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Bitácora PI

TINTÍN, GUERRILLERO

TINTÍN, GUERRILLERO

Juan V. OLTRA

 

   Tintín, a retortero, aparece ora como un Che Guevara de papel, ora como un joven nacionalsocialista. Y ciertamente, esta discusión donde cada uno intenta arrimar el ascua a su sardina de la línea clara, llega a hastiar. A todos aquellos que sentimos que el joven reportero es parte indefectiblemente unida a nuestra vida, el ver cómo gentes que se han acercado como mucho a diez metros en el anaquel de una librería lo afilian como uno de sus acólitos nos duele.

   Obviamente la realidad es la que es, y además, es testaruda. No se puede ocultar que Hergé hace nacer a Tintin en el periódico en el que trabajaba: Le Petit Vingtième,  que era un periódico ultracatólico, lo que leído considerando el contexto de la época, significa que Le Petit Vingtième era un periódico antibolchevique. O, colocándonos un paso más allá, confesemos algo del padre Wallez, el editor del periódico que además mantenía una relación muy cordial con el joven Remí, relación de la que fue fruto su boda al presentarle a su joven secretaria Germaine Kieckens (algunos llegan a decir que fue el propio padre el que se encargó de que esa boda tuviera que celebrarse). El hecho es que el padre Norbert Wallez tenía (gran pecado hoy) en su despacho una fotografía dedicada de Mussolinni.

   Pero no sólo el redactor jefe supuso una influencia para Hergé. Aun haciendo oídos sordos a los que dicen que la inspiración del personaje que le inmortalizaría, Tintín, era Leon Degrelle, el fundador del Rex, un partido que no se podría clasificar precisamente de socialdemócrata, es imposible desligar a Hergé de Degrelle... pues fue él, cuando era corresponsal del Vingtième en México (y es que el periódico del padre Wallez contrataba a muchos rexistas) uno de los pilares en la formación de Hergé en el comic (o tebeo, vamos): no perdamos de vista que fue quien desde México le mandaba viñetas aparecidas en los periódicos americanos, incluidos muchos (hoy) clásicos del tebeo de EE.UU.

 

   La primera aventura de Tintín, Tintín en el país de los soviets, fue un catálogo de las maldades del comunismo; la URSS como infierno visitado, basado en un texto de un diplomático belga, tampoco demasiado proclive al materialismo histórico (Moscou sans voiles, de Joseph Douillet. Un texto publicado en España como ¡...Así es Moscú!: Nueve años en el país de los Soviets, por la editorial Razón y Fe en 1930). Se cuenta por parte de los limpiadores de curricula que Hergé, abominando de ese pasado filofascista, dejó como proscrito ese álbum, olvidándolo. Cabría también pensar que flaco favor le haría volver a publicar un álbum así a alguien que fue mandado al ostracismo por colaboracionista con la acusación en sus espaldas de seguir publicando en Le Soir ocupado por los nazis (¡redactor jefe del suplemento Soir Jeunesse), pero esto quedaría cojo si no advertimos que, en un año no muy lejano a su fallecimiento, la felicitación de Navidad que Hergé y su mujer mandaron a sus amigos fue... sí, una reproducción facsimilar a escala reducida de esa aventura: Tintín en el país de los Soviets. Lo que puede considerarse como todo un propósito de enmienda.

  

   Hergé pagaría caro ese periodo de su vida en los años siguientes. Y es que, cuando llegan los nazis y desaparece el Vingtième, aunque Wallez y otros del periódico son fascistas o profascistas, no perdonan los devaneos paganos de Hitler y deciden no colaborar. Hergé prefirió seguir dibujando. Eso si, unos dibujos donde los entendidos creen ver un ataque a Mussolinni y a Hitler. Ataque que no debieron ver las tropas alemanas en su momento, o Hergé, Tintín, y toda la familia de papel, hubieran acabado en un campo de concentración.

   Lo cierto es que sus aventuras "oficiales", redimidos pequeños pecados de juventud, siguen abiertas a interpretaciones. Como sus siguientes aventuras en el Congo, que aun producen sarpullido a los liberales europeos, tanto así que Tintín en el Congo es considerado hoy por hoy libro racista en algunos países, lo que de verdad muestran como gran pecado es una mentalidad colonialista, paternalista: los africanos son buenos, pero perezosos y algo tontos, y nada podrían hacer sin la ayuda de la metrópoli. Algo que si lo contextualizamos no debería llamarnos la atención, pero que a alguno de sus seguidores le mueve a desear que ese álbum también hubiera desaparecido. Mala suerte. Hergé lo reeditó con mimo, con unos pocos cambios imprescindibles para adaptarlo a los tiempos donde el colonialismo, simplemente, ya no existía. Pero sin variar un ápice la imagen de los misioneros como grandes salvaguardas de la civilización, eso si. Porque los valores cristianos que subyacen en la obra de Hergé, no puede negarlos nadie.

 

   Aun en sus cuartas aventuras, Los cigarros del Faraón y El loto azul, en tierras de faraones y en la China que todavía no había sido liberada por Mao, los "malos" son banqueros, masones y, ¡ah! hace su aparición un griego dispuesto a convertirse en su alter ego, en su villano de guardia que los especialistas no dudan en catalogar como judío. Y eso a mí me recuerda aquella famosa conspiración del innombrable, dejando de lado posibles manías raciales que algunos aducen y yo no sólo no comparto sino que abomino.

   Por cierto, gracias a la aventura china, es oficialmente invitado para ser condecorado por el gobierno de Tchang Kai-chek en 1939. Acudirá en 1973 a la China nacionalista, con un pequeño retraso.

 

   Este tipo de malos se repiten en La estrella misteriosa y en otros álbumes, y también se repiten los clichés propios de la época y el entorno de Hergé; por ejemplo, en Tintín en América, aunque las traducciones piadosas en España no nos obliguen a leer textos como los que se ven, por ejemplo, en la edición inglesa, tales como "Linchemos inmediatamente a  siete negros" (aquí "Linchemos inmediatamente a siete tipos"), las viñetas son bastante obvias.

   Pero no sigamos avanzando por los álbumes. No elucubremos sobre si los espías bordurios son en realidad calcos de la Gestapo o de la KGB (aunque a mi me da que eso de que su símbolo sea un bigote como el de Stalin... puede que oculte una trampa). No pensemos si Alcázar es un remedo de Castro, un profesional de la revolución que en realidad se olvida de su pueblo.

 

   La verdad es que no importa. Nunca me ha importado demasiado de dónde viene alguien, sino a donde va.

   Yo me quedo con el último Hergé, ese artista maduro que, inopinadamente, recibe a un joven periodista, Numa Sadoul, quien le pide una entrevista pensando que le va a dar la misma negativa que a los grandes medios le ha correspondido. Dice Hergé:

   "El mundo se rige por la economía. Los poderes industrial y financiero condicionan nuestro modo de vida. No llevan hábito con capucha cuando se reúnen en la sede de sus respectivos cuarteles generales, pero el resultado es el mismo que si lo llevaran. Su primer objetivo es producir. Producir cada vez más. Producir aunque ello signifique tener que contaminar los ríos, el mar, el cielo; aunque signifique tener que destruir las plantas, los bosques, los animales. Producir y condicionarnos para hacernos "consumir" más y más, más y más coches, desodorantes, gafas, sexo, turismo...". Sadoul, sorprendido, pregunta: "¿Está Tintín en contra de la sociedad de consumo?" La respuesta es contundente: "¡Absolutamente en contra, por supuesto!,  Tintín siempre ha tomado partido por los oprimidos".

 

   Un Hergé con fondo cristiano, que hace luchar a su héroe a favor de los oprimidos y, encima, está contra la sociedad de consumo. Fuere lo que fuere, nazi, comunista o mediopensionista ¡me encanta ese tipo! Yo, de mayor, quiero ser Tintín.

1 comentario

Tintin Hergé -

Magnífica reseña, a la que solo creo falta añadir que en 1.944, el diario belga Le Patrie, tras la liberación, publicó unas falsas aventuras de Tintin, "Tintin en el pais de los nazis", con el proposito de condenar a Hergé al ostracismo.

Hergé fue tratado muy duramente esos años por su colaboracionismo, llegando a pasar hambre y con serias amenazas de cárcel, lo que le marcaría el resto de su vida, siempre intentando nadar y guardar la ropa.

Podría complementarse con esta entrada del estupendo blog palabraobra:

http://palabraobra.blogspot.com/2008/09/hemos-ledo-el-arte-de-herg-1907-1937.html