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CÓDIGO DA VINCI. ¿PARTE REALIDAD Y PARTE FICCIÓN?

CÓDIGO DA VINCI. ¿PARTE REALIDAD Y PARTE FICCIÓN?

P. Ariel BUSSO

 

  No tengo la plena seguridad de que esta conferencia sea realmente útil. Sí, así de simple. La posible utilidad fue el motivo que medió para el largo intervalo que llevó a decidirme a escribir estas líneas. Pero fue menos de lo que me llevó leer la novela.

  Confieso que no sentí menoscabada la cultura si me hubiera privado de leer ese libro. Y así es: no aumentó la cultura, pero confieso que hizo bien a la virtud de la paciencia.

  Había bajado por internet The Times, de Londres, el 21 de junio de 2003 y un párrafo del famoso comentarista de ese medio, Peter Millar, decía: “Este libro es, sin dudas, el más tonto, inexacto, poco informado, estereotipado, desarreglado y populachero ejemplo del pulp fiction que he leído”. Un crítico del New York Times, citado en el diario La Razón de España, calificaba a la obra como “insulto a la inteligencia”. La periodista Cynthia Grenier, en el Weekly Standard del 22 de septiembre de 2003, exclamaba: “Por favor, alguien debería dar a este hombre (refiriéndose al autor) y a sus editores clases básicas sobre la historia del cristianismo y un mapa”.

  Todo esto mantuvo lejos de mi lectura a esta novela. Pero la insistencia de mucha gente que pretendía una aclaración y la persistente presencia en el primer lugar de ventas del libro me llevó a leerlo. Y estos dichos, estos escritos, estos hechos terminaron por convencerme a hablar de este libro. Quizá a destiempo, pero creo que es mejor, porque las novedades pasan, las cosas nuevas no: son siempre viejas porque son vigentes. La novela será un recuerdo vago de aquí a un par de años (para nosotros, no para el autor ciertamente, ni mucho menos para sus editores –más de 30 millones de ejemplares vendidos, traducida a más de 30 idiomas y con los derechos en manos de Columbia Pictures, con la dirección de Ron Howard y a Russel Crowe de protagonista; se trata de una verdadera cultura de masas y dólares-). En cambio nuestro conocimiento seguirá actual.

 

LA NOVELA

 

  Se trata de una novela policial, cuyo tema principal es la búsqueda de muchas verdades tras el asesinato macabro de un hombre en el museo del Louvre. A partir de ese momento, y en sólo una noche, los protagonistas, un hombre norteamericano y una mujer francesa, persiguen la solución del misterio a través de los vericuetos de reales e irreales símbolos. 
   La novela mezcla algunos pocos hechos reales, muchas leyendas, recopila teorías, rumores e interpretaciones dudosas, de una manera increíblemente libre de complejos. El resultado es una obra de ficción que por momentos suena verosímil al que conoce poco de esto. Al que nada sabe, este libro no tiene trascendencia alguna: es una novela y nada más.  Pero para todos nosotros, el resto del mundo ¡Tenemos que quedar pasmados ante la revelación fabulosa de que hemos sido engañados durante mucho tiempo, en la conspiración desenmascarada por El Código Da Vinci, nada más ni nada menos que hace dos mil años!
   Y si no sabemos nada del arte renacentista italiano del siglo XV y nunca hemos oído hablar de los evangelios gnósticos hallados en Nag Hammadi, si identificamos borrosamente a María Magdalena con la pecadora pública, y Constantino resuena sólo como un nombre de vagas reminiscencias de la historia de Roma, esta novela puede generarnos muchas dudas. O lo que es peor, ninguna duda, y sólo asombro ante el tamaño del engaño que se ha desarrollado ante nuestros ojos ingenuos y los de tantos hombres y mujeres durante siglos.
   Los Templarios, el Priorato de Sión, el Opus Dei, las Cruzadas, los grandes genios de la pintura, la literatura y la música, varios Papas, y hasta el mismísimo Walt Disney se pasean por las muchas páginas de la novela, apareciendo y desapareciendo por los pasadizos de la trama a voluntad de su autor, y siempre tratando de dejar atrás un eco de misterio. Como la sonrisa de la Mona Lisa. Todos saben algo que nosotros no sabemos.

 

   ¿Qué es verdad? ¿Qué es ficción de todo esto? En medio de la controversia, surgen lugares, hechos, personas indiscutiblemente reales. El mismo autor dedica el comienzo del libro para dejar asentados los hechos, señalando explícitamente que “Todas las descripciones de obras de arte, edificios, documentos y rituales secretos que aparecen en esta novela son veraces”. Si esto fuera indiscutible, si todos los hechos fueran verdad y no ficción, ¿Entonces también podría ser verdad la solución del enigma según Dan Brown?

 

EL MENSAJE

 

   El mensaje que transmite la novela es básicamente el siguiente:

 

1. Jesús no es Dios: ningún cristiano pensaba que Jesús es Dios hasta que el emperador Constantino lo deificó en el concilio de Nicea del 325.
2. Jesús tuvo como compañera sexual a María Magdalena; sus hijos, portadores de su sangre, son el Santo Grial (sangre de rey = sang real = Santo Grial), fundadores de la dinastía Merovingia en Francia y, a su vez, antepasados de la protagonista de la novela en cuestión.
3. Jesús y María Magdalena representaban la dualidad masculina-femenina (como Marte y Atenea, Isis y Osiris); los primeros seguidores de Jesús adoraban "el sagrado femenino"; esta adoración a lo femenino está oculta en las catedrales construidas por los Templarios, en la secreta Orden del Priorato de Sión -a la que pertenecía Leonardo Da Vinci- y en mil códigos culturales secretos más.
4. La “malvada” Iglesia Católica, inventada por el emperador Constantino en el 325, persiguió a los tolerantes y pacíficos adoradores de lo femenino, matando millones de brujas en la Edad Media y en el Renacimiento, destruyendo todos los evangelios gnósticos que no les gustaban y dejando sólo los cuatro evangelios que les convenían bien retocados. En la novela, el maquiavélico grupo Opus Dei, trata de impedir que los héroes saquen a la luz el secreto: que el santo Grial, no es el cáliz de Cristo que buscaban los caballeros medievales, sino los hijos de Jesús y la Magdalena y que el primer dios de los "cristianos" gnósticos era femenino.

 

   Pero veamos algunas de estas cuestiones.

 

   1.- ¿Inventó Constantino el cristianismo?

 

   Toda la base "histórica" del autor descansa sobre una fecha: el concilio de Nicea del año 325. Según su tesis, antes de esta fecha, el cristianismo era un movimiento muy abierto, que aceptaba "lo divino femenino", que no veía a Jesús como Dios, que escribía muchos evangelios. En este año, de repente, el emperador Constantino, un adorador del culto -masculino- al Sol Invicto se apoderó del cristianismo, desterró a "la diosa", convirtió al profeta Jesús en un héroe-dios solar y montó una redada a la manera stalinista para hacer desaparecer los evangelios que no le gustaban.
   Para cualquier lector con algo de cultura histórica, esta hipótesis resulta absurda porque: Existen textos que demuestran que el cristianismo antes del 325 no era como dice la novela. La Patrística es rica heredera del mundo cultural griego y romano y sin embargo dejan claras pruebas del Cristianismo positivo. Ignacio de Antioquia a fines del siglo I y comienzo del II, por ejemplo; san Irineo de Lyon en Adversus Haeresis (S. II).
   Incluso si Constantino hubiese querido cambiar así la fe de millones ¿Cómo habría podido hacerlo en un concilio sin que se diesen cuenta no sólo millones de cristianos sino centenares de obispos que acudieron al concilio? Muchos de los obispos de Nicea eran veteranos supervivientes de las persecuciones de Diocleciano, y llevaban sobre su cuerpo las marcas de la prisión, la tortura o los trabajos forzados por mantener su fe. ¿Iban a dejar que un emperador cambiase su fe? ¿Acaso no era esa la causa de las persecuciones desde Nerón: la resistencia cristiana a ser asimilados como un culto más? De hecho, si el cristianismo antes del 325 hubiese sido tal como lo describen los personajes de Brown y muchos neognósticos actuales, nunca habría padecido persecución ya que habría encajado perfectamente con tantas otras opciones paganas. El cristianismo fue siempre perseguido por no aceptar las imposiciones religiosas del poder político y proclamar que sólo Cristo es Dios, con el Padre y el Espíritu Santo.
   Además está la lógica ¿Cómo podrían haberse dejado matar miles de personas por un alguien del cual no creían que era Dios?

 

   2.- ¿Los cuatro evangelios fueron obligatorios recién desde la época de Constantino?

 

   El autor sostiene que Constantino hizo destruir ochenta evangelios por ser contrarios al pensamiento religioso del emperador. De este modo sólo quedaron cuatro y bastante corregidos que son los que hoy conocemos: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Para el neófito esto le despierta un interrogante ¿Tendrá algo de razón?
   El estudio de la historia y de la exégesis bíblica, demuestra que es muy diferente a lo que propone la novela. En el siglo II ya conocían a los cuatro evangelios que eran llamados así: “los cuatro evangelios”. A los otros que circulaban ya en el siglo II (nótese la fecha cercana al tiempo del Redentor) se les llamaban apócrifos.
   Ya Irineo de Lyon, uno de los Padres de la Iglesia, escribió a fines del siglo II: “Los evangelios no pueden ser sino cuatro (Juan, Lucas, Mateo, Marcos)... Un evangelio en cuatro formas... siendo así las cosas, dan muestra de vanidad, ignorancia y atrevimiento, aquellos que destruyan la forma del evangelio, y que aumentan o disminuyen el número de los evangelios: algunos lo hacen para presumir de haber encontrado algo más de la verdad, otras para condenar las Economías de Dios” (Contra las herejías, III, II, 8-9).

  Aquellos evangelios de fines del siglo II son exactamente como los que leemos hoy.  No hay ningún cambio ni retoque. Existe gran cantidad de copias y traducciones que lo atestiguan. Claro está que lo saben los estudiosos de la creencia bíblica, a los que no tuvo en cuenta el autor para elaborar esta parte de la novela. O sí. ¡Quien sabe!

 

   3.- ¿Jesús es Dios?

 

   En la novela, el personaje del historiador inglés Teabing, afirma que en Nicea se estableció que Jesús era "el Hijo de Dios". Un repaso a los evangelios canónicos, escritos casi 250 años antes de Nicea, muestra unas 40 menciones a Jesús como Hijo de Dios. Brown lo que está haciendo es copiar de uno de los libros pseudohistóricos que más ha plagiado para hacer su best-seller, Holy Blood, Holy Grial, en el que se afirma que "en Nicea se decidió por voto que Jesús era un Dios, no un profeta mortal".
   La verdad es otra. Los cristianos siempre han creído que Jesús es Dios desde el principio, y así figura en los evangelios y en escritos cristianos muy anteriores a Nicea. Por ejemplo, y para disgusto de mormones, testigos de Jehová o musulmanes (tres credos actuales que niegan que Jesús era Dios) podemos leer cómo Tomás dice al ver a Jesús resucitado:  [Juan 20,28] Ho Kurios mou ho Theos mou (Mi Señor y mi Dios). O en Romanos 9,5; carta dictada por San Pablo a Tercio en casa de Gayo, en Corinto, en el invierno del 57 al 58 d.C: "de ellos [los judíos] son los patriarcas, y como hombre ha surgido de ellos el Cristo, que es Dios, y está por encima de todo". O en Tito 2,13: "esperamos que se manifieste la gloria del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo". O en 2Pedro1,1: "Simón Pedro, sirviente y apóstol de Jesucristo, a aquellos que por la justicia de nuestro Dios y salvador Jesucristo han recibido una fe tan preciosa como la nuestra".

 

   Hay muchas otras citas que demuestran que los cristianos tenían clara la divinidad de Cristo mucho antes de Nicea: [Carta a los efesios de San Ignacio de Antioquía, c.35-c.107 d.C]. [Diálogo con Trifón, San Justino Mártir, c.100-c.165 d.C]. [Contra los herejes, libro 3, San Ireneo de Lyon, c. 130 -200 d.C]. [Exhortación a los griegos, de San Clemente de Alejandría, 190 d.C]. [El alma 41:3, por Tertuliano, año 210 d.C]. [Las doctrinas fundamentales 1:0:4; por Orígenes, c.185-c.254 d.C.].
   Entre los años 111 y 113, Plinio el joven, gobernador de Bitinia, en la actual Turquía, le pregunta en una carta al emperador Trajano, qué hacer con un grupo que “se reunía en un día fijo antes del alba y cantan coros alternativos a un Cristo como a un dios...” (Carta 10,96). De hecho, en Nicea el debate era sobre las enseñanzas de Arrio, un sacerdote herético de Alejandría que desde el 319 enseñaba que Jesús no era Dios. De unos 250 obispos, sólo dos votaron a favor de la postura de Arrio, mientras que el resto afirmaron lo que hoy se recita en el Credo, que el Hijo de Dios fue engendrado, no creado y que es de la misma naturaleza (substancia, homoousios) que el Padre, es decir, que Dios Hijo es Dios, igual que Dios Padre también es Dios, un mismo Dios pero distintas Personas. Pese a esta unanimidad de los padres conciliares, el historiador Teabing en la novela dice que Cristo fue "designado Dios" ¡por un estrecho margen de votos!

 

   4.- En el libro hay también errores históricos

 

   Por ejemplo:

 

  • Los discos solares egipcios se convirtieron en halos de santos católicos.
    El arte cristiano expresa conceptos bíblicos, como las caras luminosas de Moisés (en el Sinaí) y Jesús (en la Transfiguración). Para ello usan un recurso común, los halos o nimbos que ya usaba el arte griego y el romano. Los emperadores romanos, por ejemplo, aparecen en las monedas con cabezas radiantes. Nada que ver con los discos solares egipicios.
  • Los pictogramas de Isis amamantando a su milagroso bebé Horus fueron el modelo para las imágenes de la Virgen María con el Niño Jesús.
    La imagen de una madre amamantando es común a egipcios, romanos, aztecas, mayas, chinos, hindúes o filipinos cualquier otra cultura que represente la maternidad. Isis, en los primeros siglos de nuestra era, ya no era una diosa popular de la agricultura egipcia, sino un culto mistérico de tipo iniciático para élites greco-romanas, culto que, por cierto, no incluía rituales sexuales que tanto gustan al autor. Los artistas cristianos, a la hora de representar a María con Jesús (una madre con un niño), usaron los modelos artísticos de la sociedad en la que estaban.
  • La mitra episcopal, el altar, la doxología y la comunión fueron tomados directamente de religiones mistéricas paganas anteriores.
    En primer lugar la mitra que usan los obispos no está inspirada en religiones mistéricas antiguas. No aparece en Occidente hasta mediados del s. X y en Oriente no se usa hasta la caída de Constantinopla en 1453. Más bien tiene su origen en la usanza sacerdotal del Antiguo Testamento, que bien lejos estaba de lo mistérico.
    Luego, el altar es - como el cristianismo mismo - de origen judío, no pagano. Hay 300 referencias a altares en el Antiguo Testamento. El altar de los sacrificios del Templo de Jerusalén es el punto de referencia del judaísmo antiguo y del simbolismo cristiano. Nada que ver con cultos paganos. Basta leer el libro de los Macabeos en la Biblia, o a las luchas de Esdras y Nehemías para restaurar el templo y el altar profanados.
    La Doxología (doxa=gloria; logos=palabra) no es más que la oración del Gloria: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres; te alabamos, te bendecimos, te adoramos..." usa lenguaje puramente cristiano, con conceptos trinitarios y utilizando continuamente pasajes del Nuevo Testamento. Nada que ver con cultos mistéricos paganos. Lo mismo para la doxología después de la plegaria eucarística que se usa en la Misa.
    Además, la comunión y "comer a Dios": parece ser que en los niveles superiores del culto a Mithras existía una comida sagrada de pan y agua o pan y vino. No hay datos que indiquen que los mitraístas consideraran que en esa comida "comían un dios" ni nada similar. De nuevo, el origen de bendecir y compartir el pan es judío, como explica con detalle Jean Danielou en su estudio “La Biblia y la liturgia”. Jesús instituyó la Eucaristía cristiana durante una chabourá, una comida sagrada judía. La lectura exegética de la Ultima Cena nada sugiere de misterico.
  • El domingo, día sagrado cristiano, fue robado a los paganos.
    Desde el principio, los cristianos vieron el día después del sabbath, es decir, el día primero de cada semana, como el más importante, día de su reunión. Ya lo hacían en época de San Pablo (ver Hechos 20,7: "y en el primer día de la semana, cuando estábamos reunidos para partir el pan...", o 1 Cor 16,2, cuando Pablo pide reunir las colectas y diezmos el primer día de la semana). Danielou, en “La Biblia y la Liturgia”, dedica todo su capítulo 16 a hablar de "El octavo día", con citas de Ignacio de Antioquía, de la Epístola de Barnabás, de la Didajé, todos autores de finales del.s.I y principios del s.II. Todos hablan del "dies domenica" (día del Señor). San Justino, hacia el 150 d.C es el primer cristiano en usar el nombre latino de Día del Sol para referirse al primer día de la semana.
    Ya en el concilio de obispos hispanos de Elvira, en el 303 d.C se proclamó: "si alguien en la ciudad no viene a la iglesia tres domingos seguidos será excomulgado un tiempo corto, para que se corrija". Sólo 20 años después, en 321, Constantino declara oficialmente el domingo como día de descanso y abstención del trabajo. O sea, que el domingo es un "invento" cristiano, que posteriormente adoptó la sociedad civil, y no una fiesta pagana robada por cristianos, justo lo contrario de lo que dice la novela de Brown.
  • También al dios hindú Krishna, recién nacido, se le ofreció oro, incienso y mirra
    Esta afirmación es extraída, al parecer, del libro [Los 16 salvadores del mundo crucificados] escrito por Kersey Graves en 1875. Graves no da nunca documentación de sus afirmaciones. Ésta del oro, incienso y mirra parece simplemente un invento. En la literatura hindú no salen estos elementos por ningún sitio. Pero además, si era Oriente ¿por qué no podría tener elementos comunes estas civilizaciones?. Esto ni menoscaba ni exalta alguna teoría a favor o en contra.

 

HISTORIAS SIN HISTORIA...

 

   Sandra Miesel, una periodista especializada en literatura moderna popular, no puede evitar hacer un listado de errores misceláneos del libro, como ejemplo de su "impecable" documentación.

 

  • Se dice que el planeta Venus se mueve dibujando un pentagrama, el llamado "pentagrama de Ishtar", simbolizando a la diosa (Ishtar es Astarté o Afrodita). Al contrario de lo que dice el libro, la figura no es perfecta y no tiene nada que ver con las Olimpiadas. Las Olimpiadas se celebraban cada cuatro años y en honor de Zeus, nada que ver con los ciclos de Venus ni con la diosa Afrodita.
  • El novelista dice que los cinco anillos de las olimpiadas son un símbolo secreto de la diosa; la realidad es que cuando se diseñaron las primeras olimpiadas modernas el plan era empezar con uno e ir añadiendo un anillo en cada edición, pero se quedaron en cinco.
  • En la novela presentan la larga nave central y hueca de una catedral como un tributo secreto al vientre femenino, con las nervaduras como pliegues sexuales, etc... Está tomado del libro de pseudohistoria The Templar Revelation, donde se afirma que los templarios crearon las catedrales. Por supuesto es falso: las catedrales las encargaron los obispos y sus canónigos, no los templarios. El modelo de las catedrales era la iglesia del Santo Sepulcro o bien las antiguas basílicas romanas, edificios rectangulares de uso civil y mucho antes en el tiempo que los templarios que el autor identifique catedral con el arte gótico constituye una básica equivocación. Catedral es el templo donde está la silla (cátedra) del Obispo y donde tiene su sede para enseñar, regir y santificar. No tiene nada que ver con el tamaño o el arte del edificio. En el mundo hay miles de templos más antiguos y más amplios que algunas catedrales. En la zona de los Abruzzos, en Italia, aún se conservan intactas catedrales románicas, anteriores al medioevo del que pretende describir Dan Brown. Y no son góticas.
  • El Priorato de Sión realmente existe. Se trata de una asociación francesa registrada desde 1956, posiblemente originada tras la II Guerra Mundial, aunque clamen ser herederos de masones, templarios, egipcios, etc... No es creíble la lista de Grandes Maestres que da la novela: Leonardo Da Vinci, Isaac Newton, Victor Hugo...
  • La novela dice que el tetragramaton YHWH, el nombre de Dios en letras hebreas, viene de "Jehová, una unión física andrógina entre el masculino Jah y el nombre pre-hebreo de Eva, Havah". Al parecer, nadie ha explicado a Brown que YHWH (que hoy sabemos que se pronuncia Yahvé) empezó a pronunciarse "Jehová" en la Edad Media al interpolarse entre las consonantes las vocales de "Adonai". El alfabeto hebreo no escribe vocales.
  • Las cartas del tarot no enseñan doctrina de la diosa; se inventaron para juegos de azar en el s.XV y no adquirieron asociaciones esotéricas hasta finales del s.XVIII. La idea de que los diamantes de la baraja francesa representan pentáculos es un invento del ocultista británico A.E. Waite. ¿Qué dirán los esotéricos de la baraja española con sus copas (¿símbolos sexuales femeninos?) y sus espadas (¿símbolos fálicos, quizá como los garrotes...?)
  • El Papa Clemente V no eliminó a los templarios en un plan maquiavélico ni echó sus cenizas al Tíber. El Tíber está en Roma y Clemente V no, porque fue el primer papa que vivió en Avignon, Francia. Toda la iniciativa contra los templarios fue del rey francés, Felipe el Hermoso seguido por miles de oportunistas codiciosos.
  • Mona Lisa no representa un ser andrógino, sino a Madonna Lisa, esposa de Francesco di Bartolomeo del Giocondo. Mona Lisa no es un anagrama de los dioses egipcios Amón e Isa (Isis). Parece ridículo, pero allí está como una afirmación impecable.
  • En La Última Cena de Leonardo, no aparece el cáliz que se describe. Aparece el joven San Juan, el discípulo amado. La novela dice que el joven guapo en realidad es María Magdalena y que ella es el Grial, el cáliz. La verdad es que no sale el cáliz porque el cuadro está describiendo la Última Cena tal como sale en el Evangelio de San Juan, sin institución de la Eucaristía, más concretamente cuando Jesús avisa "uno de ustedes me traicionará..." en el cap. 13,21.
  • La novela habla de que Leonardo recibió muchos encargos de la Iglesia y "cientos de lucrativas comisiones vaticanas". En realidad Leonardo pasó poco tiempo en Roma y apenas le mandaron algún encargo. Además no existía el Vaticano, ya que éste nació en 1929. Ni siquiera los Papas estaban en la colina Vaticana mucho tiempo. Habitualmente residían en el palacio de Letrán.
  • La heroína de la novela, Sophie Neveu, usa el cuadro de Leonardo La Madonna de las Rocas como un escudo y lo aprieta tanto a su cuerpo que se dobla: Pero esto es asombroso, porque se trata de una pintura sobre madera, no sobre lienzo, y de casi dos metros de alto. ¿Cómo podrá “doblar” la madera? ¿Y de 2 metros de alto? ¡Imposible!
  • El sexo como ritual y “camino hacia Dios” no existe en la tradición hebrea. Todo lo contrario. Las hieródulas o sacerdotisas sagradas, no existían entre los judíos. Sólo la tradición cananea las contaba entre ellos y esta costumbre es reprobada hasta con la muerte por los profetas y otros justos del período real hebreo.
  • Según los protagonistas de la novela, "durante trescientos años la Iglesia quemó en la hoguera la asombrosa cifra de cinco millones de mujeres". Ésta es una cifra repetida en la literatura neopagana, wicca, new age y otras, aunque en otras se habla de 9 millones. ¿Los neopaganos necesitan una "shoah" propia?. Cuando acudimos a historiadores serios se calcula que entre 1400 y 1800 hubo en Europa unos 50.000 procesos por brujería. Claro que no todas fueron quemadas y no todas eran mujeres. Y la mayoría no murieron a manos de oficiales de la Iglesia, ni siquiera de católicos. La mayoría de víctimas fue en Alemania, coincidiendo con las guerras campesinas y protestantes del s.XVI y XVII. Cuando una región cambiaba de denominación, abundaban las acusaciones de brujería y la histeria colectiva. Los tribunales civiles, locales y municipales eran especialmente entusiastas, sobre todo en las zonas calvinistas. De todas formas, la brujería ha sido perseguida y castigada con la muerte también por los egipcios, griegos, romanos, vikingos, etc... El paganismo siempre mató brujos y brujas. La idea del neopaganismo feminista de que la brujería era una religión feminista precristiana no tiene base histórica de ninguna clase.
     

 

¿ALGO MÁS?

 

   Y se podría seguir diseccionando los errores, sin referirnos para nada a su calidad literaria que no es la finalidad de esta conferencia, porque tampoco soy competente.
   Pero ¿Vale la pena tanto esfuerzo por una novela? La respuesta es afirmativa para miles de jóvenes y adultos poco informados, porque esta novela será su primer, quizá el único contacto con la historia antigua de la Iglesia, una historia regada por la sangre de los mártires y la tinta de evangelistas, apologetas, filósofos y Padres. Muy poca gente ha hecho un curso de Historia de la Iglesia o se ha internado en la seriedad de historiadores como Jedin, Hertling o Villoslada, que han dedicado su existencia a la investigación y a la escritura. No sería digno de los cristianos del s. XXI ceder sin lucha ni respuesta ante una nueva forma de paganismo, el espacio que los cristianos de los primeros siglos ganaron con su fidelidad comprometida a Jesucristo.

 

   Pero hay algo más. En la página 11 el autor Dan Brown afirma: “Todas las descripciones de obras de arte, edificios, documentos y rituales secretos que aparecen en esta novela son veraces”.
   Ya se habían usado historias de amor sobre temas eclesiásticos, como “El pájaro canta hasta morir” o en forma de policial medieval, como ribetes de Ágata Christie en “El nombre de la rosa” del ocurrente Humberto Ecco, por nombrar a dos conocidos contemporáneos. Más atrás en la historia también Diderot inventó algún sarcasmo en “La religieuse” o se tomó en solfa algunas costumbres clericales en “Los cuentos de Canterbury” de Chaucer o en “El Decameron” de Bocaccio. Pero eran eso, no pretendieron ser más que eso. Pero en esta novela, el autor pretende ser científico. Aprovecha la fascinación de lo misterioso, con apariencia científica.
   Si no hubiera tenido tanta difusión y tantos comentarios, esta novela hubiera pasado desapercibida. Pero a muchas personas les despertó un interrogante, a otros los ofendió, a muchos los llamó a silencio aunque con el precio de la duda. Y para tantos otros sólo fue una novela más.
   La gran mayoría sólo sabe de la novela su título y los comentarios que de ella se hicieron.
   ¿Hablar de la novela, no es darle más publicidad? No lo sé. La meta es otra: como sacerdote recibí infinidades de consultas acerca de este libro, de los que lo leyeron con detenimiento hasta los que sólo escucharon hablar de él. Es tedioso y a veces poco didáctico contestar a todas y a cada una de las consultas. Por eso poco importa si esto constituye o no otra forma de marketing del libro, porque la verdadera finalidad es pastoral. Tan simple como eso.

 

LO POSITIVO

 

   Atención. El cristiano no tiene un interés fijo sobre un capital adquirido de una vez para siempre. A él le viene solicitando el mundo aspectos del conocimiento que deberá mantenerlos vivos o actualizados siempre.

   Nos encontramos con cristianos adultos que están convencidos de haber aprendido todo el saber en el catecismo de Primera Comunión. Más de una vez habrán sentido el peso de la pereza y la inercia del cristiano mediocre. Está convencido que sabe todo ¿Qué más le podrán enseñar? San Ambrosio de Milán decía que “sólo el que lee mucho y comprende lo que lee, puede volcar en los otros la sobreabundancia de la comprensión de los misterios de Dios”.

   “La ignorancia es el peor enemigo de la fe”, decía Juan Pablo II en un discurso en Buenos Aires. En este campo, en el de la constante búsqueda de la verdad, es necesario tener en cuenta una serie de consideraciones:

 

   1-     Es necesario estar personalmente convencidos de que esta búsqueda de la verdad es indispensable para ser fieles. La pereza y la inercia a no esforzarse por saber más de nuestra fe, conduce a la tibieza espiritual y esclerosis en la fe.

   2-     La instrucción en la verdadera fe (verdadera no sólo de la conciencia del que cree, sino en la verdadera fe. Ése era el trabajo del Cardenal Ratzinger antes de ser Benedicto XVI). Hay que tener pasión por la verdad, verdadero sentido de la propia pequeñez e ignorancia.
   El cristiano no está exento de contagiarse del analfabetismo que produce la cultura del eco y la sombra de otro lenguaje que no es el suyo. Sólo un constante deseo de instrucción lo salvará de la parálisis de la inteligencia, causa infalible de las parálisis de la fe.

 

   “La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y les sale al encuentro en todos sus pensamientos. El comienzo de la Sabiduría es el verdadero deseo de instruirse, querer instruirse, es amarla; amarla, es cumplir sus leyes, observar sus leyes, es garantía de incorruptibilidad, y la incorruptibilidad hace estar cerca de Dios: así, el deseo de la Sabiduría conduce a la realeza”.

 

   Con más conocimiento y formación, la novela “El Código Da Vinci” sólo hubiera sido eso: una novela, donde Dan Brown, el autor, señala a un profesor de simbología de la Universidad de Harvard metido en un problema de asesinato y mito.
   ¡Ah! Y algo más: en la Universidad de Harvard no existe ni siquiera una cátedra de simbología...

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