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EUROPA RECRISTIANIZADA PARA SUPERVIVIR, O EURABIA PARA MORIR

EUROPA RECRISTIANIZADA PARA SUPERVIVIR, O EURABIA PARA MORIR

Ismael MEDINA

 

   ¿Llegará el momento durante el siglo XXI en que, quien sabe dónde, será necesaria en Europa una nueva Covadonga? Si diéramos validez al "Ex Slavia lux" que cerraba el premonitorio "La vuelta de los budas", ensayo ficción sobre la última historia del pensamiento y de la política, del profesor Jesús Fueyo Alvarez (Ed. Instituto de Estudios Políticos, 1973), sobre la tuberculosis del alma europea, habría de ser en tierras de eslavos occidentales u orientales. Los Cárpatos polacos, que tanto gustaba recorrer con sus jóvenes a Karol Wojtila en sus tiempos de sacerdote y de obispo de Cracovia, podría ser lugar idóneo por el acendrado catolicismo de sus gentes, su historia, su poso cultural y la trágica experiencia de invasiones y sometimientos padecidos. La Iglesia ortodoxa rusa, renacida tras el hundimiento de la Unión Soviética, acaso pudiera polarizar un mismo brote, u otro, frente a la invasión musulmana, o la Eurabia anticipada en sus vibrantes libros de denuncia por Oriana Fallaci.

   El resultado del referendo suizo sobre la existencia de minaretes en las mezquitas fue acogido con satisfacción en amplios sectores sociales de otras naciones septentrionales. Es posible que en algunas de ellas habría ofrecido similares resultados, caso de celebrarse un referendo similar. E incluso en la Confederación Helvética no hubiese variado mucho si en vez de sólo a los minaretes se extendiera la consulta a las mezquitas. Es evidente la existencia en Europa de un creciente rechazo social al islamismo.

EL CÁNCER DEL RELATIVISMO DESTRUYE LA CAPACIDAD DEFENSIVA DE OCCCIDENTE

   La actitud de la progresía europea de izquierda y derecha ante el referendo suizo ha sido reticente, cuando menos. También en España. De inmediato echó mano de los tópicos habituales: una expresión de xenofobia y racismo que atenta contra los principios básicos de la democracia y de la libertad religiosa. El asunto posee, sin embargo, harto más complejidad y calado.

   Quienes se sienten heridos por el resultado del refrendo helvético argumentan desde posiciones ideológicas encarnadas en el relativismo racionalista, alma del liberal-capitalismo. Aquél al que, según Adam Smith, no podía ponerle freno la moral. Y más en concreto, aunque no lo dijera de manera expresa, la moral católica. Una suerte de relativismo materialista trufado de calvinismo, tuétano doctrinal de la Orden los Iluminados. Y por consecuencia, de las revoluciones norteamericana y francesa. También, históricamente, de generalizada impregnación occidental del absolutismo democrático, degradado de manera progresiva a la condición de totalitarismo partitocrático.

   Más llamativo es que la progresía de izquierda apele a parejos argumentos de libertad desde posiciones ideológicas ancladas en el materialismo marxista, aunque traten de esconderlo a duras penas tras la fachada escenográfica de la socialdemocracia. Hijo también del iluminismo (ya traté explicarlo en más de una crónica), el socialismo hizo suyo el lema leninista de ¿Libertad, para qué? Libertad sólo para valerse de ella en las sociedades liberalistas con el fin de imponer su totalitarismo extremo.

   Debo recordar al respecto unas declaraciones de Franco a una agencia norteamericana en pleno fragor de la ?guerra fría? y de la amenaza de un pavoroso conflicto nuclear con que se nos atosigaba de continuo.
Advirtió que Stalin no recurriría a la fuerza de las armas para llevar adelante su sueño expansionista en tanto avanzase en su consecución por medio de los partidos comunistas y socialistas cuyos objetivos revolucionarios estaban favorecidos por la libertad de acción que les proporcionaban los Estados democráticos. Y que si no lo conseguía, tampoco se valdría de la guerra nuclear pues en el Kremlin eran conscientes de que la peor parte se la llevaría siempre la URSS, dado el muy superior potencial atómico y tecnológico norteamericano. 

   Persona muy cultivada me proponía días atrás una cuestión incitante. Sostenía que el marxismo, o Marx, pues a efectos prácticos es lo mismo, había generado un sistema de absoluta y brutal tiranía, radicalmente injusto en términos sociales, rudamente encorsetado en materia económica como capitalismo de Estado y gangrenado por la corrupción. Pero que el absolutismo opresor del capitalismo habría alcanzado cotas insufribles sin el freno que supuso su confrontación con el marxismo. Una contención que desapareció con el calculado hundimiento de la Unión Soviética, resultado a un mismo tiempo de una conspiración interna y de una presión externa. Nada de insólita la coincidencia a partir de entonces entre David Rockefeller y Mihail Gorbachov en el acelerado despliegue de la estrategia del Nuevo Orden Mundial. Cuando se conozcan los resultados finales de la actual recesión económica mundial, se descubrirá que los ganadores volverán a ser los mismos poderosos grupos financieros que engordaron con todas las anteriores, desde la de 1907. Esos mismos que integran la cúpula iluminista del NOM.

LA TUBERCULOSIS DEL ALMA EUROPEA

   Pero ese proceso, acorde en su dinámica con la aceleración de la historia, se solapó, o fue consecuencia congruente, con las premoniciones del profesor Fueyo Alvarez, no sólo en el libro citado, sin duda alguna la culminación de su pensamiento, ya apuntado en "La época insegura" (1962) y en "La mentalidad moderna" (1967). También en "Eclipse de la historia", discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (1981).

   Compartí con Jesús Fueyo durante algunos años la tertulia que encabezaba en el Hotel Velázquez y luego en el restaurante Mariscal, junto a juristas e intelectuales de gran densidad, amén de Salvador Vallina, un personaje excepcional por muy variados motivos, con quien cada madrugada mantenía una prolongada y enriquecedora conversación telefónica. La muerte prematura de Fueyo en 1993, le impidió terminar otro libro, continuación del discurso "Eclipse de la historia", que pensaba titular "La muerte de la Historia", del que nos hablaba en repetidas ocasiones. Nada que ver con el de Fukuyama, cuyas previsiones barrerían los acontecimientos. Fueyo no era un oportunista, sino un pensador de alta entidad al que, como a otros valiosos intelectuales, se les silencia por sobresalir durante el régimen de Franco.

   Basta cotejar la duración de los imperios y de los ciclos de civilización que cada uno de ellos engendró para tomar conciencia del proceso de aceleración de la historia. También de la homogeneidad de los fenómenos de decadencia que se dieron en unos y otros. Todos padecieron esa tuberculosis de su alma cultural que ya Fueyo denunciaba en 1973 respecto de Europa y que hoy adquiere dimensiones inquietantes de acabose. Pero que también afecta por entero a la llamada "civilización occidental", fruto de la revolución relativista.

   La ley histórica de los ciclos reproduce la del equilibrio del orden natural. Un poder único mundial es insostenible. Necesita de un contrapoder para sustentarse y justificarse. Hegel sostenía que el Estado precisa crear y controlar su contradicción para ser fuerte. Lo fue la URSS para USA mientras subsistió. Ahora se nos muestra China como sustitución, aunque no más allá del plano económico y acaso militar.

   Pero ¿qué es China en realidad? Una combinación entre capitalismo liberalista y dictadura comunista en el que se contraponen una minoría político-financiera de poder omnímodo y una masa inmensa de proletariado en grado permanente de explotación y de muy variada entidad étnica y hasta cultural, con minorías religiosas que colisionan. China, de otra parte, está tan estrechamente ligada a los USA en el ámbito financiero y en el soporte ideológico de relativismo materialista que sería aventurado pronosticar que ambas potencias colisionaran. Al menos, a corto y medio plazo. Sobre la economía china pende, además, la amenaza de una "burbuja" similar a la recesión occidental, o a la reciente de Dubai, que el NOM procurará atenuar en la medida de lo posible por sus efectos nocivos sobre la todavía débil recuperación norteamericana. Y la europea de rechazo.

ES EL ISLAMISMO EL MOTOR DEL ACTUAL CHOQUE DE CIVILIZACIONES

   El contrapoder emergente no es económico, sino religioso: el islamismo. Una amenaza ante la que el relativismo pone de manifiesto su debilidad. Frente a un expansivo radicalismo religioso como el musulmán sólo cabe activar un consistente espíritu religioso que fortalezca a las sociedades agredidas y se lo opongan sin fisuras.
   Pero el iluminismo relativista y materialista sigue empecinado en destruir los fundamentos cristianos de la cultura occidental. Aquéllos que frenaron la expansión musulmana en la Edad Media y a España le supusieron seis siglos de durísima lucha hasta su total derrota.
   Pugna que posteriormente se reproduciría para Europa con el imperio otomano. Parece evidente que la historia se reitera.

   La conspiración neomalthusiana y la impregnación hedonista que la acompaña en las sociedades opulentas ha desembocado nuevamente en los fenómenos característicos del fin de los ciclos de civilización.
Por ejemplo: hundimiento de la natalidad; desprecio de los trabajos que se consideran serviles; necesidad imperativa de importar mano de obra esclava de las colonias del imperio; desplome de la moral religiosa, civil y laboral, con el acompañamiento de una creciente corrupción en todos los ámbitos; propensión del poder político hacia formas cada vez más acusadas de despotismo; desprecio hacia el servicio en la Milicia, sustituida por ejércitos pretorianos y mercenarios compuestos en su mayor parte por esclavos liberados; y, en fin, un acentuado proceso entrópico que acaba por corroer las estructuras económicas del Estado y favorecer su implosión.

   Los sangrientos choques entre las diversas ramas religiosas del Islam, especialmente virulentas entre chiítas y suníes, hace creer a muchos la existencia de una fractura interna en el islamismo que lo debilita. Y les conduce a suponer que hay un islamismo radical y otro moderado. Una falsa y suicida apreciación que la realidad desmiente. Todas las ramas musulmanas tienen en común una fidelidad estricta a los preceptos coránicos que aplican a rajatabla en los países que gobiernan. También las comunidades musulmanas en las naciones occidentales que las acogen y les otorgan márgenes de libertad en los que el islamismo no cree ni practica.

   Es de sobra conocido que las minorías musulmanas en naciones occidentales propenden a aplicar a los suyos de manera expeditiva la justicia coránica, sobre todo si son sus mujeres quienes incumplen los preceptos coránicos. También que forman sociedades cerradas, resistentes a la integración incluso en la segunda y tercera generaciones de inmigrados. Y asimismo, que las prédicas de los imanes en muchas mezquitas van mucho más allá de la mera práctica religiosa y de la enseñanza coránica, hasta convertirse en centros de propagación del más extremo fundamentalismo y de reclutamiento de terroristas para Al Qaeda.

   Se reproduce ahora en otros términos y bajo otras formas un fenómeno similar al que ya se vivió en la España medieval entre los presunta y culturalmente moderados Omeyas (conviene releer la historia de sus muchos excesos, no sólo bélicos) y las tres oleadas fundamentalistas llegadas desde las estribaciones desérticas del Atlas. No sólo arrasaron gran parte de España, sino que también acabaron con el Califato. En aquellas áreas del Atlas se incubó un radical fundamentalismo coránico equivalente al que hoy se fragua y fortalece en las abruptas zonas montañosas que comparten Paquistán y Afganistán.
   Y expande sus tentáculos por todo el África musulmana, hasta el Atlántico. El secuestro de tres cooperantes españoles en Muritania, amén de intermitentes atentados en toda la región, evidencia la crecida de la mancha del terrorismo islámico.

LA INTERNACIONAL DEL TERROR TRASLADÓ SU CENTRO DE PODER DESDE LA URSS AL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO

   El renacimiento del terrorismo islámico emergió en buena medida al amparo de los movimientos de descolonización e independencia patrocinados por la ONU y estimulados por los USA. No es el momento de retornar sobre los entresijos de aquella estrategia mundialista, denunciada por González Mata en "Les vrais maîtres du monde". Ya lo referí tiempo atrás. Pero sí es oportuno recordar que Ben Barka , líder del independentismo marroquí, participó en la Conferencia Tricontinental, celebrada en La Habana (1967). Reunión patrocinada por el Secretariado del PCUS y el KGB, a la que concurrieron representaciones de todos los llamados movimientos de liberación nacional y las organizaciones terroristas del más variado pelaje (también las europeas marxista-leninistas, ETA entre ellas) que se agruparon en la llamada Internacional del Terror, o Interterror, cuyo contenido y alcance describió Jacques Bergier en "Ha estallado la III Guerra Mundial".

   Pese al hundimiento de la Unión Soviética y sus Estados satélites se han perpetuado las conexiones nacidas en la Conferencia Tricontinental de la Habana. Sólo que el centro de dirección se trasladó inicialmente al Líbano y hoy lo comparten Irán y Venezuela en el ámbito político; y Al Qaeda y las FARC- FLN en Hispanoamérica.
Es consecuente la estrecha relación que mantienen Hugo Chávez y Ahmadinejad. Se emparentan socialismo materialista y socialismo islámico, afincado en el dogmatismo coránico. Dos formas de absolutismo que siguen las pautas del teórico italiano del neomarxismo, para quien las masas inmigratorias formarán el nuevo proletariado que protagonizará otra vez la revolución. Y aunque se trate de un factor meramente logístico, tampoco es desdeñable que el narcotráfico sea común alimento financiero del terrorismo hispanoamericano y del terrorismo islámico.

LA ALIANZA DE CIVILIZACIONES FAVORECE EL EXPANSIONISMO ISLÁMICO

   La Alianza de Civilizaciones de Rodríguez es un recuelo tardío y radicalizado de la conspiración iluminista destinada a destruir el soporte cristiano, y por ende moral, de la civilización europea mediante la imposición del relativismo materialista. Nada extraño que amparase el invento la Secretaría General de las Naciones Unidas de la que Rodríguez se ha convertido en un dócil títere. Ni que su gran y casi único aliado sea el primer ministro turco, Recep Tayir Endogan, cada vez más próximo al Irán de Jamenei en su dirigismo coránico. Y no debe olvidarse que, como ha recordado Ramón Pérez Maura, muy buen conocedor del paño (¿Turquía, entre Irán y Occidente?, ABC 09.12.2009), que el Erdogán actual ?es el mismo que cumplió pena de cárcel en su país por decir que hacían falta más minaretes para emplearlos como misiles?. Gracias a la crecida islámica Erdogán accedió al poder, desplazando al movimiento laico de Kemal Atartuk, e impreso a Turquía un viraje hacia el dogmatismo coránico. Una forma también de chantaje hacia los USA y la OTAN que precisan mantener sus posiciones militares en Turquía respecto del laberinto bélico de Oriente Medio. Y más en concreto, de la plataforma mesopotámica.
   Erdogan juega ambas cartas para fortalecer a un tiempo su posición en el mundo islámico y para ingresar en la Unión Europea.

   Ben Bella, el liberador de Argelia del colonialismo francés y presidente de la nueva República argelina, también muy conocedor de Marruecos (nació en la disputada zona fronteriza entre uno y otro país), sentenció que "la falta de tolerancia es una perversión del Islam". Y esa falta de tolerancia, ese rígido absolutismo coránico, es común, insisto, a todas las teocracias musulmanas, aún en aquéllas bajo sistemas de apariencia democrática, mera formalidad encubridora como se ha demostrado en Irán.

   El Nuevo Orden Mundial pretende imponer por doquier regímenes de despotismo democrático, además de debilitar la fortaleza unitaria de las naciones con vieja tradición histórica y cultural. Los USA, su principal instrumento coactivo, no lo han conseguido ni en Irak ni en Afganistán. Ya lo advirtió Ben Bella a finales del siglo pasado al enjuiciar otros procesos de "descolonización" Dijo: ¿Ha fracasado el modelo de desarrollo occidental para nuestros pueblos?. Defensor de un modelo de socialismo islámico de factura relativista, también Ben Bella fracasó en su empeño. El dogmatismo coránico no admite opciones que no sean las suyas. Y el odio al cristianismo, y como natural consecuencia a Occidente, está en su entraña cultural e histórica. La Alianza de Civilizaciones implica una suicida utopía cuando nos enfrentamos a la ruda realidad de un choque de civilizaciones.

EL DILEMA EUROPEO: O SE RECRISTIANIZA O MUERE

   Obama, el negro de alma blanca y gran actor mediático alzado por el NOM a la presidencia de los Estados Unidos, no ha tardado mucho en toparse con la realidad del choque de civilizaciones y en seguir, e incluso acentuar, la política militar del denostado Bush. Su discurso en la ceremonia de recepción del Premio Nobel de la Paz no ofrece dudas, aunque envuelto en su retórica buenista. Ha venido a decir aquello mismo que acuñaron los romanos: "Si quieres la paz, prepárate para la guerra" Y a hacer suya en no poca medida la doctrina de Clauasewitz reclamada por sus mandos militares.

   Las guerras de Irak y Afganistán, además de los terribles conflictos étnico-religiosos que se suceden en Africa y el área musulmana del Pacífico, no sólo confirman la imposibilidad metafísica anunciada por Ben Bella de implantar formas occidentales de desarrollo en el mundo islámico. Alertan asimismo de que una guerra irregular de corte terrorista como la que practica el integrismo islámico no puede combatirse con éxito desde criterios militares de guerra convencional, sino adaptándose con superioridad a la estrategia, las tácticas y la estructura social y religiosa del enemigo a batir.

   La debilidad occidental, sobre todo la europea, frente al enemigo islámico, radica en tres fenómenos interdependientes de consecuencias letales: el empecinamiento relativista en la destrucción de los fundamentos cristianos y morales de su cultura y de su historia; la anteposición de intereses económicos y comerciales de sus naciones, en particular las más poderosas, a la defensa común frente a la expansión islámica; y un envenenado pacifismo, recuelo de un antinazismo y antifascismo cuya amenaza dejó de existir con su derrota en la la II Guerra Mundial, pero asumido como coartada por la progresía que se dice intelectual, dominadora en gran medida de los espacios culturales y mediáticos de Occidente y que, en el caso de España, forma la Corte de los Milagros de Rodríguez, un personaje siniestro, no sólo a causa de su trasnochado y montaraz izquierdismo. También por su insondable vaciedad y una mente enfermiza.

   El resultado del referendo suizo sobre los minaretes de las mezquitas y su eco acorde en otras sociedades europeas evidencian una inequívoca reacción defensiva frente al expansionismo islámico y su creciente y descarado quintacolumnismo en toda Europa. Un fenómeno respecto del que pueden aducirse antecedentes reactivos, como los reiterados en Francia. Pero no siempre serán insuficiente para la defensa de Occidente reacciones instintivas de índole más o menos local. Resulta indispensable restaurar los fundamentos religiosos, culturales e históricos del alma europea para liberarla de la tuberculosis relativista que denunciaba el Profesor Fueyo Álvarez y la conduce a su destrucción. Es la única opción para que, remedando a Mao, el islamismo no siga moviéndose en Europa como el pez en el agua. Si se aspira a ganar esta guerra de civilizaciones resulta in exorable quitar el agua en que actualmente se mueven a sus anchas los peces del fundamentalismo islámico en el mar del relativismo anticristiano.

3 comentarios

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Muy buen articulo, gracias. Debemos informar a la gente de lo que realmente está pasando en Europa. Si la verdad es censurada nuestro pueblo jamas despertará.

Saludos!!

BUP -

Lo peor de que no se entienda ni muuu es que quien diseña ños planes de estudio pretende justamente eso: crear analfabetos funcionales y votantes sumisos.

PaOlItHa -

no entendi ni muuuu