"POESÍA INFANTIL RECITABLE". Nueva sección: Crítica literaria.
Juan V. OLTRA
Lo reconozco. Resulta extraño encontrar una crítica a un libro que no es novedad editorial. Más cuando se trata de un volumen dedicado a los niños. Una rareza digna de ser catalogada si además la materia principal es la poesía; y ya si les digo que para encontrar un ejemplar hay que bucear entre toneladas de ácaros y polvo en librerías de viejo y ocasión, quizá estén pensando en localizar el teléfono del manicomio más cercano a mi domicilio. Pero créanme, merece la pena la inversión en tiempo y dinero.
El libro en cuestión se trata de “Poesía infantil recitable”, de José Luis Sánchez Trincado, editado en vísperas del holocausto que sumergió a España en llamas en 1936. Contó, creo, con dos ediciones, la príncipe de 1935 y la que yo manejo, del 36. Después, no estaban niños ni adultos para poesías.
Resulta un texto delicioso, no sólo por ver una selección de poesías de clásicos como Lópe de Vega, Tirso de Molina, Timoneda, Quevedo o Góngora, conviviendo con las, para la época, más recientes de Unamuno o de Ramón del Valle Inclán. No; eso lo podemos disfrutar en cientos de compilaciones semejantes, aunque sí recurriendo a los tópicos y no a una criba tan exquisita como la que nos ocupa. Es otro elemento que lo convierte en un libro único. Y, lamentablemente, con las circunstancias vividas desde entonces hasta la fecha, también irrepetible.
En este ejemplar encontramos juntas poesías de los Machado… de los dos hermanos, algo que, con su permiso, me retrotrae a la lectura de las memorias de José Luis Sáenz de Heredia quien, cito de memoria, decía que el mejor poeta de España se había llamado Machado, pero al contrario de lo que la gente creía, su nombre de pila no era Antonio sino Manuel.
Podemos ver juntos de igual manera los nombres de Ramón de Basterra, con fragmentos entre otros de su “Vírulo”, y de García Lorca, algo que no importó desde luego a Basterra, fallecido tiempo atrás, ni creo que a Federico, de quien a pesar de su significación política, se hizo leyenda su amistad con José Antonio Primo de Rivera, algo plausible dada la cercanía de sus tertulias en el Orkompon. Claro que eso sucedió tiempo antes de que algún crítico de ocasión y opereta catalogara a Basterra como un poeta fascista (lo que se hubiera reído don Ramón de eso, fallecido en 1928 en un hospital psiquiátrico, con su cabeza ida tiempo antes de que nadie en España supiera lo que era el fascismo).
Pero lo más llamativo, lo que me hizo lanzarme tras este libro como un ave de presa, lo que me hizo verlo ya en los anaqueles que reservo a las obras compradas para mis hijos, lo que me hizo palpitar como cuando se contempla un amanecer, fue ver juntos a Foxá y a Alberti.
Agustín de Foxá, una de las mentes más afiladas de la época y uno de los autores del himno falangista, el “Cara al Sol” (a mi gusto, junto con la anarquista “A las barricadas”, las dos mejores canciones de combate que jamás se han compuesto en la historia de la humanidad) y Rafael Alberti, quien pocos meses después de la impresión de ese volumen se encontraría en pleno “tour” de agitación y propaganda comunista por la piel de toro. Rafael Alberti que pasó de saludar a la romana a Giménez Caballero en su Gaceta Literaria a conformar, junto con César Arconada y otros, el primer núcleo intelectual comunista en España.
No, verdaderamente no sería fácil ver estas firmas juntas. Una compilación imposible de emular, tanto por la calidad de la poesía recogida como por el contraste que despertaría a cualquier editor polarizado por las tendencias que rompieron armas en el 36, que son todos. Y es que aunque los ciudadanos intenten superar viejas cicatrices, los gestores de la comunicación, los dueños de la información… no nos lo permiten.
1 comentario
miguelpons -
Arturo.