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Bitácora PI

DANTE EN SANTIAGO

DANTE  EN  SANTIAGO

Primo SIENA 

 

Extraordinario encuentro con el célebre desterrado florentino, que nos expresa su opinión sobre la humanidad actual

 

  Caminando por Santiago de Chile, hace unos días, en los alrededores del Cerro Santa Lucía nos encontramos con un extraño personaje, vestido con  un colorido traje largo del siglo  XIV, quien se paseaba por el cerro en actitud austera. Su perfil duro, marcado por una singular nariz aguileña, denunciaba una conocida fisionomía salida de las famosas láminas de La Divina Comedia grabadas por Gustave Doré.
  Cuando - al preguntarle quién era - Él nos contestó, con un marcado acento toscano: "Yo soy aquel que A mitad del camino de la vida / me encontré en una selva oscura / con la senda derecha ya perdida", tuvimos la certeza de lo que habíamos imaginado desde un principio. Nuestro insólito visitante era nada menos que un insigne desterrado florentino, bautizado el 26 de marzo de 1266 con el nombre de Durante de Aligherio, pero conocido en todo el mundo como Dante Alighieri: el magno poeta que exploró los tres reinos del Más Allá, relatando después su viaje catártico en el celebérrimo poema La Divina Comedia.
  Impresionados por este extraordinario encuentro, nos atrevimos a preguntar a nuestro ilustre visitante, por cuál especial privilegio Él había podido regresar al presente hormiguero de la humanidad viviente, desde el Ultramundo alcanzado en vía definitiva la fatal noche entre el 13 y el 14 de setiembre de 1321.
  Dante nos contestó con toda naturalidad que Él gozaba, en el presente temporal, del don de una especial ubicuidad que le permitía manifestarse en nuestro mundo bajo su semblante corporal.

 

  "Aproveché la ocasión - agregó Dante - de este privilegio concedido una tantum por el Amor ardiente que mueve al Sol y las demás estrellas, para dar una vuelta por el mundo, comprobando así que la humanidad actual no ha mejorado mucho respecto aquella de mi existencia terrenal. A lo sumo, ha agravado su condición en la misma medida de decadencia moral que acompaña casi siempre el mejoramiento de un tren de vida, muchas veces ficticio, siendo todavía atrapado en la materialidad de la selva áspera y fuerte que oculta la luz suprema del Invictus Sol Justiciae.
  "Todo eso - continúa nuestro poeta - he podido averiguarlo tanto con los entusiastas catecúmenos de la globalización reunidos en el World Economic Forum, como  con sus fogosos opositores. Los unos y los otros no han comprendido que la condición determinante de la Paz y la Concordia radica en la Justicia del unicuique suum (esto es, a cada cual lo suyo). No han entendido, además, que una veraz alternativa al mundialismo globalista - por el cual hoy en día los poderes apátridas del dinero tratan de imponer la homologación de las culturas por medio de la homogeneización de los mercados - es constituido por el universalismo postulado en mi tratado De Monarchia: modelo imperial en el que las diferencias étnicas y sociológicas de pueblos distintos no son aplastadas, sino asumidas en la estructura jerárquica del imperio.
  "Hay que recuperar la lección romana del ex pluribus unum, porque la autentica unidad está compuesta por el concierto de la multiplicidad que refleja el íntimo deseo de trasladar las inquietudes del hombre de todos los tiempos, desde el kaos del precario terruño que nos hace tan feroces, hacia las armonías del kosmos universal".
  El poeta, que habla con el ardor y la fluidez verbal propia de  los italianos de Toscana, concluye el apasionado relato de su punto de vista con una pausa de silencio, que aprovechamos de inmediato para preguntarle la motivación de su extraordinaria presencia en este alejado rincón del mundo.

 

  "En mi poema La Comedia - nos aclara Dante - recogiendo la opinión de los científicos de aquel tiempo, he descrito el hemisferio sur del globo terráqueo como  una inmensa extensión oceánica, donde se elevaba la colina sagrada del Purgatorio. Pero, después de haber sido asumido definitivamente en el Más Allá, descubrí  que  el hemisferio austral también estaba poblado. Desde entonces, tuve la curiosidad de visitarlo, sobre todo desde cuando, algún tiempo atrás,  encontré en mi mundo un compatriota del Siglo Veinte asumido al cielo de Marte por haber  difundido en vida la belleza del Logos y haber cantado piadosamente el fuego / en tiempos de su reino oscurecidos; según está grabado en su tumba terrenal de Alta Gracia, pueblo de la provincia de Córdoba, donde él murió en 1995 y ubicado en la tierra austral denominada Argentina".
  "Me enteré que se trataba del eminente humanista italo-argentino Carlos Alberto Disandro, quien definió la América de habla romance como América Románica y no América Latina, como es uso corriente. Lo que despertó en mí la curiosidad de visitar su tierra".
  "Seguí entonces el vuelo del águila, que me indicó proceder siempre del Oriente hacia el Occidente (Paraíso XX, 57). Y aquí estoy, en esta  extrema Terra Australis entre costa y cordillera, denominada Chile, escudriñando en la vastedad del Océano Pacifico el destino metapolítico de la América Románica que - bajo el cuidado de la constelación de la Cruz del Sur - espera impaciente la restauración de su raíz  principial (esto es, su principium absolutum) junto a la recuperación de su idiosincrasia mítico-religiosa e histórico-cultural, para franquear victoriosamente la pérdida catastrófica del Ser". 
  Cuando Dante se calla, de pronto una luz cegadora lo envuelve  sustrayéndolo de nuestra vista.
  Nos quedamos solos, mientras que de los recovecos del alma nos sale una pregunta: ¿Fue sueño, realidad, ficción?
  No sabemos …
  Por cierto fue algo verosímil, porque - aún después de su muerte fisiológica - el gran poeta florentino nunca ha dejado de vivir, como bien destacaba Giovanni Papini  en su  Dante vivo.
  Su Divina Comedia - observaba agudamente Papini - "es un milagro poético que quería obrar un milagro espiritual y por eso no pertenece solamente a la pequeña historia del genero humano". Por consiguiente, Dante es siempre actual y moderno, residiendo su modernidad y actualidad precisamente en estar Él involucrado en su tiempo con pasión de protagonista, pero con altura de miras que le permite de elevarse por encima de la cotidianidad de los acontecimientos.
  Él nos enseña, entonces, que se puede ser reaccionario y revolucionario a la vez: añorar lo mejor del pasado y  contestar a los defectos del tiempo presente con la firme voluntad no de destruir, sino de promover  un cambio positivo.   
  Su afán por una potestad espiritual ajena a las veleidades temporales y su radical repulsión para toda interferencia entre actividad económica y misión sacerdotal, permanece un anhelo permanente de la humanidad.
  Su enseñanza de que sin fuertes raíces en la tradición no hay porvenir fructuoso, es algo válido para todos los tiempos.
  La lucha dantiana a la usura y a la plutocracia apólides, es de perenne actualidad, como nos ha demostrado otro gran poeta de nuestros tiempos difíciles, simbolista como Dante: Ezra Pound.
  La modernidad de los conceptos estéticos dantianos, que lograron conjugar la poesía con la teología, ha sido confirmada en el siglo XX por un eminente poeta católico como Paul Claudel.
  Su uso de las aliteraciones intencionadas, su manejo de los juegos de palabras, como la invención de vocablos nuevos, ha sido rescatado por un escritor considerado de los más refinados entre los modernos: James Joyce.
  Vintila Horia - el preclaro escritor rumano-español que en la segunda mitad del siglo pasado vivió en carne propia el desgarro del exilio injusto sufrido por Dante en el siglo XIV - lo definió "más modernista y vanguardista" que los futuristas y surrealistas de nuestro recién pasado.
  La obra de Dante queda inmortal porque en ella Él supo elevar los vicios y las virtudes humanas a términos universales como la política y la teología, manifestando su ilimitada admiración para la nobleza del alma, la firmeza del carácter, la fidelidad a sus ancestros y a su patria. Su grandeza está consignada en la capacidad del poeta florentino de considerar las limitaciones de los elementos mortales y caducos de la vida, para luego trascenderlos en una visión de eternidad.
  Tierno y piadoso, orgulloso y sabio, simple como un niño, duro y severo como un "capitán de ventura": ¡ése fue Dante!
  Persona de pensamiento audaz, de pasiones profundas, de fuertes emociones, luchador indomable, de temple vigoroso, Dante no pertenece sólo al tiempo en el que vivió.
  Él permanece vivo, más allá de su época: poeta-profeta universal, contemporáneo del hombre de todos los tiempos.

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