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Bitácora PI

"DIEGO DE UCEDA", O EL IMPERIO QUE FUE

"DIEGO DE UCEDA", O EL IMPERIO QUE FUE

Juan V. OLTRA 

 

   Crítica a "Diego de Uceda. Tres actos en la vida de un soldado del rey Felipe II", de Ángel de La Iglesia.

 

   No busquen en la gran, ni tan siquiera en la pequeña historia de España a Diego de Uceda; este humilde aprendiz de zapatero que llegó a sargento en aquel ejército que dominaba al mundo no existió.

   Pero aquí miento: no existió como tal Diego de Uceda (aunque si revisan la bibliografía referente a sus años de supuesta vida con calma, verán a un Diego de Uceda condenado por la Santa Inquisición... y a otro Diego de Uceda, agustino, que pugnaba por una cátedra en Durango, dos destinos que hubieran podido ser posibles para nuestro héroe). No existió Diego, pero el personaje resulta arquetípico. Y es que mi querido Ángel de La Iglesia, absorbido por las historias de pícaros y soldados del siglo de oro, convirtió su pasión en texto regalándonos este espejo de aquellos soldados duros como el pedernal. Un texto que nos lanza en un viaje imprevisto, donde las descripciones nos hacen vivir en Madrid (¡el Madrid de Felipe II, nada menos! ¡La Roma de la hispanidad!) recorriendo su entorno, admirándonos ante la construcción de El Escorial y gozando del viaje hasta Ávila para, conforme las páginas vuelan en nuestras manos, gozar y sufrir con él en Nápoles e incluso en la Berbería.

 

   Mediante tres historias ambientadas en la adolescencia, la plenitud adulta y la madurez de Diego de Uceda, el autor describe costumbres, alimentos, calles, armas... refleja toda una sociedad poderosa, la española que poseía un imperio donde no se ponía el sol, sin obviar las relaciones de poder e incluso cuestiones hoy obviadas en textos similares por considerarse, a la luz de lo políticamente correcto que hoy nos alumbra, improcedentes. Es justo esa precisión de erudito, de autor al que se le nota un amor tremendo por su obra, la que evita a Ángel el transitar por el camino de la alianza de civilizaciones en este encuentro. Y es lo que más le agradece el lector, aunque yo barrunto en lo particular que lo que hubiera preferido pasaría por avanzar con un real Diego de Uceda en una descamisada contra un ejército enemigo.

 

   No duden en sumergirse en un libro que les provocará una cascada de sensaciones. Que les hará ver la amistad, el amor, la pasión, la traición y, sobre todo, la camaradería. El veredicto sobre el libro no puede ser más positivo: si usted gozó en la gran pantalla con Alatriste, si recuerda con cariño las lecturas sobre ese soldado, o, aun más, si Alonso de Contreras es para usted un tótem literario, no lo dude: éste es su libro. Un libro que le arrastrará por tiempos violentos y le hará cambiar por unos segundos su mando a distancia por una espada afilada. Por buscar algún reproche a este texto para con el autor, señalaré su brevedad. Puede parecer extraña esta aseveración para con una obra de cerca de 300 páginas, pero lo cierto es que nos deja con la miel en los labios.

 

   Queda esta propuesta en el aire: hemos acompañado al personaje en tres momentos muy breves de una vida que se reputa azarosa. El lector llegado a la apología final, debe exigir al autor que no nos escamotee el resto de su vida.

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