EL RETORNO DE JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO, O LA POLÍTICA DE LA MORDAZA, LA SUBVENCIÓN Y EL AMIGUISMO
Adolfo MONCADA
No se pude decir que, políticamente, las primeras semanas del año no hayan sido agitadas. Agitación política producto no sólo de las declaraciones y los anuncios, sino que también gravita sobre ella el descenso recurrente de las expectativas de voto del socialismo y de la popularidad del presidente.
El señor Rodríguez, al que los medios suelen rotular como ZP o Zapatero, pidió a sus barones, a los dirigentes socialistas un esfuerzo personal para trasladar a la ciudadanía -como gusta decir al presidente- un programa basado en el inventillo del “patriotismo social” y recuperar la iniciativa política. Para ello, el discurso socialista, deberá imbuirse de la retórica feliz que practica el presidente y que hace desvanecer los problemas. Un discurso en el que hace mucho tiempo que la verdad feneció víctima del encubrimiento de las intenciones y del continuo disfrazar de las palabras.
El señor Rodríguez, en su retiro navideño, articuló su nueva ofensiva política en torno a dos ideas: la primera, cerrar, como sea, el tema del Estatuto utilizando el recurso económico a fondo; la segunda, difundir las bases de un “patriotismo social” basado en anuncios de medidas que luego podrán o no podrán ser llevadas a cabo en función del endeudamiento y el presupuesto, siendo consciente, además, de que gran parte de la aplicación del mismo dependerá más de los gobiernos autonómicos que del gobierno central y que, por tanto, podrá quedar reducido a una serie de anuncios que demandarán una nueva mayoría para seguir adelante, lo que le valdrá como base para ganar las próximas elecciones.
El señor Rodríguez ha vuelto a la arena política con las ideas claras y el ambiente espeso. Demasiados son los palos que tiene que tocar y muchas las fierecillas a las que domesticar.
El señor Rodríguez ha protagonizado su particular retorno una vez que el eficaz Rubalcaba ha encontrado las posibles vías de desbloqueo del Estatuto, tras una negociación tan secreta como antidemocrática que ha vulnerado los principios esenciales del parlamentarismo democrático. El señor Rodríguez ha intervenido en el momento justo para asegurar la contrapartida, la zanahoria, con la que se puede contentar a Maragall y a los nacionalistas. Por ello el presidente ha afirmado que dará luz verde a la OPA de Gas Natural sobre Endesa, una fuente de ingresos para Cataluña con la que salvar el escollo de la financiación autonómica; y, de pasada, entre líneas, ha prometido una inversión en infraestructuras. Y, si hiciera falta para cerrar el trato, le resta un último inventillo “la consorciación con el Estado”.
El señor Rodríguez ha vuelto a la arena política con las espaldas mediáticas bien cubiertas merced a la utilización de los Presupuestos Generales del Estado. Cada día, los presupuestos del 2006, a través de los habituales recursos de tapadillo, nos sorprenden sobremanera. Hace tiempo el consejero-delegado de Sogecable pidió una reducción del IVA para los canales de pago, y en España, realmente, sólo existe un gran canal de pago. Los presupuestos, en esas ampliaciones habituales, se han hecho eco de la petición y han procedido a la rebaja, lo que se traducirá en un incremento de los beneficios del grupo PRISA. Grupo que, por cierto, desembarcó en Bolivia para apoyar al indigenista Evo Morales.
El señor Rodríguez, preocupado por las denuncias externas, ya que las internas suelen perderse, sobre las cortapisas a la libertad de expresión en España; alarmado por la aparente pérdida de credibilidad internacional por sus amistades y ayudas a regímenes tan preclaros como los de Brasil, Venezuela y ahora Bolivia, y por el secreto desembarco político en Angola; advertido de lo que supondría, tras las severas admoniciones de las grandes asociaciones de medios de comunicación del mundo, una censura a la política informativa que el gobierno pretende implantar y que, en forma de máximos, se está llevando a cabo en Cataluña con el CAC, se ha apresurado a afirmar que la puesta en marcha del Consejo Estatal de Medios Audiovisuales no seguirá la línea del CAC sobre los contenidos que se emitan, pero la intención de utilizar ese Consejo como instrumento de mordaza subyace en el anteproyecto del Ministro de Industria.
El señor Rodríguez ha puesto, finalmente, aparente orden en el gallinero socialista con una reunión no orgánica en torno a las viandas de la Moncloa, en la que se ha pactado, también aparentemente, la opción socialista para las reformas estatutarias, pues las aguas andaban levantiscas en el socialismo por la falta de transparencia e información. El pacto de la cena de la Moncloa parece firme y tiene como horizonte la cesión límite del 50% del IRPF a las autonomías y la compensación por las pérdidas a través del Boletín Oficial del Estado.
El retorno de ZP no ha podido ser más clarificador. Le queda al señor Rodríguez un as en la manga para ocultar errores y trapicheos, para anestesiar a la opinión pública y para desbordar a la oposición: su anunciada Ley de Igualdad.
Ahora, conocidas las intenciones, sólo queda aguardar a los acontecimientos.
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