LAS PALABRAS DE UN GENERAL
Adolfo MONCADA
Después de tanto escándalo, de tanto titular de prensa, de tanta declaración política, más o menos estridente, provocado, aparentemente, por las palabras del general José Mena Aguado la verdad anda muy lejana de lo difundido. El general José Mena, nombrado por el actual gobierno, no hizo otra cosa que ceñirse a recoger lo que dice el texto constitucional. Ni más ni menos. Esto le ha valido un arresto domiciliario y en los próximos días su destitución como Jefe de la Fuerza Terrestre.
Lo que dijo el general Mena es una mera obviedad. La Constitución en su artículo 8.1 encomienda a las Fuerzas Armadas la defensa del ordenamiento constitucional. No pusieron estas palabras en la Carta Magna los militares, las pusieron los políticos, al igual que incluyeron el artículo 155. Sin embargo, cada vez que se mienta cualquiera de los dos se produce una tormenta entre la clase política.
Las palabras del general Mena, las terribles palabras del general Mena, las alarmantes palabras del general Mena fueron: “si los límites de la Constitución fuesen sobrepasados, lo cual en estos momentos afortunadamente parece impensable, sería de aplicación el artículo octavo”. ¿Y cuál es el problema? Ninguno, eso es lo que dice la Constitución.
El general Mena también habló de los términos en que se ha planteado el Estatuto de Cataluña y de los problemas que, desde un punto de vista de políticas de personal, implicaría su aprobación. Pero el general Mena no ha aportado nada nuevo. El texto del Estatuto es anticonstitucional, lo es mucho más que el Plan Ibarreche, y, por lo tanto, sería muy difícil afirmar que es una declaración partidista lo que no es más que una constatación de la realidad.
El general Mena ha chocado con la falta de valor político, tanto del gobierno, como del Ministro de Defensa o del propio Partido Popular. Durante meses Bono se ha paseado por los cuartos de Banderas, por los acuartelamientos, por las misiones militares en el exterior repitiendo machaconamente, en términos mucho más absolutos que los del general Mena, lo de la “defensa de la unidad de España”, las críticas indirectas al Estatuto, la misión constitucional de los ejércitos, etc. Las palabras del general Mena lo que han hecho es dinamitar esa imagen del Ministro, porque con la decisión de arrestarle sus palabras se han convertido en mera retórica propagandística. Las palabras del general Mena también han sacado a la luz las contradicciones del Partido Popular, porque sólo ha reiterado lo que el discurso popular lleva meses repitiendo, que la Constitución no se puede sobrepasar y que no se puede debatir la ilegalidad; el problema es que ahora el Partido Popular negocia sobre la ilegalidad y ha comenzado, lentamente, a variar su discurso.
El gobierno, finalmente, ha visto en las palabras del general Mena una posibilidad de dar un impulso a la negociación con los nacionalistas. La artificial “alarma social” promovida de forma igualmente artificial es una cortina de humo perfecta para continuar manipulando a la sociedad, porque el hecho esencial es que el Estatuto de Cataluña es inconstitucional y por tanto ilegítimo e ilegal. Y de paso, el gobierno, ha querido sacar pecho diciendo: ¡Aquí el que manda soy yo!
Y todo, porque un general habló sin temer a la censura previa o, simplemente, porque no repitió las palabras preparadas en los gabinetes de la Moncloa.
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