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Bitácora PI

¿EL FIN DE OCCIDENTE?

¿EL FIN DE OCCIDENTE?

Sergei MIKHEEV 

 

  Los políticos occidentales han exhortado al mundo entero a que se vuelva más abierto. De acuerdo con el punto de vista occidental, la mundialización es un proceso positivo e inevitable. Y ello conlleva que la apertura global sustituya a la soberanía nacional.

  La idea de un mundo globalizado se ha vuelto contra Occidente como un duro golpe. Los centros de producción hace tiempo que se desplazaron a partes remotas del mundo. La economía occidental ha perdido su competitividad original. Otro factor aún más importante, las mayores reservas de petróleo están situadas fuera de la zona del “gold billion”. Para colmo de males, la civilización occidental ha declinado de forma continua debido a que la propaganda del consumismo y la comodidad personal se han convertido en norma en el estilo de vida occidental. Tener niños se ha convertido en Occidente en algo parecido a una conducta atávica que genera muchas incomodidades y molestias a las carreras profesionales y al desarrollo personal de la gente. A diferencia de la “altamente desarrollada civilización occidental”, Asia , Africa y Latinoamérica padece una crisis de superpoblación. Las naciones occidentales están perdiendo poco a poco sus identidades culturales y van dejan paso a naciones duras y carismáticas que a su vez prosiguen  su invasión de Occidente con su permiso.

 

  Sin duda Occidente ha tenido éxito al utilizar durante muchos años el fenómeno de la globalización persiguiendo sus propias necesidades egoístas y minimizando las consecuencias negativas. Los países occidentales interfieren en asuntos de soberanía de otros países, conquistan mercados extranjeros, controlan flujos monetarios, atraen una mano de obra más barata, etc. Hay que reconocer que Occidente ha conseguido mucho en este sentido. Por otra parte, toda acción provoca una reacción. El mundo, que ha sido transformado despiadadamente por Occidente a lo largo de los años, ha empezado a su vez a transformar a Occidente.

 

  Los políticos europeos y americanos promueven la democracia como la estructura social última que debería reinar en todo el mundo. Deberían felicitarse por la Victoria de Hamas en las elecciones democráticas de Palestina. Occidente cree que tiene derecho a observar y supervisar el establecimiento de la democracia a lo largo y ancho de todo el mundo e infundir estándares occidentales en las culturas de otros países. A su vez, Occidente ha sido testigo de revueltas globales debidas a la publicación de varias caricaturas en un periódico local europeo. Si las administraciones europeas o norteamericanas creen que tienen derecho a emprender una acción militar contra un estado soberano, ello significa que muchos americanos pueden caer víctimas de un ataque terrorista en cualquier momento.

 

  Los estándares occidentales hacen que el mundo parezca un adefesio. Las tecnologías políticas y sociales pueden plantearle una broma pesada a Occidente. Muchos políticos respetables reconocen actualmente que la inmigración masiva puede finalmente destruir la civilización occidental. Los inmigrantes siguen conquistando el mundo mientras promueven sus propias necesidades y valores. Ya juegan un importante papel en la vida política europea. Dentro de 10 o 15 años serán una importante fuerza electoral tanto en Estados Unidos como en Europa.


  Como norma, los inmigrantes preservan su identidad nacional, que les da un motivo para defender sus derechos y necesidades. Protestan cuando un gobierno europeo prohíbe el velo en los colegios europeos. Sumergen París en el caos quemando coches y apedreando ventanas. Exigen respeto por sus tradiciones cuando los periódicos europeos publican las polémicas caricaturas del profeta Mahoma. No parecen interesarse mucho por el paraíso multicultural globalizado que Occidente pregona tan violentamente.

  La inmigración se ha convertido en un serio problema también para los Estados Unidos. Los americanos no blancos se han vuelto mucho más activos que en el pasado tanto social como políticamente. Hay investigadores americanos que piensan que los inmigrantes y sus familias en expansión crearán eventualmente uno de los problemas más serios para la seguridad interna de los Estados Unidos en el siglo XXI.

 

  Esto conduce a la idea de que no existirá un concepto de “mundo occidental” en el futuro. Las naciones que abandonan su autenticidad en beneficio del mito de un mundo globalizado, perderán irremisiblemente su viabilidad bajo la presión de agresivas culturas extranjeras. Las naciones que crearon la civilización occidental hace siglos y que defendieron sus normas y valores a través de innumerables guerras sangrientas, no se sienten actualmente en casa en sus propios países. Pueden seguir luchando por los derechos de los homosexuales y explorar la naturaleza del orgasmo femenino, pero también pueden defender el derecho a las inyecciones letales.

  El gobierno ruso debe prestar toda la atención posible a los problemas arriba mencionados. Las autoridades rusas necesitan desarrollar una política completamente nacional e identificar objetivos nacionales. Rusia ya padece separatismo regional, la interminable Guerra en Chechenia, el crecimiento de sentimientos extremistas , etc.

 

  Los gobernantes europeos y americanos ya han ejercido plenamente el poder de la propaganda y las tecnologías. Su impacto ha derribado imperios, tiranos e incluso asociaciones internacionales. Occidente ha machacado naciones sin necesidad de utilizar misiles o bombas. La propagación incontrolada del radicalismo islámico a través del mundo – la preocupación número uno del planeta –  y la creciente popularidad de tales sentimientos que conducen al establecimiento de redes terroristas tienen su origen en conocidas tecnologías políticas occidentales. Es un secreto a voces que los Estados Unidos iniciaron varios de tales proyectos para luchar contra la URSS durante la Guerra Fría.

Esperemos que la protesta mundial contra la publicación de las caricaturas del profeta Mahoma ha sido sólo una simple ocurrencia, o el resultado de una provocación que no se repita nunca  en el futuro y no adopte la forma de un movimiento global antioccidental. Está claro de todas formas que el mundo está cambiando ante nuestras narices. Si sucesos como éste continúan ocurriendo, Occidente puede caer en la foso que él mismo ha excavado.

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