tropas yanquis estacionadas en el canal realizaron provocaciones tratando de intimidar a la población panameña, que en parte, apoyaba a Noriega. El 20 de diciembre de 1989, Bush - después de haber copiosamente brindado en Malta con Gorbachev celebrando el fin de la guerra fría - lanzó la "operación Causa Justa". Y las tropas yanquis, sin preocuparse de justificaciones de tipo legal, invadieron una vez más Panamá, utilizando miles de soldados, la aviación y helicópteros artillados. Pero la Guardia resistió e igual cosa ocurrió en los barrios populares donde algunas armas habían sido distribuidas. Entonces las tropas invasoras de la "Causa Justa" los bombardearon como única manera de poner fin a la resistencia. Más de 3000 muertos quedaron entre los escombros de los barrios populares calcinados, en especial el de chorrillos.
En cuanto al líder de la oposición Guillermo Endara, éste prefirió el confortable aire acondicionado de una base militar yanqui - prueba de la tranquilidad que reinaba en el país y de la adhesión popular con que contaba la invasión norteamericana - para jurar como presidente de la república... George Bush imponía un presidente que en los años setenta había creado una empresa domiciliada en Panamá, cuyo socio no era otro que el general Manuel Contreras, jefe de la policía secreta del general Pinochet... Noriega fue detenido por sus ex patrones el 3 de enero de 1990 y llevado a EEUU, donde fue condenado a 40 años de cárcel. En mayo de 1994, Ernesto Pérez Valladares del PRD (Partido Revolucionario Democrático), el partido de Noriega, triunfó en las elecciones.
Los panameños esperaron expectantes el año 2000, fecha según el tratado en la que adquirirán la soberanía total sobre esta codiciada vía fluvial. Pero el Pentágono quisiera conservar algunas instalaciones en la zona. Ello podría facilitar las operaciones de control e intervención en el Caribe y América del Sur. Más hoy en día, cuando dos otros focos de tensión considerados como peligrosos existen en la región: Colombia, gangrenada por una violencia endémica desde hace más de cuarenta años y que los norteamericanos vigilan de muy cerca debido - dicen - al tráfico de drogas, y Venezuela, donde el presidente Chávez, nacionalista e independiente, quiere aplicar una política que se aparta de la línea deseada por EEUU.
En todo caso, desde 1995, en abierta violación del reciente tratado Torrijos-Carter, EEUU trató de obtener del gobierno panameño su acuerdo para que algunas de sus bases militares - Howard, Sherman, Rodman y una en la isla de Galeta - permanecieran indefinidamente en la zona del canal. El pretexto esgrimido por Washington fue que se crearía un Centro Multilateral Antidrogas (CMA). Un centro supuestamente civil compuesto por 2000 militares... Los panameños fieles a la memoria del general Torrijos, se negaron a aceptar, al igual que los países contactados para formar parte del CMA, como México, Brasil y Colombia. Las negociaciones entabladas con la máxima discreción, fueron interrumpidas en septiembre de 1998.
En mayo de 1999, la derechista Mireya Moscoso una fiel aliada de EEUU, fue elegida como presidente de la república. Curiosamente, faltando 1 día para entregar su mando presidencial al nuevo presidente Torrijos, liberó al terrorista Posada Carriles, quien fue capturado en Panamá a punto de cometer un atentado terrorista junto a otros mercenarios que lo acompañaban por la modica suma de 4 millones de dolares, cantidad cancelada por los terroristas cubanos que viven protegidos por el gobierno de EE.UU en miami. Meses después, el general Charles Wilheilm del Southern Command, explicaba ante la comisión de relaciones exteriores del Senado norteamericano, que el ejército panameño no estaba en condiciones de enfrentar una eventual incursión de guerrilleros colombianos. Pero fueron los propios EEUU los que disolvieron y desarmaron al ejército panameño durante la invasión de 1989.
Al Tratado Torrijos-Carter se le agregó un "Tratado de Neutralidad", según el cual, los EEUU quedan autorizados para intervenir unilateralmente desde el año 2000 si estimaran que la neutralidad del canal estuviera en peligro...
---------------------000-------------------------
El intervencionismo norteamericano en América Latina contribuyó a forjar en esta región del mundo un vigoroso sentimiento antiyanqui. Durante casi dos siglos, el poderío de la potencia hoy en día dominante, actuó a su antojo en su "patio trasero". Estas intervenciones se acentuaron desde 1945, favorecidas por la existencia de un mundo bipolar y por la guerra fría.
El imperio no habría podido actuar impunemente, si no hubiese contado con la preciosa ayuda de los "Quislings" nativos: Castelo Branco y Costa e Silva en Brasil; Stroessner en Paraguay; Somoza, Trujillo, Castillo Armas y d'Aubuisson en América Central; Pinochet en Chile; Onganía y Videla en Argentina; Balaguer, Wessin y Duvalier en el Caribe; Fujimori en Perú, etc. Todos, cabezas visibles de una estructura de poder en el continente que perpetúa su existencia gracias al "hermano mayor" del Norte.
Es el "hermano mayor" quien creó para sus creaturas, diversas instituciones en defensa de sus intereses comunes. Es el "hermano mayor" el que impuso la doctrina de seguridad nacional con su corolario de muerte y terror. Es el imperio dirigido por este generoso "hermano" el que decretó que la libertad no era otra cosa que la libertad de empresa, estableciendo una identidad entre la libertad y el american way of life.
La alianza entre las oligarquías latinoamericanas y Washington estaba destinada a luchar contra el enemigo interno común: la subversión comunista - que los EEUU siempre consideraron como el largo brazo de Moscú - y los sectores populares, que disputaban a estas mismas oligarquías un espacio político, planteando a su vez reivindicaciones de carácter social y económico. Este statu quo imperial-oligárquico pudo ser garantizado sólo por fuerzas armadas sumisas y fieles al "hermano mayor".!Cuántos crímenes y atrocidades se cometieron para preservar el orden que el amo deseaba! Todas las causas infames, fueron apoyadas por los EEUU en el continente, aún si años después Clinton hiciera un tardío mea culpa : "Es importante que yo declare que el apoyo a los militares implicados en actos de violencia y de represión extensiva, es un error que no debemos repetir". (47). Fueron los EEUU quienes crearon las escuelas militares - la flor y nata de ellas era "The School of the Americas" - donde fueron formados más de 58 000 militares latinoamericanos. Si el Pentágono organizara una reunión con sus antiguos alumnos, se darían cita seguramente los facinerosos más repugnantes de todo el hemisferio...
A partir de los años sesenta - después del triunfo de la revolución cubana - el Pentágono asignó una tarea bien específica a los ejércitos latinoamericanos: debían cesar desde ahora de participar en la defensa continental debiendo encargarse de su "seguridad interna". En este trabajo sucio, EEUU utilizó los métodos de los escuadrones de exterminación. Pero esta pléyade de criminales, surgida de lo más profundo del bestiario del continente, tuvo que hacer siempre frente a la encarnizada y heroica resistencia de los pobres y excluidos. No ha habido un sólo día en que esta resistencia no se manifestara.
Desde los patriotas mexicanos que combatían contra el invasor yanqui, pasando por los "mambises" cubanos, los "cacos" de Charlemagne Peralte en las montañas haitianas y los exhaustos soldados del "pequeño ejército loco" de Sandino; los combatientes guatemaltecos y los miles de indios y campesinos víctimas de la guerra antisubversiva que durante treinta años llevó a cabo el ejército de Guatemala con la bendición de EEUU, hasta los dominicanos y panameños que defendieron la soberanía de sus patrias en 1965 y 1989 contra las tropas yanquis.
Esta resistencia se manifestó también bajo otra forma en diciembre de 1998, cuando la mayoría de los puertorriqueños rechazó por segunda vez en cinco años la asimilación pura y simple a los EEUU (48). Al mismo tiempo, un poderoso movimiento por la preservación de la lengua española y de la cultura puertorriqueña sentó sus reales en la isla caribeña, sometida desde un siglo al predominio norteamericano: "Hace cien años que Puerto Rico es una colonia yanqui. Pero no han podido destruir ni su lengua ni su cultura, ¡es admirable! El imperialismo dispone de medios poderosos para destruir culturas e imponer la suya. Puerto Rico es un ejemplo. Demuestra la capacidad de los pueblos para resistir y el alto valor de la cultura. Los privaron de la soberanía y a pesar de todo resisten..." (49).
Durante los últimos años los militares han perdido aparentemente mucho poder en América Latina, pero en casi todos los países han continuado controlando la vida política, presentándose - como en Chile - como los garantes de la constitucionalidad de los actos del gobierno. Es la nueva función que el imperio les ha asignado. En el curso de la década de los años ochenta, Washington propagó la idea según la cual habría en el continente instituciones "permanentes" y "transitorias". Estas últimas estarían compuestas por los gobiernos y parlamentos, es decir, instituciones electas mediante el sufragio universal. Junto a éstas, las instituciones "permanentes", garantizarían la reproducción del modelo de dominación imperial. Curiosamente, estas instituciones "permanentes" no son elegidas mediante el sufragio universal: el ejército, el poder judicial, los bancos centrales... todos, acérrimos defensores del modelo neoliberal en vigor.
Aun cuando Cuba sigue siendo en la actualidad el blanco predilecto de EEUU en el Nuevo Mundo, otros países, que han cometido el delito de "lesa independencia", están también en su mira: la ingobernable Colombia - donde la guerrilla controla una buena parte del territorio y contra la cual Washington quisiera emplear métodos expeditivos con el pretexto de luchar contra el narcotráfico - y Venezuela, cuyo presidente Hugo Chávez no goza con la simpatía del amo del mundo. Sugestivamente, después de la victoria de Hugo Chávez en la elección presidencial última, comenzaron a aparecer artículos en la prensa "libre", alertando sobre el peligro que representaría un ex militar, que además, cometió el indecoro de ganar la elección con casi el 60 % de los votos. La "prensa libre" retuvo como circunstancia agravante contra Chávez su convocatoria a una Asamblea Constituyente en abril 1999, encargada de redactar una nueva constitución, proyecto que los venezolanos tuvieron la impudicia de aprobar con cerca del 88 % de sus sufragios. Esto era más de lo que los vigilantes celotes del orden imperial podían tolerar.
Después de haber inaugurado - con la guerra del Golfo y la reciente agresión contra Yugoslavia - una nueva era en las relaciones internacionales, los EEUU, se proponen continuar ejerciendo su predominio en América Latina y en el resto del mundo. La resistencia contra el imperio es entonces, no sólo un imperativo moral, sino que debe ir acompañada del necesario odio contra la potencia hegemónica:
Notas.
1. Vermont en 1791; Kentucky en 1792; Tennessee en 1796. Estos dos últimos territorios así como Mississippi, Alabama, Illinois, Indiana y Ohio, fueron adquiridos por la Unión gracias al Tratado de París de 1783. Otros territorios situados más al oeste, fueron comprados a Bonaparte en 1803.
2. Carlos Machado, Documentos, Estados Unidos y América Latina, Editorial Patria Grande, Montevideo, 1968, página 11.
3. Machado Carlos, op.cit., página 13.
4. Idem, página 15.
5. Machado C., página 18.
6. Idem, página 19.
7. Ibidem, página 23.
8. Leopoldo Martínez Caroza, La intervención norteamericana en México, 1846-1848, Panorama Editorial, México, 1985, página 19.
9. Idem, página 27.
10. Carlos Machado, op.cit., p'agina 32.
11. Carlos Antonio López, 1790-1862, presidente de Paraguay entre 1840 y 1862.
12. Ynsfran Pablo Max, La expedición norteamericana contra el Paraguay, 1858-1859, Editorial Guaranía, México-Buenos Aires, 1954, 2 vol., página 208.
13. Idem, vol. II, página 42.
14. Lemaitre Eduardo, Panamá y su separación de Colombia, Ediciones Corralito de Piedra, Bogotá, 1972, página 42.
15. Existe una historia de este episodio, La guerra de Nicaragua, obra traducida del inglés por Ricardo Fernández Guardia, Ediciones Universidad Centroamericana, San José, Costa Rica, 1970.
16. Carlos Machado, op.cit., página 41.
17. Idem, página 43.
18. Jingoísmo: "Término inglés sinónimo de chovinismo patriótico". Universalis.
19. Vial Gonzalo, Historia de Chile, vol. II (1891-1920), ediciones Santillana, Santiago de Chile, 1983.
20. Gonzalo Vial, op.cit., página 165.
21. Carlos Machado, op.cit., página 53.
22. Idem, página 55.
23. Idem, página 64.
24. Ibidem, página 66.
25. Eduardo Lemaitre, op.cit., página 75.
26. Idem, página 95.
27. Ibidem, página 128.
28. Machado C., op.cit., página 57.
29. Buneau Varilla Philippe, De Panama à Verdun, página 162 y siguientes.
30. Castor Sucy, La ocupación norteamericana de Haití y sus consecuencias, Casa de las Américas, La Habana, 1974, página 22.
31. Cardoso F.H. y E. Faletto, Dependencia y desarrollo en América Latina, PUF, 1983, página 83.
31a. Jesús Silva Herzog en "La revolución mexicana", Maspero, página 164, transcribe la requisitoria de un diputado mexicano contra el embajador Wilson: "Acuso a mister Henry Lane Wilson... de ser responsable de la muerte del presidente Francisco Madero... Acuso al embajador Wilson de haber puesto en la balanza del destino de México, todo el peso de su influencia como representante del gobierno de Washington... Lo acuso de haber amenazado con una intervención armada inminente por parte de EEUU, lo acuso de haber estado informado del golpe de estado y de haber sido parcial en favor de la reacción...".
32. Carlos Machado, op.cit., página 75.
32a Adolfo Gilly, La revolución interrumpida, ediciones El caballito, 1977, página 218.
33. Sucy Castor, op.cit., página 85.
34. Idem, página 35.
35. Carlos Machado, op.cit., página 85.
36. Du rêve à la Révolution, Solidarité Nicaragua N*3, París 1982, página 218.
37. Carlos Machado, op.cit., página 87.
38. Idem, página 89.
38a. Tulio Halpering, Historia contemporaine de l'Amérique Latine, Payot 1972, página 186.
38b. A propósito del "fascismo" de Perón, es interesante la anécdota contada en sus memorias por Pablo Neruda. Vittorio Codovila, secretario general del Partido Comunista Argentino, le encargó al poeta la tarea de convencer al legendario jefe comunista brasileño Luis Carlos Prestes, que Perón era un fascista de tomo y lomo: "Pensaba que Perón y su movimiento eran una prolongación del fascismo europeo... Después de una manifestación en el estadio de Pacaembú, conversé largo con Prestes quien me dijo: 'No hay fascismo en Argentina; Perón es un caudillo, pero no un jefe fascista... ¿dónde están las camisas pardas?...Codovila se equivoca...". Pablo Neruda, "Confieso que he vivido", memorias, capítulo consagrado a Vittorio Codovila.
39. Machado C., op.cit., página 90.
40. Ibidem, página 91.
41. Idem.
42. Idem, página 96.
44. Ibidem, página 109.
45. Conte Porras Jorge, Del Tratado Hay-Buneau Varilla al Tratado Torrijos-Carter, Impresora Panamá, 1982, página 144.
46. Lemoine Maurice, Panama recupère son canal, Le Monde Diplomatique, agosto de 1999.
47. Henri Madelin, Guatemala après l'enfer, Le Monde Diplomatique, mayo de 1999, página 21.
48. Con ocasión del referéndum del 31 de diciembre de 1998, la mayoría de los puertorriqueños (53 %) se pronunció contra la asimilación a EEUU. En el referéndum de 1993, el porcentaje de opositores a la asimilación había sido de 52,9 %.
49. Discurso de Fidel Castro en La Habana, el 11 de junio de 1999, con ocasión del I Congreso Internacional de la Cultura y el Desarrollo.
1 comentario
José María -