LA ISOSTENIA CULTURAL: PATOLOGÍA DEL PENSAMIENTO ÚNICO
Alberto BUELA
Quisiera dejar en esta breve meditación si no una idea original (que lo es sin duda), al menos originaria (pues se origina en nosotros y no es copia de nadie). Este es el concepto de isostenia cultural. Con la inauguración de este concepto lo que pretendemos es trabajar en la descripción del pensamiento único y políticamente correcto.
El termino proviene del griego isoV (igual), y stenoV (estrecho), que se traduce por similar consideración. La noción quiere indicar la existencia de gustos, actitudes, normas, estimaciones y expresiones artísticas, contradictorias entre sí, pero de igual valoración cultural. Ello hace imposible una valoración jerárquica de los productos culturales al mismo tiempo que nivela todos por el mismo rasero. No se distingue lo bueno de lo malo y se intentan borrar todas las diferencias entre la cursilería y la maestría, lo lícito y lo ilícito, lo sagrado y lo profano, lo cotidiano y lo festivo.
Así, la televisión basura está al mismo nivel que el más exquisito de los pintores y los grandes textos literarios, perdiendo su valor en sí, son sólo pre-textos para otros textos. El reinado de la mediocridad desea justificar su propia incapacidad nivelando todo por lo bajo. La época de la nivelación que llamara Max Scheler.
La imposición del concepto de isostenia, (debida en primer lugar a los antropólogos sociales noramericanos según los cuales no existe ninguna cultura superior a otra, desde Franz Boas para acá) al ámbito reducido de las expresiones artísticas y culturales personales logró en nuestra época postmoderna relativizar toda expresión cultural en donde lo más vulgar, burdo y plebeyo es equiparado en valor a lo más noble, fino y profundo que produce el hombre.
Pero no termina allí la funcionalidad de la isostenia, sino que llevado el concepto a dominios más amplios, que aquellos de la persona, ha reemplazado a las culturas populares por la vulgaridad más chata y mercantil. Así, la denominada bailanta – mezcla de cumbia, chebere, salsa y mal gusto – sustituyó la música popular. Y no faltará el estulto que iguale y equipare lo popular con lo masivo, lo popular con lo homogéneo, lo popular con la carencia de matices. El grave problema que se plantea hoy día a las identidades nacionales y personales no es la identidad de los otros, sino la identidad entendida de todos por igual.
En realidad el concepto de isostenia cultural, que se aplica de igual manera al arte, la filosofía, la literatura, la política, la historia, la música, la arquitectura es producto de la razón calculadora de la modernidad en donde el hombre aparece por primera vez definido como una res extensa, como una cosa mensurable. Y si lo podemos medir, se preguntaron, lo podemos etiquetar y encorsetar en un modelo único y de validez universal siguiendo el modelo de la mathesis matematica.
La isostenia tiene su proyección en el campo político a través del concepto de lo políticamente correcto en donde el consenso massmediático va reemplazando a los partidos políticos. De allí que con agudeza se haya hecho notar que hoy, el discurso político, que hemos caracterizado como “un compromiso que no compromete”, se encuentre dirigido no al pueblo sino a los mass media.
Largas horas pasan nuestros políticos hoy explicando en los medios sus propias declaraciones a los medios, mientras que la realidad sigue su curso que no es, casualmente, gobernado por ellos sino por los poderes indirectos que son a la postre, entre otras cosas, los dueños de los medios. Hoy la instalación política de cualquier candidato es antes que nada mediática y luego, pero lejos, se resalta su capacidad de ejecución y gestión.
El concepto de isostenia cultural al sostener por principio el relativismo cultural y el escepticismo filosófico limita la crítica a la esfera de la reflexión, dejando de lado toda proyección de ésta (la mera crítica cultural) al campo de la vida social y política. Es por ello que sus intelectuales orgánicos pertenezcan a la izquierda progresista y sus variantes socialdemócratas carecen de pensamiento político crítico, pero se llenan la boca acerca de la creación de un pensamiento crítico. Son simples agentes del simulacro, del “como si” kantiano, que es uno de los signos de nuestro tiempo.
La isostenia cultural rechaza de plano lo diferente y su expresión: el disenso, porque significa y exige otra cosa distinta de lo vigente, de lo dado. El disenso funda la alternativa real y exige de suyo un paso que va más allá de la crítica meramente teórica, porque el disenso es ruptura con la opinión, que en las sociedades de masas y de consumo es siempre y sólo opinión publicada, y no ya más opinión pública.
La isostenia cultural es, en definitiva, la patología propia del pensamiento único y políticamente correcto, que ha devenido en nuestros días la consecuencia más evidente del fracaso por los errores filosóficos del liberalismo y del marxismo en sus concepciones sobre el hombre, el mundo y sus problemas. Como gustaba decir don Miguel Angel Virasoro, uno de nuestros máximos filósofos.
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