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EVO MORALES: M.A.S. ES MENOS

EVO MORALES: M.A.S. ES MENOS

Inmaculada MOMPÓ 

  

   Es muy poco, en sustancia, lo que los medios de comunicación habían divulgado hasta la fecha sobre Evo Morales Aima, que asumirá la presidencia de Bolivia el 22 de enero, pero el hecho de que nos hayamos acostumbrado a leer o escuchar su nombre siempre precedido de las palabras “dirigente cocalero”, nimba en el Viejo Mundo al personaje con un aura de exotismo.
  

   Morales aparenta ser hombre humilde y sencillo: en un país de mayoría indígena sumida en la pobreza procede de una familia rural aimara de siete hermanos, cuatro de los cuales murieron siendo aún niños. Se inició en el sindicalismo ya en su juventud y consiguió su primera acta de diputado en 1997, enfrentándose desde entonces a la clase política tradicional de Bolivia y ganando celebridad por su defensa del derecho histórico de los campesinos al cultivo de la hoja de coca. En diciembre de 2005 un 54% de los votantes bolivianos respaldaron su candidatura a Presidente de la República.
   Las propuestas económicas contenidas en su programa electoral suscitaron la inquietud de algunos gobiernos del llamado Primer Mundo y singularmente de las empresas multinacionales que operan en Bolivia. Es comprensible la desazón de los directivos de Repsol-YPF al leer que el Movimiento Al Socialismo (MAS) se propone nacionalizar el sector de hidrocarburos, de modo que el Estado boliviano asuma no sólo la propiedad de las reservas y los pozos sino igualmente el control total y la dirección de la cadena productiva, incluida la fijación de precios para el consumo interno y la exportación. El programa del MAS literalmente insta a las empresas del sector a firmar nuevos contratos dentro del régimen de prestación de servicios y someterse a la dirección y el control estatal, o cesar sus operaciones en Bolivia. La primera semana de 2006 permitió a los españoles conocer algo más de cerca a Morales, en Madrid procedente de La Habana y Caracas y rumbo a París. Repitió algunas de sus consignas sobre el ejercicio del derecho de propiedad sobre todos los recursos naturales pero las matizó una y otra vez, de forma contradictoria y confusa, sin abandonar el terreno de la ambigüedad y con la clara intención de tranquilizar a las empresas españolas, evitando el término “nacionalización”. Muy similar puesta en escena acometió posteriormente en Francia. Tras repasar detenidamente las declaraciones publicadas del presidente electo es imposible determinar con seguridad si planea la nacionalización de los recursos naturales bolivianos, si se conformará con ajustar las condiciones y los márgenes de las empresas extranjeras o simplemente pretende que tributen a la hacienda pública, como llegó a afirmar en Madrid ante un estupefacto auditorio que dedujo sensu contrario que en Bolivia existen empresas que abiertamente gozan de bula fiscal.

   Con sinceridad, la faceta macroeconómica de Evo Morales es interesante por enigmática, pero de relevancia menor en comparación con su propósito de “refundar Bolivia”. Podemos encontrar las ideas que alimentan dicha refundación en el programa del MAS, en la sección de Principios Ideológicos que espigaremos a lo largo de este artículo, donde se afirma textualmente: “Se han cumplido 500 años de la presencia europea y 176 de vida republicana. Durante estos 500 años hemos estado dominados por la cosmología (sic) de la cultura occidental, dominación que no ha alcanzado ninguno de sus objetivos”. Creemos entender que el peregrino uso de la voz cosmología ha de ser tomado como sinónimo de cosmovisión, que es cosa distinta. El MAS incurre en un error conceptual de bulto al identificar la cultura occidental con el capitalismo de la modernidad y la globalización postmoderna, como veremos seguidamente. Tras denunciar con toda justicia la intolerable pobreza del subcontinente americano, y muy particularmente de Bolivia, con sus terribles consecuencias en sanidad, servicios, infraestructuras y analfabetismo, señala certeramente el objetivo último de la globalización: “La globalización no es otra cosa que los grandes consorcios de los países del norte (...) se adueñen por el camino de la capitalización de las riquezas más apetecidas que estuvieron en manos del Estado en los países del sur del mundo”. Pero, a renglón seguido, pisa el charco y añade: “Estos son los resultados por haber tomado el camino de copiar y remedar los fundamentos de la cultura occidental. (...) Los conceptos de globalización y economía de mercado se enmarcan en la cosmología occidental, como el viejo concepto de progreso que se desprendía del paradigma científico de la modernidad. (...) El denominado siglo de las luces de occidente ha caducado y ya no es ninguna opción para la humanidad”.

   ¿Por qué la obstinación del MAS de Evo Morales en identificar la cultura occidental con su extravío moderno y contemporáneo? Morales sabe – porque es de suponer que lo sabe – que la  civilización occidental, a la que América fue incorporada por su adscripción a la cultura hispánica, no guarda relación alguna con el fenómeno contemporáneo de la globalización. Morales - que ha cursado estudios de bachillerato - conoce que la civilización occidental arribó a las Américas en naves españolas y sufrió sucesivas crisis y fracturas en los siglos XVI a XVIII de forma que fue mutando sus basamentos en los siglos XIX y XX hasta hacerse irreconocible en nuestros días su cosmovisión primigenia. Presumiblemente Morales está informado de dónde surgieron las mutaciones de la civilización occidental y sabe que no tuvieron lugar en el espacio cultural hispánico. Morales, que hoy engrosa la relación de los conductores de pueblos, debe conocer que la modernidad y sus paradigmas como el cientificismo y el progreso indefinido no están vigentes en Bolivia, ni en España, desde hace quinientos años y, por lo tanto, miente sin pudor al trazar una línea continua desde la época virreinal hasta nuestros días, desde la Monarquía Católica hasta la era de la globalización.
   El problema de Evo Morales y del MAS no es otro que el de participar de esa entelequia demagógica y suicida conocida por indigenismo: un racismo socialmente aceptado y políticamente correcto. No faltará quien piense que es inconcebible que una opción política racista cuente con el apoyo incondicional de los medios de prensa bolivianos propiedad de la multinacional PRISA, arquetipo de progresismo, pero así es. Racismo es el desprecio profundo que Morales y los suyos profesan hacia todo aquello que provenga del “diferente”, del criollo blanco de origen español en este caso. Un desprecio, matizamos, nacido del resentimiento que brota de la clamorosa injusticia social. Y ese racismo conduce al MAS hacia la barbarie de formar un único lote con la civilización occidental, la cultura hispánica, el capitalismo, la globalización y – también, aunque de momento con sordina – el cristianismo. Precisamente en este sentido y no en otro ha de ser interpretada la implícita profesión de fe en la vieja superstición incaica contenida en los Principios Ideológicos: “Nuestra cultura andina y amazónica es fundamentalmente simbiótica y de total equilibrio con la naturaleza. Para nuestras raíces culturales el hombre no es el señor, ni el gerente ni el amo del planeta tierra. Somos parte de él, somos parte del todo (...) Para nosotros el planeta tierra tiene vida. Es inteligente y autorregulado. A este principio nuestros antepasados le han denominado Pachamama, es decir madre tierra y a ella, a la madre tierra no podemos violarla a titulo de dominarla no podemos venderla ni comprarla porque somos parte de ella y en ella criamos la vida, Pachamama quiere decir que el ser humano con y para la tierra y es lo contrario de la cultura occidental que vive de la tierra y sobre la tierra”.

   ¿Hacia dónde camina el indigenismo del MAS? Es difícil dar una respuesta concisa pues, ya antes de la asunción de la presidencia, el ímpetu viajero de Morales y su locuacidad ante los micrófonos desconciertan a cualquier observador racional. Resulta complejo aventurar cuáles serán las líneas maestras de un individuo que afirma unirse al “eje bolivariano” de Chávez y Castro, nada menos que... ¡¡¡para reconstruir el Tahuantinsuyo!!! Ardua labor la de predecir cómo gobernará un ferviente anticapitalista a cuyo favor trabaja la prensa del oligopolio capitalista de PRISA. Casi imposible imaginar qué bulle en la sesera de Morales, escéptico ante lo que denomina “Estado colonial boliviano” pero entusiasta cada vez que enumera las supuestas “naciones” aimara, quechua, guaraní, uru-chipalla, mojeña o chiquitana aunque, al mismo tiempo y sin rubor, proclama su anhelo por construir la Patria Grande... “latinoamericana”, por supuesto. Es vano hacer pronósticos sobre Morales, que vehementemente rechaza la civilización occidental, habla en español y se autodenomina americano “latino”. Si además, al visitar China, la declara su aliada ideológica y confiesa su admiración por la revolución cultural maoísta lo único razonable que resta es elevar plegarias por el pueblo boliviano.

   En definitiva, cuando el MAS proclama: “nuestras raíces culturales, las culturas andina y amazónica, han triunfado sobre los fundamentos de la cultura occidental”, todo individuo de mínima instrucción lamentará los despropósitos a los que se puede acceder desde el propio complejo de inferioridad. Pero, además, los espíritus sensibles experimentarán una profunda conmiseración ante la inmensa tragedia que se cierne sobre la ya desdichada Bolivia.

1 comentario

Anónimo -

¿Qué clase de indigenismo es el que se llama socialista? El socialismo es uno más de los frutos del siglo de las luces, exactamente igual que el liberalismo.
Si de verdad a los "indigenistas" (no a los indígenas) les diera aprensión todo lo que les ha llegado de occidente renunciarían a la rueda, al alfabeto, a la medicina científica, al código civil y a la ropa que usan. Volverían al taparrabos y a las ofrendas en el lago Titicaca.
Para renunciar a occidente, lo primero es dejar de hablar español y arreglárselas como puedan con un puñado de dialectos precolombinos. Y para hablar con sus vecinos de Chile, por señas.