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Bitácora PI

EVO MORALES DESPEJA INCÓGNITAS

EVO MORALES DESPEJA INCÓGNITAS

Inmaculada MOMPÓ

 

  El decreto de nacionalización de los hidrocarburos bolivianos disipa las dudas que el presidente Morales había sembrado con su dialéctica, aparentemente torpe y oscura pero más bien de calculada ambigüedad. El Movimiento al Socialismo (MAS) ganó las elecciones en diciembre de 2005 con varias propuestas programáticas abiertamente revolucionarias entre las que en su día destacamos el propósito de reconstruir Bolivia sobre las ruinas del “estado colonial”, combatir  la globalización (impropiamente identificada con la civilización occidental) y restaurar el imperio incaico, el mitificado Tahuantinsuyo, que incluía porciones de los territorios de las actuales repúblicas de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Argentina y Chile.

 

  No obstante, más que los disparates históricos e ideológicos de Morales, sus postulados en materia económica acapararon titulares y crónicas en los medios de comunicación y entre ellos especialmente la voluntad de asumir el control de las reservas y los pozos de hidrocarburos, así como la dirección de la cadena productiva, incluida la fijación de precios para el consumo interno y la exportación. Lógicamente el triunfo del MAS inquietó a las multinacionales petroleras y gasistas afincadas en Bolivia, por cuanto suponía de amenaza para su confortable statu quo y, al tiempo, preocupó a los gobiernos de Brasil, España o Francia habituados a recaudar cuantiosos tributos sobre los beneficios de Petrobras, Repsol-YPF o Total.

 

  Así las cosas, el flamante presidente electo Morales inició un viaje oficial a principios de enero de 2006 que le llevó a Cuba y Venezuela donde confraternizar con Castro y Chávez, aliados estratégicos desde antes de las elecciones, para luego visitar España, Francia, Holanda, la sede de la U.E. en Bruselas y seguidamente China, donde proclamó su admiración ferviente por la sangrienta pesadilla de la “revolución cultural” maoísta.
  Si nos concentramos en su paso por España habremos de recordar que la cordialidad que recíprocamente se manifestaron Morales y Rodríguez Zapatero no nacía del protocolo diplomático sino de una íntima afinidad: ambos se habían alzado hasta el poder con el apoyo de la cadena mediática PRISA. Al parecer, las multinacionales y sus opíparos beneficios capitalistas se dividen entre imperialistas y progresistas atendiendo básicamente a la etiqueta política de sus aliados: paradojas de la globalización. El diario “El Mundo” en su edición del 5 de enero de 2006 se hacía eco de las declaraciones del presidente boliviano: “Evo Morales comentó que desde que el grupo mediático español Prisa se hizo con la participación en varios medios de comunicación bolivianos, estos han dejado de acosarlo, como hacían antes. En la rueda de prensa posterior, el presidente boliviano fue preguntado por ello y respondió sin tapujos que Prisa "parece el jefe de campaña del Movimiento al Socialismo", su partido.” Sin duda Morales es un hombre de suerte al contar con tal relevante aliado porque, entre otros negocios, PRISA participa mayoritariamente en la principal cadena de televisión del país, la ATB, y posee la dirección editorial del diario "La Razón", el mayor y más influyente periódico boliviano. No acaban ahí las relaciones del social-indigenismo boliviano con la prensa española porque fueron dos periodistas españoles quienes dirigieron su departamento de prensa durante la campaña electoral, corriendo con los gastos una ONG. Se trató del catedrático de periodismo en la Universidad de La Laguna (Tenerife), José Manuel de Pablos, y el periodista Francisco Simón, redactor en excedencia del diario “Levante”, quienes se asentaron en Bolivia desde octubre de 2005 mediante un acuerdo de la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) - surgida en el seno de la Universidad de Valencia- con el Movimiento Al Socialismo (MAS).

 

  Así pues Rodríguez Zapatero, al estrechar la mano de Morales, no dibujaba en su rostro esa vacua y perenne sonrisa que le caracteriza; antes bien sonreía íntimamente complacido al recibir a “uno de los suyos”, pues nada une más que el respaldo común de una misma multinacional. Progresista, se sobreentiende. Es comprensible que el presidente boliviano se sintiera movido a tranquilizar a su homólogo español. Así declaró públicamente que “las empresas privadas no tienen nada que temer y descartó que Repsol YPF estuviera entre los "bandidos" a los que ha venido denunciando en los últimos días, aunque reiteró que aplicará "mano dura" a las empresas que no paguen sus impuestos e incumplan las leyes bolivianas. El presidente electo insistió en su estrategia de nacionalización de los recursos naturales bolivianos. Sin embargo, Morales reiteró tanto ante los empresarios como en rueda de prensa en La Moncloa que aunque el Gobierno "va a ejercer su derecho de propiedad, eso no significa expropiar ni confiscar".” (diario “El Mundo”, 4-1-06). Por su parte, el diario “20 Minutos” en su edición de aquella misma fecha deba cuenta de las entrevistas de Morales con los ministros españoles de Exteriores e Industria: “Tras reunirse primero con el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en la sede de su ministerio, el dirigente boliviano se encontró con el titular de Industria, al que se le preguntó si Morales mencionó la nacionalización o la expropiación de activos de compañías extranjeras. 'No. Ha estado muy prudente', respondió el ministro a los periodistas.”

 

  Los tan sagaces como intrépidos gobernantes españoles se dieron por satisfechos. Creyeron que el programa electoral del MAS era simple papel mojado destinado a no cumplirse jamás, tal como se acostumbra en España. Dieron por irrelevantes las reiteradas contradicciones de Morales, quien simultaneaba el anuncio de “ejercer los derechos del pueblo boliviano sobre la propiedad de sus hidrocarburos” con la aclaración de no pretender la “confiscación o expropiación de las propiedades de las transnacionales”. El gobierno español juzgó a Morales tan progresista e igualmente falaz como el socialismo ibérico tiene sobradamente acreditado. Y abrió la bolsa: “Evo Morales ha conseguido un compromiso firme de Zapatero para condonar casi 99 millones de euros de la deuda que Bolivia mantiene con España a cambio de planes de educación. Tras reunirse con Zapatero en Moncloa, el presidente electo de Bolivia ha reiterado que nacionalizará los recursos naturales de su país, pero no confiscará ni expulsará a las empresas extranjeras que cumplan la ley. (...) Moraleda (portavoz del gobierno español) ha explicado que esta decisión es la primera plasmación práctica del compromiso adquirido en la Cumbre Iberoamericana. Además, aseguró que España ha aumentado significativamente su cooperación hacia Bolivia en el presupuesto de 2006, hasta alcanzar los 60 millones de euros” (El Mundo, 5-1-06). Buen pellizco, pardiez.

 

  Cuatro meses después, tras retransmitir las televisiones de todo el mundo las imágenes de Morales ocupando una explotación gasista al mando de un imponente despliegue militar , “el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, reconoció hoy que la decisión del presidente de Bolivia, Evo Morales, de nacionalizar los hidrocarburos, plantea un problema, pero rechazó que vaya a afectar a la ayuda al desarrollo que España destina a ese país” (Agencia EFE, 5-1-06). Y es que a un compañero, por mentirosillo que sea, no se le abandona.

 

  Permítaseme establecer muy sucintamente mis conclusiones:

 

  1. Hasta 1988 Repsol fue una empresa pública española, propiedad de todos y cada uno de los españoles. En esa fecha, el gobierno pseudosocialista presidido por Felipe González inició su privatización, que fue culminada años después por el gobierno liberal de José Mª Aznar. Desde entonces es propiedad exclusiva de sus accionistas, entre los que no me cuento, sus intereses son enteramente privados. Su defensa ante eventualidades de ámbito político corresponde al consejo de administración, no a los españoles en general ni desde luego a mí en particular.
  2. Creo evidente que el gobierno de Rodríguez Zapatero acertó plenamente al atribuir a Evo Morales poco respeto a la palabra empeñada, aunque erró al pensar que incumpliría su compromiso con los bolivianos cuando verdaderamente lo que no iba a respetar era su mensaje tranquilizador a las autoridades españolas. Lo grave es que, a cambio de unas pocas palabritas, se llevó de España un millonario botín que sus dadivosos compañeros socialistas le regalaron. Ese dinero sí era de los españoles y fue expoliado aviesamente y con engaño.
  3. El inane que habita en el Palacio de la Moncloa parece no inmutarse. Su única reacción hasta hoy es anunciar el próximo viaje a La Paz de una delegación negociadora encabezada por el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos y, conociendo al “compañero Desatinos”, sería preferible no hacer nada porque con él todavía nos puede resultar más cara la fiesta.
  4. Contrasta vivamente la flema y pasividad de Zapatero con la indignación que manifestó el pasado mes de diciembre. Recuérdese que un humorista radiofónico español telefoneó a Evo Morales, inmediatamente después de su victoria electoral, imitando la voz del presidente del Gobierno español y haciéndose pasar por él. Una broma, más o menos jocosa, dirigida a quien todavía no era Jefe del Estado boliviano fue interpretada por Zapatero y Moratinos casi como incidente diplomático de primera magnitud. Se exigió a la emisora su disculpa formal y el 22 de diciembre de 2005 el embajador español en La Paz presentó excusas oficiales ante el ministro boliviano de Exteriores, Armando Loaiza.

 

  Y en este asunto lo más grave, lo verdaderamente preocupante, es que si Evo Morales ha llevado a la práctica el epígrafe de hidrocarburos de su programa electoral previsiblemente también intentará “refundar Bolivia” y “derrotar la civilización occidental”.

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