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CELAM EN CUBA: "DIÁLOGO CORDIAL" ENTRE LOBOS Y PASTORES

CELAM EN CUBA: "DIÁLOGO CORDIAL" ENTRE LOBOS Y PASTORES

Armando VALLADARES

 

   Del 10 al 13 de julio se celebró en Cuba la 31a Asamblea ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), con la presencia de 55 cardenales y obispos, incluyendo a representantes de 22 conferencias episcopales latinoamericanas.

   Al finalizar el encuentro del Celam, hubo una reunión de dos horas y media entre cuatro cardenales, siete obispos y el nuncio apostólico en La Habana, y autoridades comunistas encabezadas por la jefe del escritorio para Asuntos Religiosos del Partido Comunista de Cuba (PCC), Caridad Diego. "Salimos todos contentos", declaró la funcionaria comunista. Sus palabras fueron ratificadas por los cardenales Jaime Ortega, arzobispo de La Habana y Oscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, quienes calificaron el encuentro como "muy bueno" para ambas partes. En el mismo sentido, el nuevo presidente del CELAM, el arzobispo brasileño Raymundo Damasceno, dijo que el régimen cubano estaba abierto a un "diálogo cordial" con la Iglesia. Y el presidente saliente del CELAM, cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago de Chile, llegó a destacar como un hecho positivo que las autoridades comunistas hayan concedido "todas las facilidades para venir a La Habana", dando como ejemplo "visas de cortesía o descuentos en las tasas de entrada" al país.

 

   Autoridades y participantes del CELAM habían recibido conmovedoras cartas, así como pedidos de ayuda, de parte de fieles católicos y de madres y esposas de presos políticos, sobre las generalizadas violaciones de derechos humanos y religiosos de los habitantes de la isla-cárcel. No obstante, monseñor Emilio Aranguren, obispo de la diócesis cubana de Holguín, se encargó de aclarar, a la salida de la reunión con los personeros del régimen, que "ninguno de esos temas se puso sobre la mesa", porque habrían conversado únicamente "sobre los temas que eran verdaderamente importantes para los obispos presentes".

   En el infierno cubano, la asfixia y el exterminio del rebaño ¿no es por ventura un tema importante? El buen pastor está dispuesto a dar la vida por sus ovejas (cf. S. Juan, 10,10). ¿Qué decir de aquel que las deja a merced del lobo?

   Ese reconocimiento de la capitulación eclesiástica ante los representantes del régimen cubano explica la alegría demostrada por la funcionaria Caridad Diego, y su disposición a un "diálogo cordial" con interlocutores tan benevolentes; al mismo tiempo torna inexplicables las declaraciones de los cardenales arriba citados, de que el encuentro habría sido "muy bueno".

   Dos meses antes, en mayo pp., el CELAM había realizado en Aparecida, Brasil, la 5a Conferencia General. En esa ocasión, envié a sus participantes un público mensaje que, según me consta, se entregó personalmente a buena parte de los eclesiásticos allí presentes. Un resumen del mismo fue divulgado por la Agencia Católica de Informaciones (ACI) ("Ex preso político pide que drama cubano no pase desapercibido en 5a Conferencia", ACI, Mayo 06, 2007; Armando Valladares, "Benedicto XVI, Celam y 'favela' cubana", La Nueva Cuba, Mayo 06, 2007). En dicho mensaje, expresaba "mi angustiada interrogación, en cuanto católico cubano y ex preso político en las cárceles comunistas durante 22 años, es si esta reunión del Celam abordará el drama de los católicos cubanos o si, una vez más, optará por el silencio". También constataba que "el sufrimiento espiritual del rebaño católico cubano en relación a esa actitud complaciente de los pastores ante los lobos rojos es dilacerante". Y recordaba que durante la reunión del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), el entonces arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Pedro Meurice, reconoció que en un comienzo los fieles católicos cubanos "nos consideraban una Iglesia de mártires", pero que ahora, por esa actitud colaboracionista, "algunos dicen que somos una Iglesia de traidores".

 

   Los participantes de la reunión del CELAM en La Habana tuvieron la oportunidad de romper con el muro de silencio, de indiferencia y de vergüenza que asfixia a mis hermanos cubanos, que sufren en la isla-cárcel del Caribe. Por el contrario, abrieron una vez más sus brazos a los lobos. Esto constituye una prueba espiritual sin precedentes para los fieles católicos cubanos, que cada vez más ven en el lema de San Pablo, "esperar contra toda esperanza" (Epístola a los Romanos IV, 18,19) , el fundamento de su perseverancia y de su fidelidad a la Iglesia, algo que constituye un ejemplo para el mundo entero.

   Es difícil pensar que las recientes y cordiales conversaciones entre lobos y pastores, en La Habana, se hayan realizado sin la aprobación de Roma, toda vez que en ellas participó el propio nuncio apostólico. Lo anterior levanta las más delicadas interrogaciones sobre la marcha de la actual diplomacia vaticana y sobre la orientación del pontificado de Benedicto XVI, en lo que respecta a Cuba comunista.

LA CUESTIÓN DE LA MISA

LA CUESTIÓN DE LA MISA

Rodolfo VARGAS RUBIO


   Uno de los legados más importantes de la Civilización de Occidente es, sin duda alguna, la misa romana según el rito clásico codificado por el papa San Pío V en el siglo XVI, siguiendo las pautas del Concilio de Trento (XIX de los ecuménicos). Este rito, sin embargo, sufrió un eclipse casi total después del Concilio Vaticano II, época durante la cual se verificó una verdadera revolución en todos los ámbitos de la Iglesia Católica, particularmente en el litúrgico. Para justificar los cambios, muchas veces llevados a cabo de manera arbitraria y dictatorial, se apelaba a un difuso y maleable “espíritu del Concilio”, que no era en realidad sino el pretexto para ir más allá –ultra vires– de lo que realmente había establecido la magna asamblea. De este modo, por ejemplo, a pesar de que la Constitución sobre Sagrada Liturgia había ratificado la vigencia del latín como lengua litúrgica del rito romano y la del canto gregoriano y la polifonía clásica como las formas musicales propias de la liturgia romana, y había declarado que era su voluntad conservar y promover por todos los medios todos los ritos legítimamente establecidos, en la práctica se introdujo un nuevo rito de la misa (Novus Ordo de Pablo VI), que fue impuesto como obligatorio con exclusión del rito clásico (misa piano-tridentina), actuando los obispos como si éste hubiera sido prohibido, siendo así que no lo fue, como muy bien ha admitido recientemente el Cardenal Medina Estévez, prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y Mons. Ranjith, actual secretario del mismo dicasterio vaticano. En cuanto al latín y la música tradicional sacra, desaparecieron en casi todo el orbe católico.

 

   La importancia que ha tenido la misa clásica romana para la Cultura es impresionante, como lo reconocieron en su día intelectuales de varias nacionalidades que subscribieron una petición a Pablo VI para que preservara el rito (entre ellos la nada sospechosa de integrismo católico Agatha Christie). No sólo se trata de un aporte que puede remontarse en sus raíces más antiguas hasta la época tardo-romana y que fue perfilado en su estructura en tiempos de Carlomagno, sino que se trata del rito que evangelizó Europa y toda América, amén de gran parte de África, Oriente y Oceanía. A través de él, la lengua de Roma se oyó en lugares en los que jamás se había hablado y se transmitió un modo universal de ver las cosas. En el plano artístico, fue en torno a la misa como se construyeron las grandes catedrales y abadías, centros de educación y civilización, y ella sirvió de inspiración al Arte en todas sus facetas. Los pintores y los escultores adornaron con sus mejores obras los retablos de los altares donde se ofrecía el Santo Sacrificio: piénsese en las innumerables telas y tablas del Renacimiento y el Barroco, en el maravilloso Transparente de la Catedral de Toledo o en el impresionante altar de plata de la Catedral del Cusco en el Perú. Asimismo, los mejores compositores le dedicaron las más hermosas producciones de sus musas: baste citar la Misa en sí menor de Bach (por cierto, ilustre protestante), el Réquiem de Mozart y la Missa Sollemnis de Beethoven, por no citar a los autores que por oficio se dedicaban a la música eclesiástica, como Palestrina o Monteverdi).


   Las irreverencias, los sacrilegios, las profanaciones y la iconoclastia que se desataron en los años setenta con el pretexto del aggiornamento litúrgico y que relegaron el rito clásico a una situación de práctica proscripción, suscitaron la reacción de muchos sacerdotes y fieles, escandalizados por el giro de 180 grados que experimentó la vida espiritual y litúrgica católica como consecuencia de tales abusos. A veces dicha reacción fue sufrida, paciente y resignada; otras, fue más enérgica e, incluso, llegó a un extremismo vituperable. La más célebre protesta la encabezó el antiguo arzobispo misionero Mons. Marcel Lefebvre, que fundó la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X y desafió abiertamente las prohibiciones que se le quisieron imponer desde Roma. Pablo VI se mostró inflexible frente al prelado, pero Juan Pablo II quiso dialogar, aunque desgraciadamente no se pudo evitar llegar a una situación material de cisma pese a todos los esfuerzos desplegados por el entonces cardenal y hoy Papa felizmente reinante. De todos modos, piénsese lo que se piense sobre el affaire Lefebvre, no se puede negar que fue gracias al combativo arzobispo como se puso públicamente sobre el tapete la importantísima cuestión de la misa. El día esperado en el que el rito tradicional se declare oficialmente liberalizado se deberá en gran parte a su resistencia a toda prueba. También, a todas las organizaciones de seglares, como UNA VOCE INTERNACIONAL (con ROMA AETERNA como correspondiente en España), que desde muy temprano emprendieron la defensa de la misa de siempre.


   Benedicto XVI ha mostrado desde antiguo su simpatía hacia el rito en el que, al fin y al cabo, como buena parte de obispos de la Iglesia Católica, fue ordenado para el sacerdocio. Siendo Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe participó en importantes eventos organizados a favor del retorno del rito clásico y no desdeñó oficiar, incluso de gran pontifical, en las ceremonias de las sociedades clericales surgidas del motu propio Ecclesia Dei adflicta dado por Juan Pablo II para dar una salida digna a los muchos sacerdotes, religiosos y seglares vinculados a las formas tradicionales de la liturgia romana mediante la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, que hoy preside el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos. Es este purpurado quien, el pasado día 16 de mayo, en el contexto de la V Conferencia General de los Episcopados de Latinoamérica y el Caribe (CELAM) en Aparecida (Brasil), ha tenido una intervención[1] sin precedentes, al hablar abiertamente y sin tapujos de Ecclesia Dei y de la misa tradicional ante los obispos reunidos de un continente que fue evangelizado con esa misa y no conoció otra en cuatro siglos: la misma que alimentó la fe y la espiritualidad de millones y millones de almas a lo largo de generaciones; que animó a los misioneros a afrontar innumerables peligros –y hasta el martirio– al adentrarse por las abruptas montañas y densas selvas americanas sin otro bagaje que su misal, su cáliz y su patena; que produjo frutos de santidad como Rosa de Lima, Martín de Porras, Juan Masías, Mariana de Jesús Paredes, el indio Juan Diego, Antonio Galvâo y muchas más, y que, incluso, inspiró un espléndido arte mestizo del cual son exponentes las escuelas Cuzqueña, Quiteña y Mejicana, entre otras. Es una señal más de que no está lejos el día en que Roma, honesta y valientemente, dé finalmente la luz verde a un rito que nunca debió considerarse prohibido y cuyo retorno promete un incremento de la Fe Católica, por encima de mezquindades, partidismos y malevolencias. Que así sea.


   [1] El discurso del Emmo. Cardenal Castrillón Hoyos ante la CELAM puede verse en www.celam.info en el apartado de intervenciones de los dicasterios de la Curia Romana.

BENEDICTO XVI: DOS AÑOS

BENEDICTO XVI: DOS AÑOS

José Javier ESPARZA

 

   Juan Pablo II tenía algo de cruzado: combativo, ferviente, movilizador. Benedicto XVI es otro perfil: un filósofo que cultiva conceptos como un jardinero, abonándolos, podándolos, hasta que florezcan -él mismo se definió como un labrador en la viña del Señor. Juan Pablo II era un torrente, impetuoso incluso cuando ya no se podía mover. Benedicto XVI es un estanque de agua clara, quieto y rumoroso. Juan Pablo II quiso hacer una nueva evangelización. Benedicto XVI no es que esté en otro camino, pero sí representa otro momento: donde el polaco abrió unas tierras, el alemán las está roturando. Juan Pablo II detuvo la decadencia de la Iglesia en un momento en el que parecía que todo se estaba descomponiendo -por eso le pegaron un tiro. Benedicto XVI da la impresión de estar pintando las paredes, poniendo verjas, dibujando arriates -no es un ejercicio menos peligroso.

 

   Es una impresión personal, por supuesto: nada más que eso. Pero es la que uno recibe cuando escucha al papa, cuando lee sus textos, cuando estudia sus movimientos, sus viajes, la matemática meditada de sus declaraciones y sus compromisos. Había que señalar con claridad al gran enemigo del espíritu en este siglo, y el papa filósofo no dudó en nombrar al nihilismo y al relativismo, esas dos nubes que han llevado a Europa a ignorar quién es. Había que definir sin confusiones la propia identidad, y el papa teólogo apuntó sin ambages al diálogo de la fe y la razón, al pensamiento griego y a la riqueza de la tradición clásica. Había que marcar con nitidez la propia linde, y el papa romano subrayó dónde y con quién es posible el diálogo, cuál es el problema del Islam y cómo puede haber paz donde tantos sólo quieren guerra. Añádase al expediente el abrazo a la Iglesia oriental o la mano tendida a los judíos. Por eso digo que Benedicto XVI me da la impresión de alguien que está roturando un campo, como para quedarse allí hasta el final de los tiempos.

 

   Otra cosa: el coro de la abrumadora mayoría mediática nos había anunciado la llegada de un bárbaro inquisidor, de un panzer-cardenal intolerante y dogmático, o sea todos los fantasmas del anticlericalismo del XIX, pero lo que el mundo ha descubierto es a un abuelo encantador que habla de amor y de Dios, y que siempre tiene una sonrisa solícita para lo sencillo de la vida. Esto es algo que probablemente la Iglesia necesitaba con urgencia: un pensar tranquilo y sereno sobre la vida, sus gozos y sus cuitas, para recuperar el equilibrio perdido por los trastornos de un siglo funesto (quizá tan funesto como todos los siglos). En eso el magisterio de Benedicto XVI está siendo benéfico no sólo para los católicos, sino también para cualquiera que aún no haya cerrado los oídos. Frente a todas esas cosas, la agitación de los teólogos progresistas y demás compaña ofrece el aspecto de una problemática lejana, como de otros tiempos y, sobre todo, de otros intereses.

 

   Benedicto XVI sólo lleva dos años de pontificado. Es un anciano, pero hay espíritus que brillan más a medida que su corteza se desgasta por el tiempo. Para quien lo dude, sólo una recomendación: léanse los escritos de este hombre; los de antes y los de ahora. Son música para el alma.

SECTAS EVANGÉLICAS

SECTAS EVANGÉLICAS
Juan Manuel DE PRADA
   Llevo casi un par de semanas por tierras hispanoamericanas, en una gira de promoción de mi última novela. Me está causando una hondísima impresión el auge de las sectas evangélicas por estas tierras; un auge que, según me cuentan diversos amigos, se ha producido en unos pocos años y que registra un crecimiento de adeptos en progresión geométrica. Algunas de estas sectas cuentan, incluso, con canales televisivos volcados en el proselitismo. Cuando vuelvo al hotel, busco estos canales, para poner a prueba mi capacidad de asombro. Aparecen en la pantalla unos sedicentes «pastores», híbridos de orate y vendedor de crecepelos, que enardecen a sus auditorios con una retórica de parvulario, aderezada de apóstrofes que los adeptos a la secta jalean con entusiasmo. La Biblia es usada en estas alocuciones como una especie de manual de autoayuda; la exégesis que se hace de ella es de una zafiedad tergiversadora que causa grima. Tarde o temprano, el sedicente «pastor» acaba llevando el agua a su molino: ofrece su prédica como una vía de éxito profesional; pero enseguida liga esa promesa de prosperidad a la satisfacción de un diezmo. Para legitimar la exacción, el sedicente «pastor» invoca citas cogidas por los pelos de los Proverbios o de Malaquías en las que Dios reclama a los creyentes las primicias de su trabajo. La prédica alcanza hacia su desenlace un clímax lisérgico: el sedicente «pastor» lanza proclamas rescatadas del repertorio de un charlatán de feria; los adeptos asienten, se entregan al llanto, se desgañitan, gritan alabanzas que más bien parecen imprecaciones. Al sedicente «pastor» le brilla el rostro con un sudorcillo atocinado y risueño.
   Tras la prédica se suceden unos anuncios con estética de teletienda en los que se ofrecen recetarios para la sanación del alma, colgantes con propiedades de talismán, zarandajas y bisuterías varias a las que se atribuyen poderes sobrenaturales. No faltan tampoco los llamamientos a quienes se sienten solos, incomprendidos, desahuciados; la propaganda de estas sectas evangélicas se dirige muy especialmente a las mujeres, a quienes seduce con promesas de plenitud espiritual entreveradas de morralla feministoide. Aparecen también un par de individuos ataviados con una indumentaria que se pretende similar a la de los sacerdotes, invitando a los espectadores a participar de no sé qué ceremonia que parodia la Eucaristía. Según me cuentan, una de las estrategias más empleadas por estos sacaperras consiste en infundir el espejismo de que sus celebraciones son aproximadamente católicas; de este modo, muchos neófitos ni siquiera tienen conciencia de haber abandonado la Iglesia.
   Le pregunto a mis amigos si entre los medios de comunicación pretendidamente serios y entre las élites intelectuales no han surgido muestras de alarma ante el auge de estas sectas. Me sonríen sarcásticos: los medios de comunicación pretendidamente serios y las élites intelectuales están demasiado ocupados arremetiendo contra la Iglesia católica. Aunque, por supuesto, contemplan con desdén el fenómeno, con ese tibio desdén que se destina a las faunas infrahumanas, lo toleran; y justifican esa tolerancia amparándose en la libertad de culto. Pero la razón verdadera de su transigencia es mucho más artera: de un modo retorcido, han hallado en el auge de las sectas evangélicas un formidable aliado en su designio de destrucción, que dirige su artillería contra la Iglesia católica. Durante siglos, el combate contra la Iglesia se presentó como una lucha contra el oscurantismo; ahora ya sabemos que el propósito de ese combate era muy diverso: se trataba de derrotar una fe religiosa sustentada sobre dos mil años de sabiduría acumulada, sustentada sobre una tradición cultural que ofrecía una visión concertada del mundo. Estas nuevas expresiones seudorreligiosas carecen de esa tradición, se alimentan del caos y actúan como arietes contra los baluartes culturales tan costosamente erigidos a lo largo de los siglos, dejando que sus adeptos chapoteen en un cenagal de ignorancia. Las sectas evangélicas se convierten, de este modo, en un instrumento más de ese designio de destrucción que guía a quienes desean instaurar una nueva forma de esclavitud.

BENEDICTO XVI, CELAM Y "FAVELA" CUBANA

BENEDICTO XVI, CELAM Y "FAVELA" CUBANA

Armando VALLADARES

 

   El próximo 13 de mayo de 2007, en el Santuario de Nuestra Señora Aparecida, Brasil, S.S. Benedicto XVI inaugurará la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM), bajo el lema "Discípulos y Misioneros de Jesucristo: para que en Él nuestros pueblos tengan vida". Mi angustiada interrogación, en cuanto católico cubano y ex preso político en las cárceles comunistas durante 22 años, es si esta reunión del CELAM abordará el drama de los católicos cubanos o si, una vez más, como en las anteriores reuniones de Medellín, Puebla y Santo Domingo, optará por el silencio.

   Corrí los ojos, con ansiosa expectativa, por el extenso documento de trabajo de la próxima reunión episcopal, titulado "Síntesis de los aportes recibidos para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano". Al igual que en los documentos de las anteriores conferencias del CELAM, se encuentran alusiones solidarias en relación a los "pobres", los "desamparados", los "excluidos", las víctimas de "discriminaciones" y de "violencia", y se insiste en una "opción permanente" en favor de los "pobres". No obstante, ninguna de esas alusiones, siquiera por analogía, parece referirse a la situación de total pobreza, desamparo, exclusión, discriminación y violencia que sufren, desde hace casi medio, siglo 11 millones de hermanos, en particular los católicos, que agonizan espiritual y materialmente en la "favela" cubana.

 

   En el drama cubano hay algo más grave que la colaboración de figuras eclesiásticas con la policía secreta del régimen, como fue el caso de Polonia y de otros países del Este europeo. Se trata de la identificación ideológica de obispos cubanos con las propias metas comunistas, tal como mostré en reciente artículo (cf.. A. Valladares, "Obispos cubanos, Encuentro Nacional Eclesial Cubano y castrismo sin Castro", Diario Las Américas, Miami, Enero 12, 2007). Se trata también de la identificación ideológica con el castrismo de los artífices de la "teología de la liberación" latinoamericana, la cual, con el aval de los obispos cubanos, se metamorfoseó en Cuba en una "teología de la colaboración" con el régimen. Se trata, por fin, de declaraciones complacientes y hasta elogiosas, en relación al comunismo cubano y a su dictador, implacable perseguidor de los católicos, de una larga serie de altos eclesiásticos que ha peregrinado a la isla-cárcel, varios de ellos cardenales, tres de los cuales coronaron sus carreras eclesiásticas como secretarios de Estado de la Santa Sede (cf. A. Valladares, "El pedido de perdón que no hubo: la colaboración eclesiástica con el comunismo"; "El drama cubano y el silencio vaticano" y "Cuba: el Lobo y los Pastores celebran encuentro 'constructivo y amistoso'", Diario Las Américas, Miami, Marzo 22, 2000; Abril 26, 2003 y Nov. 29, 2005).

   El sufrimiento espiritual del rebaño católico cubano en relación a esa actitud complaciente de los Pastores ante el Lobo rojo, es dilacerante. Durante la realización del ENEC, el entonces arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Pedro Meurice, llegó a reconocer: "Nos consideraban una Iglesia de mártires y ahora algunos dicen que somos una Iglesia de traidores".

 

   La VI Conferencia del CELAM, en lo que respecta a Cuba comunista, tiene la oportunidad de pasar a la Historia como la primera asamblea del CELAM que salió en defensa de la integridad espiritual y física de los cubanos, abriendo su corazón y sus brazos al rebaño indefenso, amparándolo y dándole consuelo. Ese motivo de esperanza se ve realzado por el hecho de que S.S. Benedicto XVI inaugurará las sesiones, ocasión en la que trazará las directrices generales de tan alta reunión episcopal.

   Que las invocaciones de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, y de Nuestra Señora Aparecida, Patrona de Brasil, toquen las conciencias y los corazones de los participantes de la V Conferencia del CELAM, inspirándoles palabras adecuadas para que rompan el muro de silencio, de indiferencia y de vergüenza que asfixia a mis hermanos que sufren en la "favela" comunista del Caribe.

CHESTERTON SE QUITÓ EL SOMBRERO

CHESTERTON SE QUITÓ EL SOMBRERO

David AMADO 

 

   Gilbert Keith Chesterton nació en 1874 y no se convirtió al catolicismo hasta 1922. Es a partir de ese momento que escribe sus ensayos dedicados a dos genios del cristianismo: Santo Tomás de Aquino y San Francisco de Asís y también su Autobiografía. Sin embargo, cualquiera que lea su producción anterior llega a la conclusión de que Chesterton ya era católico mucho antes de su bautismo. Basta para ello fijarse en algunos de sus escritos anteriores a 1922 como Ortodoxia (1908), La Esfera y la Cruz (1910) o las novelas policíacas protagonizadas por el católico padre Brown.

  

   "El motivo de mi conversión estriba en que el catolicismo es verdadero".

   Mario Fazio, en un artículo titulado "Chesterton, la filosofía del asombro agradecido" señala, siguiendo la autobiografía del polemista inglés cinco etapas que vamos a recorrer.

   La primera es la de la infancia, de la que Chesterton dice: "De niño, yo tenía una especie de asombro confiado al contemplar el manzano como un manzano. Estaba seguro de ello y también seguro de la sorpresa que me producía; tan seguro como que Dios creó las manzanas. Podían ser manzanitas pequeñas como yo, pero eran también sólidas como yo". (Autobiografía, p. 53). Esa capacidad de contemplar la realidad tal como es, sin reducirla a los prejuicios, como sucedía con el escepticismo que triunfaba en su época, la mantuvo Chesterton durante toda su vida. No intentaba explicar la realidad en base a sus concepciones, sino que se dejaba guiar por ella. De hecho Chesterton nunca perdió la fascinación infantil frente al mundo. George Weigel ha dicho de él que "fue siempre un joven como de unos cinco años". Y, utilizando una expresión de este autor podemos decir también que para Chesterton era evidente que los datos cantan.

 

   La segunda fase corresponde a la de su juventud. En la autobiografía lleva el sugerente título de "Cómo ser un lunático". Antes, en la caracterización del paso de la infancia a la adolescencia había señalado: "Habíamos empezado a ser lo que los niños no son: snobs. Los niños purifican los papeles teatrales que interpretan cuando dicen: "vamos a hacer de nosotros simplemente lo hacíamos". (A, 66)

   La juventud de Chesterton estuvo repleta de "dudas, morbidez y tentaciones", que le "dejaron para siempre la certeza de la objetiva solidez del pecado" (A, 83). Podemos decir que el cándido Gilbert entró en una noche oscura, o mejor en un túnel. También dirá que "el ambiente de mi juventud no era sólo el ateísmo, sino la ortodoxia atea, y esa postura gozaba de prestigio". Y en Ortodoxia "a la edad de doce años era yo un poco pagano, y a los deciocho era un completo agnóstico, cada vez más hundido en un suicidio espiritual". De aquellos días podemos decir que Chesterton entró en depresión.

   Como él mismo señala había días en que al llegar a su casa se tumbaba en la cama y sólo era capaz de leer novelas de Dickens. En este autor veía Chesterton una continuación de la Merry England, la feliz Inglaterra. Y le sorprendía el espacio que dejaba para la humanidad. Dickens no se dejaba llevar por un vago sentimentalismo, sino que sentía una verdadera simpatía por las personas, y ello Chesterton lo atribuía a la fe cristiana.

   Durante su juventud Chesterton se sintió atraído por el espiritismo, que abandonó porque le producía dolores de cabeza. Durante esa época se matriculó en una escuela de artes para aprender a pintar. Estaba de moda el impresionismo, que él vincula al escepticismo. "Creo que en el impresionismo había un significado espiritual relacionado con esta era de escepticismo. Quiero decir que ilustra el escepticismo en lo que tiene de subjetivismo. Su principio era que si lo único que se veía de una vaca era una línea blanca y una sombra púrpura, sólo debíamos plasmar la línea y la sombra; en cierto sentido, deberíamos creer en la línea y en la sombra más que en la vaca" (A. 101). era, pues, una filosofía, que se presta a la afirmación de que las cosas sólo existen como las percibimos o que, quizás, ni siquiera existen.

   Chesterton se sorprende, en la juventud, de "la enorme rapidez con la que se cree estar de vuelta de lo fundamental y con la que incluso se niega lo fundamental". Chesterton, al repasar esa época de su vida se da cuenta de que "estaba llevando a su propio límite el escepticismo de mi época". Y añade con notable sentido del humor: "El ateo me decía con mucha solemnidad que no creía que existiera ningún dios, y había momentos en los que yo ni siquiera creía que hubiera ningún ateo" (A. 102). Fue una época muy dura: "Lo cierto es que descendí lo suficiente como para descubrir al demonio e incluso, de una forma oscura, para reconocer al demonio. Nunca, por lo menos, ni siquiera en esta primera etapa confusa y escéptica, me abandoné totalmente a las ideas del momento sobre la relatividad del mal o la irrealidad del pecado". (A. 103).

   Años más tarde, cuando entra en relación con el sacerdote John O'Connor, que inspiró el personaje del Padre Brown, y le expone su experiencia del mal, descubre con asombro que "el padre O'Connor había sondeado aquellos abismos mucho más que yo. Me quedé sorprendido de mi propia sorpresa. Que la Iglesia Católica estuviera más enterada del bien que yo, era fácil de creer. Que estuviera más enterada del mal, me parecía increíble. El padre O'Connor conocía los horrores del mundo y no se escandalizaba, pues su pertenencia a la Iglesia Católica le hacía depositario de un gran tesoro: la misericordia".

   En cualquier caso la juventud fue para Chesterton una época de holgazanería, anarquía moral y por poco llega al suicidio espiritual. ¿Cómo salió de ese infierno?

 

   "Mi aceptación del universo no es optimismo; es, más bien, una especie de patriotismo".

 

   La lectura de Chesterton, tanto de sus ensayos como de sus novelas, deja siempre en el autor un sentimiento de esperanza. No se puede leer a este autor y caer en la melancolía. Probablemente ello se deba al método que inventó para salir de la postración a que le condujo el pensamiento y la vida de su juventud. Escribe en su autobiografía: "Cuando ya llevaba cierto tiempo sumido en las profundidades del pesimismo contemporáneo, sentí en mi interior un gran impulso a la rebeldía: desalojar aquel íncubo o librarme de aquella pesadilla". Intentó solucionar el problema el solo, sin ayuda de nadie y descubrió que "la mera existencia, reducida a sus límites más primarios, era lo bastante extraordinaria como para ser emocionante. Cualquier cosa era magnífica comparada con la nada y aunque la luz del día fuera un sueño era una ensoñación, no una pesadilla".

   Por tanto añade aquí Chesterton, a la capacidad de asombro de su infancia, el agradecimiento. Y ese agradecimiento lo lleva hasta lo más simple, como los brazos o las piernas o cualquier vida que viva. A ello le ayudaron los pocos autores "optimistas de la época", como Walt Whitman o Stevenson, al que admiraba desde siempre. Era también una corroboración de lo que había dicho, muchos años antes, su abuelo puritano: "Daría gracias a Dios por haberme creado aunque supiera que mi alma estaba condenada" (A. 20). Y añade: "Deseaba decir, tanto si conseguí decirlo como si no, que nadie sabe hasta qué punto es optimista -aunque se tenga por pesimista- porque no ha medido realmente la profundidad de su deuda con lo que le creó y le permitió considerarse algo."(A. 105).

    Y de ahí nace el deseo firme de escribir contra los decadentes y pesimistas que gobernaban la cultura de su época. Y así acaba su tercera época, con la victoria sobre la depresión y una mirada nueva sobre la vida y el mundo.

   En la cuarta etapa Chesterton empieza a investigar las creencias cristianas. Después de investigar las corrientes teosóficas de su época, y de entrar en contacto con algunos miembros del credo anglicano, nos dice: "Comencé a examinar más atentamente la teología cristiana general que muchos detestaban y pocos examinaban. Pronto descubrí que realmente se correspondía con muchas de estas experiencias vitales y que incluso sus paradojas se correspondían con las paradojas de la vida" (A. 201).

 Al mismo tiempo   nuestro autor constata que en la sociedad de su época se van abriendo huecos, hay verdades que van cayendo, y cada vez la vida se aleja más de un principio básico moral y metafísico en que apoyarse. De esa manera se daban esas contradicciones, que perviven aún con más fuerza en nuestro tiempo, en que alguien puede ser filántropo y al mismo tiempo defender la lucha por la vida darwiniana como principio filosófico irrenunciable.

   En su estudio del cristianismo Chesterton constata algo: "la vieja teoría teológica parecía, bien que mal, encajar en la experiencia, mientras que las nuevas y negativas teorías no encajaban en nada y menos aún entre sí mismas". Chesterton, que defendió el sentido común de la mejor manera posible, esto es ejerciéndolo, aplica un principio muy simple: hay que aceptar como verdadero lo que mejor ilumina la realidad. Negarlo es absurdo. Por lo mismo también carece de sentido aceptar teóricamente lo que no ayuda a comprender mejor la vida.

   En un artículo publicado en el Daily News argumentó así contra el escepticismo: "Yo creo -porque así lo afirman fuentes autorizadas- que el mundo es redondo. Que pueda haber tribus que crean que es triangular u oblongo no altera el hecho de que indudablemente el mundo tiene una forma determinada, y no otra. Por tanto, no digáis que la variedad de religiones os impide creer en una. No sería una postura inteligente".

 

   "La imaginación no produce locura. Lo que produce locura es, exactamente, la razón".

 

   Por aquella época escribe Ortodoxia, obra que aparece después de Herejes. En ésta había criticado el pensamiento de algunos autores como Kipling o Shaw. Le recriminaron que no podía hacerlo si antes no explicaba su propia teología. De ahí nació la célebre obra. Dice Chesterton: "escribí un esquema de mis propias razones para creer que la doctrina cristiana, tal como se resume en el Credo de los Apóstoles, sería una crítica de la vida mejor que las que yo había criticado". (A. 202).
   Para Chesterton el mundo se ha vuelto loco precisamente por un mal uso de la razón. Escribe en Ortodoxia: "Los poetas no se vuelven locos; los jugadores de ajedrez, sí. Los matemáticos y los empleados de caja también se vuelven locos; pero los artistas creadores, rara vez. (...) El poeta sólo pretende llegar con su cabeza hasta el cielo. En cambio, el lógico pretende meter el cielo en su cabeza. Y lo que ocurre es que la cabeza estalla".

   Por lo mismo, el lógico, y Chesterton no estaba contra la lógica como se puede ver en sus escritos, contempla el mundo como un infinito muy estrecho. Por eso dice: "Loco no es una persona que ha perdido la razón. En realidad, loco es el que ha perdido todas las cosas, menos la razón. Su mente se mueve en un círculo perfecto, pero demasiado estrecho".

 

   Chesterton, por su parte, desde su capacidad de asombro y agradecimiento por la vida, es capaz de descubrir un mundo cada vez más grande que le confirma en sus ganas de vivir y le da sentido y unidad. De hecho todo su planteamiento se nos muestra como una réplica a las filosofías de las desesperanza, tan queridas en el siglo XX, y que permitían vivir en el total hastío sin dejar, por ello, de practicar los vicios más aberrantes.

   Como lo ha definido un autor contemporáneo, se trataba de un nihilismo divertido. Chesterton, que lleva las cosas hasta el fin, retorciendo los argumentos en sus célebres paradojas (qué lejanas a los aforismos de salón de Wilde), se da cuenta de que el escéptico, si es consecuente, concluirá que no tiene derecho a pensar, lo mismo que el evolucionista acabará pidiendo el matrimonio a una piedra.

   Señala también Chesterton que una de las cosas que le animó a ser cristiano fue el determinismo. Escribe: "Fue el determinismo el que proclamó a voz en grito que yo no era responsable. Y puesto que prefiero que me traten como a un ser responsable y no como a un lunático que anda suelto, empecé a buscar a mi alrededor un refugio espiritual que no fuera simplemente un refugio de locos". (A. 205). Esa posición le permite abrirse al Misterio. Dice en Ortodoxia: "El misticismo nos mantiene sanos. Mientras vives el misterio, gozas de buena salud; si destruyes el misterio, creas mortalidad. La gente normal siempre ha sido sana, porque el hombre normal siempre ha sido un místico. El misterio más grande del misticismo consiste en que el hombre puede entender todas las cosas con ayuda de lo que no entiende. El lógico enfermizo intenta aclarar toda la realidad, pero lo que consigue es hacerla misteriosa. El místico, por su parte, deja que algo siga siendo misterioso, y todo lo demás resulta lúcido".
 

   "Cuando entro en una Iglesia me quito el sombrero, no la cabeza".

 

   La quinta etapa de la vida de Chesterton coincide con su bautismo católico. En 1900 había conocido a Hilaire Belloc y en 1901 contrajo matrimonio con Frances Blogg, a la que había conocido en 1896. Frances era anglicana practicante y Chesterton la acompañaba a la Iglesia. Fue en esa época cuando comenzó a frecuentar los oficios litúrgicos. También por aquella época profundiza en una idea importante: la humildad.

   Reflexionando sobre el paganismo y sobre su grotesca parodia moderna se da cuenta de que el Cristianismo ha conquistado el corazón de los hombres a través de la humildad. Por eso frente al deber exigido por la mentalidad moderna el opone el don que ha de ser agradecido. La soberbia, por el contrario, deforma la perspectiva de las cosas e impide ver el mundo tal como es. De ahí que la autoafirmación propia del hombre moderno conduzca también a la ignorancia. Y una de las deformaciones más graves es el gnosticismo que, so pretexto de conocer los arcanos acaba negando el misterio de la Encarnación.

   Fue la sorpresa ante el mundo y la capacidad de asombro, unidos al agradecimiento por la vida, lo que llevó a Chesterton a abrazar cada vez más la fe hasta pedir el bautismo en 1922. Por fin llegaba a la que denominó la "casa del hombre". Después, cuando viajó a Roma reafirmó que por fin se sentía en su hogar.

   Chesterton se bautizó en una sencilla barraca con tejado de uralita. En Beaconsfield aún no habían podido construir la Iglesia. Días antes se paseaba por su casa repasando un pequeño catecismo.

   Más tarde, para responder a los que se preguntaban por su conversión al catolicismo escribió: "Cuando la gente me pregunta a mí o a cualquier otro ¿Por qué te uniste a la Iglesia de Roma?, la primera respuesta esencial, aunque sea en parte incompleta es: "para librarme de mis pecados". Porque no hay ningún otro sistema religioso que declare verdaderamente que libra a la gente de los pecados. (...) El sacramento de la penitencia da una vida nueva, y reconcilia al hombre con todo lo que vive: pero no como lo hacen los optimistas y los predicadores paganos de la felicidad. El don viene dado a un precio y condicionado a la confesión. He encontrado una religión que osa descender conmigo a las profundidades de mí mismo".

¿QUÉ ES HALLOWEEN?

¿QUÉ ES HALLOWEEN?

P. Jordi RIVERO

 

   "Halloween" deriva del inglés antiguo, "all hallow's eve", o Víspera Santa, pues se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. La fantasía anglosajona, sin embargo, ha robado su sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un triste regreso al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.

 

   Es cierto que podría hacerse una fiesta de disfraces, hacer bromas sanas y divertirse sin entrar en los aspectos macabros del Halloween. Pero aun queda el peligro de asociarse a una fiesta pagana que tiene mucha vigencia en el ocultismo y la Nueva Era. Las fiestas reflejan e influyen en nuestros valores. Es alarmante que muchos cristianos han olvidado el testimonio de los santos y se sientan más atraídos a festejar con brujas y fantasmas. Les parece todo una broma, una diversión inofensiva. Lo hacen por llenar un vacío, porque los santos ya no interesan y las prácticas paganas y ocultistas ejercen una extraña fascinación. Por eso se está propagando rápidamente en nuestra cultura la adivinación, la ouija, la creencia en la reencarnación y muchas más. En Estados Unidos, mujeres que se enorgullecen de ser brujas luchan por crear una nueva imagen para su gremio y propagar su religión.

 

   Raíces paganas de Halloween

   Ya desde el siglo VI antes de Cristo los celtas del norte de Europa celebraban el fin del año con la fiesta de Samhein (o La Samon), fiesta del sol que comenzaba la noche del 31 de octubre. Marcaba el fin del verano y de las cosechas. El colorido de los campos y el calor del sol desaparecían ante la llegada de los días de frío y oscuridad. Creían que aquella noche, el dios de la muerte permitía a los muertos volver a la tierra fomentando un ambiente de muerte y terror. La separación entre los vivos y los muertos se disolvía aquella noche y haciendo posible la comunicación entre unos y otros. Según la religión celta, las almas de algunos difuntos estaban atrapadas dentro de animales feroces y podían ser liberadas ofreciéndo a los dioses sacrificios de toda índole, incluso sacrificios humanos. Sin duda Samhein no es otro sino el mismo demonio que en todas las épocas busca implantar la cultura de la muerte.

   Aquellos desafortunados también creían que esa noche los espíritus malignos, fantasmas y otros monstruos salían libremente para aterrorizar a los hombres. Para aplacarlos y protegerse se hacían grandes hogueras. Estas hogueras tuvieron su origen en rituales sagrados de la fiesta del sol. Otras formas de evitar el acoso de estos macabros personajes era preparándole alimentos, montando macabras escenografías y disfrazándose para tratar de asemejarse a ellos y así pasar desapercibidos a sus miradas amenazantes.

   ¿Cómo sabía aquella gente la apariencia de brujas, fantasmas y monstruos? Al no conocer al verdadero Dios vivían aterrorizados ante las fuerzas de la naturaleza y las realidades del sufrimiento y la muerte. De alguna forma buscaban desahogar aquella situación dándole expresión en toda clase de fantasías. Todo lo feo, lo monstruoso y lo amenazante que se puede imaginar en figuras de animales y seres humanos constituye la base para darle riendas libres a la imaginación del terror.

 

   Mezcla con el cristianismo

   Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las costumbres paganas. Es decir, la conversión no fue completa. La coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los difuntos, que es el día siguiente, hizo que algunos las mezclaran. En vez de recordar los buenos ejemplos de los santos y orar por los antepasados, se llenaban de miedo ante las antiguas supersticiones sobre la muerte y los difuntos.

   Algunos inmigrantes irlandeses introdujeron Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folklore popular. Se le añadieron diversos elementos paganos tomados de los diferentes grupos de inmigrantes hasta llegar a incluir la creencia en brujas, fantasmas, duendes, drácula y monstruos de toda especie. Desde USA, Halloween se ha propagado por todo el mundo.

 

   Algunas costumbres de Halloween

   Trick or Treat

   Los niños (y no tan niños) se disfrazan (es una verdadera competencia para hacer el disfraz más horrible y temerario) y van de casa en casa exigiendo «trick or treat» (truco o regalo). La idea es que si no se les da alguna golosina le harán alguna maldad al residente del lugar que visitan. Para algunos esto ha sido un gracioso juego de niños. Ultimamente esta práctica se ha convertido en algo peligroso tanto para los residentes (que pueden ser visitados por una ganga violenta), como para los que visitan (Hay residentes que reaccionan con violencia y han habido casos de golosinas envenenadas). En todo caso los comienzos de esta costumbre parece ser que se remonta a la persecución contra los católicos en Inglaterra cuando las residencias de los católicos eran presa de amenazas.

 

   La Calabaza

   Según una antigua leyenda irlandesa un hombre llamado Jack había sido muy malo y no podía entrar en el cielo. Tampoco podía ir al infierno porque le había jugado demasiados trucos al demonio. Tuvo por eso que permanecer en la tierra vagando por los caminos, con una linterna a cuesta. Esta linterna primitiva se hace vaciando un vegetal y poniéndole dentro un carbón encendido. Jack entonces se conocía como "Jack of the Lantern" (Jack de la Linterna) o, abreviado, Jack-o-'Lantern. Para ahuyentar a Jack-o-'Lantern, la gente supersticiosa ponía una linterna similar en la ventana o frente a la casa. Cuando la tradición se popularizó en USA, el vegetal con que se hace la linterna comenzó a ser una calabaza la cual es parte de las tradiciones supersticiosas de Halloween. Para producir un efecto tenebroso, la luz sale de la calabaza por agujeros en forma del rostro de una calavera o bruja.

 

   Fiestas de Disfraces

   Una fiesta de disfraces no es algo intrínsecamente malo. Pero sí hay que tener cuidado de que el disfraz no tape la conciencia del pudor, del respeto a lo sagrado y de la moral en general, lo cual suele ocurrir, sobre todo cuando se añade la bebida alcohólica.

 

   Jesucristo es victorioso sobre el mal

   La cultura moderna, jactándose de ser pragmática y científica, se aparta de Dios considerándolo un mito ya superado. Al mismo tiempo, para llenar el vacío del alma, el hombre de hoy retrocede cada vez más al absurdo de la superstición y del paganismo. Ha cambiado a Dios por el mismo demonio. Sin la fe, el hombre se arrastra hacia la necesidad de protegerse de fuerzas que no puede dominar. Vive con miedo le necesita expresarlo. Busca de alguna manera con sus ritos exorcizar las fuerzas superiores. 

   No es de extrañar entonces que vivamos en una cultura de la muerte en la que millones de niños son abortados cada año y muchos más mueren de hambre y abandono.

   Como católicos, profesamos que solo Jesucristo nos libera de la muerte. Solo Él es la luz que brilla en la oscuridad de los largos inviernos espirituales del hombre. Solo El nos protege de la monstruosidad de Satanás y los demonios. Solo El le da sentido al sufrimiento con su Cruz. Solo El es vencedor sobre el horror y la muerte. Solo Dios basta para quién ha recibido la gracia y vive como discípulo de Cristo. Ante Cristo la cultura de la muerte cede el paso al amor y la vida.

 

   Alternativas al Halloween

   Los cristianos debemos no sólo desenmascarar el mal sino ser además luz en las tinieblas. Debemos abogar por el retorno a la verdadera celebración de la Fiesta de Todos los Santos que comienza en la noche del 31 de octubre. En la liturgia de esa noche, San Pablo nos enseña que los santos están con nosotros: "Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, reunión solemne y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su consumación". (Hebreos 12, 22-24)

 

   Debemos celebrar gozosamente esta realidad. Se pueden hacer muchas celebraciones en torno a los santos. Los niños se pueden disfrazar de un santo favorito y aprenderse su vida, especialmente sus virtudes, con el fin de imitarlas. Los mayores pueden leer sobre los santos, tener una fiesta en honor a un santo favorito de la comunidad o de la familia.

   Tradicionalmente en España y en algunas comunidades de Latinoamérica, solía irse de puerta en puerta cantando, tocando instrumentos musicales y pidiendo dinero para celebrar misas para las ánimas del Purgatorio.

   La Fiesta de Todos los Santos es una invitación a ser nosotros también santos. Las vidas maravillosas de los santos nos ayudan a vivir más perfectamente el Evangelio. Encontramos en ellos grandes amigos que intercederán desde el cielo por nuestra salvación.  

 

   Testimonio sobre halloween de una conversa del satanismo

   Noticia ACI

  

   Tras convertirse al catolicismo luego de practicar durante varios años el satanismo y el esoterismo, Cristina Kneer de Vidal, residente de Hermosillo, México, explicó que la fiesta de Halloween es la más importante para los cultos demoníacos pues además de iniciarse el nuevo año satánico, "es como si se celebrara el cumpleaños del diablo".

   La ex astróloga afirmó que la noche de Halloween no debe celebrarse por ningún católico pues, entre otras cosas, es la fecha en la que los grupos satánicos sacrifican a jóvenes y niños. "No quiero asustar a nadie, todo el mundo es libre de creer lo que quiera, pero mis palabras deben ser tomadas en cuenta, por lo menos pido que me escuchen, razonen y decidan", afirmó.

   "Miles de personas han adoptado sin saberlo una costumbre satánica y con ello están propiciando el crecimiento del satanismo en México y en las grandes urbes", agregó Kneer y explicó que "son temas poco conocidos, practiqué la meditación y aunque ahora me arrepiento, llegué a abominar a Dios".

 

   Ritos satánicos.

   "Se eligen preferentemente niños porque son los que aún no han pecado y son los preferidos de Dios", afirmó. Hay ocho principales fiestas satánicas: la más alta es la fiesta de Samhain o Halloween del 31 de octubre, en que se celebra el año nuevo satánico (para los católicos es la víspera de Todos los Santos). Luego sigue la fiesta del 21 de diciembre o la fiesta de Yule (cercana al día de la Navidad); el 22 de febrero se celebra la fiesta de Candlemas o festival de Luces. La siguiente fiesta en el calendario es el equinoccio de primavera, generalmente se hace el mismo día de la Pascua burlándose de la muerte de Jesús en la Cruz y la fiesta se distingue por un sacrificio similar.

 

   Conversión.

   Cristina Kneer pertenece a un grupo conocido como SAL, que pretende enviar a los satanistas un mensaje de esperanza para que se conviertan y la petición de que no hagan más daño.

   "Cualquier satánico que lea esta información y que quiera rechazar o abandonar el satanismo puede hacerlo con ayuda de Dios, como ya lo hemos logrado nosotras", señaló Kneer.

   La dirección del grupo de ex-satanistas es el apartado postal 50, delegación 6, en Hermosillo, Sonora, México.

LA CONMOCIÓN DE UNA CITA (y II)

LA CONMOCIÓN DE UNA CITA (y II)

Alberto BUELA

 

   Luego de terminada la primera parte de nuestro artículo La conmoción de una cita [i] nos llega la información del diario digital Forum Libertas en donde se afirma que tanto la cadena inglesa BBC como los diarios New York Times (EEUU) y The Guardian (Inglaterra) participaron en la tergiversación del texto pontificio, su difusión en el mundo islámico y el exacerbamiento de los ánimos de los sectores musulmanes más radicales. Su papel fue "como gasolina al fuego musulmán", asegura el informativo. Tras destacar que para los medios informativos seculares como eclesiales, el discurso del Papa no tuvo mayor relevancia por su carácter esencialmente académico, consideró que "la BBC empezó el alboroto mundial". Así el jueves 14, la cadena BBC de repente empieza a difundir un informe en árabe, turco, parsi (la lengua persa de Irán), urdu (hablado en Pakistán) y malayo, con el título: El discurso del Papa excita la ira musulmana.

  

   Esto es una prueba evidente que los poderes mundiales indirectos, sobre todo en el ámbito de los mass media llevan adelante una política informativa anticatólica. No en vano el más significativo analista metapolítico católico, Vittorio Messori pudo afirmar hace ya dos años que: en nuestra época el anticatolicismo ha reemplazado al antisemitismo.

   Las interpretaciones marxistas de esta conmovedora cita como es el caso de nuestro amigo el profesor panameño Moisés Chong Marín en el sentido que la Iglesia funciona en sintonía con el imperialismo caen por su propio peso. Las versiones marxistas como las de otro amigo, el geólogo Néstor Gorokosky, que explica las agresiones anticristianas en países musulmanes porque los cristianos son los imperialistas, ya que no hay ningún Estado musulmán que lo sea, se caen también con esta información fidedigna.

   Por otro lado las interpretaciones progresistas, socialdemócratas y anticristianas, sostienen - con cita o sin cita - siempre lo mismo, que: "de qué se queja el Papa, si la Iglesia expandió en América el cristianismo con la espada matando a los indios"  (un autor llegó a escribir que fueron 120 millones los que mató, cuando nuestro viejo profesor de la UBA en Historia de América I, don Angel  Rosemblat, nada sospechoso de cristiano, se aburrió de probar que la población precolombina debía estimarse entre 12 a 13 millones de almas).

   Una vez más aparece la versión anglo-holandesa de la leyenda negra. Y ante esto no se puede decir nada. Salvo recordar lo que afirma el mexicano Carlos Pereyra, el primer autor revisionista de la historia de América: "La historia oficial de la conquista, colonización e independencia de Hispanoamérica debe ser reescrita, porque lo que se enseña actualmente es una mentira a designio contra España, la Iglesia católica y, fundamentalmente, contra los americanos,  a fin de que extrañados de nosotros mismos, el imperialismo anglosajón nos domine más fácilmente". 

 

   Finalmente, llama la atención el silencio de la jerarquía eclesiástica y su falta de apoyo hermenéutico a la cita del Papa y su reacción. Le han soltado la mano. Y si alguna opinión hemos escuchado estuvo al lado de la interpretación liberal (ej. La Nación diario) en el sentido que: la cita del Papa fue inadecuada e inoportuna.  Como si el Papa fuera monseñor Basiotto. Un verdadero renunciamiento. Su táctica es siempre la de las gallinas en el gallinero de mi madre cuando de chico las azotábamos con la gomera: la de la gallina distraída que nunca se defiende sino que pega la vuelta cacareando.

   Estas fueron las principales interpretaciones que se volcaron a los medios, con las que nosotros disentimos, por lo que estamos obligados a exponer la nuestra.

 

   Vayamos al grano:

   Las citas no son neutras; cuando se las hace es o para avalar lo que decimos o para criticar otra postura, y esto último hizo el Papa, por más que ahora diga que no. Y si ahora pide disculpas es signo de debilidad. La manipulación de sus dichos por parte de los poderes indirectos para crear una situación de conflicto con el mundo musulmán, muestra que también la Iglesia es instrumentada por la hidra del imperialismo.

   Esta manipulación y la posterior respuesta de Benedicto XVI pusieron de manifiesto que este Papa es influenciable y condicionable. En definitiva, la BBC y el New York Time meten a la Iglesia en el zafarrancho iniciado por Bush con el bombardeo de Irak y terminado por Israel con el bombardeo indiscriminado al Líbano.

   Están induciendo la respuesta musulmana para que se pelee con la Iglesia y el Papa, para pasar ellos a un segundo plano.

 

   La Iglesia desde el punto de vista profano está liquidada, puede vivir de las migajas de la diócesis de Nueva York. No hay en el mundo ni un solo Estado confesionalmente católico, cuando sí hay veintisiete Estados Musulmanes y un Estado Judío. No hay en el mundo ni siquiera un solo gobernante existencialmente católico, eso sí, hay muchos que lo son formalmente. No hay ninguna política católica de ningún organismo internacional. Y entonces ¿con cuántas divisiones cuenta el Papa?, preguntó Pepe Stalin, y siguió masacrando ucranianos a diestra y siniestra hasta que se cansó.

 

   El mundo es esto que tenemos y no lo que queremos emocionalmente que sea. Si vinculamos al imperialismo con el sometimiento de las naciones pobres estamos todos de acuerdo, pero cuando lo vinculamos al sometimiento de la Iglesia, nos dicen que la Iglesia es imperialista. ¿Quién fue el único poder que se opuso a la guerra de Irak? No fue acaso el viejo Papa Juan Pablo II. ¿Quién se opuso a la guerra en Centroamérica? ¿No fue acaso el obispo Romero, a quien asesinaron con un tiro en plena misa? Acaso no afirmó Noam Chomsky en innumerables trabajos que la Iglesia católica fue quien enfrentó a los Estados Unidos en la guerra centroamericana. 

 

   Seguro que saltará algún buey corneta que dirá: pero Benedicto XVI no es ni Juan Pablo ni Romero. Idiota, es la Iglesia, dijo Cliton. Pues la Iglesia desde el punto de vista profano fue definida por el gran Maldonado (y varios siglos después por Carl Schmitt) como complexio oppositorum (conjunto de opuestos) con lo cual quiso decir que hay de todo, tanto para un zurcido como para un fregado. Hay de todo y para todos los gustos y tendencias.

 

   El mundo musulmán no anda con tantas sutilezas, la Iglesia, los yanquis e Israel son lo mismo en el mensaje cultural y político de los ulemas (maestros de escuela), que son la verdadera fuente del fanatismo. Por el contrario la sabiduría de los sufies (los santos y místicos musulmanes) no se la tiene en cuenta ni políticamente, ni en los programas culturales de los Estados musulmanes.

 

   Hace ya unos años conocí una polémica entre dos buenos pensadores: el español Ernesto Milá y el italiano Claudio Mutti en donde éste pinta magistralmente la riqueza cultural del Islam a lo que el español le responde que, literariamente todo ello es cierto, pero que él, preso en las cárceles de París junto a militantes islámicos, pudo recoger el principio: obedecemos estas leyes hasta que podamos cambiarlas por las nuestras. La relación con el mundo musulmán no es libresca ni ilustrada sino política y de poder. No hay tercera vía ni término medio. Y esto lo ha visto muy bien Bandieri en su artículo Cuando el diálogo es puro verso.

 

   Nosotros no somos quienes para dar consejos y menos a una entidad bimilenaria como la Iglesia, pero ésta se tiene que plantear claramente como disidente al orden mundial. Obsérvese que decimos disidente y no opuesta, pues la oposición suele quedarse en la negación de aquello a lo que se opone, en tanto que la disidencia quiere decir que propone otro sentido (etimológicamente diV =bis= dos u otro, y  sensus= sentido). Tiene que dejar de lado la definición que le asignara el progresismo católico con Guzmán Carriquirry como institución del consenso, para transformarse en institución del disenso al orden constituido, al statu quo reinante.

   Tiene que volver a su mensaje claro y distinto de consejo evangélico: sea vuestro idioma si, sí, no, no.

   Retomar la metodología de la conversión individual y personal dejando de lado el método de los discursos colectivos que son para gloria del pastor y no ad maiorem gloriam Dei. Finalmente la conmoción de esta cita papal no se produce, como dice uno de mis mejores amigos (guardo su nombre): "citar a un Emperador bizantino hoy día, cuando los yanquis asesinan chicos en Irak y los israelíes tiran bombas racimos y de fósforo en el Líbano, es un grave error, es hacer el caldo gordo al atlantismo".

   No, la conmoción de la cita se produce porque los mass media, en manos de ese imperialismo que tira bombas y mata impunemente, han buscado implicar a la Iglesia en una lucha a la que se opuso desde el comienzo.

 

  


 

[i] http://bitacorapi.blogia.com/2006/092001-la-conmocion-de-una-cita.php