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Bitácora PI

LA IGLESIA ANTE EL MOMENTO ELECTORAL

LA IGLESIA ANTE EL MOMENTO ELECTORAL

Francisco TORRES

 

   Sería necesario retrotraernos a los tiempos de la II República para encontrar una legislatura en la que los ataques a la Iglesia y a la Fe hayan constituido un elemento trascendente de la misma. Sería imposible, en el espacio de un artículo, relacionar todos y cada uno de los hechos. El gobierno, muchas veces por intereses electorales y de tensión ideológica, ha sido especialmente beligerante y una ola de anticlericalismo oficial que no popular se ha extendido por toda España. Una ola en la que han participado, y así es preciso constatarlo, varios dirigentes populares para intentar dar el último paso hacia lo que ya se denomina la "derecha pagana", promocionada por un sector de los medios afines al Partido Popular; y en este sentido se han publicado algunos artículos en el órgano de máxima influencia ideológica del Partido Popular, la revista FAES.

   El republicanismo ciudadano que es la teórica base ideológica de José Luis Rodríguez Zapatero, a lo que ha de añadirse un jacobinismo anticlerical, con pátina pseudointelecutal, heredado de la tradición de la izquierda española, señala como principal adversario ideológico a la Iglesia. De ahí que, en esta legislatura, José Luis Rodríguez Zapatero haya puesto en marcha un cambio educativo que tiene como objetivo fundamental eliminar las raíces cristianas de la sociedad a través de las nuevas generaciones. De ahí que, en esta legislatura, José Luis Rodríguez Zapatero haya puesto en marcha leyes que atentan directamente contra la Moral Objetiva. De ahí que, en esta legislatura, José Luis Rodríguez Zapatero haya tratado de controlar y reducir a la Iglesia Católica. Cuando Zapatero exalta la Alianza de Civilizaciones, el multiculturalismo y hasta el casi apoyo al Islam (no es extraño que las asociaciones islámicas españolas pidan el voto para el PSOE), lo hace también para minar la presencia social de la Iglesia Católica. En síntesis cabría decir que José Luis Rodríguez Zapatero entiende que su única y verdadera oposición es la Iglesia Católica. Todo ello ha sido posible porque no ha existido una oposición política real en este terreno. Porque cuando se suscita esta cuestión el Partido Popular prefiere mirar para otro lado, callar y capear el temporal.

   Además de esa acción política es necesario reiterar la proliferación de ataques a la Fe desde los más diversos ámbitos animados por esta corriente. En el mundo de los titiriteros han abundado: ahí está el señor Bassi disfrazado de Papa y consagrando preservativos; las exposiciones blasfemas de Ibiza, Extremadura, Valencia o Madrid, subvencionadas, según el caso, por populares o socialistas; los ataques televisivos con imágenes repulsivas emitidas hasta en horario infantil; campañas publicitarias basadas en el ataque a la Fe...

 

   Ahora llegan las elecciones y, como cada vez, la Iglesia, los obispos españoles dan unas orientaciones a los católicos que deben tener en cuenta a la hora de votar, aunque hasta la fecha es imposible afirmar que el peso de las mismas haya tenido consecuencias electorales importantes.

   Sería inútil tratar de negar que, en esta ocasión, la dureza de las orientaciones ha sido mayor, pero en la línea de lo que vienen diciendo desde hace años. La diferencia quizás radique en la imposibilidad que hoy tiene la izquierda para encontrar apoyos en el seno del Episcopado. En los tiempos del felipismo se hablaba de hasta seis obispos prosocialistas. La izquierda, además, está acostumbrada a contar con algunos sacerdotes, teólogos e incluso obispos a los que recurrir cuando quiere sembrar la discordia. Exaltados por los medios de izquierda hacen creíble su postura. La izquierda todavía no ha superado que aquel diálogo marxismo-cristianismo que tanto daño hizo a la Iglesia ha desaparecido y que herederos del mismo, como Setién, ya no tienen una gran credibilidad. La izquierda se rasga las vestiduras ante declaraciones que, evidentemente, la señalan con el dedo acusador, pero lo hacen porque no tienen, salvo los cuatro o cinco de Vallecas, nada que oponer. Antes no necesitaban mandar callar, bastaba con exhibir a los amigos. Hoy no le quedan amigos, por más que Francisco Vázquez ande por el Vaticano, que José Bono salga a intentar tapar los huecos con boutades tan preclaras como afirmar que los Obispos no son la Iglesia, o que José Luis Rodríguez Zapatero haga chistes mitineros y hasta se los ría.

   La izquierda no soporta su derrota en el proceso de infiltración en la Iglesia. A finales de los sesenta se imaginaba una Iglesia anulada por el peso de un sector izquierdista dispuesta a convertirla en un agente terreno para la revolución, un elemento que dejara a un lado la trascendencia y relegara las creencias morales al ámbito de lo particular, una Iglesia de cultura externa que no molestara el cambio silencioso, el triunfo de la "teología de la liberación". La llegada de Juan Pablo II y la inversión de ese proceso, el fin del diálogo marxismo-cristianismo, la caída de los marxistas teólogos que actuaban como auténticos caballos de Troya, la continuidad y reforzamiento que ha supuesto la llegada de Ratzinger y los cambios en la dirección de todas y cada una de las sedes episcopales ha sido un duro golpe. Los intentos de combatir este proceso desde los massmedia, desde el discurso de la izquierda, han chocado con una Iglesia que se refuerza al comprobar que sólo siendo fiel a sí misma puede iniciar el camino de la reevangelización. Es más, en la última década se ha incrementado el peso del compromiso que deben asumir los católicos en la vida pública. Roma anima a no conformarse, a defender las Vida, la Familia y las Raíces Cristianas sin fisuras. Algo que también comienza a preocupar a los partidos de la otra orilla, los grupos centristas, conservadores y liberales que también pretenden relegar las creencias al terreno de la conciencia, al terreno de lo individual y al marco de lo cultural.

   A la izquierda le preocupa lo que diga la Iglesia porque es consciente de que también depende de un voto católico que tiene adscrito, debido al confusionismo reinante, consecuencia muchas veces del mensaje ambiguo de muchos eclesiásticos y de la imposibilidad de hacer diferencias en el terreno moral entre las propuestas populares y socialistas.

   En los años sesenta, en los años de la progresía, de la izquierda divina, de la seducción de la nueva izquierda, los ataques o la ruptura con los elementos claves del orden moral defendido por la Iglesia no resultaban tan evidentes. El discurso de la izquierda se ha ido renovando para hacer bandera de temas que no figuraban en su agenda: aborto, ataque a la familia, homosexualidad, feminismo radical, trivialización del matrimonio. Si se repasa, por ejemplo, lo que sucedía en los países comunistas antes de los sesenta en estos temas se observará que andan a años luz de lo que hoy defiende la izquierda.

 

   Ratzinger hoy y Juan Pablo II ayer, entendían que la lucha no se da hoy entre la izquierda y la derecha; que el combate ideológico se produce entre quienes defienden la trascendencia y quienes no; entre quienes contemplan la civilización desde un punto de vista material y quienes la contemplan desde la espiritualidad. No se trata de un enfrentamiento de derechas e izquierdas, ya que en muchos casos, las primeras mantienen un planteamiento igualmente materialista barnizado con la brocha de la cultura cristiana.

   Hoy, Ratzinger es certero en su análisis, los cristianos, los católicos, en occidente deben asumir que son una minoría, que no constituyen el elemento rector, que, ni tan siquiera, tienen una capacidad de influencia determinante porque lo que para un católico, para un cristiano, constituye el núcleo de lo irrenunciable se encuentra en Europa en permanente retroceso. De ahí que el Papa, y por fuerza todos los obispos, insista en las obligaciones irrenunciables: defensa de la Vida desde la concepción hasta su fin natural; defensa de la Familia, resultado de la unión de un hombre y una mujer con vocación de procreación; defensa de la libertad para educar a los hijos... Elementos que, la izquierda combate y la derecha no defiende en toda su extensión. Si el Papa considera deber irrenunciable la defensa de estos Valores y Principios, lógicamente, choca con aquellos gobiernos que hacen políticas en su contra; de ahí la tensión creciente con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que ha pretendido dar una nueva lectura a la aconfesionalidad constitucional para intentar implantar un laicismo jacobino acorde con su republicanismo ciudadano.

   Cuando José Luis Rodríguez Zapatero planificó su republicanismo ciudadano en el terreno de la ingeniería social creyó que la oposición sería mínima, que tras la algarada  verbal vendría la calma y que, como en otras ocasiones, aquello que aprobara nunca sería derogado por el Partido Popular. Sólo en esto último acertó, ya que el propio presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha asegurado que no eliminará el divorcio-express, ni modificará la Ley del Aborto (Zaplana incluso está dispuesto a modificarla por consenso), ni retirará de forma completa Educación para la Ciudadanía (será sustituida por el estudio de la Constitución), y en el tema de los matrimonios homosexuales sólo cambiará el término matrimonio pero mantendrá las uniones homosexuales, que ya incluía el programa del PP en el 2004, que generan los mismos derechos jurídicos de familia, incluida la adopción (que de forma experimental ya realizaron, mediante la custodia, algunos gobiernos autonómicos populares), ni se opondrá a la investigación con embriones humanos (que también el PP admitía en el 2004). En lo que no acertó fue en la posición de una Iglesia que, hasta ahora, no pasaba de emitir alguna carta-pastoral.

 

   En esta legislatura los dos grandes opositores del gobierno han sido la Iglesia y la AVT. Las grandes manifestaciones han sido convocadas por ellos. Si Educación para la Ciudadanía ha logrado, a duras penas, mantenerse ha sido porque la Iglesia no se decidió a realizar, cuando aún era tiempo, una oposición rotunda y por que ZP consiguió camelar FERE, con promesas que es difícil pensar que se vayan a mantener. Por otro lado, José Luis Rodríguez Zapatero ha utilizado, y está utilizando, la Iglesia como fantasma que agitar para capitalizar el voto de izquierdas y movilizar el segmento de abstención de esta opción. Sin embargo, al mismo tiempo, el socialismo cuida mucho las formas y los dirigentes socialistas se prodigan en procesiones, romerías, ofrendas a Santos y hasta acuden a la beatificación de los mártires de la Cruzada en Roma mientras que aquí lanzan la denominada Ley de la Memoria Histórica. Una acertada campaña de imagen con la que mantienen cautivo un voto católico al PSOE que es fundamental.

   Han llegado las elecciones y el Episcopado ha dado su habitual instrucción para los católicos. Leyéndola se extraen dos lecciones: primera, el posicionamiento claro en contra del PSOE (señalado directamente por el tema de la negociación con los terroristas); segunda, el pacto realizado entre las diversas sensibilidades de la Conferencia Episcopal española, de ahí, por ejemplo, la incomprensible bendición a los nacionalismos.

   Probablemente, hasta las elecciones asistamos a la aparición de aclaraciones y posicionamientos por parte de los obispos de forma individual, sobre todo si se continúan produciendo los intentos de adecuación del mensaje general a los intereses particulares de algunos prelados muy favorables al Partido Popular. Así, por ejemplo, lo ha hecho el cardenal Cañizares. La nota de los obispos ha tenido como consecuencia que el epicentro del debate político se torne al enfrentamiento directo entre la Iglesia y el PSOE, con un curioso silencio por parte del principal beneficiado, el PP.  Debate que el socialismo está interesado en mantener como elemento de movilización de la izquierda más radical a favor de su opción o para restar votos de izquierda a opciones como UdP o Ciudadanos.

 

   Es necesario insistir en la noción de pacto entre las sensibilidades de la Conferencia Episcopal para medir el análisis de un texto que, como algunos comentaristas han subrayado,  textualmente invita a los católicos a no votar al PP y al PSOE, aunque primando la idea de que lo fundamental es no votar al PSOE. Es evidente que, algunos obispos, han introducido en el texto notas para un claro disentimiento con respecto a las posturas del PP en materia de Vida, Familia, Matrimonio... Cierto también que, para un número importantísimo de católicos, prácticamente para la mayoría, no existe esa ruptura y creen que el PP mantiene las mismas posiciones que la Iglesia en materia de Vida, Familia, Matrimonio. No es menos cierto que muchos obispos, encabezados por Antonio María Rouco Verela, entienden que es preferible el PP al PSOE.

   La nota de los obispos, leída textualmente, no ha sido tan rotunda como algunos han pretendido en su apoyo al PP. De hecho, han sido muchos los medios que han subrayado el hecho de que la "teórica" prohibición de voto para los católicos con respecto a algunas opciones afecta también al PP. Un efecto colateral que probablemente no tuvieron en cuenta alguno de los redactores.

   En un intento un tanto extraño de reconducir el debate, ha sido Martínez Camino el que salió, por dos veces en tres días, a tratar de reconducir hacia el PP el voto:

   Primero, tuvo que aclarar que cuando los obispos dicen que no se puede votar a quienes negocian con los terroristas no incluyen el tipo de diálogo que realizó el PP (aunque sin nombrarlo).

   Segundo, cuando le han preguntado por lo taxativo del texto en temas como uniones homosexuales (no por la utilización del término matrimonio) o defensa de la Vida desde su concepción hasta su fin natural, ha tenido que explicar que se debe aplicar la tesis del "mal menor", lo que invalida el absoluto irrenunciable que el Papa ha señalado a los cristianos.

   Finalmente, para tratar de salvar los muebles, el inefable portavoz de la Conferencia Episcopal, se ha escudado en la tesis de que ningún partido defiende realmente las tesis de la Iglesia, olvidando que no es el Evangelio el que se ajusta a los partidos, son los partidos los que, teóricamente, deben ajustarse al Evangelio si asumen el denominado "humanismo cristiano". Pudiera ser que el portavoz de la Conferencia Episcopal realizara una reserva mental, que Martínez Camino, en su argumentación, sólo contemplara la dicotomía PP-PSOE. La realidad es que sí existen grupos que están en política para defender esos puntos irrenunciables señalados por Su Santidad.

2 comentarios

Antonio García -

Nótese también el apoyo a los nacionalistas cuando los partidos nacionalistas tampoco defienden principios cristianos y nunca se han opuesto al aborto ni cuando más poder han tenido.
Pero la Iglesia catalana y vasca están podridas completamente de elementos nacionalistas. (Gracias a Dios he encontrado una parroquia donde no los hay, cosa difícil en Cataluña.)
Me parece que clama al Cielo también el que, a estas alturas, aún nos quieran hablar de "nacionalismo moderado" (aunque no lo mencionen así)cuando tanto en Cataluña como en Vascongadas ya se han hechado al monte con referéndums quitándose todo tipo de caretas. Y lo de que no apoyan la violencia...que no me hagan reir...disimulan un poco más que Batasuna, pero...poco más...hasta en Cataluña sólo hay que ver cómo miran todos (Ciu,Erc...)a otro lado cuando algún "españolista" recibe amenazas de sus asociaciones juveniles subvencionadas.
Además, intentar romper la Patria es un crimen en sí mismo, se haga violenta o educadamente. No entiendo cómo los obispos están tan preocupados por la familia y no se dan cuenta de que la Patria es una gran familia.
Y es que las cosas nunca van solas.
Menos mal que, como siempre, hay algún verdadero seguidor de Cristo, al que no asusta el martirio, que es capaz de escribir una carta abierta en respuesta a ETA diciéndoles claramente cuál es su Patria desde que nació.
Y es que entonces eran otros tiempos y otra Iglesia. Llena de ejemplos que nos ayudan a perseverar en la Fe. Porque si tuviéramos que perseverar por los ejemplos de ahora...

Antonio García -

Existen esos partidos cristianos y el arzobispo de Pamplona los mencionó con la valentía de un verdadero cristiano al que no le importa el martirio: tradicionalistas carlistas, Alternativa Española, Falange Española de las Jons...
Los mártires de nuestra Cruzada sentirían vergüenza viendo a unos obispos hablando de males menores cuando están hablando del asesinato de niños inocentes en el vientre de sus madres. Más de 100.000 al año. ¿Males menores?
Ya veremos lo que Cristo les dice en el Juicio sobre esos males menores.