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Bitácora PI

ESCENAS DE LA CRISIS, CON AMNISTÍA DE FONDO

ESCENAS DE LA CRISIS, CON AMNISTÍA DE FONDO

Juan V. OLTRA

 

   Existe una ley simple de la economía:  si el trigo sube, sube el pan; si el trigo baja, el pan se queda arriba. Este hecho incontrovertible aplicado al ladrillo por nuestro fenomenal sistema financiero, nos ha traído los lodos en los que chapoteamos.

   La solución a este caos es difícil, y de tenerla yo a mano, o la habría empezado a divulgar para su aplicación, o quizá ya no estaría escribiendo estas líneas de este lado del lago estigio: los señores de negro de costumbre ya me habrían ayudado a irme al infierno, sin pasaporte, en la patera de Caronte. Pero como la ignorancia no deja de ser una desdicha voluntaria, uno pone todo su afán por salir de ella, y procura estar al día de los acontecimientos que se van disparando, no sea que me ocurra como a ese grupo de estudiantes a los que el otro día, al pasar casualmente a su lado junto a la puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia, les oí discutir sobre las estatuas: ¿Eran profetas? ¿Santos? ¿Mártires? ¡qué ganas me entraron de decirles: ¡Apóstoles, puñetas! ¿no queda claro con lo de la puerta de los Apóstoles? ¿no habéis contado cuantos son? ¿o es que necesitáis ver sus perfiles en Tuenti?

   Pues bien, en esta alocada carrera mía escapando de la ignorancia, al bucear entre las noticias truculentas que nos trae la prensa, que por otra parte parece que se deleita narrando con detalle de relojero el advenimiento de la oscuridad, el destello de la amnistía fiscal me ha cegado.  Aunque siempre digo que no hay nada nuevo bajo el sol, y que después de Homero y Quevedo, todo es plagio o tonterías. Y ya Quevedo dijo "no queda sino batirnos", así que cabe recordar  a  De Cospedal, quien ante un rumor periodístico aparecido hace casi dos años que anunciaba algo similar por el gobierno anterior dijo: "Rechazamos la amnistía fiscal del presidente Zapatero por impresentable, injusta y antisocial (...) A los que pagan impuestos se los suben; a los que no los pagan se les perdonan"  (El Mundo, 7/06/2010).

   Las situaciones se repiten, con los protagonistas intercambiando sus papeles. Que un gobierno quiera recurrir a esos medios para recaudar pasta gansa es lógico: decía mi abuelo que si la única herramienta que tenemos es un martillo, todos los problemas nos parecerán clavos. Pero que sea lógico no significa que sea correcta esta rendición ante la delincuencia, que de paso deja en entredicho a la Agencia Tributaria, dejándola como  inepta para combatir el fraude fiscal e insulta la honradez del españolito de a pie.

  Si no se sabía que los ricos delinquían y no se hacía nada, el responsable es un incapaz que debe pagar por ello. Y si se miraba a otro lado mientras la maquinaria del Estado exprimía a los pobres el asunto es peor, no deja paso posible a una solución ya, sino a una revolución. No nos queda pues sino confiar en la suerte (aunque los católicos sabemos que suerte es el apodo de Dios) o aspirar a ver sus caras no en la cárcel, sino sujetas a sus cabezas, clavadas en picas en las plazas públicas.

   Señoría: léame metafóricamente.  Ya sabe, eso del animus jocandi y tal.

 

 

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