Blogia
Bitácora PI

RETROCESOS

RETROCESOS

Rodolfo OLIVERA

 

Cálculos equivocados

 


   Verborrágico incontinente, el Presidente venezolano viene cometiendo algunos errores de peso que van a contrapelo de su propósito indudable: transformarse en un referente continental con fuerte perfil antinorteamericano. El punto es que se le escapan hasta los amigos. Todo por querer estar siempre dando el primer paso, por no evaluar con perspectiva, por preferir la cámara inmediata y el micrófono abierto.

   Cosa que, por otra parte, deleita a su principal adversario, Washington, que ve cómo el mismo Chávez está minando su propio camino. Hay ejemplos recientes. El tipo de protagonismo pretendido en el MERCOSUR no le ha gustado nada al socio principal, Brasil. El presidente Lula suspendió algunos encuentros protocolares por disconformidad con declaraciones poco prudentes de su par venezolano, y no se ahorró de hacerlo público: cuando Argentina le cedió el martillo simbólico de la presidencia “pro tempore” del MERCOSUR, Lula dijo ante funcionarios y prensa internacional que lo iba a usar “para poner en caja a Chávez”. Todo el que crea que se trató de una broma de ocasión, se equivoca.

 

   Hugo Chávez se equivoca cuando cree que su chequera, abundante en época de petróleo caro, es un bill de impunidad para hacer y decir lo que se le ocurra. Tuvo muy mala prensa en los corrillos sudamericanos el hecho de haber considerado como gobiernos amigos tanto a Irán como a Corea del Norte. Porque una cosa es “países amigos”, otra “gobiernos”; ni Ahmedinejad ni Kim Son Il pueden ser tomados como modelos de nada. Uno quiere borrar del mapa a Israel, el otro amenaza a todo el barrio. La postura del gobierno venezolano fue histriónica, innecesaria, sustentada sólo en la consolidación de la idea de sumarse a todo lo que le moleste a Washington.
Hugo Chávez se equivoca también cuando sale de manera intempestiva de la Comunidad Andina de Naciones para ingresar, raudo, al MERCOSUR. Si no podía mantenerse con un pie en ambos lados, la forma de despegar era otra. Su propio proyecto (ALBA) es “sudamericanista”, por lo que incluye a ambos sistemas de integración, de modo que él mismo acepta que son compatibles; nada lo obligaba a la separación. No era necesario el desplante abrupto hacia otros socios que habían trabajado mucho y bastante bien como para que el proyecto muriera sin dejar herencia.

 

   Hugo Chávez se equivoca otra vez cuando hace lo que a él le molesta: intervenir en elecciones de otros Estados que no son el propio. Pataleó con razón cuando EEUU incentivó, incluso económicamente, todas las campañas de Fedecámaras para motivar el cambio en Venezuela. Pero es exactamente lo mismo que él hizo con Ollanta Humala en Perú, o con el claro apoyo a la candidatura de López Obrador en México. Perdieron los dos. En realidad, perdieron los tres.

 

   Hugo Chávez vuelve a equivocarse cuando alienta a su más leal compañero de ruta, el boliviano Evo Morales, al que arrastra muchas veces a asumir posturas que terminan siendo innecesariamente radicales, como producto de la inexperiencia de aquél, que compra a tranquera cerrada. Incentivar al reclamo por los derechos bolivianos sobre sus propios recursos es algo irreprochable y para lo que, encima, Morales no necesita “ayuda”. Pero emitir un discurso en el que, junto a su par, exclame ante las cámaras (su perdición) que “Bolivia debe ir a fondo, le guste a quien le guste”, es un mal consejo. Evo ejerció máxima fuerza, incluyó a Petrobrás cuando lo prudente hubiese sido un tratamiento especial con el socio mayor del MERCOSUR, al que aspira, pero le provocó un sacudón a Lula en plena campaña electoral. Cuando vio que salía mal, Chávez guardó el violín en su bolsa, y fue entonces cuando canceló una visita.
Chávez sigue equivocándose, y pierde espacios. Independientemente de que haya quienes coinciden en algunas cuestiones de fondo, como la antipatía que despierta el (hoy golpeado) George Bush. Pero si lo que quiso fue ganar adeptos en la reunión de las Naciones Unidas de hace pocas semanas atrás, logró todo lo contrario. La presentación de su discurso, tapándose la nariz primero, hablando de olor a azufre o de la presencia del “diablo” en la sala, daba más para un culebrón caraqueño que para la Asamblea General. En conclusión, muy pocas simpatías entre los amigos, claro rechazo entre los enemigos, y pérdida de algunos indecisos y de otros que lo consideraban un personaje exótico.

 

   Todo esto tiene un reflejo inmediato, y es el intento de reemplazar a la Argentina como miembro rotativo del Consejo de Seguridad. En el momento en que más necesitaba de un buen apoyo, se equivoca nuevamente Hugo Chávez dando una imagen poco seria, poco diplomática, poco confiable tanto para propios como para extraños. Y el resultado fue visible, porque Guatemala, que también aspiraba a la misma silla, se transformó en un rival formidable; tanto que, si bien no le alcanzó para ganarse el lugar, sí ganó todas las elecciones parciales sin llegar a la mágica cifra de 124 votos. Guatemala no ganó, pero Venezuela perdió doble: la banca que precisaba para “lucirse” en cámara y, de hecho, todas las votaciones, estando siempre por debajo de su adversario (al que acusó de ser pro-norteamericano).
Así es cómo, una vez más, los resultados terminan por confirmar el retroceso. Ambos Estados competidores, Venezuela y Guatemala, tuvieron que retirarse al entrar en vía muerta; pero al momento de elegir un candidato “de consenso” tampoco les fue bien. Panamá, el elegido, era “Guatepeor”, y guarda recuerdos cercanos muy poco amistosos con Hugo Chávez, con quien estuvo al borde del enfrentamiento.
   Los antecedentes no están tan lejos. Hace poco que Caracas se llevó a su casa a la delegación diplomática en Panamá, por considerarlo “aliado decidido, y vocero” de Washington, en tiempos de la Presidenta Mireya Moscoso. Todo comenzó cuando cuatro cubanos anticastristas, que planeaban el asesinato de Fidel Castro, escaparon y fueron detenidos precisamente en Panamá. Un Tribunal local condenó a Luis Posada Carriles y a Gaspar Jiménez a ocho años de prisión, y a Guillermo Novo y Pedro Remón a siete años de la misma pena. No fue por intento de magnicidio, porque las pruebas no eran suficientes, pero sí por "delitos contra la seguridad colectiva y falsificación de documentos".

   En aquel momento, tiempo electoral en Panamá, comenzaron las presiones directas de Simón Ferro (hoy ex embajador de los EEUU y actual amigo personal de Mireya Moscoso) para favorecer a los sicarios. Están grabadas sus conversaciones. El cabecilla de la banda, Posada Carriles, tenía su prontuario internacional, empezando por el atentado contra un avión que partió de Caracas con destino a Cuba y que costó la vida de 73 personas, en su mayoría turistas venezolanos, aunque eran el objetivo secundario, pues en la nave viajaba el equipo oficial de esgrima cubano, todos militares. Se lo detiene en Panamá y aparecen dos reclamos de extradición: el de Castro y el de Chávez, ombligo de la oposición norteamericana. Que nunca pensaron, por supuesto, en darles el gusto pese a tratarse de dos actos terroristas, un magnicidio frustrado y un avión comercial derribado.
   Por “sugerencias” (probadas) de Washington, Moscoso indultó a los cuatro reos, que abandonaron la prisión "El Renacer", a orillas del Canal de Panamá, tomando un vuelo privado con destino directo a Miami, donde fueron recibidos poco menos que con gloria por los anticastristas en el Estado de brother Jeff. ¿Qué dijo Moscoso? Que tanto Cuba como Venezuela iban a ejecutarlos, por lo que tomó una opción más “humanitaria” (¿?). El embajador chavista, Flavio Granados, volvió a su país indignado por esa "ofensa inadmisible a la sociedad venezolana", considerada “una subestimación a un Estado de derecho democrático”. Hoy, Panamá ocupa la banca que tanto ansiaba Venezuela.

 

   Se equivoca Hugo Chávez. Se equivoca seguido. Y no lo va a arreglar con plata.

2 comentarios

seguros -

Hugo Chávez pierde “su” referendum

Hugo Chávez ha aceptado los resultados oficiales y ha dado las gracias al pueblo en directo por televisión. La tensión ha sido máxima por la espera. El Gobierno se encargó de filtrar sondeos en los que el Sí ganaba por un estrecho margen, pero finalmente el No ha ganado.

El triunfo del No evita, de momento los planes de Chávez. Entre ellos el presidente pretendía instaurar un sistema socialista que cambiará 69 de los 350 artículos de la constitución venezolana actual. Un cambio que iba a modificar todas las estructuras del país otorgando poderes casi ilimitados a Hugo Chávez, además de mantenerlo en el poder de forma vitalicia. Pero el No ha ganado en Venezuela.

Es de destacar el importante papel que han jugado los estudiantes frente a unos partidos de la oposición totalmente narcotizados.

Rosanna -

El autor es argentino, Profesor y Licenciado en Historia y Master en Ciencia y Filosofia Politica. Es profesor en tres Universidades de la ciudad de Mar del Plata.