LA CRISIS DE UNA ECONOMÍA MONTADA SOBRE UNA FICCIÓN
Jorge ÁLVAREZ
Es cierto que la crisis que padecemos es global. Pero también es cierto que la crisis no está sacudiendo a todos por igual. Alemania o Francia la están encajando de forma infinitamente menos traumática que España, que en 2010 duplicará la media de paro de la OCDE ¿Por qué? Es fácil de entender, nuestro país ha vivido una etapa de crecimiento ficticio, completamente de espaldas a la realidad de lo que debe suponer una economía construida sobre una base sólida. Y la culpa no es de este gobierno de catetos descerebrados, no. La culpa hay que buscarla en el momento en el que, en Junio de 1985, el gobierno de Felipe González con el consenso de todos los partidos del arco parlamentario, a fin de apuntarse un éxito mediático, metió a España en la UE (entonces Comunidad Económica Europea) sin negociación digna de tal nombre. España entró prácticamente sin condiciones, plegada a los designios de los grandes, sumisa y desarmada. Esta adhesión se vendió como un gran triunfo, como la vuelta a Europa de una España aislada por el franquismo y ahora por fin redimida de sus pecados.
Detrás de esta entrada se hallaba la mayor estafa que ha sufrido nuestra nación desde que el gobierno frentepopulista de Negrín entregó a su jefe Stalin las reservas de oro del Banco de España. Los primeros efectos de la mendicante adhesión española a la CEE fueron, la salvaje reconversión industrial y la llegada de los fondos estructurales y de cohesión. La primera era condición previa para la llegada de los segundos. Y éstos eran el edulcorante para hacernos tragar mejor la primera. Y el objetivo final no era otro que obligarnos a dejar de ser un país de productores para convertirnos en un país de consumidores de productos principalmente franceses y alemanes. Felipe González, no lo olvidemos, nunca habría alcanzado el poder sin el apoyo incondicional que recibió del canciller socialdemócrata Helmut Schmidt y de los fondos que éste hizo llegar al PSOE en los comienzos de la transición. Aunque ahora pocos se acuerdan del millón de marcos que a principios de los ochenta el PSOE recibió de la Fundación Friederich Ebert, vinculada al SPD alemán. O del ya desaparecido Guido Brunner y sus generosos "convolutos".
La industria siderúrgica española fue desmantelada, los astilleros reducidos a su mínima expresión a pesar de que España era la tercera potencia mundial en construcción naval y la industria automovilística nacional (Pegaso, Santana, SEAT...) pasó directamente a las multinacionales extranjeras. Mientras los países poderosos protegían sus industrias estratégicas, nosotros las desmantelábamos, las inmolábamos en el altar de los sacrificios a la insaciable diosa Comunitaria.
Los fondos recibidos para infraestructuras tenían por principal finalidad facilitar y acelerar el acceso de los productos de las grandes empresas europeas a nuestros mercados. Convertidos en un país de servicios, el papel que se nos había reservado en el nuevo orden europeo era el de consumidores, nunca el de competidores.
Las cifras son las que son. España ha recibido hasta hace poco, algo más de cien mil millones de euros de Bruselas mientras que las grandes empresas europeas han obtenido cerca de doscientos mil millones, es decir, el doble. El déficit comercial de España respecto a la UE, y fundamentalmente respecto a Alemania y Francia, no ha dejado de crecer desde la adhesión de nuestro país hace ya más de 20 años. Cuando se afirma con evidente intención manipuladora que España ha recibido mucho más dinero de Europa del que aporta, se trata de una verdad a medias, pues no se tiene en cuenta el gigantesco incremento del volumen de negocio de las multinacionales con nuestro país. Y éste era el objetivo principal de los grandes países ricos a la hora de admitirnos en su club.
El espectacular crecimiento basado en una economía especulativa de la era Aznar no fue más que un espejismo. España se convirtió en un país de albañiles, camareros y funcionarios. Con un tejido industrial desmantelado y con el remanente entregado a empresas foráneas, sólo la construcción y el turismo acompañados de un enorme consumo interno mantenían la ficción de que España tenía una economía sana y envidiable. No hacía falta ser economista para darse cuenta de que esa ilusión no podía durar y que en cualquier momento la realidad nos pondría en nuestro sitio.
Durante los últimos años España se ha entregado en cuerpo y alma a la cultura de la fascinación por el enriquecimiento rápido. Los padres preferían tener un hijo futbolista o constructor antes que uno investigador. La sociedad dio la espalda a cualquier tipo de esfuerzo que no pudiese procurar un éxito económico inmediato. A diferencia de otras épocas en las que se veneraba a los hombres sabios aunque viviesen modestamente, se pasó a idolatrar a personajes opulentos no sólo por serlo, sino también por hacer una ostentación obscena de su riqueza.
Ahora llega una crisis global - todo es ahora global - y España está desarmada. No investiga, no fabrica, no produce. No existe un tejido industrial ni nada que se le parezca y no hay ninguna posibilidad de articular políticas monetarias pues hemos renunciado a esta herramienta con la desafortunada entrada en la Zona Euro. Esta nefasta moneda sólo ha servido para facilitar aún más la integración de los mercados globales que tanto benefician a las compañías multinacionales. Para los españoles de a pie el Euro sólo ha supuesto una descomunal subida de precios y una sangrante disminución de su poder adquisitivo.
España no saldrá de esta crisis ni por sus medios ni por sus méritos, pues los gobiernos que hemos padecido en los últimos treinta años han renunciado a la soberanía nacional en el ámbito económico. Hasta que las grandes potencias económicas mundiales no se recuperen nosotros no lo haremos, por la sencilla razón de que nos hemos convertido en el último eslabón de la cadena. O en el vagón de cola, que es lo mismo. Y también dará lo mismo que entonces mande el PP o el PSOE. El que tenga la suerte de gobernar cuando los grandes decidan que ya nos toca volver a consumir, será el que se pondrá las medallas por habernos sacado de la crisis. Y lo peor es que muchos ingenuos se lo creerán.
2 comentarios
falangeavilés -
Para esos auténticos subnormales que decián ( y aún lo siguen diciendo, entre ellos los PPerros) que España solo es "europea" desde 1985, les voy a poner un parde cosillas:
1.Fue España quien creó europa y la defendió con los gloriosos Tercios españoles en Lepanto, que por cierto, ¿donde estaban Inglaterra y Francia?.
Inglaterra a su bola y ¡Francia aliada con los Turcos!. Y eso sin hablar de los Reyes católicos y El Gran Capitán.
2. Y gracias a la Unión Antieuropea ( que eso es lo que son)y al puteuro la nomina se devaluo la nómina un 60 por ciento.
Hay tienen los paneuropeistas.
¡CAFE!
ANTONIO -