DESDE LA TRINCHERA

Juan Antonio ELIPE

 

  Llega la primavera, en España la juventud se concentra en rijosas algaradas de vino y rosas. El botellón está presente, nuestra juventud en sintonía con el pensamiento único está inquieta; desde luego no quiere que le coarten sus derechos más elementales como su bebida gremial... se siente solidaria con sus colegas gabachos pero no entienden tanto jaleo allá...
  Entre nosotros un gobierno ya instauró el contrato basura, más estudiado que en Francia incluso, se inventó contratos no hasta los 28 ó 30 años, NO, para toda la vida laboral. Eso sí, era un gobierno respetado, no fascista como el francés, era un gobierno “progre”, simpático... era del PSOE. La juventud por aquel entonces se afanaba en el “porrete” que sus compañeros de las Juventudes Socialistas decían que era cosa sana; ahora, ya creciditos, nos prohíben hasta el “Celtas” de toda la vida... y de revueltas callejeras nada, faltaba más... Se aprobó ya el Estatuto Valenciano, que desvencija la estructura del Estado y corrompe los principios de nuestra nación española. En el resto de España ni se comenta; en Valencia, ni caso. Aquí en Valencia se aprobó el estatuto estatuyente para no ser menos que Cataluña, Murcia y Vascongadas pero... Nadie lo quiso nunca; una Región que comienza su himno “PARA OFRENDAR NUEVAS GLORIAS A ESPAÑA…” poco amiga es de estos inventos disgregadores. Mis paisanos, que no son tontos, prefieren que les suban el sueldo, les den trabajo, o comerse una paella. Estos legajos incomprensibles no les apañan y sólo sirven para que se mantenga esa clase social tan explotadora y perniciosa; esto es, los políticos profesionales. Los  cuatro gatos separatistas y separadores que tienen rehén a España entera, con la agencia tributaria de nuevo cuño, la persecución del idioma español que es el primer y único idioma del 90% de los valencianos y la cláusula Camps, están contentos así los de siempre. Claro, esto no es Cataluña pero vamos avanzando en la destrucción de España también desde el Levante feliz. Además, y esto no es baladí, las nuevas Cortes Valencianas tendrán diez cortesanos más, digo diputados; diez amiguetes más que tendrán un trabajo (poco por cierto) bien pagado y hasta entretenido. No lo dude amable lector: ésta es la razón fundamental del cambio estatutario en toda España, más amigos colocados y más poder aldeano, el pueblo español no gana nada con todo esto, simplemente paga las aventuras y necesidades de poder de la “clase política”.

 

  Se acaba de aprobar el ESTATUT con mayúsculas; sí el Estatut de la nació catalana, el que rompe definitivamente España, el de la izquierda antiespañola y derecha rica, egoísta y separatista. El sectario, el insolidario, y el mayor artífice –por el momento- de lo que es una ley inconstitucional, impopular y urdida a espaldas del pueblo español. Sin lugar a dudas esto es el talante, a falta de derecho y sin pertrecho intelectual. Mucho talante y poco talento. NUNCA Cataluña fue nación, si quieren volver al medioevo que vuelvan y que le llamen MARCA HISPANA  que es su nombre.
  ¿Qué por qué no queremos ese Estatuto catalán? Esa norma es flagrantemente ILEGAL, INCONSTITUCIONAL, contraria al alma del pueblo español, sectaria y totalitaria. Además, enfrenta al pueblo y atenta a sus derechos más elementales como los que afectan a su vida privada, el uso del español, sus creencias religiosas, su derecho a la vida y a la muerte y su historia. Se dice por los socialistas ex -pañoles que el texto es totalmente constitucional, se ha perfeccionado jurídicamente tras su paso por las Cortes Generales; así lo dice (arguyen ellos) el Tribunal Constitucional.  Pues bien, eso es mentira y ellos lo saben, nuestro alto Tribunal se ha pronunciado exclusivamente en cuestiones de forma  que no de fondo, la pregunta era ¿Es constitucional  la reforma de los estatutos de autonomía? ¿Es constitucional que se reforme el estatuto catalán?, y claro, el pronunciamiento del Tribunal Constitucional no podía  ser otro: SÍ. El Constitucional no puede entrar a valorar el fondo de la cuestión porque los socialistas terminaron con el recurso previo de constitucionalidad hace dos décadas: nos les interesaba. Era, cómo decirlo, poco democrático. Sólo ex post habrá resolución del Constitucional, qué digo resolución, SENTENCIA de INCONSTITUCIONALIDAD. Lo lamentable es que para entonces el daño a nuestra Patria se habrá realizado. ¿Irreversible? Pues NO; eso sí, difícil por algunos medios de arreglar tal guisa de despropósitos, al menos desde la escrupulosa legalidad inconstitucional del subvertido orden Zapateril. Pero si las normas y leyes de  nuestro país se han pervertido, si el ordenamiento jurídico se ha fulminado por el Gobierno de la Nación, si el cambio de sistema político se ha realizado sin consultar al pueblo español ¿Es necesario respetar esa legalidad impuesta para proceder a imponer unos valores axiológicos superiores? ¿Qué valores?: El principio de legalidad, el estado de derecho y lo que aún es más importante, la reconquista de la Nación Española violada por el capricho de un nuevo régimen político que no se sabe muy bien cuándo ni dónde se funda, ni en virtud de que legitimidad. Si en ejercicio del derecho a la libertad de expresión se me permite (que, por cierto,  no reconoce el nuevo estado; ¿o debo decir nuevos estados?), considero que, infringida manifiestamente la legalidad y cambiado sin fundamento legitimador el sistema político y aun el propio régimen constitucional, no se requeriría el escrupuloso respeto a la norma ilegal, que estaría en vigor solamente para los fundadores del nuevo ordenamiento y que se valoraría como inexistente por los ciudadanos sensatos. El ejemplo, un clásico en Derecho: si un alcalde dicta en un bando una sentencia de muerte, ¿habría que recurrirla? NO; y no es nula de pleno derecho es simplemente INEXISTENTE, no existió nunca esa resolución y simplemente al alcalde habría  que internarlo judicialmente en un psiquiátrico más que en un centro penitenciario. Pensemos ahora en algo más simpático, más liviano, más gracioso: que el mismo alcalde dicte un bando por el que prohíba comer ovejas a los lobos, o perros sarracenos, del municipio (muy mirado su ilustrísima). ¿Qué pasaría? ¿Detendrá la policía local a los canes y lobos vulneradores de la norma? Pues no: INEXISTENTE la prohibición y chistosos comentarios de los paisanos. En la Administración pública - sí, ésa que el Sr. Ministro de turno quiere remodelar ¡¡Dios mío qué horror, qué peligro!! para actualizarla a su gusto - en esa administración pública ¿qué pasaría si por ejemplo un director de instituto expidiera títulos de doctor en  filología etrusca, o el Ministerio de Hacienda embargara  suegras / os? Es verdad que en este último caso quizás no hubiere quejas de ningún tipo.  ¿Habría que recurrir en reposición, en alzada tal vez? PUES NO, en todo caso, una vez más, a los loqueros. Si esto acontece en los mencionados casos y en muchos más que se nos pueden ocurrir ¿qué pasaría si un presidente de gobierno, un gobierno, un parlamento dictara un decreto o en su caso promulgara una ley por la que se obligara a la ciudadanía a hablar con el ombligo? ¿Y si ese mismo gobierno, presidente o parlamento, en un irreal supuesto, aceptara el planteamiento de una minoría parlamentaria que, perdida la chaveta,  propusiere la fragmentación de la soberanía nacional o, incluso, la creación de una nación o nacioncilla dentro de la nación? ¿Y si el 54% de un parlamento dice que sus nacionales a partir del día de la fecha son por imperativo legal marcianos? Queda claro que no pasaría nada, la ley, el decreto o el pronunciamiento es irrelevante, es INEXISTENTE. Eso sí, muy recomendable meter entre rejas o, en todo caso, en el psiquiátrico al artífice de semejante adalid ¿O no?

 

  Detienen a la Alcaldesa de Marbella por corrupción, se aprueba eso mencionado como Estatuto, se pacta con terroristas. Ah, se me olvidaba, estos, los terroristas, hablan de un alto el fuego mientras los que creen en España  no lleguen al poder, claro, y supongo que no se estarán refiriendo a las hogueras de San Juan de Alicante que ya están cerca... En fin, época de vino y rosas.