INCONSCIENCIA PRESUPUESTARIA
Adolfo MONCADA
El desafío lanzado por el Presidente de la Comunidad Autónoma Vasca, al anunciar la convocatoria de un referéndum de "pre-autodeterminación", ha servido para hacer desaparecer del debate político la cuestión de los Presupuestos Generales del Estado. Mientras que el gobierno anuncia, cual si fuera Papá Noel, regalos para todos en forma de subvenciones, rebajas y cheques, de carga electoral inocultable, los datos económicos y las previsiones no justifican tales alegrías.
El presidente del gobierno ha utilizado los Presupuestos como arma electoral, como moneda de pago para la consolidación del clientelismo político. Lo ha hecho con los ojos puestos en las próximas elecciones. No es una novedad. De forma similar, según soplara el viento político, se han comportado todos los presidentes para granjearse, por ejemplo, el apoyo nacionalista o para ganar poder territorial. La diferencia quizás estribe en el descaro de José Luis Rodríguez Zapatero.
Los españoles están aturdidos ante la avalancha de unas ofertas que se suceden a velocidad pasmosa. Regalos que nadie rechazaría, pero que tienen un costo tasado en varios millones de euros, superando el afamado superávit de las cuentas públicas. Ahogados por la peregrina idea, muy extendida, de que "paga el Estado y no nos cuesta" no aciertan a percibir su significado. La realidad es que estas promesas electorales se convierten en un gasto consolidado al que tendremos, más tarde o más temprano, que hacer frente. Por eso la anunciada rebaja de impuestos, que no alcanzará a un número trascendente de ciudadanos, no es tan importante. No estamos ante una reducción general de impuestos -básica, en la situación actual y previsible, para el crecimiento económico-; es, simplemente, un maquillaje publicitario que no reduce la alta presión fiscal española. Lo que importa a ZP y a su equipo es el mensaje y no el contenido.
Los Presupuestos han servido para pagar peajes y limar los efectos nocivos de un proceso de reformas estatutarias, que convertirá la futura elaboración del presupuesto nacional en una auténtica torre de Babel.
El gobierno ha preferido la publicidad a la realidad; ha ignorado conscientemente los datos que aconsejan prudencia: enfriamiento de la construcción, crecimiento bajo del empleo (la peor tasa en doce años), inflación situada en torno al 3% (estamos en el 2.7%), endeudamiento de las familias... En esta coyuntura, Ibarreche ha acabado haciéndole un inmenso favor a ZP y a un Partido Popular que no sabe muy bien cuál debe ser su posición.
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