ME DECLARO EN REBELDÍA FRENTE AL ESTADO TIRÁNICO
Ismael MEDINA
Todavía regirá el estado de alerta cuando se publique esta personal declaración publica de rebeldía contra el sistema totalitario y antidemocrático en el que estamos sumidos. Un sistema policiaco y arbitrario que cada vez me recuerda más al que viví en el final de mi infancia y primeros y prematuros años mozos. Aquel periodo pavoroso en que el sistema revolucionario de hechura soviética se valía de una extensa red de delatores y chivatos de toda laya para llevar al paredón a cualesquiera que se les colocara el estigma de curas, beatos, burgueses, fascistas o enemigos del pueblo. O que conviniera a alguien para eliminar a la persona con la que tenía motivos de querella de muy variada índole.
Las paredes se llenaron de carteles con un gran oreja: ”la oreja del fascismo” que todo lo escuchaba y era imprescindible ensordecer mediante la denuncia y posterior eliminación. Es la fuente en que parece que bebió la compañera Pajín, un modelo de roja ensñoritada, para redondear la patraña de antitabaquismo con la incitación al chivateo y la delación de quienes se resistan al cumplimiento de la norma. ¿No le basta al sistema con la oreja tecnológica del Gran Hermano que es SITEL, un sector de la policía remedo de la Stassi, un sector propicio de la judicatura, unas instituciones sumisas, los decretazos a esgalla, los vetos parlamentarios y todo ese aparato de represión manifiesta o encubierta en manos de Pérez Rubalcaba, un sujeto sin principios ni reparos morales, especialmente dotado para el trabajo sucio en las cloacas de un Estado en fase acelerada de desintegración?
Aprendí entonces a practicar lo que ya me venía de casta: la rebeldía frente a la sordidez, la imposición totalitaria y el miedo. Las medidas coercitivas de la libertad personal responden a un mismo principio: la estrategia del miedo. Y una sociedad trabada por el miedo se convierte en insolidaria. En cenagosa realidad que excita y favorece la insurgencia de los más bajos instintos. Pero no es lo más aciago que la sociedad sea presa del miedo y abdique de cualesquiera valores morales que el sirvan de referencia para rebelarse contra la tiranía que la corrompe y animaliza. Lo es aun más que los poderes políticos, y otros ocultos tras de ellos, se valgan del Estado para avanzar sin resistencia perceptible en una sórdida conspiración encaminada a desfondar las estructuras básicas de la convivencia, empezando por la familia, y en la asfixia de las libertades más elementales del ser humano.
EL RELATIVISMO COMO SOPORTE E INSTRUMENTO DE TIRANÍA
La llamada Educación para la Ciudadanía de obligatoria dispensa en los centros de enseñanza, desde la elemental, provocó el lógico rechazo de amplios sectores de la sociedad. Acciones judiciales entre ellas y recursos ante el tribunal constitucional. No creo necesario aludir a los contenidos de la EpC. Son de sobra conocidos y se orientan hacia una perversión de niños y jóvenes cuyas nefandas y rebuscadas consecuencias ya padecemos. El carácter imperativo de EpC sustrae asimismo a los padres el derecho constitucional e inviolable a la tutela y la educación de sus hijos.
A los recursos de inconstitucionalidad presentados ha respondido la Abogacía General del Estado con informe esclarecedor que apenas sí ha trascendido a los medios ni a los ámbitos parlamentarios. Se conoce su contenido merced a las revelaciones de Hazte Oír, una plataforma digital que no ceja en la investigación y denuncia de la estrategia iluminista de destrucción sistemática de los valores y principios que dan cohesión a la sociedad y le ofrecen soporte para su defensa frente al totalitarismo desintegrador.
Reproduzco de Hazte Oír los párrafos más llamativos y esclarecedores del escrito de la Abogacía General del Estado. Pero no sin advertir que depende directamente del ministro de Justicia, Caamaño, autor de la parte más depredadora de la soberanía nacional del Estatuto de Cataluña y ampliamente reconocido como masón.
Copio:
“La libertad ideológica del menor no puede quedar abandonada a lo que puedan decidir quienes tienen atribuida su guarda y custodia o su patria potestad”.
“No sabemos a ciencia cierta hasta qué punto los padres actúan en defensa de unas convicciones que la menor comparte o rechaza.”
“Difícil parece otorgar a los padres el amparo que piden cuando se ha desconsiderado la libertad ideológica de la menor”.
“La concepción filosófica que presupone la democracia es el relativismo”.
“La democracia no tiene que pedir perdón por ser un régimen esencialmente relativista, sanamente relativista.”
Todas las declaraciones institucionales relacionadas con los derechos humanos ratifican el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo con sus propias convicciones morales y religiosas. También la Constitución de 1978 en varios de sus artículos relativos a la libertad y derechos de las personas y las familias, en uno de los cuales hace mención expresa a su vinculación con la Declaración Universal de Derechos Humanos. ¿Pero acaso puede sorprendernos a estas alturas que Gobierno e instituciones ilegítimamente a él subordinadas hagan caso omiso de la normativa constitucional y la prostituyan cada vez que les vienen en gana?
NO EXISTE PARA EL RELATIVISMO MÁS VERDAD ABSOLUTA QUE LA SUYA
Existe un amplio debate sobre el relativismo científico desde que Einstein definió su teoría sobre la relatividad. Pero lo es mucho más y controvertido respecto de su traslación a lo que se ha dado en llamar relativismo cultural. Un amplio sector de tratadistas desmiente la pretensión relativista de imponer su propio modelo a un espacio cultural y social con fundamentos arraigados y su lógica singularidad. No es la ocasión, si embargo, de enfrascarme en este sugestivo debate suscitado por la Abogacía General del Estado respecto de los recursos presentados contra la monstruosidad conocida como Educación para la Ciudadanía. Pero no eludo, pues me parece esclarecedor, lo que Ferreter Mora escribió al propósito en su “Diccionario de Filosofía”.
Ferreter Mora define el relativismo cultural como “la tendencia gnoseológica que rechaza toda verdad absoluta y declara que la verdad, o mejor dicho, la validez del juicio depende de las condiciones o circunstancias en que es enunciado”. También dice del relativismo cultural, y acaso esté aún más claro, que es “la tendencia ética que hace el bien y el mal dependientes, asimismo, de las circunstancias”. En nuestro caso, y en tantos otros, este entendimiento del relativismo choca frontalmente con el código de valores y principios de la civilización cristiana. Y más en concreto, de la Iglesia católica a cuya influencia y destrucción se encamina el NOM, el cual he elevado el relativismo a la categoría de religión mundial absoluta en la que el bien, sea individual o colectivo, no tiene cabida si condiciona u obstruye el triunfo del mal.
No es ocioso en este punto recordar el origen satánico de la Orden de los Iluminados promotora tanto del relativismo liberalista como del marxista. Toda su estrategia de poder mundial se asienta sobre el relativismo cultural tal como o describe Ferreter Mora y enarbola la Abogacía General del Estado en defensa de Educación para la Ciudadanía. Se trata en definitiva del absoluto totalitario de atribuir al Estado, y al gobierno como ejecutor, la educación de las jóvenes generaciones sustrayéndola a la potestad de los padres en detrimento de la unidad familiar. Normativas anteriores como la legalización del aborto o de la eutanasia, la libertad de abortar para las menores de 16 años sin permiso paterno, la libre dispensa de la píldora postcoital, el feminismo a ultranza y tantas otras, en especial la cristofobia, son consecuencias inseparables del relativismo moral defendido por la Abogacía General del Estado en el caso concreto de EpC. ¿Y acaso no lo es también que Rodríguez considere a la nación algo discutido y discutible?
Sin negar que Rodríguez es un ignorante, además de un paranoico irrecuperable, me pregunto si su incapacidad de discernimiento no es producto en buena medida de un empacho de relativismo mal digerido. Lo suyo son los sueños de la sinrazón, siempre frente al bien, sea cual sea su adjetivación. Su entorno ministerial y de asesoramiento lo conforma una suerte de clonación ideológica, compuesta por una mayoría de loros mentales y una reducida minoría influyente y anclada en un enconado odio retrospectivo que enlaza soterradamente con los fuentes inspiradoras de la estrategia relativista y alimenta el disolvente que los loros se encargan de esparcir, enlatados en normas imperativas.
UNA LEY PARA RELATIVIZAR EL VALOR CONCEPTUAL DE LAS PALABRAS
El último de estos enlatados relativistas fue anunciado el pasado día 7 en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros por la titular de Sanidad, Leire Pajín. Me refiero al proyecto de ley titulado Ley Integral de Igualad de Trato y no Discriminación. Según la Pajín tendría como objetivo que “nadie pueda sentirse humillado por razones de nacimiento, raza, sexo, convicción, discapacidad, identidad sexual o enfermedad”. Es difícil concebir que un proyecto de ley de esta índole, por muy disparatado que sea, o parezca, pueda ser elaborado por una cabeza cuya vaciedad la ocupa el serrín de los más burdos tópico progresistas. Tengo para mí que, al igual que en otras ocasiones, Leire Pajín, o Pijín para algunos, fue utilizada una vez más como loro cualificado. De lo que se trata en realidad es de relativizar la entraña conceptual de los vocablos de uso común en la lengua española, dejando en manos del poder político su interpretación “políticamente correcta”.
Discriminar ha significado siempre a efectos científicos y sociales la diferenciación en grupos homogéneos del todo de que forman parte. Una necesidad imperiosa desde que el hombre primitivo tomó conciencia de sí mismo y de su entorno, pues en caso contrario viviría sumido en el caos. Discriminación selectiva y comprensible que se multiplica al hilo del progreso científico. Se trata, en definitiva, de separar el trigo de la paja. Y luego, de agrupar cada una de las especies de trigo. Los ejemplos pueden ser múltiples. Hoy, verbigracia, se discriminan cada vez mayor número de cánceres tipificados. La discriminación configura por tanto la exigencia insoslayable de dar a cada cosa su nombre en toda su robustez conceptual.
Un ciego no deja de ser ciego por llamarle deficiente ocular. Ni un maricón deja de ser maricón por enjaretarle la condición abstrusa de gay. Ni una lesbiana por utilizar el término más complaciente de homosexual. Tampoco un loco dejará de serlo por el mero hecho de considerarlo deficiente mental. Nada hay de peyorativo en llamar cojo al que lo es. O manco al que falta brazo o mano. Y cosi via, que diría un italiano.
Respecto a la humillación es inevitable recurrir también al diccionario. Se consideraba humillar la acción voluntaria de inclinar la cerviz o doblr la rodilla en señal de sumisión o respeto religioso
de otra índole. Y en el área civil, por ejemplo, inclinarse ante una dama o ante el monarca. También abatir el orgullo de uno. La humillación se transforma en humillante cuando deriva en imposición degradante, depresiva o vergonzosa. Y ahí reside la triquiñuela relativista del proyecto de ley Pajín: atribuir al poder político, y a la judicatura por derivación, la capacidad unilateral de interpretar si llamar maricón a un homosexual declarado, o cojo a un cojo tiene o no carácter humillante. Recurriré a un viejo chiste para explicarlo.
Hacían la acera dos prostitutas a la espera de cazar algún cliente. Una de ellas, la más ostentosa y descarada, se aproximó a un ocasional viandante para ofrecerse. Este, la miró de soslayo y le espetó: “Eres una puta”. La prostituta se encrespó y prorrumpió en soeces insultos. La otra prostituta le reconvino: “No sé por qué te pones así por llamarte lo que eres!”. A lo que respondió la ofendida: “No; no me cabreó que me llamara puta sino el retintín con que lo dijo”.
El proyecto de ley Pajín, o Pijín, prevé la creación de una Autoridad Estatal para la Igualdad de Trato y No Discriminación que “prestará asistencia a los afectados y promoverá fórmulas de mediación o conciliación entre las partes con su consentimiento. Autoridad que, al propio tiempo, podrá investigar por cuenta propia la existencia de posibles situaciones de discriminación y ejercitará acciones judiciales en defensa de los derechos derivados de la igualdad de trato”. Un nuevo organismo represor tan descarado que incluso “El País” se apresuró a equipararlo con la Inquisición. El Santo Oficio, sin embargo, se atenía a un rigor procesal que, aunque propio de la época y en otras jurisdicciones europeas no católicas, hoy se nos antoja brutal e incluso despiadado. La nueva inquisición relativista habrá de juzgar no sobre un delitito claramente tipificado, sino sobre si existió o no retintín cuando alguien llamó a otro cojo, manco, maricón, lesbiana, loco o respecto de cualquiera otra condición física o psíquica que pese a su evidencia personal como parte de un grupo diferenciado puede sentirse subjetivamente humillado por el reconocimiento objetivo de su condición.
FRENTE A LA TIRANÍA SÓLO CABE LA REBELIÓN
Esta nueva institucionalización de la arbitrariedad no sólo implica una nueva vuelta de tuerca a la sembradura del miedo en la sociedad y a embozar su capacidad de reacción frente el progresivo recorte de sus libertades. Rompe también el principio de igualdad de oportunidades, en función del cual debe prevalecer la mejor cualificación para ocupar un puesto de trabajo. Y cada puesto de trabajo, desde uno de peonaje a uno de dirección, reclama una idoneidad profesional, física y psíquica para ocuparlo. Un manco es inhábil para una ocupación que exija el uso de las dos manos. Pero no obsta para dirigir una empresa si su capacidad profesional es acorde. Sería por contra inadmisible que a un maricón se le reconociera el derecho a dirigir una guardería infantil o un orfanato.
El informe de la Abogacía General del Estado, la ley Pajín, la ley antitabaco, la EpC y tantas otras aplicaciones del absoluto relativista desembocan en la suplantación por el Estado de inviolables derechos familiares y personales y en la voladura de cualquier atisbo último de democracia. Consagran la existencia de un Estado tiránico frente al cual sólo la rebeldía personal y colectiva como tabla de salvación.
Fiel a mi condición de hombre libre me declaro en rebeldía frente al Estado tiránico que aherroja mi condición de hombre libre. Y contra el Nuevo Orden Mundial que persigue la tiranía universal del mal sobre el bien. De Satán sobre Dios.
2 comentarios
Jose X -
1.- Los relativistas que tomaron la teoria de la relatividad de Einstein como fundamento de su postura filosófica revelan por ello tanto desconocimiento de la ciencia que no merecen ser considerados en modo alguno personas cultivadas. Einstein mismo no era practicante de ninguna religión, pero era profundamente religioso en el sentido de que Dios estaba presente en todo su pensamiento, político y científico, y buscaba afanosamente encontrar la verdad ABSOLUTA. Por eso nunca llegó a aceptar muchas partes de la física cuántica: "Dios no juega a los dados con el Universo".
2.- Sobre los maricones: No sólo es que puedan dirigir una guardería o un orfanato, sino que además nadie puede hacer pública su condición de tal a los padres. Ellos no tienen derecho a saberlo. Claro que como son de una especie superior, a lo mejor es una bendición que inicien a tus hijos en las artes amatorias homosexuales. Sin embargo supongo que si alguien da un beso a lo Manolo Escobar seguro que queda inhabilitado de por vida para el cargo por conducta sexual promiscua y peligrosa, y deberá hacerse público siempre que se pueda.
Congruencias de los "intelectualistos" que nos dirigen.
Admiro su valor al hacer públicas sus ideas. Yo no me atrevo a dar el correo, y siento bastante miedo al pensar que puedan rastrear la ip, por lo que le ruego que cambie en sus ficheros tanto la ip como la fecha y hora de conexión.
cincolinks -
Saludos, espero verte por www.cincolinks.com.