VERANITO DE AMORES
Miguel Ángel LOMA
La fórmula es tan simple como repetida por su probada eficacia. Se fija un objetivo, se concreta en un mensaje con dos ideítas que resulten fácilmente asimilables por la masa, se agita todo y se distribuye machaconamente desde los medios de comunicación por los voceros del régimen. Como es obvio, la última parte es la trascendental; tan trascendental como el que los sujetos receptores del mensaje tengan buenas tragaderas. El mensaje actual es claro: con un gobierno simpaticón y tolerante, y no como el que presidía el belicoso tío del bigote, ha llegado el momento maduro de la paz. Los pobrecitos etarras llevan tres años sin asesinar y, eso, para quienes se alimentan de la muerte, es garantía suficiente de ayuno salvífico. Da igual que ni se arrepientan ni renuncien a sus pretensiones;ante la invocación del sagrado nombre de la paz todos debemos plegarnos, y el pueblo español... es tan generoso.
El principal obstáculo a este montaje también es obvio: las víctimas del terrorismo, salvo contadas excepciones. Por eso se intenta permanentemente dividirlas y se margina su participación en «el proceso», un proceso de negociada traición. «No pueden ser interlocutores porque están afectadas por el dolor y el odio»; esto no se dice exactamente así, pero es parte implícita del mensaje gubernamental. Se las patea el estómago dialogando con los asesinos, a la vez que se las menciona mucho en todas las declaraciones repitiendo insistentemente que siempre estarán presentes en la memoria, que muchas gracias por los servicios prestados, que no sabéis cómo os comprendemos, etc., etc.; y luego se las intenta comprar con ayudas y subvenciones económicas. Cree el ladrón.
Mientras tanto, la masa de ciudadanos españoles con derecho a voto sestea, pasa y pasea. Ya se sabe, mientras la sangre no te salpique directamente, tú mira para otro lado. A la masa se la movilizaba para que se manifestase con las manitas pintadas de blanco cantando aquello de «Eta escucha, aquí tienes mi nuca» y otras memeces de similar rima; pero ahora lo que toca es la amnesia: «Eta escucha, el pueblo está en la ducha», que hace mucho calor y no es cosa de alterarse. ¿Y aquello del espíritu de Ermua? Pues eso..., si la misma palabra lo dice: mero espíritu evanescente, y ya se sabe el valor que tiene el espíritu en una cultura laica. Sin necesidad de alterar apellidos nos han pegado el cambiazo: hemos pasado de Miguel Ángel a Pepiño; de Blanco a Blanco y tiro porque me espanto.
Como todo no se puede controlar, hay algún fleco que se escapa y el lobo asoma la patita sin disimulo. La actitud de Chapote ante los tribunales se convierte en un chapapote que destroza mil pretendidos discursos de paz. Pero rápidamente el inefable ministro de Justicia sale al quite para tranquilizar a la parroquia: hay etarras buenos y susceptibles de rehabilitación, y otros malos que no saldrán de la cárcel. Los buenos son los que eligen a las víctimas y, sin necesidad de mancharse las manos de sangre, encargan a tipos como Chapote la ejecución de las faenas. Repartiendo rosas y besos entre los cercanos a los asesinos, aparecen en escena los faranduleros progresistas, los que viven del cuento cultureta y de las subvenciones. Éstos sí que han sufrido y se han jugado la vida denunciando el terror etarra. ¡Pedazo de intelectuales comprometidos!
Zapatero y su partido se sienten los dueños del tablero («contamos con la mayoría de votos y, por lo tanto, quien se enfrente a nuestra política se enfrenta al pueblo soberano»), y modifican las reglas del juego a su conveniencia. No recuerdo en qué parte del programa socialista se incluía la negociación con los terroristas, pero el caso es que nos toca tragarnos a los criminales de ETA como animales democráticos de compañía; a Otegui, como hombre de paz; a Carrillo, Carod y Zerolo, como referentes éticos, y al pasotismo ciudadano, como ejemplo de tolerancia del nunca bien ponderado pueblo español. Vale, a la fuerza ahorcan. Pero que no pretendan vendernos su insensata irresponsabilidad, su cobardía y entreguismo bajo el ropaje de graves razones de Estado, altura de miras, patriotismo y generosidad. Que estos socialistas, no es que hagan de la necesidad virtud, sino que son capaces de transformar sus miserias morales en causas de beatificación.
¡Ha llegado la sacrosanta hora de la paz y del diálogo! Pues muy bien, que dialoguen, que dialoguen mucho. Y como estas cosas también requieren de su ritualismo, que se busquen un lugar simbólico y evocador, pero a la vez relajado y tranquilo. No sé..., bajo el árbol de Guernica quizás sea ya una imagen muy gastada..., habría que buscar otro árbol..., sí, un buen escenario para estos diálogos podría ser bajo el árbol donde le descerrajaron los dos tiros en la nuca a Miguel Ángel Blanco. Que organicen allí mismo unas buenas merendolas veraniegas con productos de la tierra: frutos secos, nueces y cosas así; y que bendiga la mesa Setién. Y como dicen que del roce nace el cariño, si después de tanto diálogo y de tanto tender puentes de entendimiento con los asesinos la relación va a algo más profundo, no hay problema: siempre nos quedará Gallardón.
1 comentario
Miguel Pons -
Creo que cuanto mejor conozca la gente el sistema que usan esos para engañarla, más difícil les será hacerlo, o sea, como en el psicoanálisis, que cuando sabes lo que te pasa, te curas como un rayo.
En general, hay una pista formidable: como a los socialistas les encanta repicar y estar en la procesión, es habitual, casi obligado, acusar al contrario de ser y querer hacer lo que ellos. De Marx acá nunca han dejado de atribuir a los demás sus intenciones y sus faenas.
O sea, me gusta leerte porque tiendes a tener más razón que un santo.
Arturo Robsy